Marx Teoría

Marx Teoría

Cuando el joven Marx cuenta con 17 años y redacta tres ensayos escolares, para aprobar su bachillerato, las ideas humanísticas de la revolución francesa son las que dominan el ámbito cultural de la región Renana de Alemania, donde nació en 1818 y donde recibió la influencia de su padre, de sus maestros y de su futuro suegro.

En el momento histórico en que escribe estos trabajos, el joven alemán revela una transición de su pensamiento cristiano, debido desde la infancia, a un pensamiento humanista revolucionario.

El primero de estos tres escritos sobre el emperador Augusto, carece de valor, según su biógrafo Mc Lellan y desgraciadamente no ha sido traducido a nuestro idioma español.

El segundo, “Una demostración, según el evangelio de San Juan, naturaleza, necesidad y efectos de la unión de los creyentes de Cristo”, expresa todavía, la filosofía cristiana que imperaba en el ambiente escolar.

Será el tercer documento, “Reflexiones de un joven al elegir profesión”. El que refleje ese cambio mental del joven, que pasó del pensamiento religioso, a la conciencia materialista histórica y con ello al papel revolucionario del hombre y de las masas, en la transformación de la sociedad.

La transformación se manifiesta desde las primeras líneas, cuando afirma que el desarrollo del ser humano es de dos niveles, el personal y el social, y que ambos deben estar vinculados, hasta el grado de que ninguno de ellos puede evolucionar sin el otro.

Después de expresar algunos residuos de la influencia religiosa y de pasar a algunos temas filosóficos humanistas, el joven estudiante concluye con un manifiesto filosófico que será la meta a la que dedicará toda su vida: trabajar por el bien de la humanidad.

Franz Mehring, biógrafo de Marx, dice que la calificación que recibió Marx reconocía que estos ensayos se distinguían por su riqueza de ideas y su buena distribución sistemática, aunque el alumno seguía recurriendo en el vicio, que era peculiar, de rebuscar exageradamente hasta encontrar expresiones raras y llenas de imágenes.

En este tercer ensayo se percibe la extraordinaria inteligencia y las altas cualidades del muchacho. Al elegir una carrera, Marx desdeña la vanidad, la ambición egoísta y la búsqueda de una brillante posición económica. Guiado por la conciencia del deber social, considera que su misión es dedicar toda su vida al servicio de la humanidad.

Otro autor, Rafael Jerez, escribe que este documento juvenil, resume bastante bien la primera asimilación personal de los estímulos culturales recibidos por el joven, en su medio social primario: la familia, la parroquia, el instituto y los amigos, mayores y pequeños.

En conclusión: imbuido de racionalismo crítico a sus 17 años, Marx parece haber optado por esas altas actividades humanas que se alimentan de verdades abstractas y exigen de uno mismo el sacrificio de la vida misma. La elección en general estaba hecha: solo faltaba que la experiencia biográfica la concretase .

2.- LA TESIS DOCTORAL

Con el fin de obtener un puesto de catedrático en la Universidad, Carlos marx en 1839 comenzó a trabajar en su tesis doctoral.

Durante todo ese año y comienzos del siguiente, leyó e hizo extractos de diversos libros. El título de estas notas fue: “La filosofía epicúrea”. Estudió a Hegel, Aristóteles, Leibniz, Hume y Kant y otros autores. Los temas que abordó fueron: la relación entre epicureismo y estoicismos, el concepto de sabio en la filosofía griega, las ideas de Sócrates y Platón sobre la religión y las perspectivas de la filosofía pos-Hegeliana.

En su tesis doctoral titulada “Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro”, marx se coloca al lado de Epicuro y su ética de la libertad, en contra del determinismo mecanicista de Demócrito.

Según Marx, Epicuro no copió la física de Demócrito, sino introdujo la idea de espontaneidad en el movimiento de lo átomos, agregando a la naturaleza inanimada del mundo de Demócrito, regulado por leyes mecánicas, un mundo de naturaleza animada en donde operaba la voluntad humana.- Marx prefirió la visión de Epicuro, por su énfasis sobre la autonomía absoluta del espíritu humano que liberaba a los hombres de todas las supersticiones de objetos trascendentes y por el énfasis sobre la libre Autoconciencia individual que mostraba una vía que podía ir más allá del sistema de una filosofía total.

Mientras que Demócrito aceptaba sumisa y mecánicamente, los mandatos de los dioses, Epicuro se rebelaba y preguntaba: ¿dónde queda el libre arbitrio, la voluntad de los seres vivos arrancada a los dioses?

Epicuro el más grande racionalista griego, como Marx le llamaba, lucha contra la religión que con su mirada amenazadora, aterroriza desde lo alto del cielo a los mortales.

En esta tesis doctoral, Marx continúa en el terreno idealista de la filosofía hegeliana.

A pesar de que el tiempo le daría la razón a Demócrito, Marx defendía a Epicuro porque este filósofo como el mismo Marx, se alzaba contra el peso oprimente de la religión y desafiaba a los dioses, “sin que los rayos le aterrasen, ni los gruñidos de los dioses, ni la sorda cólera del cielo”.

Marx apoya las palabras de Epicuro: “no es ateo el que desprecia a los dioses del vulgo, sino quien abraza las ideas del vulgo acerca de los dioses”.

La rebeldía revolucionaria del joven filósofo alemán se manifiesta en su identificación con Prometeo quien dijo: “dicho en pocas palabras, odio a todos los dioses”.

Para Marx, Prometeo es el santo y el mártir más sublime del calendario filosófico. La rebeldía filosófica de Marx era la confesión sencilla y recogida del hombre que había de ser, con el tiempo, otro Prometeo, así en la lucha como en el martirio.

Según Stepánova, Marx defendió con admiración la osadía de Epicuro, porque luchó contra la religión de su época, Marx era adversario irreconciliable de todo intento de subordinar la ciencia a la religión, así como de hacer un lado el libre pensamiento.

Al declarar la guerra a todos los dioses, de los cielos y de la tierra, Marx aparece no sólo como ateo, sino también como revolucionario, valiente luchador contra el “Estado cristiano”, la monarquía absoluta prusiana que oprimía políticamente al pueblo alemán.

3.- LOS ARTICULOS PERIODÍSTICOS

En 1842, en el primer estudio que Marx redactó, compuesto de seis largos artículos, analizó la publicación de los debates de la Dieta Renana acerca de la libertad de prensa.

Poco antes de la censura oficial prusiana, le había censurado otro extenso trabajo periodístico, en el que el joven escritor criticaba la censura del gobierno.

El estilo humanista de Marx se manifestaba cuando comentaba la publicación de los debates de la Dieta Renana, en los que no se citan los nombres de los representantes que intervinieron en dichas discusiones. El joven alemán dice que la Dieta no soporta la luz del día y si los lectores confiaron, al elegir a sus representantes éstos a su vez, al ocultarse en el anonimato no confían en el juicio de la provincia que les dio su confianza.

Cuando un orador alemán reclamó la libertad de prensa como integrante de la libertad de industria, Marx respondió: ¿Acaso es libre la prensa degradada a industria?. Es innegable que el escritos tiene que ganar con el trabajo de su pluma para existir y escribir, pero jamás existir y escribir para ganar. La primera libertad de la prensa consiste precisamente en no ser una industria. “Al escritor que prostituye esa libertad de prensa, convirtiéndola en medio material, le está bien empleada como castigo de esa esclavitud exterior de la censura; o por mejor decir, ya su propia existencia es su castigo”.

Durante toda su vida, Marx había de corroborar prácticamente, lo que aquí exige de todo escritor; sus trabajos fueron siempre fin y jamás un medio, hasta tal punto fueron, para él y cuantos le rodeaban, que llegó a sacrificarles, siempre que fue necesario, su propia existencia.

El segundo estudio sobre los debates de la Dieta Renana, acerca de la “historia arzobispal”, (inédito en español), fue suprimido también por la censura oficial.

En una carta a Arnold Ruge, del 9 de Julio de 1842, Marx le dice: “Mi segundo artículo acerca de la Dieta, el referente a los líos eclesiásticos, ha sido tachado. En él demostraba cómo los defensores del Estado se habían colocado en el punto de vista clerical y los defensores de la iglesia en el punto de vista del poder civil”.

En el tercer estudio formado por cinco artículos, Marx analiza los debates reñidos en torno a una ley sobre los robos de leña. Con este tema -nos dice Mehring- el autor descendía a la tierra llana o en otras palabras, se veía sujeto a la perplejidad de tener que tratar de intereses materiales que no estaban previstos en sistema ideológico de Hegel.

