El placer, la extroversión y el consumismo en la postmodernidad (hedonismo)

La búsqueda del placer y del entretenimiento se ha convertido en el objetivo principal
de los individuos.
El bienestar económico permite que las personas tengan mucho tiempo libre y lo utilicen en el ocio. Pero la búsqueda del placer se ha convertido en un fin en sí mismo: hedonismo.
El hombre de hoy presenta muy poca tolerancia a la frustración, al dolor y al sufrimiento. Cuando éste llega, llega muy fácilmente con él, el sinsentido y la desesperación. Otro aspecto de este hedonismo es que se busca satisfacer esta sed de placer siempre a través del consumo. Consumo luego existo, es la ley de oro del hombre postmoderno. El consumo es el fin de la vida: se trabaja para tener dinero, se tiene dinero para consumir, luego se vive para consumir. El consumo se ha convertido en una nueva religión y los centros comerciales sus templos. El tiempo libre no se vive, se consume…
Otro aspecto que tiene que ver con ello es la costumbre de llenar los tiempos muertos de extroversión. Se tiene miedo al silencio. Del aburrimiento se huye como si fuera el diablo. Por eso, este tiempo se “mata”, con música mp3, chat, videoconsolas, etc… El hombre vive de esta manera siempre “entre‐tenido” de una forma extro‐vertido; o sea, siempre fuera de sí mismo. Por eso, la gran perdedora de estos tiempos es la interioridad.
Como aspectos positivos: Se ha recuperado la positividad de la vida, la alegría de vivir y de
convivir que, en otros tiempos no se valoraba tanto. El tiempo de ocio permite profundizar las relaciones, viajar, tener experiencias a las que antes accedían solo unos cuantos.
Como aspectos negativos: Se pierde interioridad y capacidad de reflexión. El consumo y el
hedonismo encierran a la persona en una vida vacía, superficial y frívola que acaba
pasando factura.