Maltrato infantil y sus consecuencias

A lo largo de nuestro proyecto trataremos el tema del maltrato infantil en el ámbito familiar. El tema tiene puntos destacables para su estudio tales como: la violencia de los padres, biológicos o adoptivos hacia los niños; el abuso sexual por parte de algún familiar, la indiferencia de los padres hacia los problemas y situaciones por las que está atravesando el niño, desatención de sus necesidades básicas, la baja autoestima que tiene los chicos generada por situaciones desfavorables en el ámbito familiar y el aprendizaje de conductas violentas por reflejo. Todas estas posibilidades nos llevan al eje central de nuestro trabajo, constituido por los graves trastornos psicológicos que genera el maltrato del niño en el período de configuración de la personalidad.
Se plantearon posibles causas o consecuencias acerca del maltrato infantil. La primera fue que el núcleo familiar puede resultar enfermo considerando que es probable que los padres de las víctimas de la violencia fueron una vez ellos mismos víctimas de violencia en su infancia Dentro de una situación económica desfavorable, el contexto socio cultural poco edificante es habitual dentro del maltrato infantil. Es también probable que adicciones tales como el alcoholismo y la drogadicción sufridas por algún miembro de la familia los convierte en victimarios de los niños de su entorno. Hemos escogido este tema ya que queremos informarnos para poder elaborar un juicio crítico personal, libre de condicionamientos. También queremos llegar a algunas conclusiones que nos permitan dar alternativas de trabajo social que ayuden a los niños con este problema. Y finalmente nos planteamos que el maltrato infantil provoca futuras consecuencias en el desarrollo de las personas.
De entre todas éstas escogimos la planteada en último lugar, el hecho de que el maltrato infantil deja secuelas en la evolución de la personalidad.
Teniendo nuestros objetivos claros nos avocaremos a desarrollar este trabajo a fin de poder secundar nuestra hipótesis.

