MASCULINIDADES Y FEMINISMOS: Consideraciones finales

MASCULINIDADES Y FEMINISMOS
Violencia intrafamiliar en doble vía: negociando identidades masculinas

Javier Pineda Duque Abril 14 de 2008

Consideraciones finales

Los espacios que han permitido hacer pública la problemática de la violencia intrafamiliar han cuestionado seriamente el papel de la masculinidad hegemónica. Estos cuestionamientos han revelado, de la misma manera, las tensiones y ambivalencias que se encuentran en las identidades de género en general y en el uso, para nuestro caso, que los hombres hacen de esas imágenes de la masculinidad hegemónica.
A partir del análisis de algunos relatos de hombres que fueron denunciados por sus parejas ante una comisaría de familia y que dieron como resultado una medida de protección, este artículo quiso aportar al debate, más que una serie de conclusiones, una serie de líneas exploratorias. La primera de ellas versa sobre la amenaza que representa para la subjetividad de los hombres denunciados el estigma asociado a su “etiqueta” (Goffman). Los relatos de los hombres denunciados por violencia intrafamiliar se inscriben en un contexto donde el manejo de la información que quieren dar de sí mismos (sus estrategias subjetivas para ser clasificados socialmente de cierta manera) se ve desvirtuada por los atributos socialmente negativos que implica cumplir el rol de denunciado. Para realizar la respectiva acción correctiva, usan ciertas tácticas retóricas y acuden a ciertos lugares comunes o a ciertos significados compartidos. Así, ante el estigma los hombres acuden a los repertorios culturales de la forma más aceptada de ser hombre, masculinidad culturalmente ascendente para ellos o hegemónica, confirmando el vínculo entre esta y la violencia, dejando así sus identidades masculinas en la “encrucijada”.
La “no reciprocidad lógica”, la reducción del valor de los hechos y la búsqueda de agentes culpables, bien sean utilizadas para la narración de los eventos violentos, sus antecedentes o para dar razones que los explican (el compuesto en tres de Jimeno), fueron tácticas muy comunes usadas por los relatos para evadir el estigma y buscar la aprobación del interlocutor. Detrás de este argumento estuvo la consideración de ver los relatos como prácticas cotidianas interesadas (de Certeau).
Al interior de los relatos (en forma de uso) encontramos significados compartidos (códigos culturales) que tematizan las emociones subjetivas, las nociones de autoridad y respeto, y los roles que les son asignados a los hombres y las mujeres. Los relatos, como dijimos al principio, hacen de bisagra entre lo individual y lo colectivo, lo subjetivo y lo Inter-subjetivo.
Finalmente, vale la pena resaltar las ambigüedades que una situación como la que enfrentaron los hombres denunciados genera en las identidades de género que éstos usan para justificarse. Rechazan los atributos negativos asociados a la masculinidad hegemónica; saben, por decirlo de alguna manera, que esa forma de masculinidad es culpable; y reconocen cambios en la sociedad que han alterado los papeles y las relaciones tradicionales entre los hombres y las mujeres. Sin embargo, cuando lo creen conveniente –en el contexto de la entrevista, por ejemplo- y cuando creen encontrar complicidad de género (“¿si me entiende?”) usan esos mismos elementos, o las peores formas del machismo, para pedir la simpatía y exoneración del interlocutor. Estas búsquedas de exoneración no son más que una forma de agencia masculina para no sólo negociar su presentación ante terceros, sino también sus conflictos y las relaciones de género en el hogar. En tal sentido, las subjetividades e identidades masculinas juegan socialmente en las relaciones de poder.

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