LAS PERCEPCIONES SOCIALES ACERCA DE LA INFANCIA Y SU INFLUENCIA EN LA ESTRUCTURACIÓN DE LOS VÍNCULOS MAESTRO-ALUMNO

Psicología del desarrolo: LAS PERCEPCIONES SOCIALES ACERCA DE LA INFANCIA Y SU INFLUENCIA EN LA ESTRUCTURACIÓN DE LOS VÍNCULOS MAESTRO-ALUMNO

Allidière, Noemí; Berenbaum, Laura Libertad; Eguidazu, Sandra
Secretaría de Educación de la Ciudad de Buenos Aires en articulación con la Carrera
de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

RESUMEN
La hipótesis principal plantea que, en la actualidad, los adultos
tienden a percibir a los niños como mayores de lo que realmente
son y que, en consecuencia, las estimulaciones a las que los
exponen cotidianamente están condicionadas por esta percepción
adultomorfizada de los chicos. Como hipótesis derivada
consideramos que muchas manifestaciones sintomáticas infantiles
podrían estar determinadas por este no reconocimiento del
ser infantil. Los maestros reproducen con sus alumnos el modelo
cultural adultomorfizador. Los vínculos pedagógicos quedan
atravesados por sobreexigencias hacia los niños y el esfuerzo
de sobreadaptación resulta intenso. La delimitación de la asimetría
adulto-niño es confusa. Los padres delegan en las autoridades
y docentes las funciones parentales. Institucionalmente se
estimula a los chicos hacia la autonomía yoica. Existe un desfasaje
entre la «madurez» de los chicos en lo afectivo y la mayor
dependencia en lo cognitivo. La agresividad de los niños es
reactiva a situaciones familiares afectivas y socioeconómicas
problemáticas. Muchos adultos están real y subjetivamente desbordados
y tienen dificultades para organizar la rutina y el tiempo
libre de los niños. Los maestros sufren la delegación familiar
de la responsabilidad de la crianza y son requeridos en funciones
extrapedagógicas.
Palabras clave: Infancia Vínculo Asimetría Adultomorfización

HIPÓTESIS PRINCIPAL
En la actualidad los adultos tienden a percibir a los niños como
mayores de lo que realmente son y, en consecuencia, las estimulaciones
a las que los exponen cotidianamente están condicionadas
por esa percepción adultomorfizada de la infancia.

HIPÓTESIS DERIVADA
Muchas manifestaciones sintomáticas de los niños (dificultades
para aceptar la autoridad, conductas violentas, problemas
de aprendizaje, desconcentración o atención exageradamente
dispersa, trastornos somáticos, etc.) podrían estar generadas,
en parte, por el no reconocimiento de su ser infantil.
Nuestra propuesta plantea indagar acerca de las percepciones
que los adultos (personal docente y no docente, padres y
miembros de la comunidad de una escuela pública de la Ciudad
de Buenos Aires) tienen sobre la infancia en la actualidad
y cómo estas percepciones influirían en la estructuración de
los vínculos que establecen con los niños y en las expectativas
que sobre ellos depositan.