Esta ley trataba de la batida capitalista contra los últimos vestigios de propiedad comunal sobre el suelo, de una cruel expropiación contra las masas populares. De los 207,478 procesos criminales seguidos por el Estado prusiano en 1836, unos 150,000 se referían a robo de leña y transgresiones contra la propiedad forestal, costos de caza y guardería.

En estos debates triunfó el interés expoliador de la gran propiedad privada. Marx enfrentándose a ese interés , con su crítica tajante, tomó partido “por la muchedumbre pobre, política y socialmente desposeída”.

El periodista pedía que a los pobres, amenazados de ruina, se les garantizasen sus derechos consuetudinarios. Su defensa no era económica, ni política, todavía era jurídica.

El joven escritor denuncia las granujadas de los propietarios de extensos terrenos y bosques, quienes al defender sus intereses particulares, pisoteaban la razón y la lógica, la ley y el derecho, atentando también, muy directamente, contra el interés público, para luchar a costa de los pobres y los miserables. Para perseguir a los pobres campesinos que atentan contra la propiedad de los terratenientes, la Dieta no se ha contentado con romperle al derecho brazos y pierna, sino que le ha atravesado el corazón -dice Marx-.

Mehring, en su famosa biografía, afirma que, con este ejemplo de la ley sobre los robos de leña, Marx demostró que los integrantes de la Dieta Renana representaban y defendían los intereses económicos de los grandes propietarios de la tierra en Alemania.

En este trabajo, aunque Marx todavía estaba influido por la filosofía hegeliana del derecho y del Estado, no reverenciaba al Estado prusiano como el Estado ideal, como lo hacían los viejos hegelianos conservadores, sino contrastando la realidad del Estado prusiano con la pauta del Estado Ideal, que se desprendía de los supuestos filosóficos de que arrancaba Hegel.

Marx veía en el estado, el gran organismo en que debían encarnar y realizarse la libertad jurídica, la libertad política y la libertad moral y en el que el ciudadano, súbdito suyo, al someterse a las leyes del Estado, no hacía más que obedecer a las leyes naturales de su propia razón, la razón humana.

Varios autores, reconocen la importancia de este ensayo sobre los robos de leña, en la radicalización política que experimentó el joven Marx.

Mc Lellan, por ejemplo, asienta que en este artículo, Marx discutió las cuestiones del robo de la leña, desde un punto de vista legal y político, sin mucho detalle histórico y social, y el autor solicita que el Estado defendiese la ley tradicional frente a la capacidad del rico.

Años después, el propio Marx reconoció la importancia de ese artículo. Engels, su compañero de lucha, también dijo que por ese trabajo, Marx se vio llevado de la política pura a las relaciones económicas y de allí al socialismo. Lenin escribió: aquí se perfila el paso del idealismo al materialismo y de la democracia revolucionaria al comunismo.

4.- CRITICA DEL DERECHO DEL ESTADO DE HEGEL

En 1841, el joven Marx al leer La Esencia del Cristianismo de Feuerbach, encuentra las armas filosóficas para poder criticar a Hegel.

En este libro, Feuerbach demuestra que no es la religión quien hace al hombre, sino el hombre quien hace la religión. Los seres superiores que crea nuestra fantasía, los dioses, son producto de la proyección fantástica de nuestro propio ser.

Marx no sólo asimila los aspectos positivos de la filosofía de Feuerbach, sino también crítica su aspecto negativo : En la carta a Ruge, le dice: “Los aforismos de Feuerbach me parecen desacertados en un punto: hace demasiado hincapié en la naturaleza, sin preocuparse en los debidos términos de la política. Sin esta alianza, la filosofía actual no llegará a ser nunca una verdad.

En virtud de que el materialismo de Feuerbach no tocaba la política, será Marx quien abordará la filosofía del Derecho del Estado, tan concienzudamente como Feuerbach, investigó la filosofía hegeliana de la naturaleza y la religión.

Según la filosofía política de Hegel, la conciencia humana se manifiesta a sí misma objetivamente en las instituciones jurídicas, morales, sociales y políticas del hombre. Estas instituciones permiten al espíritu alcanzar plena libertad y el logro de esta libertad se hace posible por la moralidad social presente en los grupos sucesivos de la familia, la sociedad civil y el Estado, La familia educa al hombre en la autonomía moral, mientras que la sociedad civil organiza la vida económica, profesional y cultural. Sólo el nivel supremo de la organización social -el estado- es capaz de sintetizar los derechos particulares y la razón universal en la fase final de la evolución del espíritu objetivo. Hegel rechazaba con ello la idea de que el hombre fuese libre por naturaleza y que el Estado recortaba esta libertad natural.

Hegel consideró que el Estado ideal que describía se hallaba presente en Prusia.

Marx revisó los poderes monárquicos, ejecutivos y legislativos, en lo que según Hegel el estado se dividía a sí mismo, mostrando que la supuesta armonía lograda en cada caso era, de hecho, falsa.

Así como la religión no hace al hombre, sino al contrario, la Constitución, no hace al pueblo, sino que es el pueblo quien hace la Constitución.

Hegel entendía por burocracia un cuerpo de funcionarios superiores que se reclutaban entre las clases medias. A ellos venía confiada la formulación de los intereses comunes y la tarea de mantener la unidad del Estado. El monarca desde arriba y la presión de las corporaciones desde abajo, impedían que sus decisiones fueran arbitrarias.

Marx rechazaba la presunción de Hegel de que la burocracia fuese una clase imparcial y en cuanto tal “universal”. Marx afirmó que los burócratas habían acabado en la práctica por volver a sus propios asuntos privados, creando un interés de grupo seccionado de la sociedad, siendo en el interior del Estado una sociedad particular y cerrada, la burocracia apropiándose de la conciencia, voluntad y poder des Estado

Para profundizar en su crítica a Hegel, Marx estudio las teorías de Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau y otros políticos.

Para Hegel el hombre real que produce el Estado y la sociedad civil, se presenta como producto de la idea o del Estado , como encarnación de la idea del espíritu o la razón.

En la transformación de lo condicionante en condicionado reside la mistificación o especulación, característica de la filosofía política hegeliana.

Marx critica a Hegel por presentar lo real como ideal, o por mostrar la sociedad civil (esfera de los intereses particulares y de las relaciones materiales) como una determinación de la idea. Marx denuncia esta mistificación que consiste en hacer de lo real, de lo empírico (la sociedad civil) un hecho ideal. Hegel pretende presentar al Estado como es realmente, pero en realidad lo presenta como es idealmente. La sociedad civil aparece como un atributo del Estado, cuando en verdad es lo contrario.

Hasta aquí (1843) Marx no pudo todavía llevar su crítica hasta las últimas consecuencias. Ignora el papel de la producción material, de la industrial y del trabajo, así como las relaciones que los hombres contraen en la producción, carece del concepto de la clase social, y desconoce aún cuál es el agente histórico fundamental o clase revolucionaria que producirá el cambio que conduzca a la nueva sociedad.

Al criticar al Estado debe pasar al plano de las relaciones materiales. Para salvar el límite de su crítica de la filosofía especulativa de Hegel, tiene que iniciar una crítica de la economía política. LA filosofía empuja hacia la economía política.

5.- SOBRE LA CUESTION JUDIA

En 1843, Marx publicó en la revista “Anales Franco-alemanes”, dos artículos: un comentario de dos trabajos de Bruno Bauer sobre la cuestión judía. El primero de ellos es un resumen filosófico de la sociedad socialista y el segundo un resumen filosófico de la lucha proletaria de clases.

En el artículo “Sobre la cuestión judía”, el autor investiga la diferencia entre la emancipación humana y la emancipación política.

Los judíos se regocijaban viendo a los nacionalistas hundir el escalpelo crítico en el cuerpo de la religión cristiana, por ellos tan aborrecida, pero cuando le llegaba el turno a la religión judía, ponían el grito en el cielo, clamando traición contra la humanidad. Y reclamaban la emancipación política de los judíos, pero no en un sentido de equiparación de derecho, ni con la intención de renunciar a su posición privilegiada, sino antes al contrario, atentos a reforzarla y dispuestos en todo momento a sacrificar los principios liberales en cuanto éstos se opusieran a sus intereses de casta.

Feuerbach había analizado la fe judía como la religión del egoísmo: “Los judíos se han mantenido con su fisonomía característica hasta los tiempos actuales. Su principio, su Dios, es el principio más práctico del mundo: El egoísmo bajo la forma de religión. El egoísmo aglutina, concentra al hombre sobre sí mismo, pero le hace teóricamente limitado, imbuyéndole indiferencia en cuanto no toca directamente a su propio bienestar.

La religión judía -decía Bauer- era toda ella astucia animal para satisfacer las necesidades de los instintos y acusaba a los judíos de haberse opuesto desde el primer momento al progreso histórico, creándose, en su odio a todos los pueblos, la más aventurera y mezquina de las vidas nacionales.

