FORMAS CONTEMPORÁNEAS DE LA PSICOSIS: Los trastornos de lenguaje en la época del Otro que no existe

FORMAS CONTEMPORÁNEAS DE LA PSICOSIS

Los trastornos de lenguaje en la época del Otro que no existe

Por Ana Simonetti

Una referencia clínica es usada para mostrar que la elaboración borromea de la experiencia analítica permite la captación de fenómenos clínicos no clásicos, al situar la conexión del significante con el goce.

El atravesamiento de los límites

La clínica de las psicosis ordinarias surge como respuesta a los límites mismos de la clínica estructural de las psicosis, límites que localizó Lacan por lo que avanzó entonces a sentar las bases de lo que llamamos la clínica borromea.

La relación Padre(0) Falo(0), surgida de la formulación que hace Lacan en el escrito «De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»(1958) es el soporte estructural de esa clínica, siendo los trastornos del lenguje-uno de los elementos fundamentales que nos permiten hacer el diagnóstico diferencial-directamente inferidos del agujero en el lugar del Nombre del Padre, de su forclusión, sistematizados por Lacan entonces. Trastornos que dependen de la estructura lingüística con la consecuente alteración de la metáfora y la metonimia. Por otro lado, son trastornos que prescinden de la referencia al cuerpo ya que la libido está en relación a lo imaginario, al estadio del espejo al cual hay una regresión tópica, en el desencadenamiento de las psicosis.

J.A. Miller destaca cómo esta referencia que nos permite realizar diagnósticos claros, a la vez tiene límites que la perspectiva borromea atraviesa al permitir la captación de fenómenos clínicos no clásicos, al situar una conexión estrecha del significante y el goce. El trabajo de Lacan con Joyce lo demuestra.

Y como no hay un discontinuismo abrupto, hay «gradación».

Es de destacar esta oposición introducida por Miller en «Los inclasificables de la clínica psicoanalítica«, entre una clínica de la metáfora, de la sustitución (donde hay o no Nombre del padre) y una clínica de la conexión (donde hay gradación, hay más, menos).

El caso raro

Una mujer en la primera entrevista dice al llegar: luché por un mundo mejor y fracasé. Hoy mi página está en blanco…no hay nada…busco esa página de mi vida. Seguidamente abona razones de experiencias vividas, para dar cuenta de esas palabras. Al final de la entrevista le dije que esa página se abría al venir a verme.

¿Qué me llevó a esa intervención?, fue mi pregunta de «después». La respuesta: el tinte de tristeza a la altura de una manifestación de la pérdida de sentido de la vida que anudé a la impresión que sus frases luché por un mundo mejor y fracasé y mi página está en blanco no «sonaban» metafóricas. Más tarde constaté la psicosis, no clásica.

Pero quiero detenerme en esas palabras, frases comunes, significantes que pueden venir al lugar de otro, producto de una sustitución. Pero a pesar de parecerlo, no era el caso, más bien los signos de ensimismamiento cercano a la perplejidad y la tristeza me llevaron a considerar que no se trataba de metáfora.

El nuevo contexto

El Conciliábulo de Angers, La Conversación de Arcachon (Los inclasificables de la clínica psicoanalítica) y la Convención de Antibes (Las psicosis ordinarias) fueron el esfuerzo epistémico en el Campo Freudiano para hacer avanzar la clínica psicoanalítica a la luz de lo nuevo en su presentación, un esfuerzo de formalización que nos permitió una convención clínica con la dignidad de una clínica sólida, verificable, ordenada a partir del Otro que no existe. Ese movimiento lanzado, nos sitúa en otro tiempo de la clínica y de la práctica. Un contexto de pasaje de lo discontinuo a lo continuo sin el abandono de aquél.

Entonces, ¿cómo dar cuenta de la psicosis en un sujeto cuya relación al lenguaje es «normal»? Es una pregunta que Lacan se hizo de muchas maneras, dando Miller una forma: ¿Cómo torcer la conceptualización lingüística de modo de no dar cuenta solamente de los efectos significados de la operación significante sino también de sus consecuencias de goce? [1] Es aquí que podemos localizar lo que Lacan llamó sentido gozado y también aceptar, recuperar, tal como lo dice Miller, la conexión significante-goce lo que permite el concepto de aparato de síntoma.

Podemos decir que los trastornos de lenguaje clásicos desde el neologismo, el eco del pensamiento, la intrusión, las alucinaciones auditivas, el delirio mismo, deben dejarse habitar por los «usos» del lenguaje, …el uso apenas desplazado, el trastorno intersticial [2].

Podemos agregar que si no es por la via significante que damos cuenta del trastorno del lenguaje, podemos hacerlo por la significación que cuanto más singular es la referencia del sujeto, más enigmática,  lo que se inscribe en el campo del sentido gozado. Un campo que Lacan constituye a partir de considerar el lenguaje como parasitario, con sus distintos efectos, que en  Joyce se encuentran bajo la forma de trastornos que se captan en la escritura. Un sentido que es gozado de modo brutal.

Pero los trastornos en el lenguaje hablado, cuando éste es «normal», cuando el hablante se encuentra en una forma de discurso-entre discursos-, pueden captarse por los signos que revelan la conexión significante-goce. E. Laurent propone al analista que ejerza la función renovada de secretario, como destinatario de esos signos ínfimos: Es necesario entrar en la matriz del discurso por el signo y no por el sentido [3]

Notas:

1- Miller, J.-A.: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Bs. As., ICBA-Paidós, pág. 335.

2- Miller, J.-A.: Las psicosis ordinarias, ICBA-Paidós, Bs. As., pág. 206.

3- Laurent, E.: Los inclasificables…., pág. 342.