Desarrollo del Psicoanálisis y la obra Freudiana

Dinámica de la personalidad


Se nace con un bagaje congénito y hereditario (lo constitucional), enriquecido por las influencias de los estados emocionales de la madre sobre la vida del feto. Desde el momento de nacer, y también antes, esta situado en un grupo, el grupo familiar. Esta pequeña sociedad que es su familia determina el clima afectivo, la atmósfera que lo va a pautar precozmente, y de ella surge una persona, la madre, que es quien va a traducir sus deseos y satisfacer sus necesidades. Entre madre e hijo no se da a nivel conceptual, sino que adquiere y ensaya nuevas formas: formas expresivas que provienen de los afectos. Se sirven del lenguaje del cuerpo.(CUESTA)
Cada persona va variando su conducta frente a diferente circunstancias, no obstante hay algo personal, que tiene que ver con la historia de vida que hace que esa conducta conserve una cierta semejanza consigo misma a lo largo del tiempo.
Freud estableció que los conflictos de la personalidad (neurosis) son consecuencia de una serie de factores que se complementan, las series complementarias son tres:
1º Factor constitucional Lo innato, lo que se trae
2º Factor dispocisional Las experiencias infantiles
3º Factor desencadenante Las situaciones actuales que rompen o perturban el equilibrio

Las series complementarias 1º y 2º dan lugar a ese aspecto de la personalidad que queda mas fijo o invariable en cada uno, ya que los factores constitucionales en complemento con las experiencias infantiles (en especial aquellas ocurridas antes de los 5 años de vida) van a ser estables a lo largo de la vida. Depende de cómo sean esos factores para que los sucesos posteriores(desencadenantes) puedan o no provocar desequilibrios o conflictos neuróticos que desestructuren la personalidad. (BOSSELLINI, LETICIA “PSICOLOGIA” A-Z editora, 1991)
Se relaciona con el control y la distribución de la energía psíquica en el Ello, en el Yo y en el Superyo.
De la calidad de esa distribución depende un buen funcionamiento psíquico y la existencia o no de conflictos interiores que tienen su origen en el encuentro de fuerzas impulsoras y represoras.
Todo conflicto interior significa un desajuste interno de la personalidad y un debilitamiento del Yo. Por lo cual, éste debe retirar las energías que dedicaba a sus objetos propios para volcarlas a la lucha interior que atenta dividir a la persona. Ejemplo de esto son el escaso rendimiento, el desinterés, la falta de atención en el alumno que atraviesa situaciones conflictivas para él, donde no puede optar, no puede definirse o decidir, de tal manera que la energía que naturalmente vuelca el Yo a sus relaciones con la realidad exterior, las utiliza en su interior, en un intento por preservar su integridad.
Concomitantemente con el conflicto se da la angustia, que debemos entender como un estado de inseguridad e impotencia, un estado afectivo displacen tero, emparentado con el miedo, traducido en un disgusto con uno mismo del que el C (mecanismos de defensa), entre los cuales se hallan las conductas agresivas.
A maneras de conclusión, diremos que toda la dinámica de la personalidad se apoya en los instintos y sus destinos. Ellos y no los estímulos externos son los verdaderos motores de la conducta humana. Toda actividad se encuentra sometida al principio de placer y regulada por la serie placer-displacer. (TIRABASSO Vicente, CARRIZO Cristina ,”El hombre y la educación hoy “, EDBA 1995).

Dimensiones de la sexualidad
La sexualidad humana posee:

Dimensión personalizante: la sexualidad tiene la función primaria de crecimiento personal. Impulsa al hombre a abrirse al otro, a promoverlo, a aceptarlo, dejándose invadir por la riqueza del otro, a salir del individualismo y egoísmo personal. Es una forma de comunión interpersonal y de este modo la fecundidad queda integrada en una sexualidad que va más allá de la instintividad.
En el cristiano la tendencia sexual es una fuerza que ayuda a edificar el yo.
Dimensión socializante: la sexualidad permite tanto el crecimiento personal como social y posee un dinamismo de apertura al otro que ayuda a la construcción de un “ nosotros “ social (cfr. Génesis 2,24)
Dimensión trascendente: para los cristianos la sexualidad implica una apertura existencial a la trascendencia, considerando que la única comunión que sacia plenamente al hombre es la comunión con Dios.
“El sexo promete lo que no puede dar, pero abre la puerta hacia una realidad misteriosa, más allá de él mismo, que sí puede ofrecer el pleno y total goce al corazón hambriento”.