SELECCIÓN DEL TEMA Y PLANTEO DEL PROBLEMA
El niño es el principal destinatario del proceso educativo en el
primer ciclo de la EGB. Los adultos involucrados en la atención
de esos grupos etarios podrán enriquecer y mejorar sus prácticas
educativas si logran tener clara idea de la noción de infancia
que subyace a las mismas.
El objetivo fundamental de esta investigación es abordar la temática
acerca de qué implica ser niño hoy, desocultando algunas
percepciones sociales vigentes acerca del concepto de
niñez.
Consideramos que los vínculos que los adultos establecen con
los chicos, se modelizan en función de estas percepciones.
Durante la Antigüedad y la Edad Media el niño solamente fue
considerado como objeto o posesión de la persona de la que
dependía. En la Edad Moderna -con el surgimiento de la familia
moderna- se desarrollaron disciplinas como la pediatría, la
psicología, el psicoanálisis y la pedagogía, favoreciéndose la
construcción social del concepto de niño como ser diferenciado
del adulto. A partir del surgimiento de este concepto comenzó
a reconocérseles a los más pequeños sus necesidades de
dependencia. Esto trajo aparejado logros en el campo social y
permitió el afianzamiento de vínculos asimétricos entre los
adultos y los niños. Vínculos en los que los mayores pudieron
empatizar con los chicos y pasar a atenderlos en función del
reconocimiento de su mayor vulnerabilidad material y afectiva.
Por el contrario, en la Posmodernidad y especialmente a partir
de los complejos fenómenos sociales derivados de la globalización
de los mercados, se produce un quiebre en la necesaria
asimetría vincular entre adulto-niño. Se instala, entonces, la
tendencia a percibir a los niños como pares de los adultos (simetría
víncular), o a ubicarlos, real o emocionalmente, en el
lugar de adultos (asimetría invertida).
Pensamos que la percepción adultomorfizadora de los chicos
se apoya en múltiples factores. Los adultos presentan dificultades
o imposibilidad para sostener las prolongadas necesidades
de dependencia de los niños, por lo que estimulan prematura
mente sus funciones yoicas relacionadas con la autonomía.
Sostenemos que la percepción adultomorfizada de la infancia
y las desajustadas expectativas que sobre los niños recaen, se
han «naturalizado». El no reconocimiento de la niñez se ha
vuelto obvio, aunque adoptando dos vertientes distintas según
el lugar que el niño ocupe dentro de la estructura social regida
por el Mercado: lugar de excluido o lugar de consumidor.
Para los chicos excluidos del mercado, la violencia en la construcción
de sus subjetividades infantiles pasa por la falta de
sostenimiento de sus necesidades más elementales (abandono
material y/o afectivo, abuso sexual, explotación laboral y
mendicidad, expulsión del sistema educativo, etc.).
Para los chicos consumidores la violencia a su ser infantil adquiere
sesgos más sutiles, entre los que la homologación con
el adulto tiene un lugar preponderante. Observamos que los
mensajes mediáticos les proponen modelos identificatorios
«agrandaditos», la moda los viste igual que a sus padres, la
escuela les sobrecarga sus «agendas infantiles» dejándoles
pocas o nulas posibilidades de jugar libremente, etc.
La cultura actual violenta, así, las subjetividades infantiles de
los chicos de todas las clases sociales.

ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LA INVESTIGACIÓN
a) Observación exploratoria: permitió seleccionar las variables
y pautar los indicadores.
b) Observación sistemática (no participativa) de la dinámica de
los vínculos entre adultos de la comunidad educativa y
alumnos en situaciones escolares extra-aúlicas (recreos,
actos escolares, entrada y salida a clase, almuerzos, etc.).
c) Encuesta: autoadministrada y anónima. Se incluyeron dos
publicidades gráficas usadas como estímulos para la proyección,
e items solicitando respuestas «objetivas».
d) Entrevistas: cualitativas, semiestructuradas, en profundidad.
Se implementaron a miembros de la comunidad educativa
(docentes, no docentes, miembros de cooperadora, padres,
etc.) La selección de la muestra de los adultos a entrevistar
fue aleatoria (por azar simple).

