EL PSICOANALISIS: SIGMUND FREUD, PRINCIPALES DISIDENTES. Antecedentes (Antecedentes literarios y filosóficos de Freud)

EL PSICOANALISIS: SIGMUND FREUD, PRINCIPALES DISIDENTES

II. ANTECEDENTES

A. Antecedentes literarios y filosóficos de Freud
En el Fausto, de Goethe, encontramos abundantes alusiones a temas que van a ser propios del psicoanálisis, tales como: el inconsciente, la fuerza simbólica del falo, el Eros como fuente de todas las cosas. Shopenhauer destaca la gran importancia de la sexualidad y el mecanismo de represión de los deseos sexuales. Freud reconoce explícitamente en Mi vida y el psicoanálisis que siempre aceptó y se apoyó en las grandes ideas de G. Th. Fechner, de quien tomó, entre otros, el concepto topográfico de la mente, el principio de placer-displacer y las relaciones entre el instinto destructor y el Eros. En el siglo XIX, dos grandes escritores, Balzac y Stendhal, desarrollan una concepción del amor muy próxima al psicoanálisis. Nietzsche escribió, con gran riqueza literaria y profundidad, ciertas relaciones de consciente-inconsciente, aspectos de la expresión de los instintos (desplazamiento, sublimaciones, regresiones, etc.), los impulsos auto destructores del hombre, la civilización como expresión de la regresión instintiva, etc. De su brillante profesor Franz Brentano tomó Freud la noción de intencionalidad, pero refiriéndose a la tendencia constante a expresar libremente los instintos.
En opinión de Ellemberger, una importante fuente del pensamiento freudiano es la marcada tendencia de muchos pensadores a desenmascarar la voluntad de poder que se manifiesta bajo numerosos disfraces. En las obras de Ibsen los personajes viven una vida ficticia hasta que, al fin, es descubierta. También a Freud le corresponde desenmascarar la costumbre de mentir y descubrir una realidad oculta que desde las más profundas raíces de lo humano (instinto) está manejando la conducta sin ser reconocido abiertamente: Es época del florecimiento de la burguesía, y la moral puritana de la Inglaterra victoriana era criterio de buen gusto. Las gentes reprimían la sexualidad sin reconocerla conscientemente o la vivían a escondidas (paradójicamente, jamás hubo tantos grabados y libros obscenos como a finales del siglo XIX, aunque siempre ocultos). Tal hipocresía o represión llegaba a tener consecuencias fatales, manifestándose como síntomas neuróticos. Freud, en su obra, denuncia públicamente éste hecho, haciéndolo objeto de examen psicoanalítico.
Debemos mencionar aquí la importancia que tuvo para Freud la lectura de Cervantes, especialmente El Quijote y El coloquio de los perros.

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