2. Desarrollo

Pueden distinguirse varias formas de maltrato que los adultos ejercen sobre los niños: la negligencia que se expresa en desprotección, descuido y/o abandono; el maltrato físico que es toda forma de castigo corporal e incluye también, el encierro o la privación intencional de cuidados o alimentos; el abuso sexual, que consiste en obligar o persuadir a un niño para que participe en actividades sexuales adultas, frente a la que no puede dar un consentimiento informado y último pero no por eso menos importante, el maltrato emocional, que acompaña a todas las otras, pero que puede ejercerse independientemente de las demás, por ejemplo, mediante amenazas aterrorizantes, descalificaciones, desvalorizaciones y/o ausencias de expresiones cariñosas. Todas las formas de maltrato que hemos descripto producen a los niños daños variables en función de diversos factores, especialmente la intensidad con que se ejercen y su persistencia en el tiempo, pero siempre significan un atentado contra su vida y su salud que afecta su desarrollo integral y deje secuelas en el futuro personal (1).
Una de las primeras causas por la cual es posible que el niño maltratado sufra futuras alteraciones en su desarrollo como persona es la asimilación de la conducta vivida en el entorno familiar. El hombre trae al nacer sólo conductas reflejas o innatas que son principalmente impulsos biológicos muy elementales y básicos que le permiten comunicarse con el mundo exterior. A partir de estas conductas y con la ayuda de los adultos es que aprenderá a relacionarse y a actuar en este mundo. El rol del adulto, por tanto no se circunscribe solo a la satisfacción de las necesidades básicas del niño: alimentación, abrigo, higiene, sino también a la necesidad de afecto que es la más importante de todas, el factor principal de influencia en la configuración de la personalidad del individuo y su sociabilización. Es tan importante esta entrega de afecto al niño que se ha comprobado que niños abandonados por sus padres, y por esta razón hospitalizados, morían antes de cumplir el año de vida a pesar de tener sus necesidades básicas satisfechas. Este fenómeno conocido como “hospitalismo” está descripto en el libro “El primer año de vida del niño” del psicólogo René Splitz(2). De este ejemplo se deduce la enorme importancia de la protección y el afecto que la madre brinda a su hijo. Ella es la encargada de satisfacer tanto sus necesidades biológicas como afectivas. En consecuencia el niño crece sabiendo que ocupa un lugar significativo e importante para sus padres y esto es lo que luego lo convertirá en una persona psicológicamente fuerte, segura y con una buena imagen de si misma.
El niño crece en la familia y es con ésta con quien va a desarrollar sus primeras relaciones. Este proceso se denomina sociabilización e incluye también la transmisión de determinados valores y conductas que al poco tiempo aparecerán como naturales. La familia tiene un rol fundamental, como transmisora de dichos valores y moldeadora de la conducta. A partir de ella el niño va adquiriendo cierto conocimiento para que a su debido tiempo pueda insertarse a vivir en sociedad. A medida que crecen, perciben las funciones que cumplen distintos miembros de la familia. De este modo, conocen las características generales de los roles de padre, madre e hijos. También aprenden las primeras normas: lo prohibido y lo permitido. Durante esta época de aprendizaje los padres refuerzan y premian ciertas conductas, a la vez castigan otras. Explican situaciones que el niño no comprende, le muestran lo que no conoce. Así también, resuelven situaciones conflictivas juntos y premian de alguna manera sus logros. La manera en que los padres realicen estas funciones determinará en gran parte las características psicológicas del niño.
El afecto es la base para cualquier aprendizaje. La familia, como dijimos anteriormente, cumple un rol importantísimo en el proceso de formación de la personalidad. Es en este núcleo, en donde el niño aprende sus primeras normas, a manifestar sentimientos y emociones. Estas serán la base para su futuro desarrollo, es por eso su clasificación como esenciales y primordiales. Si el chico no aprende a partir de su familia a comportarse socialmente, luego tendrá actitudes violentas, siendo éstas no sólo las extremas, que lo podrán llevar a ser juzgado como ciudadano, sino también las pequeñas agresiones que rompen la armonía de un grupo y posiblemente, en consecuencia, de la propia familia que formará en un futuro.
Debido a la importancia de esta primera etapa de sociabilización llevada a cabo en el núcleo familiar, es que desde la psiquiatría se ha sugerido que la falta de relaciones primarias tempranas es también responsable de muchas personalidades psicópatas.
Concluyendo con esta primera causa, los familiares son los encargados de conocer y transmitir las pautas que el niño debe vivir en la sociedad. En virtud de la posición que ellos ocupan en la vida del niño son especialmente significativos en su desarrollo. De esta manera, ellos son los que definen el mundo para el niño y sirven de modelos para sus actividades y conductas. Que un niño determinado sea agresivo o tranquilo, flexible o bastante rígido en su pensamiento, amistoso o inamistoso con los extraños, que se plante con seguridad o duda frente a nuevas situaciones, su manera de defenderse, su capacidad de amar y de darse, su manera de abordar ciertas situaciones, todo es en cierto modo, el resultado de la conducta previa de su familia, principalmente de sus padres(3).