Pero, a diferencia de Feuerbach, que pretendía explicar la esencia de la religión judaica por el carácter del pueblo judío, Bauer, a pesar de toda la hondura, la audacia y la agudeza que Marx elogiaba en sus estudios sobre la cuestión judía, no acertaba a enfocarla más que a través del cristal teológico.

Los judíos rescribía bauer -solo podrán remontarse a la libertad, igual que los cristianos, superando su religión. El Estado cristiano no podía, por si carácter religioso, emancipar a los judíos, ni estos podían tampoco, por su carácter religioso, mientras no cambiasen, o ser emancipados. Cristianos y judíos tenían que dejar de ser lo que eran por su religión, cristianos y judíos, para convertirse en hombre libres. Y como el judaísmo, en cuanto a religión, había sido superado por el cristianismo, el judío tenía que recorrer el camino más largo y espinoso que el cristianismo para llegar a la libertad.

A juicio de Bauer, los judíos no tenían remedio que someterse a la disciplina del cristianismo y de la filosofía hegeliana , si querían llegar a ser libres.

Marx por su parte, replicaba que no era suficiente investigar quién había de ser el emancipador y quien el emancipado, sino que la crítica debía indagar de que clase de emancipación se trataba, si de la emancipación política meramente o de la emancipación humana.

“La emancipación política es la reducción del hombre, de una parte, a miembro de la sociedad burguesa, a individuo egoísta e independiente; de otra parte su reducción a ciudadano del Estado, a persona moral. Solo cuando el hombre individual y verdadero absorba en sí al ciudadano abstracto del Estado, para tornarse en ser genérico como tal hombre individual, con su vida empírica, su trabajo individual y sus condiciones individuales; solo cuando el hombre haya reconocido y organizado sus fuerzas propias como las fuerzas sociales, sin que, por tanto, separe ya de su persona la fuerza social bajo la forma de fuerza política, sólo entonces, podremos decir que la emancipación humana se ha consumado”.

Con este artículo, Marx consiguió dos cosas, primero puso al desnudo las raíces de las relaciones entre las sociedad y el Estado. El Estado no es, como pretendía Hegel, la realidad de la idea moral, la razón absoluta y el absoluto fin en sí, sino que tiene que contentarse con el papel, mucho más modesto, de amparar la anarquía de la sociedad burguesa, que le erige en guardián suyo.

En segundo término, descubre que las cuestiones religiosas del día no tienen, en el fondo, mas que una significación social. Para indagar el desarrollo del judaísmo, no acude a la teoría religiosa, sino a la práctica industrial y comercial, de la que la religión judía es, a su juicio, un reflejo imaginativo. El judaísmo práctico no es más que la consumación del mundo cristiano. En una sociedad burguesa comercial y judaizada como la nuestra, el judío tiene un puesto de derecho propio y puede reclamar la emancipación política, como el goce de sus derechos generales del hombre. Pero la emancipación humana implica una nueva organización de las fuerzas sociales, que haga al hombre dueño y señor de sus fuentes de vida.

En trazos borrosos, Empieza a dibujarse ya, en este artículo, la imagen de la colectividad socialista.

6.- LA FILOSOFIA DEL DERECHO DE HEGEL

El segundo artículo publicado por Marx en los “Anales Franco-alemanes”, es el titulado “Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel”.

En este documento, Marx resume su crítica de la filosofía judía hegeliana diciendo que la clave para la inteligencia del proceso histórico no había que buscarla en el Estado, que tanto ensalzaba Hegel, sino en la sociedad, que él tanto condenaba.

Marx, en este trabajo, entronca directamente con Feuerbach, de quien dice que ha apurado substancialmente la crítica de la religión, condición previa de toda critica. Es el hombre quien hace la religión, no la religión quien hace al hombre -apunta Marx- no es ningún ser abstracto, que flote fuera del mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el Estado, la sociedad, que hace brotar la religión como una conciencia invertida del mundo, al revés. Luchar contra la religión es por tanto, indirectamente, luchar contra este mundo de que la religión es el aroma espiritual. Y surge así como misión de la historia establecer la verdad. Por donde la crítica de la teología es la crítica de la política.

Este ensayo, el último de tipo netamente filosófico, también tiene el mérito de señalarnos, no solo el paso de la filosofía a la política y de ésta a la economía política, sino también nos indica el paso del análisis teórico a la toma de conciencia de la importancia de la práctica política, es decir de la importancia de la militancia.

El arma de la crítica no puede naturalmente, suplantar la crítica de las armas; el poder material sólo puede derrocarse con otro poder material, pero también la teoría se convierte en fuerza colectiva en cuanto se adueña de las masas y se adueña de las masas pronto como se hace radical. Sin embargo una revolución radical necesita de un elemento positivo, de una base material; en los pueblos, la teoría no se ha realizado nunca más que en la medida en que da realización a sus necesidades. No basta que la idea clame por realizarse; es necesario que la realidad misma clame por la idea.

De la imposibilidad de la revolución a medias infiere Marx la posibilidad positiva de la revolución radical. Y preguntándose en qué reside ésta posibilidad, contesta: “En la formación de una clase cargada de cadenas radicales, de una clase de la sociedad burguesa que no es clase alguna de la sociedad burguesa, es un estamento que implica la disolución de todos los estamentos, de una esfera a quien sus sufrimientos universales presentan un carácter universal y que no puede reivindicar para sí ningún derecho aparte, porque el desafuero que contra ella se comete no es ningún desafuero específico, sino la injusticia por antonomasia; que no puede invocar ningún título histórico, sino solamente el título humano, que no es parcialmente incompatible, con las consecuencias, sino totalmente incompatible con los fundamentos del Estado; de una esfera, en fin, que no puede emanciparse sin emanciparse de todas las demás esferas de la sociedad, emancipándolas al mismo tiempo a ellas; que presentando, en una palabra, la total pérdida del hombre, sólo puede volver a encontrarse a sí misma, encontrando de nuevo totalmente al hombre perdido. Esta disolución se la sociedad es proletariado”.

Si la filosofía encuentra en el proletariado su armas materiales, el proletariado encuentra en la filosofía sus armas espirituales, y tan pronto como el rayo de la idea haya prendido en el pueblo, sonará la hora de la emancipación humana.

La filosofía no podrá realizarse sin la disolución del proletariado, ni el proletariado se disolverá sin hacer realidad la filosofía.

Stepánova nos dice, acerca de este importante artículo de Marx, que su autor, al contrario de Hegel, llegó a la conclusión de que no es la sociedad civil la que depende del Estado, sino viceversa, el Estado depende de la sociedad civil, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía Política. A partir de esta conclusión Marx concluyó que la propiedad privada determina el contenido del Estado y el Derecho. De este modo Marx se acercó a su siguiente paso: la interpretación materialista histórica del Estado como instrumento de dominio de la clase explotadora y opresora.

7. LOS CUADERNOS DE PARIS

Desde las primeras líneas de estos escritos económicos, que inician un largo período de estudios de la economía, el joven Marx adopta una posición crítica hacia la economía política clásica burguesa.

Después de pasar revista a las tesis de algunos economistas, Marx escribe a cerca de la enajenación al dinero, es decir al espejismo de creer que la esencia de las relaciones entre los hombres es la relación entre los poseedores de dinero, cuando en realidad es la relación entre los productores de riqueza, entre seres humanos, la verdadera relación humana, relación que se oculta detrás del intercambio de dinero, siendo éste solo un instrumento para el cambio de mercancías.

Marx compara la comunidad humana y la sociedad comercial. El tipo de intercambio relaciona a las dos.

En la comunidad humana la relación entre individuos, con el intercambio complementan mutuamente la satisfacción de sus necesidades. El intercambio corresponde aquí al verdadero ser comunitario, al a esencia humana. En esta comunidad, que existió antes de la propiedad privada, durante el matriarcado, no existía el dinero, ni la enajenación.

El hombre enajenado es aquel a quien su actividad se le presenta como un tormento, su propia creación como un poder ajeno, su riqueza como pobreza; que el vínculo esencial que le une a los otros hombres se le presenta como un vínculo accesorio y la separación respecto de los hombres como su existencia verdadera; que su vida se le presenta como un sacrificio de su vida, su producción como producción de su nada, su poder sobre el objeto como poder del objeto sobre él; que el amo y señor de su creación, aparece como esclavo de esta creación.

Para Marx el intercambio en su forma comercial, lejos de ser adecuada a la esencia humana, es su enajenación o su enajenación como ser genérico o humano.

