Manuscrito F. Recopilación III (18 y 20 de agosto de 1894)

Manuscrito F. Recopilación III (18 y 20 de agosto de 1894)

Neurosis de angustia-. predisp. hered.

Señor K., 27 años

Padre tratado por melancolía senil; hermana O., un buen caso de neurosis de angustia complicada, bien analizada; todos los K. son nerviosos, de temperamento cordial. Es primo del doctor K. de Burdeos. Sano hasta hace poco; desde hace nueve meses, dificultades para dormir; en febrero y marzo sobresaltos nocturnos muy frecuentes, con palpitaciones; de manera paulatina, creciente excitabilidad general, luego interrupción pr unas maniobras militares que le hicieron muy bien. Hace tres semanas, al atardecer, repentino ataque de angustia sin contenido, con sensación de congestión desde el pecho hasta la cabeza; interpretación [del paciente]: que algo terrible tiene que acontecer; no acompañado en absoluto de opresión y con pocas palpitaciones. Después, ataques semejantes también de día, al almuerzo; consultó al médico hace dos semanas; mejoría con bromo; aquello persiste todavía, pero duerme bien. Además, durante las últimas dos semanas, breves ataques de depresión profunda, como de apatía total, apenas unos minutos; aquí, en Rieichenaul, mejoró. Por lo demás, ataques de presión en la nuca.

El mismo empieza con comunicaciones sexuales. Hace un año, enamorado de una muchacha coqueta, sufrió una gran conmoción cuando supo que ella tenía otro compromiso. Hoy ya no está enamorado. – Dice atribuirle poco valor. – Además: desde los 13 a los 16-7 años onanismo por seducción en la escuela, supuestamente moderado; en el comercio sexual es moderado; desde hace dos años y medio usa condón por miedo al contagio, a menudo se siente cansado a raíz de ello; define a este coito como forzado, nota que desde hace un año su libido disminuye mucho. En el trato con aquella muchacha, muy excitado sexualmente (sin contacto, etc.); primer ataque nocturno (febrero), dos días después de un coito; primer ataque de angustia, la misma noche tras el coito; desde entonces (tres semanas) abstinencia; hombre tranquilo, afable, sano en lo demás.

18 de agosto de 1894

Epicrisis de nº 1

Si uno intenta interpretar el caso de K., una cosa se impone ante todo. El hombre es un predispuesto hereditario; su padre tiene una melancolía, quizás una melancolía de angustia; su hermana, una neurosis de angustia típica de la que tengo exacta noticia, y que en otro caso yo habría definido sin duda como adquirida. Esto da que pensar sobre la herencia. Es probable que en la familia K. sólo esté presente la «predisposición», la aptitud para enfermar con más y más gravedad a raíz de la etiología típica, no la «degeneración». En el caso del señor K. es lícito esperar, entonces, que la neurosis de angustia leve se desarrolle con una etiología leve.

¿Dónde, sin prejuicios, se la podría buscar?

A primera vista, me parece que se trataría de un estado de endeblez de la sexualidad. La libido de este hombre disminuye desde hace mucho tiempo; los preparativos para el condón bastan para que el acto le resulte algo forzado, y el deleite, como un fruto de la imaginación. Este es el nudo de la historia. Tras el coito se siente a veces cansado, se resiente de él, como él dice, y luego, dos días después, o esa misma noche, tiene los primeros ataques de angustia.

La conjunción de una libido aminorada y de la neurosis de angustia armoniza con mí teoría sin forzar las cosas. Se trata de una debilidad en el gobierno psíquico de la excitación sexual somática, que existe desde hace ya largo tiempo y que posibilita que se genere angustia a raíz de un acrecentamiento ocasional de la excitación somática.

