La producción del discurso y la conversación: Sobre las nociones de discurso, conversación y texto

La conducta comunicativa para un psicólogo (y más directamente, para un psicolingüista de orientación cognitiva) o el uso comunicativo del lenguaje puede verse como una forma de conducta que presenta, dos características: a) Implica la elaboración de enunciados lingüsticos gramaticales lo que presupone, en el hablante, una competencia lingüstica, y b) Tales enunciados suelen constituir contribuciones
aceptables en relación con los objetivos de la interacción o intercambio comunicativo en que se
producen, lo que presupone también una competencia pragmática. Desde una lógica cognitiva, por
tanto, la comunicación a través del lenguaje puede ser vista como una actividad compleja cuya
planificación y realización se desarrolla bajo restricciones tanto internas al sujeto (la organización
funcional del sistema de procesamiento lingüstico) como externas ( las demandas del contexto
comunicativo y las condiciones que éste impone a la conducta lingüstica
). El supuesto de que la
conversación, constituye la forma más básica y prototípica de discurso, o, si se prefiere, la idea dé que
toda conducta lingüstica con propósitos comunicativos es, en cierto modo una forma de conversación,
no presupone, sin embargo, que las conversaciones constituyan formas de actividad estructuralmente
monolíticas. Normalmente, las conversaciones tienen lugar «cara a cara» (boca a oreja) en el caso de
las conversaciones telefónicas. En estos casos el lenguaje adopta la forma de un diálogo y presenta
una estructura secuencial que implica lo que se denomina una toma o intercambio de turnos a través de
la cual el discurso va adquiriendo continuidad semántica y pragmática. En otras ocasiones, sin
embargo, las conversaciones adoptan formas aparentemente menos dialógicas. Es lo que ocurre, por
ejemplo, cuando alguien imparte una conferencia o cuando redacta un mensaje que ha de enviar por
correo. En estos ca-sos, el hablante dirige sus mensajes a un interlocutor que, por razones de
distancia física o de conveniencia social, no puede responder ni intervenir «sobre la marcha» en el
proceso conversa-cional; un interlocutor, por tanto, que no contribuye con sus intervenciones (verbales o
no verba-les) a resolver el problema de la continuidad del discurso. La situación en estos casos, desde
un punto de vista comunicativo, continúa siendo equivalente a la de un diálogo en la medida en que la
producción lingüstica sigue estando dirigida a alguien, siquiera pasivo o físicamente ausente. Sin
embargo, desde el punto de vista cognitivo, la situación ahora presenta propiedades semejantes más
bien a las de un monólogo: exige del hablante la planificación de mensajes lingüisticamente complejos
y completos sin la colaboración activa de otro y, en ese sentido, hace necesaria la utilización por el
hablante de recursos lingüsticos y no lingüsticos no menos complejos que garanticen la coherencia
interna del discurso y su «interpretabilidad» tanto en el plano microestructural como en el de la
macroestructura En cierto sentido, pues, cabe asumir que a) Todo discurso, por su carácter
comunicativo, puede interpretarse como una forma de conversación
(o, si se prefiere, que desde un
punto de vista comunicativo, «discurso» y «conversa-ción» pueden ser considerados como nociones
equivalentes); b) Toda conversación o discurso, en función del grado de coincidencia espacio-temporal
de las aportaciones o turnos de los distintos participantes, puede ser considerado como un monólogo o
como un diálogo, y c) Los monólogos y los diálogos pueden desarrollarse en una modalidad bien oral,
bien escrita, aunque indudablemente, resulta más usual la realización de diálogos en la modalidad oral
que en la escrita. Una primera definición del concepto de discurso, compatible con estas ideas, sería
aqué-lla que lo interprete como una forma de actividad que implica la producción de lenguaje en
situaciones de interacción o conversación
, que puede realizarse en condiciones tanto monológicas
como dialógicas, y que puede adoptar modalidades perceptivas igualmente diversas (ej. oral o escrita)
Ahora bien, ¿se agotan en esta definición todos los elementos conceptualmente relevantes para una
