El papel de la psiquiatría en el mundo actual, William C. Menninger

El papel de la psiquiatría en el mundo actual
William C. Menninger

Definir el papel de la psiquiatría en el mundo actual es a la vez un desafío y una tarea formidable. Al tratar de hacerlo, encontramos los obstáculos que impone la propia experiencia -tanto en la psiquiatría como en el mundo. Se trata entonces del punto de vista personal sobre el papel que la psiquiatría podría o debería cumplir. Dicha tarea se ve afectada no sólo por las limitaciones de la experiencia individual, sino que será matizada por el propio optimismo o el pesimismo, por la confianza o la falta de fe que uno tenga, tanto en la psiquiatría como en el caótico mundo actual.
Para alguien como yo, que tiene una fe enorme en las contribuciones potenciales de la psiquiatría, el título escogido tiende a estimular fantasías expansionistas. Quizás deberíamos limitar nuestra discusión al mundo occidental e, incluso allí, nuestro conocimiento sobre la psiquiatría es ultramicroscópico. Son muy pocos, ciertamente, los que poseen suficiente información –si es que alguno de nosotros la tiene – como para plantear hipótesis sobre el papel de la psiquiatría en gran parte del mundo. Debemos reconocer que existen inmensas áreas geográficas que contienen millones de habitantes que nunca han oído hablar de la psiquiatría. Deberíamos ser humildes, considerando que entre los 400.000.000 de habitantes de China, probablemente, no haya ni siquiera diez médicos con alguna clase de entrenamiento en nuestra especialidad. La proporción para el continente africano, probablemente, sea aún menor. Pero en estos días de internacionalismo, en que nuestro país ha finalmente asumido ciertas responsabilidades sobre otras partes del globo ¿no deberíamos los psiquiatras estar alertas a la tendencia internacional?
Mi concepción del papel de la psiquiatría, incluso en nuestro mundo inmediato, el continente norteamericano, implica un inmenso programa. El mero intento de definirlo es inquietante debido a la responsabilidad que implica para cada uno de nosotros. Mi impresión es que muchos psiquiatras podrían verse alterados al considerar nuestras responsabilidades potenciales sobre esas extensas áreas que nos son menos conocidas o familiares. Casi todos nosotros ya estamos agobiados por una pesada carga. Cualquier carga adicional es una amenaza a nuestro equilibrio personal, más aún si esa carga requiere cambios o innovaciones. Para muchos de nosotros, es más cómodo permanecer aislados en nuestros claustros o en nuestras torres de marfil, donde podemos continuar tratando a una parte del creciente número de pacientes que se nos acercan. Pero una comparación del papel actual con el papel potencial de la psiquiatría debiera impulsarnos a reconsiderar nuestras prioridades para la inversión de nuestras muy limitadas fuerzas humanas.
La psiquiatría es una ciencia médica, pero también es, por necesidad, una ciencia social. El psiquiatra, más que el profesional de cualquier otra disciplina médica, debe preocuparse por la situación social de sus pacientes. En ninguna otra especialidad existe la necesidad rutinaria de considerar los antecedentes ambientales, la modificación de ese medioambiente y de las relaciones personales involucradas. El psiquiatra debe entonces, necesariamente, interesarse en nuestras unidades sociales – la familia, la comunidad, el estado. En la práctica cotidiana de la psiquiatría civil, el especialista promedio raramente se orienta personalmente en esta dirección. Puede que haga recomendaciones al paciente o a su familia para impulsar determinados cambios. Ocasionalmente, con la ayuda de un trabajador social psiquiátrico, quizás instrumente cambios ambientales. Un pequeño número ha incursionado en los campos sociales de la criminología, la penología y la industria. Por otra parte, por necesidad y sin opción, la psiquiatría en el ejército tuvo que actuar, literalmente, en el campo, más que limitarse al tratamiento en el hospital o el consultorio. La situación demandó nuestros servicios en la selección, la clasificación y la asignación de personas; requirió nuestra preocupación por la moral y la toma de medidas preventivas, así como también exigió nuestro trabajo en instituciones correccionales y en criminología, tanto como en el tratamiento.
Como antecedente para definir el papel actual de la psiquiatría, puede que sea útil que nos confrontemos francamente con nuestra posición de 1941, cuando fuimos lanzados a la crisis mundial. A pesar de las lecciones aprendidas en la Primera Guerra Mundial y el gran incremento de conocimientos en los siguientes 25 años, estábamos tan poco preparados a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, como lo habíamos estado en 1917. La psiquiatría se encontraba lejos de ser totalmente aceptada por las autoridades militares e incluso por muchos de nuestros confrères médicos. No sólo carecíamos de presencia, sino que también nos faltaban planes. Sufrimos, junto con toda la medicina, el no tener voz en las altas esferas. No teníamos la capacidad política necesaria para formular políticas médicas. Hace tres años, Alan Gregg  nos dijo amablemente, pero de manera desafiante, que carecíamos de un frente organizado y que nuestra desarticulación era especialmente autodestructiva. Para algunos de nosotros, estos hechos se volvieron dolorosamente claros durante nuestra experiencia en la guerra.
Aún más, carecíamos de un conocimiento verificado sobre métodos de selección, de asignación, tratamientos y, por sobre todo, de prevención. Muchos de nosotros no conocíamos siquiera las funciones o las contribuciones potenciales de nuestros compañeros, los trabajadores sociales psiquiátricos y los psicólogos clínicos. Finalmente, la psiquiatría carecía completamente de aceptación y comprensión por parte del público general. Durante gran parte de la guerra luchamos en todos los frentes, contra la ignorancia, los prejuicios y las ideas erróneas.
Conseguimos la atención del comando militar, en parte- y quizás en gran parte- debido a las excesivas pérdidas que se produjeron en las fuerzas armadas a causa de problemas de personalidad. Cerca de 2.000.000 de hombres fueron rechazados por trastornos psiquiátricos a nivel de la conscripción y sólo en el ejército más de 500.000 hombres fueron dados de baja por trastornos de personalidad. Junto con las bajas de la marina, esta cifra asciende a un número considerablemente mayor a 600.000 hombres. Fuimos convocados para explicar estas pérdidas y para tomar prontas medidas para reducirlas. Fue la necesidad, una vez más, la que nos obligó a ir mucho más allá del papel tradicional del psiquiatra de diagnóstico y tratamiento del individuo enfermo. Espero que hayamos aprendido algunas valiosas lecciones. Para la mayoría de los que tuvimos el privilegio de la experiencia en servicio, nuestros horizontes, en cuanto a la responsabilidad de la psiquiatría, se han expandido enormemente.

El Mundo Actual…

El papel de la psiquiatría tal como se presenta en la actualidad…

El papel de la psiquiatría en el futuro…

Conclusiones…