SÍNTESIS DE NUESTRAS CONCLUSIONES
En el clima de exaltación que se vive en la escuela (condiciones
edilicias, cantidad de alumnos, contaminación sonora) los
maestros y personal de la escuela recurren frecuentemente
a la palabra-acto (órdenes, retos, elevación de la voz) para
ser escuchados. Predomina el lenguaje de acción en detrimento
de la palabra.
Los chicos presentan dificultades para la comunicación a
través de la palabra-símbolo, la que frecuentemente es sustituida
por actos impulsivos, gritos y lenguaje corporal. No obstante
se observa una autorregulación del movimiento bastante
eficaz.
Los chicos juegan y se desplazan con una intensa descarga
motriz generando algunas situaciones de agresión. Pensamos
que reproducen en sus juegos elementos de la violencia
familiar y social atribuidas, entre otras razones, a la falta de
autoridad y puesta de límites por parte de lo padres.
Se observan algunas manifestaciones creativas del jugar que
incluyen imaginación y fantasía, pero, prioritariamente, los argumentos
lúdicos son copiados de los programas televisivos.
La televisión es un eje organizador principal del mundo infantil.
La influencia televisiva es fundamental en la constitución de la
subjetividad infantil. Los niños tienden a identificarse con personajes
televisivos y no con los adultos de su entorno.
Los adultos del entorno infantil (incluidos los maestros) han
quedado destronados por los personajes de la TV. en el desempeño
de funciones identitarias y han pasado a ocupar lugares
menos valorizados por los chicos. Esta situación reforzaría
el quiebre narcisista observado entre los padres y maestros en
relación a los niños.
La televisión suele ser utilizada adictivamente como compañía,
debido a que los niños pasan muchas horas solos (o
con hermanos apenas mayores) en sus casas. La soledad en
la que se encuentran durante la exposición televisiva, es el
elemento más perturbador. Se considera necesaria la presencia
de un adulto cuando el niño mira la televisión (como acompañante,
facilitador de la organización perceptiva y de significados
de las imágenes).
Se observan sentimientos de culpa entre los padres, generados
por tener que dejar mucho tiempo a sus hijos, para trabajar
o realizar otras actividades. Estos sentimientos los vuelven
más permisivos y les obstaculizan el ejercicio de la autoridad.
Delegan parte de sus funciones parentales, sobre las
autoridades y docentes de la institución, los que se sienten
sobreexigidos en sus responsabilidades. Además, los padres
adjudican a los docentes una mayor idoneidad para entender
a los chicos en asuntos extracurriculares y les demandan el
cumplimiento de tareas extrapedagógicas como el ejercicio de
la Ley.
En relación a los aspectos afectivos, se advierte un mayor
nivel de exigencia hacia los niños que atribuimos a situaciones
familiares problemáticas y a perturbaciones en la asimetría
del vínculo adulto-niño. Se detectan fundamentalmente
dos tipos de perturbaciones en la asimetría del vínculo:
1. Perturbación por indiscriminación entre el rol del niño y el
rol del adulto. Simetrización del vínculo y tendencia al amiguismo.
2. Perturbación por inversión de los roles entre los adultos y
los niños. En el ámbito doméstico, por ejemplo, hay niños
que cumplen roles adultos de modo real y concreto (cocinar,
lavar la ropa, atender a los hermanos, etc.).
Ambas situaciones vinculares, dan a los niños una sensación
de poder y dominio sobre los adultos. Dominio que al ponerlos
en una relación de igualdad o superioridad, los dejan sin sostén
emocional y les incrementa la angustia y los sentimientos
de soledad. Las maestras tienden a atribuir a los padres las
dificultades en el mantenimiento de la asimetría en los vínculos
con los chicos, pero se autoexcluyen de la problemática.
Por otro lado, la mayoría de los adultos reconocen cierta flexibilización
positiva en los vínculos entre los adultos y los chicos.
Las expectativas de aceleración en el proceso de crecimiento,
también son consideradas como factores de presión
sobre los chicos. Los adultos carecerían de «paciencia» para
sostener las necesidades de dependencia infantil. La aceleración
del tiempo social se percibe como imparable y son los niños
los que deben adaptarse a ese ritmo.
Los aprendizajes a realizar, para adecuarse al sofisticado
mundo contemporáneo (en particular la tecnología y los idiomas)
es señalado reiteradamente como importante factor de
exigencia intelectual. Los maestros tienden a percibir a los
niños como muy exigidos, aunque ponen el acento de la exigencia
casi exclusivamente en las tareas de tipo intelectual
(escolares y extraescolares). Recurrentemente, se caracteriza
a los chicos como «más despiertos y más vivos» y, en consecuencia,
la sobreadaptación emocional no es considerada en
las respuestas como causa de sobreexigencia.
La precocidad observada en el desarrollo intelectual es adjudicada
a la estimulación de los MMC y no, al entorno familiar.
Ante las situaciones de aprendizaje escolar los niños presentan
una gran dependencia hacia la maestra. Ante las situaciones
afectivas de angustia y frustración, por ej.: si no
los vienen a buscar, o si se sienten mal, o durante conflictos
con los otros chicos, etc., los niños tienden a reaccionar con un
grado de mayor autonomía. Existiría, pues, un desfasaje entre
la «madurez» y autonomía demostradas por los chicos en la
escuela en lo referente a los aspectos afectivos y la mayor
dependencia hacia el maestro en los aspectos cognitivos.

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