Desgarrando el velo ideológico de la experiencia, Marx encuentra que al no relacionarse los hombres como hombres con las cosas, no tienen un verdadero poder sobre los objetos, es decir, nuestro propio producto se ha vuelto contra, pero en verdad nosotros somos su propiedad.

Las cosas y su lenguaje ocupan el lugar del hombre. El lenguaje enajenado de los calores cosificados se nos presenta como si fuera lenguaje humano. Lo que sucede es que el hombre al relacionarse sólo por medio o instrumento de su propio objeto, se cosifica, se deshumaniza.

El intercambio, producto de la propiedad privada, desemboca en la esclavitud de los productores entre sus propios productos.

La enajenación humana expresa en el hecho de que la relación entre los hombres se presenta como si fuera relaciones entre objetos, entre cosas, mismas que siendo producto y creaciones de los seres humano, se manifiestan como si fueran cosas humanizadas o seres humanos que dominan a sus propios creadores. Un ejemplo de ello lo tenemos en los anuncios comerciales donde las mercancías cobran vida y toman formas humanas.

El dinero no sólo es endiosado, sino hasta logra sustituir a Dios: El dinero es el Dios ante el cual no puede prevalecer legítimamente ningún otro Dios. El dinero humilla a todos los dioses del hombre y los convierte en mercancía.

La enajenación del dinero se manifiesta en que la relación entre el mediador (el dinero) y los productos se invierten ideológicamente. El dinero no vale porque representa los productos del hombre, sino que aparentemente, estos productos solo tienen valor en la medida en que el dinero los representa.

Todos los atributos del ser humano pasan a ser atributos del dinero son productos de su creador; el ser humano.

8.- MANUSCRITOS ECONOMICO-FILOSOFICOS

En 1844, el joven filósofo alemán inicia sus manuscritos económicos por en análisis de las tres fuentes de ganancia: el salario, la ganancia del capital y la renta del sueldo.

Su siguiente paso fue llegar a la conclusión de que el punto de partida real del análisis de estas fuentes de ganancia no es el salario sino la ganancia del capital.

Esta conclusión tiene importancia metodológica porque muestra que Marx, desde el principio, vio la raíz de todos los problemas de la sociedad burguesa, en el capital y en su naturaleza relacionada con el fenómeno peculiar de la ganancia del capital.

El capital es trabajo acumulado. Pero no todo trabajo acumulado es capital, sólo el que asegura a su propietario cierto beneficio o ganancia.

Únicamente la ganancia lleva con regularidad, nuevo trabajo materializado al capital inicial.

Considerando que el poseedor del capital no es el verdadero propietario del trabajo acumulado, sino lo son los trabajadores que lo producen, podemos afirmar que el capital es trabajo ajeno acumulado o, como escribe Marx, “Propiedad privada de productos de trabajo ajeno”.

La paradoja es que los productos del trabajo no son considerados productos ajenos. Por el contrario, la legislación vigente el la sociedad capitalista los considera pertenecientes al detentador del capital, quien es un parásito.

La ley está de parte del capitalista, en otras palabras, el capitalista es el dueño de la ley. Junto con el capital el hombre no solo adquiere bienes, sino también el poder de gobernar. El capitalista posee este poder de gobernar no por sus cualidades personales o humanas, sino porque es propietario del capital, propietario según sus propias leyes.

La economía política burguesa considera al obrero como si fuera un caballo que debe recibir lo que le capacite para trabajar. No tiene en cuenta cuando no trabaja, ni lo considera ser humano, transfiere estas apreciaciones a la ley criminal, a los médicos, a la religión, a las tablas estadísticas, a la política y a los que vigilan a los mendigos.

Para concluir leamos lo que el propio Marx escribió en su famosos “manuscritos económicos-filosóficos de 1844”; “El trabajador se empobrece más cuando más riqueza produce, cuanto más poderosa y extensa se hace su producción.

“A medida que se valoriza el mundo de las cosas, se desvaloriza el mundo de los hombres. El trabajo asalariado, bajo el capitalismo, no produce solamente mercancías; se produce a sí mismo y produce al obrero como una mercancía y hace esto, en la misma proporción en que produce mercancías en general.

“El objeto producido por el trabajador, su producto, se le enfrenta al productor, como algo ajeno, como una potencia independiente del obrero.

“La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo, tal como se presenta en la economía política burguesa aparece como la desrealización del trabajador, la objetivación se manifiesta como la pérdida y servidumbre del objeto, la apropiación como enajenación, como alineación.

“La apropiación del objeto se manifiesta hasta tal punto como enajenación, que cuando más objeto produce el trabajador, menos puede poseer y más cae bajo la independencia de su producto, del capital.

“Cuando más se mate el obrero a trabajar, más poderoso es el mundo ajeno de objetos creados por él en contra suya, más se empobrece él mismo y su mundo interior, menos le pertenece éste a él como suyo propio. Lo mismo ocurre en la religión. Cuando más pone el hombre en Dios menos se retiene para sí mismo.

“La enajenación del trabajador en su producto no significa solamente que su trabajador se traduce en un objeto, en una existencia externa , sino que ésta existe fuera de él, como algo ajeno y que adquiere frente a él un poder propio y sustantivo; es decir que la vida infundida por él al objeto se le enfrenta ahora como algo ajeno y hostil.

El trabajo asalariado produce maravillas para los ricos, pero produce miseria y desamparo para los trabajadores. Produce palacios, pero también tugurios para los que trabajan. Produce belleza, pero también invalidez y deformación para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero obliga a una parte de los obreros a retornar a los trabajos de la barbarie y convierte a otros obreros en máquinas. Produce espíritu, pro produce también estupidez y cretinidad para el trabajador.

“El trabajo es algo exterior al trabajador, algo que no forma parte de su esencia, el trabajador no se afirma en su trabajo sino que se niega en él, no se siente feliz, sino desgraciado, no desarrolla al trabajar, sus libres energías físicas y espirituales, sino por el contrario, mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. El trabajador solo se siente él mismo fuera del trabajo, y en trabajo se encuentra fuera de sí. Cuando trabaja no es él mismo y solo cuando no trabaja cobra su personalidad. Su trabajo no es libre, voluntario, sino obligado, es un trabajo forzoso. No constituye la satisfacción de una necesidad, sino simplemente un medio para satisfacer necesidades exteriores a él. Su trabajo no le pertenece, sino pertenece a otro. Como la religión, donde la propia actividad de la fantasía humana, del cerebro y del corazón humanos, obra como si se tratase de una actividad independiente del individuo, divina o diabólica, así también la actividad del obrero no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo”.

9.- LA SAGRADA FAMILIA

Cuando Engels, en 18844 encuentra a Marx ocupado en criticar a Bruno Bauer y sus seguidores de Berlín. Marx Había postergado su proyecto de redactar el libro “Crítica de la política y de la Economía Política” y se dedicaba a rebatir detenidamente los artículos de ese grupo de hegelianos de derecha, convencido de la concepción de ellos acerca de la sociedad y de la historia era idealista y reaccionaria y que sembraba la confusión en el movimiento democrático e ignoraba la función histórica decisiva del proletariado.

Al coincidir Engels y Marx en su crítica a los hegelianos derechistas, deciden redactar y publicar una obra en conjunto, cuyo título fue “Crítica de la Crítica Crítica”, mejor conocido como “La sagrada familia”.

En este libro, los autores a la crítica puramente teórica de los jóvenes berlines, oponen la transformación revolucionaria, práctica, de las condiciones materiales de la existencia humana de los trabajadores bajo el capitalismo.

Saben los obreros que la propiedad, el capital, el dinero, el trabajo asalariado, etc., no son precisamente quimeras ideales de sus cerebros, sino creaciones muy prácticas y materiales de su enajenación, que sólo podrán ser superadas así mismo, de un modo práctico y material, para que el hombre se convierta en hombre, no sólo en el “pensamiento”, en la “conciencia”, sino en el “ser”, en la “vida”.

No son las ideas, ni las élites intelectuales, las que hacen la historia, como piensan los berlineses. Son los hombres. Como trabajadores, con necesidades e intereses materiales muy concretos; sin actividad práctica, las ideas resultan históricamente impotentes.

“las ideas no pueden ejecutar nada. Para la ejecución de las ideas hacen falta los hombres que pongan en acción una fuerza práctica”.

Son las condiciones existentes, materiales y prácticas, de la clase trabajadora bajo el capitalismo, las que posibilitan el desarrollo de su conciencia de clase, con vistas precisamente a la transformación material y práctica de dichas convicciones sociales.

Al criticar las concepciones idealistas de Bruno Bauer y su grupo, los autores de La Sagrada Familia , formularon una de las principales tesis del materialismo histórico, consistente en afirmar que los auténticos artífices de la historia no son los héroes , sino las masas populares. Presagiaron que esas masas serían agentes inconscientes y activos de ese proceso.