Un trabajo publicado en el “Journal American Academic Child and Adolescent Psychiatry” en octubre de 1996, concluyó su investigación diciendo que entre violentos agresores eran sorpresivamente similares sus historias de la niñez, sus problemas familiares y sus diagnósticos psiquiátricos. La prevalencia de problemas psiquiátricos y familiares durante la niñez era alta en todos los casos estudiados. El 57,5 % de los individuos experimentó el abuso físico y una cifra similar se registró en los que tuvieron problemas familiares. El 71% del grupo consume actualmente drogas mientras que la mayoría del grupo es alcoholdependiente(4). En otra investigación publicada en la revista “Child Abuse and Neglection” de enero de 1996 se hace referencia que todo tipo de abuso era más frecuente en aquellos que provinieran de entornos familiares corrompidos y distorsionados(5).
Otras de las causas que puede provocar serias consecuencias en el desarrollo del niño son las alteraciones tanto en el ámbito psíquico, físico o psicológico que provoca el ser sometido a cualquier tipo de maltrato. Las secuelas que se desprenden de esto pueden provocar consecuentemente personalidades adictivas, psicóticas o violentas. Esta afirmación puede ser sostenida por los resultados y conclusiones de varios trabajos. En mayo de 1997, en el “Journal American Medical Association”, en un artículo denominado justamente “Características clínicas de mujeres con una historia de abuso durante su niñez: heridas sin curar”, se concluyó que tanto el abuso sexual o físico durante la niñez está asociado con problemas de salud en el adulto incluyendo síntomas físicos, problemas psicológicos y abuso de drogas(6).
Otro artículo publicado en el “Obstetric and Gynecolgy” en abril de 1998, afirma también que el abuso infantil puede contribuir a problemas sexuales o a varias quejas crónicas en la mujer adulta. Además, muchas de las mujeres estudiadas podían experimentar depresión, ansiedad y bajo autoestima(7).
Tomando en cuenta estos dos trabajos y tantos otros que no es imposible citar, se puede concluir que es muy factible que si el niño sufre maltrato durante su infancia desarrolle personalidades adictivas, violentas, psicóticas o con problemas en su sexualidad.
Es también probable que un niño maltratado en su infancia se desarrolle con una personalidad violenta en su adultez como consecuencia de las agresiones que tuvo que sufrir. Es por eso muy común que este adulto engendre a su vez un niño también maltratado como lo fue él en su niñez. El patrón de conducta agresiva tiende a repetirse como un modo de conducta aprendida, en el que, el adulto agresor fue en su infancia agredido(8).
Estos adultos formados en familias violentas, consecuencia probablemente de un mal aprendizaje de los valores, serán también los integrantes de las instituciones que las comunidades y las familias necesitan para su funcionamiento. El espiral violento se retroalimenta y se incrementa (9).
Una familia que venga sembrando sus vínculos entre familiares con violencia no podrá sembrar sino violencia hacia la generación futura y no podrá sino desbordar violencia hacia fuera de su familia. De un niño maltratado, esperamos, por tanto, un maltratante futuro, que devolverá la violencia absorbida. Está comprobado que los chicos que cometen actos de violencia ya han sido víctimas previamente(10).
Un artículo publicado en “Child Abuse and Neglection” en noviembre de 1998 dice, en los resultados de su investigación, que toda forma de abuso es un factor de riesgo para una conducta distorsionada. El mismo llega a las siguientes conclusiones: el abuso físico durante la infancia es un factor de riesgo para la alcoholdependencia, así como también para la violencia familiar, independientemente de los efectos del alcoholismo(11).
Está también psicológicamente comprobado que el fruto de las consecuencias del maltrato infantil puede ser una manera de que el individuo maltratado exteriorice sus represiones vividas en la infancia debido al sufrimiento que tuvo que atravesar. Durante toda su niñez absorbe agresiones, tanto físicas como afectivas, provocadas por el maltrato. Es entonces en su adultez que el individuo busca una manera de liberarse de estas y es por eso que muchas veces recurre a la drogadicción, al alcoholismo, o a alguna otra adicción. Puede ser también que se convierta en un agresor, un violador o un ladrón.
Es afirmado también por muchos que el niño maltratado se desarrollará con secuelas en su adultez porque ha asimilado este maltrato. El individuo no conoce otras realidades. La que él mismo vivía es la que se le presenta como lo normal, lo típico.
A lo largo de este desarrollo, hemos podido enumerar diversos factores que son causa de un desarrollo distorsionado en el niño maltratado. Primeramente, dijimos que una de las causas podía ser la asimilación de la conducta vivida en el entorno familiar. A esto le siguió, las alteraciones que se pueden dar en el desarrollo psíquico, físico o psicológico, que es posible que determinen personalidades adictivas, violentas o psicóticas. También dijimos que es posible que la victima se convierta en victimario. Un niño maltratado que se convierte en un adulto violento que a su vez educa a otro niño maltratado. Además agregamos que las secuelas pueden ser una manera de exteriorizar sus represiones. Finalmente concluimos planteando que la conducta vivida en la niñez era la única realidad que el individuo conocía y que creía que era lo normal. Por eso seguiría tomando la misma conducta.
Por lo tanto, podemos afirmar nuestra hipótesis diciendo que el maltrato infantil deja secuelas en el desarrollo de la persona.