teoría psicológica del discurso? Desde luego que no. A veces, las nociones de «discurso» y
«conversación» han sido identificadas con objetos observables que permiten dar cuenta de la
realización en tiempo real de series coordinadas y observables de acciones lingüsticas (actos de habla,
en un sentido amplio) por parte de uno o varios interlocutores en un contexto comunicativo dado En
este primer sentido ambos términos han servido para designar a) un objeto empírico, el conjunto de
actos de habla concretos que tienen lugar en un contexto espacio-temporal y comunicativo dado y que
pueden ser observados durante su realización en tal contexto). b) Otras veces, sin embargo, estos
mismos términos han sido utilizados para designar objetos teóricos. En este caso, la noción de
«discurso» puede coincidir con la abstracción de las propiedades generales de una forma de actividad
lingüstica, concretamente, aquella que implica la realización de series de actos de habla en un mismo
contexto comunicativo, por uno o va-rios hablantes y no la producción de enunciados individuales
aislados c) También, en un sentido más restrictivo, puede ser usado para designar ciertos aspectos de
la actividad cognitiva que realizan los participantes en una conversación. En este último sentido, el
término «discurso» se identificaría con una forma de representación concretamente, la que los sujetos
tienen del significado proposicional e intencional global de los mensajes que se emiten en una
conversación dada. Al igual que los conceptos de «conversación» y «discurso», la noción de texto, que
casi siempre sugiere el empleo de una modalidad escrita, ha sido utilizada para expresar: a) un objeto
empírico conjunto estructurado e interdependiente de oraciones o enunciados lin-güsticos que han sido
emitidos durante un discurso o conversación. Así, el término texto hace referencia, a un producto
lingüstico que puede ser descrito en cuanto a su estructura formal y su contenido semántico yio su
contenido pragmático actuales b) un objeto teórico: una abstracción, la que se refiere a las relaciones
de interdependencia conceptual, gramatical y/o funcional que existen entre las oraciones o enunciados
lingüsticos producidos durante un discurso o conversación dados. En esta a acepción, expresa más
bien el constructo hipotético que permite dar cuenta del hecho de que tanto los monólogos como los
diálogos poseen propiedades globales que los identifican como unidades en sí mismos. Entre estas
propiedades, suelen destacarse las siguientes son unidades completas (es decir, que tienen un sentido
pleno, independiente del de otras emisiones lingüsticas) son unidades topicalizadas (es decir, que
poseen una unidad en sus contenidos semánti-cos). Cumplen una función comunicativa realizan una
intención. Se emiten en una situación espacio temporal concreta ¿A que nos referiremos, por tanto, al
hablar de producción del discurso? Básicamente, al conjunto de representaciones (semánticas,
pragmáticas y gramaticales) y de procesos (cognitivos y lingüsticos), que subyacen a la planificación y
emisión de series coordinadas de enunciados lingüsticos o textos, con propósitos comunicativos, en un
contexto conversacional. Del mismo modo, asumiremos con Edmondson (1981) la conveniencia de
reservar el calificativo de texto al conjunto global de enunciados emitidos por los participantes durante el
desarrollo de tal diálogo, mas que a los enunciados generados en cada movimiento o turno de
conversación individual. Las tres propiedades de los discursos que resultan más pertinentes para una
teoría psicológica de producción verbal son: a) El hecho de que son conductas intencionales que se
realizan en situaciones cooperativas de interacción social (las conversaciones) Lo desarrollaremos en el
punto 3 b) El hecho de que constituyan unidades de lenguaje en uso, en contextos específicos y
cam-biantes. Lo desarrollaremos en el punto 4 c) El hecho de que suelan ser unidades
supraoracionales que poseen regularidades estructurales y funcionales cuya descripción debe de
realizarse en un plano distinto al que se aplica a ls propiedades sintácticas y semánticas de los
enunciados lingüsticos individuales. Será desarrollado en el punto número 5.