Contrariamente a los socialistas utópicos, que veían en el proletariado unas masas impotentes y sufridas, Marx y Engels demostraron que la clase obrera, en virtud de su situación en la sociedad capitalista, podía y debía llevar a cabo la transformación revolucionaria de todos los países del mundo.

10.- TESIS DE FEUERBACH.

Federico Engels caracteriza estas tesis como notas escritas para desarrollar, más tarde, notas a vuelo de pluma y no destinadas a ala publicación, pero valiosas, pues son el primer documento en que se contiene el germen genial de la nueva concepción del mundo.

Para el maestro Ludovico Silva, estas tesis son partos súbitos de la gran idea, la nueva idea que ve del revés todos los hechos históricos, la idea materialista en plenas funciones y dueña de sí misma. Son una suerte de programa intelectual que sólo será realizado con los años y al cual pertenecerá siempre fiel Marx.

Son la ruptura con la concepción anterior: son la concepción de la práctica como criterio último del conocimiento: son la caracterización definitiva de la ideología religiosa como una inversión del mundo real: son la desmitificación de la célebre “esencia humana”; son la reducción de la filosofía a los hechos.

Al igual que Hegel idealiza la historia al considerarla conducida por la idea absoluta, los economistas burgueses invierten la concepción científica acerca de la realidad al “canonizar” la explotación de los asalariados.

También la religión hace lo mismo que Hegel y los economistas, pues una de sus funciones ideológicas específicas ha consistido siempre en la bendición de la pobreza existente.

La teología divide en dos al hombre y lo alienta para después identificar con el hombre a este ser alienado (dividido). Es como decir: la religión divide en dos al hombre; divide su ser mundano y ser divino ; y, luego, decreta que el verdadero de estos dos seres es el divino.

La religión, según Marx, surge como un recurso ideal para subsanar en el pensamiento la impotencia del hombre ante la naturaleza. A falta de un dominio técnico de los medios de producción, el hombre se inventa un dominio religioso de los mismos, a través de unos dioses que, estimulados por ritos y sacrificios, proveerán al hombre de los medios necesarios para producir su existencia.

Dios no es más que un predicado del hombre, una criatura de la fantasía humana. La alineación religiosa ha puesto este orden al revés, ha convertido al creador. Es preciso reinvertir el orden, poner sobre sus pies a la creación; esta es la vía para la superación de la alineación religiosa.

“La coincidencia del cambio de las circunstancias con el de la actividad humana o transformación de los hombres mismos es algo que sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como una práctica revolucionaria”.

Marx insiste en que la ideología religiosa sólo puede desaparecer cuando desaparezcan las contradicciones mundanas, sociales, que la originaron.

11.- LA IDEOLOGÍA ALEMANA

En la ideología alemana, escrita en abril de 1846, Marx y Engels formularon por primera vez las principales tesis sobre la interpretación materialista de la historia.

Según Stepánova, biógrafa de Marx, este gran descubrimiento marcó una revolución en la filosofía, en la ciencia que estudia la sociedad y las leyes de su desarrollo, convirtiendo la historia en una verdadera ciencia que permite estudiar el pasado, comprender el presente y prever el futuro.

En esta obra, que fue abandonada a la crítica de los roedores y publicada en este siglo, los autores fundamentan la importante tesis del materialismo histórico acerca del papel determinante que desempeña la producción de bienes materiales en la vida de la sociedad y en su historia.

Del modo de producción dependen las relaciones sociales, políticas, culturales, reales y, en definitiva, distintas formas de la conciencia social; la filosofía, la moral, la religión, etc.

Contrariamente a la filosofía idealista, los autores demostraron que: “no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”.Marx y Engels escribieron en este libro, que el proceso histórico se basa en el desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, los medios de trabajo y los hombres que los ponen en movimiento.

A medida que se desarrollen las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones de producción (las relaciones de propiedad).Las contradicciones entre las fuerzas productivas en desarrollo y las relaciones de propiedad que las entorpecen, se manifiestan en las luchas de clases, que debe culminar en la revolución social y política. Resultando de esta revolución un sistema económico social y político nuevo, sustituyendo al anterior; el feudalismo es sustituido por el capitalismo; el capitalismo es sustituido por el comunismo.

En pocas palabras, en la ideología Alemana los autores sentaron las bases sobre la teoría de las formaciones económico-sociales y la lucha de clases como fuerza motriz del desarrollo de las sociedades clasistas, basadas en las sociedades clasistas legalizadas por el aparato del Estado, defendidas por el ejército de clases dominantes, justificadas por las burocracias políticas y cimentadas por ese cemento ideológico y moral, sembrado en la mente de las clases explotadoras y oprimidas.

Al analizar las contradicciones de la sociedad capitalista, demuestra la inevitable sustitución del capitalismo por el comunismo.

Esta revolución se diferencia de las anteriores por la supresión de la explotación de una clase por otra, por la supresión de la propiedad social en pocas manos (propiedad privada) y con ello la desaparición de la injusticia social, económica y política.

Para que se lleve a cabo esta revolución (que deberá ser violenta), los trabajadores deberán, ante todo, conquistar el poder político.

Mientras que en las viejas sociedades los hombres se encontraban en poder de las fuerzas y leyes del desarrollo social, en el comunismo, los trabajadores, al frente del destino político, dominarán por primera vez la producción, el intercambio, sus propias relaciones sociales y su propia cultura y sexualidad.

El golpe del Estado militar, de tres días, realizado por el ejército rojo y la policía política stalinista en contra del reformista y traidor de Gorbachov, demuestran que el sistema económico, social y político, de la Unión Soviética, debido al stalinismo de los años 20, en realidad es un capitalismo de Estado, regido por una casta parasitaria burocrática.

Al fracasar el intento reformista de Gorbachov, que pretende restaurar el capitalismo, el pueblo soviético, se levantará y luchará por mejores condiciones económicas, sociales y políticas.

La única esperanza es la organización y lucha, no solo de los trabajadores rusos, sino de todos los proletarios del mundo por derrocar definitivamente a lso capitalistas, burgueses, burócratas stalinistas e imperialistas de todo el planeta.

12.- MISERIA DE LA FILOSOFIA

En este libro, Marx crítica la concepción idealista de Proudhon, su falseamiento de la dialéctica hegeliana y fundamenta el materialismo histórico al escribir: las relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombre cambian de modo de producción, cambian la forma de ganarse la vida y con ello, cambian sus relaciones de propiedad y todas sus relaciones sociales. El molino movido a brazo nos da la sociedad de los señores feudales; el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales.

Al establecer los hombres las relaciones sociales con arreglo al desarrollo de su producción material, crean también los principios, las ideas y las categorías conforme a sus relaciones sociales.

Estas categorías no son eternas, al igual que las relaciones a las que sirven de expresión. Son productos históricos y transitorios.

En esta obra, Marx expuso las conclusiones a las que había llegado como resultado de sus estudios económicos. Criticó las concepciones económicas pequeño-burguesas de transformación pacífica del capitalismo que planteaba Proudhon, que sustentaba la eliminación de sus aspectos “malos” y la conservación de sus aspectos “buenos”.

Proudhon sembraba ilusiones perniciosas de que, mediante el intercambio directo (sin dinero) de mercancía y el crédito barato o gratuito, es posible eliminar la explotación y las crisis inherentes al capitalismo, dejando intacta la propiedad privada de los medios de producción; al igual que los economistas burgueses, consideraba inmutables y eternas las relaciones capitalistas existentes y las categorías económicas capitalistas.

Sólo un teórico del proletariado, como Marx, con la valentía y audacia propias de la clase obrera, era capaz de analizar de modo científico y objetivo las tendencias del desarrollo capitalista.

El autor de la miseria de la filosofía, no solo aplicó la dialéctica histórica materialista a la Economía Política, sino que también analizó las contradicciones de la sociedad capitalista y la agudización del antagonismo entre el trabajo y el capital, así como también, demostró que el capitalismo debe ceder lugar a un régimen social superior: la sociedad comunista.

En este libro que nos ocupa, Marx logró un nuevo avance en la elaboración de la teoría de la lucha de clases y fundamentó los principios de la táctica del proletariado.

Demostró lo nocivo de suavizar las contradicciones de la sociedad capitalista, como la lucha de clases. Consideró al proletariado como clase en desarrollo que convierte de “clase en sí” que todavía no tiene conciencia histórica de sus tareas, en clase “para sí” o sea en clase conciente de su contraposición a la burguesía y su lucha histórica por liquidar la esclavitud capitalista y por una conciencia comunista, sin propiedad privada, sin clases sociales y sin explotación y opresión del hombre pro hombre.