¿Por qué camino se adquirió ese debilitamiento psíquico? Con la masturbación juvenil adelantamos poco, sin duda que no ha tenido ella tales efectos; y tampoco parece haber rebasado la medida ordinaria. El trato con la muchacha, que lo excitaba mucho sensualmente, parece mucho más idóneo para producir una perturbación en la dirección indicada; el caso se aproxima, pues, a las condiciones de la consabida neurosis del novio. Pero, sobre todo, es irrecusable que el miedo a la infección, la decisión de usar condón, proporcionaron el fundamento para lo que yo he expuesto como factor de la enajenación entre lo somático y lo psíquico. Sería lo mismo que tiene eficacia en el coitus interruptus del varón. En suma, el señor K. se ha atraído una debilidad sexual psíquica porque estropeó su gusto del coito, y, con una salud psíquica y una producción de estímulos sexuales intactas, ello dio ocasión para la génesis de la angustia. Además, se puede señalar que la presteza para adoptar precauciones en lugar de procurarse una satisfacción adecuada dentro de una relación segura prueba que desde el comienzo su sexualidad ya no era fuerte. El hombre es, en efecto, un hereditario; lo que en él se puede descubrir de etiología, aunque cualitativamente importante, sería tolerado como inofensivo por una persona sana (o sea, fuerte) .

Un rasgo interesante de este caso es la aparición de un sentimiento melancólico típico en ataques de breve duración. Esto no puede menos que tener importancia teórica para la neurosis de angustia por enajenación: por el momento sólo lo anoto.

20 de agosto de 1894

Señor Von F., Budapest, 44 años

Hombre corporalmente sano, se queja de que «le decaen la vitalidad y la energía de una manera que no es natural para su edad». Ese estado -en que todo le es indiferente, le cuesta trabajar, está malhumorado y cansado- se acompaña de fuerte presión en la coronilla, también en la nuca; además, por regla general anda mal del estómago, es decir, sensibilidad hacia ciertos alimentos, eructos y deposición perezosa. También parece dormir mal.

Pero su estado es claramente intermitente; dura de 4 a 5 días cada vez, aminora poco a poco, por los eructos él nota que va a sobrevenir la debilidad nerviosa; en los intervalos se siente bien por 12 o 14 días, y aun por varias semanas. También ha tenido épocas mejores que duraron meses. Sostiene obstinadamente estar así desde hace 25 años. Como tan a menudo sucede, es preciso construir el cuadro clínico, pues él, con una pertinacia monótona en sus quejas, asegura que por lo demás no prestó atención alguna a las otras circunstancias. Así pues, el mal deslinde de los ataques también forma parte del cuadro, así como la total irregularidad de estos en el tiempo. Desde luego, atribuye su estado al estómago. [ . . . ]

Orgánicamente sano, sin graves preocupaciones ni emociones; sobre sexualidad: onanismo de los 12 a los 16 afi5s, luego muy sólido en el comercio con mujeres, el atractivo no era hiperpotente. Casado desde hace 14 años, sólo dos hijos, el segundo de 10 años; durante el intervalo, y en el período posterior, sólo condón, ninguna otra técnica. La potencia en los últimos años decae bastante. Coito más o menos cada 12 a 14 días, a menudo también pausas más prolongadas. Confiesa que tras el coito con condón se siente cansado y miserable, pero no enseguida, sólo al segundo día posterior; lo comunica diciendo haber notado que al segundo día le sobrevienen malestares de estómago. ¿Por qué usa el condón? ¡No se puede tener demasiados hijos! [Tiene] dos.

Epicrisis

Caso leve, pero totalmente característico, de desazón periódica, melancolía. Síntomas: apatía, inhibición, presión intracraneana, dispepsia, perturbación del dormir; el cuadro está completo.

Inequívoca semejanza con la neurastenia, también la etiología de esta. Yo tengo casos por entero análogos: son onanistas (señor A.), junto a ellos gente con lastre hereditario; los von F. son reconocidamente psicopáticos. He ahí, entonces, la melancolía neurasténica; aquí tiene que anudarse la teoría de la neurastenia.

Es muy posible que el punto de partida de una pequeña melancolía de esta índole sea siempre un coito. Exageración de lo aseverado fisiológicamente: «Omne animal post coitum triste(231)».

Las diferencias de tiempo armonizarían. Al hombre le hace bien cualquier tratamiento, cualquier ausencia, o sea, cualquier liberación del coito; desde luego, es fiel a su mujer, como él dice. El uso del condón es testimonio de una potencia débil; como algo análogo al onanismo, prolonga la causación de esta melancolía