3. Conclusión

Nos hemos planteado al comienzo del trabajo que el desarrollo de la personalidad del individuo queda determinada si ésta sufre de algún tipo de maltrato durante su infancia. Por ello podemos concluir que la primera etapa de sociabilización que el niño vive en el núcleo familiar es muy importante para su futura relación con la sociedad. Más específicamente, es lo que determinará la manera que se relacionará con esta. Es también esta etapa muy importante debido a la formación de la personalidad. Es por eso que pensamos que si el niño sufre de maltrato en esta primera etapa de su vida, le quedarán secuelas irreversibles que se manifestarán de diferentes maneras en su vida de adulto. El maltrato, además, viola derechos fundamentales de los niños, y por lo tanto, debe ser detenido, y cuanto antes mejor.
Los niños maltratados del hoy, son los que se convertirán en los adultos problemáticos del mañana. Son quienes estarán a cargo de la sociedad, quienes llevarán adelante grupos y comunidades. Por esto debemos fomentar campañas a favor de las denuncias del maltrato infantil, creando los ámbitos adecuados y desarrollando los foros de discusión necesarios. Así como también los adultos deben asumir sus responsabilidades maduramente y con compromiso para evitar que los niños se conviertan en agresores.
A lo largo de la monografía fueron surgiendo diferentes temas que podrían servir para futuras investigaciones. Por ejemplo, cuál es el tipo de familia en la que se da con más frecuencia el maltrato infantil. También pensamos que se podría investigar si las secuelas del maltrato en la niñez son irreversibles. Finalmente se podría profundizar en las características sociales y familiares de los victimarios y de las victimas, para así poder saber más sobre el maltrato infantil.

4. Bibliografía

-Ciencias Sociales y Educación Cívica hacia la organización Social, Gustavo Iaies, Gustavo Godbeter, Editorial Estrada, Buenos Aires, 1995.
-Formación Ética y Ciudadana, Alicia Casullo, Lucas Rubinich, Editorial Santillana, Buenos Aires, 1997.

5. Referencias

-Maltrato Infantil, www.geocities.com/Paris/Salon/2927/maltrato.html
-El primer año de vida del niño, René Splitz, Editorial
-“La infancia”, Nora Walker, Buenos Aires, 1999.
-Haapasalo J., Hamalainen T., Childhood family problems and current psychiatric problems among young violent and property offenders, Journal American Academic Child and Adolescent Psychiatry, Finland, octubre, 1996.
-Mullen P. E,, Martin J. L., Anderson J. C., Romans S. E., Herbison G. P., The long-term impact of the physical, emotional, and sexual abuse of children: a community study, Child Abuse and Neglection, New Zealand, enero, 1996.
-Mc Cauley J., Kern D. E., Kolodner K., Dill L., Schroeder A. F. et al. , Clinical characteristics of women with a history of childhood abuse: unhealed wounds, Journal American Medical Association, Md, USA, mayo, 1997.
-Bachmann G. A., Moeller T. P., Bennet J., Childhood sexual abuse and the consequences in adult women, Obstetric and Gynecoly, New Brunswick, abril, 1988.
-La problemática infantil. Un conflicto sociopolítico. www.congreso.cl/biblioteca/estudios/menresy.htm
-Familias Violentas, Eduardo J. Padilla, Revista Criterio No2175, Buenos Aires, mayo, 1996.
-La crisis familiar, el abandono y cuando el vínculo enferma, Roberto Pariscale, Diario La Nación, Buenos Aires, 1995.
-Kunitz S. J., Levy J. E., Mc Closkey J., Gabriel K. R., Alcohol dependence and domestic violence as sequelae of abuse and conduct disorder in childhood, Child Abuse and Neglection, NY, USA, noviembre, 1998.