A diferencia de Proudhon que no estaba de acuerdo con el sindicato y las huelgas, Marx veía en la lucha económica por mejores salarios y condiciones sociales, no solo un medio para defender sus intereses, sino también una condición, imprescindible para elevar la conciencia política y la organización partidaria de la clase obrera.

Lenin consideraba gran mérito de Marx, el haber unido la lucha económica y la lucha política. Cuando las masas obreras pasan de manifestaciones dispersas contra individuos burgueses, a lucha contra toda la clase capitalista y contra el instrumento ideológico y político de los burgueses, el Estado, la lucha económica se convierte en lucha política.

13.- MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

Esta obra, escrita en diciembre de 1847 y enero del siguiente año, es el primer documento programático del comunismo científico.

Escrita en su mayor parte por Marx, y completada por Engels, se expone en esta obra general, una expresión concisa, íntegra y sistematizada de los fundamentos del materialismo histórico, así como la estrategia política de la clase obrera en su lucra por borrar de la historia al sistema capitalista.

Lenin escribió: Esta obra expone, son una claridad y una brillantez geniales, la nueva concepción del mundo, el materialismo comúnmente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario histórico mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, de la sociedad comunista”

Partiendo de los supuestos teóricos del materialismo histórico, los autores del manifiesto formularon una clara teoría de la lucha de clases como fuerza motriz del desarrollo de las sociedades clasistas: “La historia (escrita) de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases”.

Explotados y explotadores, oprimidos y opresores, “se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta: lucha que terminó con la transformación revolucionaria de la sociedad. La sociedad capitalista se analiza dentro de un contexto histórico, siguiendo su nacimiento y desarrollo y mostrando sus contradicciones internas que inevitablemente llevarán a su desaparición.

Concentrando en las fábricas millones de obreros, el capitalismo imprime carácter social al progreso de producción y a este carácter social debe corresponder la propiedad social de los medios de producción, pero éstos siguen en manos del capital privado o del Estado capitalista. La propiedad privada de los medios de producción se convierte en un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas.

Las crisis económicas son resultado de las contradicción de las mencionadas fuerzas productivas (impulsadas por los trabajadores) y las relaciones de propiedad (defendidas por los capitalistas).

Solo una verdadera revolución socialista (no como la stalinista que ésta siendo despreciada por las masas proletarias) puede impedir la destrucción de las fuerzas productivas, salvar de las ruinas los frutos de la civilización y abrir a la humanidad el camino de un futuro mayor.

El Estado capitalista es una junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa.

En cierta etapa de su desarrollo, la lucha de la clase obrera debe desembocar en una revolución, en el curso de la cual el proletariado derrocará (por medio de la violencia y no solo por medios electorales a la burguesía y establecerá su denominación política. Los trabajadores son los únicos que al liberarse, liberarán a la humanidad de toda explotación e injustucias.

Los comunistas -dice el Manifiesto (no se refiere a los stalinistas que han traicionado el marxismo como Gorbachov y Yelzin), los verdaderos comunistas (como Marx, Lenin, Trotsky, etc) “son el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario”.

Mientras que en capitalismo, en sociedades seudosocialistas, el trabajo asalariado y enajenado, sirve para enriquecer a una minoría parasitaria, en la sociedad comunista (que hasta hoy no ha existido el trabajo será un medio para enriquecer y aliviar la vida de los trabajadores.

Marx y Engels, fustigan la hipócrita y repugnante moral burguesa, que se reduce al insensible pago en “dinero constante y sonante” y le oponen la moral humanista y libre de todo cálculo codicioso, de una nueva sociedad comunista que substituirá el capitalismo.

A la moral autoritaria, antivida que produce las neurosis y psicosis, los verdaderos marxistas en la actualidad debemos oponer una moral libre y humana que se base en los sentimientos, en el cariño, el amor y la libertad sexual de toda la humanidad.

Otra aportación importante del manifiesto, es la concepción del internacionalismo proletario y la teoría de que la revolución comunista tendrá que ser a escala mundial.

Los trabajadores como los burgueses, no tienen patria. Los proletarios deberán primero derrocar, por la violencia a su propia burguesía, para luego extender, como plantea la teoría de la revolución permanente de trotsky, la revolución en todo el planeta.

14.- TRABAJO ASALARIADO Y CAPITAL

Engels, en la introducción de 1891 al folleto de Marx titulado Trabajo asalariado y Capital, cuyo origen fueron las conferencias impartidas por Marx en 1847 en la Asociación Obrero Alemana de Bruselas, informa que según el texto original, el obrero vende al capitalista, a cambio del salario, su trabajo, según el texto actual, acorde con la teoría científica de El Capital, vende su fuerza de trabajo.

La economía política clásica burguesa dentro de las fluctuaciones constantes en los precios de las mercancías, que suben y bajan, se puso a buscar el punto fijo, en torno al cual se movían estas fluctuaciones: arrancó de los precios de las mercancías para investigar la ley regulada de éstos el valor de las mercancías, valor que explicaría todas las fluctuaciones de los precios y al cual podrían reducirse a todas ellas.

Así, la economía política clásica encontró que el valor de una mercancía lo determina el trabajo socialmente necesario para su producción encerrado en ella.

La fuerza de trabajo, como toda mercancía, se determina por su costo de producción, este costo, consiste en la suma de medios de vida -o su precio en dinero- necesario por término medio para que el obrero pueda trabajar y mantenerse en condiciones para seguir trabajando, y para sustituirle por un nuevo obrero (que puede ser su hijo), cuando muera, o quede inservible por vejes o enfermedad, es decir para asegurar la reproducción de la clase obrera.

Mientras que todas las mercancías se venden por su valor o costo de producción, la única mercancía que se vende por debajo de su valor, es la fuerza de trabajo. De ahí que la plusvalía (más valor) surja del tiempo de trabajo NO PAGADO al asalariado.

Considerando que los trabajadores produzcan su salario en cuatro horas de su jornada de ocho, en estas primeras cuatro horas producen el equivalente de su salario. Las segundas cuatro constituyen la plusvalía, es decir el tiempo de trabajo que el patrón ROBA LEGALMENTE a su asalariado.

Las mercancías producidas por los obreros no les pertenecen a ellos, sino al capitalista que los ha acumulado, gracias al robo legal de la fuerza de trabajo de los asalariados.

En cuanto los patrones se enriquecen robando y explotando a los obreros éstos al recibir una parte de lo que producen, se hunden más y más en la miseria económica, política y sexual.

Es por anterior por lo que la lucha sindical por mejoras saláriales, no debe reducirse, como los hacen los dirigentes de la sección XXII del magisterio, únicamente a exigir aumentos de salarios, sino a luchar también por la desaparición del sistema asalariado del trabajo, ya que de continuar las redes del asalaramiento, los dirigentes sirven al patrón Estado, ya que las leyes económicas capitalistas son la telaraña donde se enredan, ideológicamente, los trabajadores asalariados y enajenados a la ideología de clase dominante, quien tiene bajo su control los medios masivos de información (radio, prensa y T.V. así como el sistema electoral, para continuar por medio de su partido de Estado (PRI), oprimiendo políticamente al pueblo trabajador mexicano. De continuar estas situaciones, la “dictadura perfecta” priísta (con sus payasos de “izquierda) continuarán en el poder (apoyada por el imperalismo yanqui), otros sesenta años, por lo menos.

15.- LA REVOLUCIÓN PERMANENTE

En marzo de 1850, Marx, ayudado por Engels, redacta el Mensaje del Comité Central de la Liga de los Comunistas.

Los autores reconocen, que durante las luchas de masas de 1848 y 1849, los miembros de la liga, participaron en la prensa, en las barricada y en los campos de batalla. Estos comunistas, estuvieron en la vanguardia del proletariado, la única clase revolucionaria.

En cambio la burguesía y la pequeña burguesía, al velar por sus intereses se comportaron como las más reaccionarias, los más odiosos enemigos y verdugos de los trabajadores.

Según los autores, las tareas de los proletariados, dirigidos por los verdaderos comunistas, deben consistir en hacer la revolución permanente , hasta que sea descartada la dominación de las clases poseedoras hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación de los proletariados se desarrolle, no sólo en un país sino en todos los países del mundo, hasta que las fuerzas mundiales estén en manos de sus reales dueños, los trabajadores.

No se trata de deformar la propiedad privada, sino abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases, no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva.

Los obreros y los verdaderos comunistas, deben establecer una organización propia, un partido obrero, legal y secreto, y hacer de cada comunidad centro y núcleo de sociedades obreras en las que los intereses y acciones políticas del proletariado se discutan libre e independientemente de las influencias políticas e ideológicas burguesas.

Frente a los gobiernos burgueses (como del PRI en México) los obreros deben constituir gobiernos obreros revolucionarios, en forma de clubes o consejos (soviets) municipales o comités obreros, campesinos, etc., de tal forma que los gobiernos capitalistas, no solo pierdan el apoyo de los trabajadores, sino que se vean vigilados y amenazados por verdaderos dirigentes de las masas obreras.

Para poder oponerse enérgica y amenazadoramente el partido oficial burgués, los obreros, según Marx, deberan estar armados y tener su organización como la tuvieron los bolcheviques rusos.

Se procederá a armar a todo el proletariado con fusiles, carabinas, cañones y municiones. Los obreros deberán organizarse independientemente como guardia proletaria, con jefes y estado mayor elegidos por ellos mismos.

Bajo ningún pretexto entregarán sus armas y municiones. Todo intento de desarme será rechazado por la fuerza de las armas.

Una vez derrotado el gobierno burgués de los capitalistas. Marx plantea la elección de una asamblea nacional representativa.

A diferencia de las elecciones controladas por la burguesía, y su gobierno, las que se realicen convocadas por los trabajadores al frente el Estado y el nuevo gobierno, serán verdaderamente democráticas, pues la fuerza libre de la mayoría de la población, los trabajadores, elegirán a sus verdaderos representantes.

Los trabajadores, en fin, escribe Marx, con la suficiente conciencia política de clase, independientemente de la influencia ideológica burguesa, organizarán su partido proletario revolucionario y su grito será LA REVOLUCIÓN PERMANENTE.

16.- LAS LUCHAS DE CLASES EN FRANCIA.

Federico Engels en la introducción de 1895 al folleto escrito por Marx en 1850, titulado Las luchas de clase en Francia, escribió que este es el primer ensayo donde se explica un fragmento de la historia mediante la concepción materialista, partiendo de la situación económica existente.

En el manifiesto comunista se había aplicado a grandes rasgos la teoría, a toda la historia moderna y en los artículos publicados por Marx y Engels en la nueva Gaceta Renana, esta teoría explica los acontecimientos políticos del momento.

En este folleto, nos dice Engels, se trataba de poner de manifiesto, a lo largo de una evolución de varios años, tan crítica como típica para toda Europa, el nexo causal interno; se trataba de reducir, siguiendo la concepción e Marx, los acontecimientos políticos a efectos de causas, en última instancia económicas.

Una vez que Engels argumenta que en la actualidad, jamás podemos remontarnos hasta las últimas causas económicas, por la velocidad de los acontecimientos diarios y porque la estadística va siempre a la zaga, renqueando.

Por lo anterior, una visión clara de conjunto, sobre la Historia Económica, de un período dado, no puede conseguirse nunca en el momento mismo, sino solo con posteridad, después de haber reunido los materiales.

Por esta razón -continúa Engels- el método materialista tendrá que limitarse con harta frecuencia, a reducir los conflictos políticos a las luchas de intereses de las clases sociales y fracciones de clase existentes determinadas por el desarrollo económico, y a poner de manifiesto que los partidos políticos son la expresión política más o menos adecuada de estas mismas clases y fracciones de clases.

Prueba de la teoría materialista de la historia fue que la crisis del comercio mundial, producida en 1847, había sido la madre de las revoluciones de febrero y marzo, y que la prosperidad industrial, de 1849 y 1850, fue la fuerza animadora que dio nuevos brios a la reacción europea.

Por lo anterior, afirma Engels, citando a Marx: Una nueva revolución sólo es posible, como consecuencia de una nueva crisis económica”.

En el folleto de Marx que nos ocupa, proclama, por primera vez, la formula en que unánimamente los partidos obreros de todos los países del mundo condensan su demanda de una transformación económica: la apropiación de los medios de producción de la sociedad.

Diez años antes, en el prólogo a la tercera edición alemana al XVIII brumario de Luis Bonaparte, elaborado por Marx, Engels escribió: “Fue precisamente Marx quien descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, que la existencia, y por lo tanto también los choques de estas clases, están condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el carácter y el modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta”.

17.- LOS “GRUNDRISSE”.

Wenceslao Roces, traductor de las obras de Marx, nos dice que los Grundrisse son el primer borrador completo de la economía política, cimiento de proyectos y manuscritos de años posteriores de un -genial esbozo histórico- crítica de la economía burguesa y su literatura.

La incursión de Marx en el terreno de la economía burguesa, a la que se enfrentaba, proponía un enfoque revolucionario, una perspectiva proletaria que buscaba, el desenmascaramiento de dicha economía, su desmitificación, para denunciar su punto de vista capitalista y su superación final por la economía política proletaria.

El más preciado valor de los Grundrisse es su claro intento de las una respuesta decididamente crítica de demoledora a la economía política burguesa.

El objeto central de los borradores de Marx, fue desnudar la economía política capitalista, que se encuentra cubierta en sus propias mistificaciones ideológicas burguesas.

Ernest Mandel, por su parte, en su libro: LA formación del pensamiento económico de Marx de 1843 a la redacción de EL CAPITAL , escribe que los Grundrisse constituyen, con la Contribución a la crítica de la economía política, una suma enorme de análisis política.

Concebidos, estos borradores, como los trabajos preparatorios del EL CAPITAL , o más exactamente como un desarrollo del análisis del capitalismo en todos sus aspectos, del que habría de nacer la obra maestra de Marx, contiene a la vez, los materiales de construcción de todo lo que Marx habría de desarrollar después y multitud de elementos que le sirvieron más tarde.

De ese “esbozo”, Marx realiza una serie de observaciones de la mayor importancia, concernientes a la propiedad de los bienes raíces, al trabajo asalariado, al comercio, al comercio exterior, al mercado mundial, que no se vuelven a encontrar en ninguno de los cuatro tomo de EL CAPITAL (el cuarto tomo se tituló Teorías de la plusvalía).

Por otra parte, el método de exposición de los Grundrisse es más “abstracto”, más deductivo que el de EL CAPITAL , y si hay menos materiales de ejemplificación, hay en cambio una infinidad de digresiones, sobre todo de naturaleza histórica, o que abren ventanas al porvenir, que fueron suprimidas para la redacción final del EL CAPITAL, peor que poseen a veces una riqueza incomparable, y con auténticas aportaciones complementarias a la teoría socioeconómica marxista.

Rosdolsky, reconoce que esa obre “nos ha introducido en el laboratorio económico de Marx, y nos ha revelado todos los refinamientos, todos los caminos ondulantes de su metodología”.

Stepánova, en su libro Carlos Marx, Esbozo biográfico, escribe que los Grundrisse constituyen el primer esbozo de EL CAPITAL y ocupan un lugar importante en la historia del marxismo: reflejan la etapa decisiva de la formación de la teoría económica de Marx. Precisamente en ese trabajo expone los fundamentos de su teoría de la plusvalía.

Con la teoría de la plusvalía (tiempo de trabajo no pagado al obrero), Marx reveló el mecanismo de explotación de la sociedad burguesa, fundamentó desde el punto de vista económico la misión histórica universal del proletariado, al carácter necesario de la revolución social.

Para concluir, los Grundrisse contienen importantes ideas de Marx sobre la sociedad comunista, sobre la ley económica del tiempo, inherente a esa sociedad, sobre la organización comunista del trabajo, sobre el inaudito desarrollo de las fuerzas materiales y espirituales de dicha sociedad y sobre el desenvolvimiento armónico y multilateral de la personalidad, gracias al aumento del tiempo libre para todos los individuos.

18.- EL MATERIALISMO HISTORICO

En enero de 1859, después de redactar resúmenes y comentarios de decenas de libros sobre economía política burguesa, (manuscritos conocidos como los Grundrisse), Marx expone, en forma resumida, su concepción acerca de la estructura y funcionamiento de la actual sociedad capitalista.

La exposición de la historia del materialismo histórico, aplicado a la sociedad burguesa contemporánea, la lleva a cabo Marx en su famoso “Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política”.

Aún cuando la parte esencial de este prólogo, ha sido reproducido muchas veces, por divulgaciones del marxismo, considero que debe continuarse su reproducción, pues no sólo sigue siendo de actualidad, sino porque también existen muchos jóvenes lectores que no lo conocen.

Rafael Jerez, en su libro Marx y Engels: el marxismo genuino, divide en 5 claves teóricas el pasaje más importante del citado prólogo.

1.- En la producción de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.

2.- Durante el curso de su desarrollo las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o lo cual no es más que su expresión jurídica con las relaciones de propiedad en cuyo interior de ha movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una época de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna, más o menos lenta o rápidamente, toda la colosal superestructura. Una sociedad no aparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se destruyen jamás en ella, antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones, hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad.

3.- El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se levanta una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia.

En otros términos: el modo de producción de la vida material, condiciona el proceso de la vida social e intelectual en general.

Lo que quiere decir que las relaciones jurídicas, así como la forma de Estado, no pueden explicarse ni por sí mismas, ni por la llamada evolución general del espíritu humano… se origina más bien en las condiciones materiales (económicas) de existencia.

No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia.

4.- En las épocas de revolución social, importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven.

5.- Por último; las relaciones burguesas de producción son la forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que nace de las condiciones de existencia de los individuos: las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa, crean, al mismo tiempo, las condiciones materiales para resolver este antagonismo: con esta formación social (la capitalista actual) termina la prehistoria de la sociedad humana.

19. EL SALARIO PRECIO Y GANANCIA

La lucha sindical por el aumento salarial es, desde hace décadas, una lucha de los obreros no sólo por un mejor pago a su fuerza de trabajo, sino por mejores condiciones sociales, culturales y humanas.

En 1865, como resultado de una marea de huelgas por aumentos saláriales, en el continente europeo, se levantaron voces, unas a favor de esa demanda y otras en contra de ella.

Una posición en contra fue la de John Weston, uno de los dirigentes del movimiento obrero inglés y miembro del consejo general de la I Internacional (Asociación Internacional de los trabajadores)

Este dirigente afirmaba que la elevación de los salarios no es beneficiosa a los obreros y por consiguiente esa lucha es nociva para ellos.

Muchos dirigentes obreros europeos predicaban conceptos similares.

El 20 y 27 de junio de 1865, Marx intervino en la sesión de la I Internacional, con un extenso informe titulado Salario, precio y ganancia, el cual fue preparado en respuesta a los planteamientos de weston.

En forma asequible para los obreros, Marx expuso en ese informe las principales tesis de su doctrina económica, poniendo de relieve el papel y la importancia de la lucha del proletariado por el aumento de los salarios.

Criticó resueltamente a quienes llamaban a los obreros a la resignación a la pasividad frente a los capitalistas, actitud que atentaban contra los derechos vitales de los trabajadores.

Al mismo tiempo, Marx demostró la necesidad de unir la lucha económica con la lucha política de la clase obrera contra la clase dominante.

Borisov, comentarista ruso sobre el documento que nos ocupa, lo divide en 3 parte fundamentales:

En la primera, se brinda un profuso análisis crítico de las teoría burguesas y pequeño burguesas de mayor difusión sobre el salario, el precio y la ganancia. Aquí Marx resolvió una tarea de extraordinaria importancia, tanto para la teoría económica, como para actividad práctica del movimiento obrero: no dejó piedra sobre piedra de todas las elucubraciones teóricas de los economistas burgueses, tendientes a justificar y argumentar la injusticia social del régimen capitalista y a evitar la actuación de la clase obrera contra la explotación del hombre por el hombre.

En la segunda parte, el autor expuso su nuevo aporte al teoría económicas, resultante de un verdadero viraje revolucionario realizado por él, en la economía política. Parte esencial de ese aporte, fue la teoría de la plusvalía, teoría que desnudó, que llevan a cabo los capitalistas al no pagarle todo su trabajo al obrero asalariado. Gracias a esa teoría los trabajadores pueden comprender la forma en que los patrones les roban parte de su trabajo, la mayor parte de las riquezas producidas por ellos, que van a dar el los bolsillos de los parásitos capitalistas.

La parte final, está dedicada a examinar los caso más importantes de la lucha de los obreros por la elevación de sus salarios o contra la reducción de éstos. Aquí se fundamentan los objetivos programáticos de la lucha de clase del proletario contra la burguesía.

En la actualidad siguen vigentes los planteamientos de Marx, asentados en este folleto. También hoy día, brinda a los obreros un programa claro de lucha por sus derechos económicos, políticos y sociales, y por la emancipación de todos los trabajadores del mundo, de la explotación capitalista.

20.- EL CAPITAL

El primer tomo de EL CAPITAL, el único de los 4 tomos que pulió Marx para su redacción al público y el único que publicó en vida su autor, dedicado a analizar, el proceso de producción del capital, pone al desnudo las relaciones económicas más esenciales y profundas del capitalismo o sea las relaciones entre los capitales detentadores de los medios de producción y ladrones de plusvalía (tiempo de trabajo no pagado al obrero) y los obreros asalariados y enajenados.

En una carta a Engels, Marx reconoce que lo mejor de EL CAPITAL, es el carácter doble del trabajo, que puede expresarse como valor de uso o como valor de cambio y en análisis de la plusvalía, independientemente de sus formas particulares: del beneficio, del interés, de la renta sobre la tierra, etc.

Marx comienza a investigar el modo de producción capitalista analizando la mercancía, esa “cédula económica elemental de la sociedad burguesa”, y demostró que la mercancía contiene el germen de todas las contradicciones del capitalismo.

Toda mercancía, dice Marx, se compone de su utilidad y de su cambiabilidad por otras mercancías.

El valor de uso de la mercancía es su utilidad, su capacidad para satisfacer diversas, su capacidad para satisfacer diversas demandas del hombre. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza independientemente de la forma social de la misma, Por otra parte, la mercancía es el producto del trabajo destinado para el cambio. Es decir tiene valor de cambio.

El valor de cambio es, ante todo, la relación cuantitativa entre dos mercancías. Marx demostró que esta relación se basa en el trabajo invertido en la producción de ambas mercancías.

El valor de la mercancía se determina por el tiempo de trabajo, pero no sólo por el tiempo individual, que necesita el productor, sino por el tiempo de trabajo SOCIALMENTE necesario para producirla.

Después de aclarar el carácter del trabajo (el privado y el social), encarnado en las mercancías, Marx analizó la evolución de las formas del valor, comenzando por la más simple, el trueque en la sociedad primitiva y terminando por la monetaria.

Al analizar el proceso de la conversión del dinero en capital, demostró que el dinero participa en la circulación de mercancías según la formula M-D-M (mercancía -dinero- mercancía), es decir, venta de una mercancía para comprar otra.

La circulación del dinero como capital se efectúa según otra fórmula D-M-D. En el primer caso el objetivo consiste en adquirir una mercancía necesaria para el uso; el valor de la mercancía vendida y el de la comprada es igual. La circulación del dinero como capital es distinta. En la segunda fórmula el dinero obtenido por la venta de la mercancía (D´) representa el dinero lanzado a la circulación, más cierto INCREMENTO. Ese incremento o remanente que queda después de cubrir el valor primitivo, es lo que Marx llama PLUSVALÍA (que se origina en la producción de mercancía y resulta del tiempo de trabajo no pagado al obrero). Es así como el dinero se convierte en capital y el que lo detenta, el ladrón y parásito, en capitalista.

Lo anterior se debe a que la única mercancía que se vende por debajo de su valor, es la fuerza de trabajo del obrero. El capitalista, al comprar la fuerza de trabajo, al obrero, su poseedor, solo le paga una parte del valor de ella, la otra parte, la no pagada, se convierte en plus-trabajo (más trabajo) y que al vender la mercancía, preñada de esa fuerza robada legalmente, el capitalista obtiene un plus-valor (más valor) conocido como PLUSVALÍA.

Al descubrir el mecanismo de la explotación capitalista y el origen de la plusvalía, Marx demostró que la aspiración de la producción capitalista, y de los capitalistas en particular, constituye, el móvil de la producción capitalista, pero esa insaciable sed de plus-trabajo tropieza con la resistencia de la clase obrera.

Esta resistencia, estudiada en el folleto Salario, precio y ganancia de Marx, y comentado en el artículo anterior, se manifiesta en la lucha de los obreros sindicalizados, no solo por mejoras salariales, sino por la desaparición de la esclavitud de la sociedad capitalista y su sustitución por la sociedad comunista.

Marx demostró que el desarrollo del capitalismo produce la profundización y agravamiento de su contradicción principal: entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación de los productos del trabajo.

Con una lógica irrebatible, Marx probó que el capitalismo mismo, en el proceso de su desarrollo, crea las premisas materiales del socialismo y la fuerza social (del proletariado) que desempeña el papel de sepulturero del capitalismo y será artífice del modo de producción, y de la sociedad más avanzada y humana, que hasta hoy no ha existido: el comunismo.

Stepánova, de quien hemos tomado lo esencial de este resumen, del tomo I de EL CAPITAL, nos dice, que Marx terminó su análisis de la tendencia histórica de acumulación capitalista con una previsión genial, confirmada cada vez más por la historia: “El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha florecido con él y bajo él”. LA centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo, llegan a un punto en que son ya incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. LE LLEGA LA HORA A LA PROPIEDAD CAPITALISTA: LOS EXPROPIADORES SON EXPROPIADOS.