El papel de la psiquiatría en el mundo actual, Menninger: El papel de la psiquiatría en el futuro

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William C. Menninger.

El papel de la psiquiatría en el futuro
Cuando analizamos la situación de la psiquiatría en la actualidad encontramos una marcada carencia de personal capacitado. Se carece de conocimiento verificado y se ha prestado mínima atención y estudio a los problemas sociales o sus soluciones posibles. Por la fuerza de las circunstancias, los psiquiatras han estado tan ocupados intentando atender pacientes, en algunas instancias meramente cuidándolos, que han tenido poco tiempo para la consideración de medidas preventivas. Son estos mismos factores los que han limitado su presencia en la práctica general de la medicina. Desafortunadamente, muchos de nosotros en las filas de la psiquiatría hemos usado unas anteojeras que nos fueron impuestas por nuestro trabajo diario. Nuestra visión ha sido restringida, y a menos que nos hayamos visto forzados a hacerlo, hemos tomado poco o ningún tiempo para considerar nuestra mayor responsabilidad por los problemas del mundo en que vivimos.
Como ya he dicho, cualquiera que pretenda definir el papel de la psiquiatría en el mundo de hoy, sólo puede hacerlo en términos de las limitaciones de su punto de vista. También he señalado que la psiquiatría organizada tiene la responsabilidad de delinear sus metas. Esto sólo podría suceder si muchos de nosotros tenemos la voluntad de materializar nuestros propios pensamientos en esta dirección. Cualquiera sea el valor que puedan tener, deseo subrayar mis opiniones sobre el papel que la psiquiatría debería jugar en el mundo.
Nuestra necesidad mayor e inmediata es la de personal entrenado- psiquiatras, psicólogos clínicos, trabajadores sociales psiquiátricos y enfermeros psiquiátricos. No hay contribución más grande ni más importante para cualquiera de nuestros miembros que comprometerse en la capacitación del personal. Debemos reconocer que este trabajo de formación se acerca al de una responsabilidad sagrada. Si esperamos contar con psiquiatras que sean competentes para manejar los problemas cada vez más complejos que enfrentamos, necesitan una preparación intensiva, integrada y bien planeada. Por experiencia personal, se que hay varias de las así llamadas “residencias”, muchas de las cuales se hayan en la “lista aprobada”, que proporcionan poca preparación, no más que aquella que un hombre puede proporcionarse por sus propios medios. Una buena capacitación debe asentarse sobre una base amplia. Además del conocimiento sobre la estructura y funcionamiento de la personalidad, debería proveer al psiquiatra de conocimiento sobre sus colegas en el trabajo social, la psicología, la enfermería, la terapia ocupacional, y cómo usar las habilidades de sus colegas. Debería proporcionar alguna información relativa a las relaciones de la psiquiatría con nuestro mundo –religión, política, literatura, arte. Debería, ciertamente, introducir al estudiante en los problemas y cuestiones sociales del momento. La necesidad de capacitar al personal tiene la mayor prioridad en la psiquiatría, en este momento.
Próxima a la de personal, hay una necesidad primordial de una profunda ampliación de nuestro cuerpo de conocimientos verificados. Conocemos muy poco sobre la personalidad “normal”, acerca de por qué es o no es normal. No podemos definir adecuadamente una psiconeurosis. Tenemos datos mínimos sobre por qué un conjunto de órganos es preferentemente escogido sobre otro en el desarrollo de una reacción neurótica. Tenemos sólo un conocimiento vago de la causa de la esquizofrenia. Si nos vamos a dedicar a los problemas sociales, cada una de las avenidas que conduzca a cualquiera de ellos debería ser considerada como una investigación. La investigación, como la enseñanza, es un trabajo especializado que requiere habilidades inusuales y una larga preparación. En el presente contamos, en todo el campo de la psiquiatría, con un número lastimosamente pequeño de investigadores de tiempo completo.
Los psiquiatras tendrán siempre la mayor responsabilidad en el tratamiento de la enfermedad mental. Existen varias áreas en este campo que necesitan ser considerablemente perfeccionadas mediante el desarrollo de métodos de tratamiento más cortos y más efectivos. Necesitamos reflexionar, junto con los psicólogos clínicos y los trabajadores sociales psiquiátricos, sobre su contribución a la psicoterapia y luego proporcionarles la preparación adecuada. Necesitamos desarrollar mucho más extensamente de lo que lo hemos hecho hasta la fecha, nuestro entorno de tratamiento dentro del hospital. En términos generales, todavía carecemos de especificidad en nuestras prescripciones respecto de empleo, educación, recreación, industria; y sobre todas las variedades en la lectura, el arte, la música, la horticultura y muchas otras actividades. La mayoría de nosotros tenemos sólo un conocimiento exiguo sobre lecturas terapéuticas, entrenamiento del habla y las aplicaciones de los principios psiquiátricos en la rehabilitación física.
En esta área de tratamiento, la psiquiatría comparte con toda la medicina la crisis actual, y quizás recurrente, para proporcionar el mejor cuidado médico a los veteranos. Bajo las órdenes de los generales Bradley  y Hawley , un sistema destacable de tratamiento, del más alto nivel, ha sido organizado en la Administración de Veteranos. Junto con las medidas económicas actuales del Congreso, este servicio médico ha sufrido y enfrenta una potencial regresión al estado de la preguerra. Las reducciones en asignaciones y personal, frente a una cantidad creciente de pacientes, desminuirán inevitablemente la moral, perjudicarán el servicio y provocarán renuncias de los médicos y del personal profesional afín. Es imprescindible que los psiquiatras junto con todos los genuinos amigos de los veteranos discapacitados señalemos, inmediatamente, al público y al Congreso, los resultados de tales recortes en las asignaciones. Si el Congreso desea proporcionar sólo un cuidado médico mediocre, es su decisión. Sin embargo, desde la medicina, debemos dejar en claro que la reducción del financiamiento, del personal, de los especialistas, de los programas de enseñanza y de los viajes para los supervisores, reducirán drásticamente los beneficios que han sido previstos para los veteranos enfermos.
Como un paso adelante para satisfacer la gran necesidad de tratamiento, debemos priorizar la integración de la psiquiatría con el resto de la medicina, particularmente en la currícula de la escuela de medicina. Es nuestra entera responsabilidad recomendar y dirigir cómo debe ser enseñada la psiquiatría. También es nuestra responsabilidad que los principios psiquiátricos impregnen la enseñanza de toda la medicina y que un cuerpo útil de conocimiento esté a disposición de todos los médicos.
Nuestra Asociación [se refiere a la Asociación Psiquiátrica Americana, APA] necesita ser organizada de manera que permita y estimule a cada miembro a contribuir para la solución de los problemas que enfrenta hoy en día la psiquiatría. Apenas podemos esperar algún progreso cuando algunos de nuestros comités sólo se reúnen una vez, si es que lo hacen, durante el curso del año. Y aun en ese caso, puede que no exista compromiso o finanzas (capital) suficientes como para iniciar estudios, encuestas o investigaciones sobre los problemas de los que son nominalmente responsables.
Esto me lleva a mencionar, brevemente, la organización del Group for the Advancement of Psychiatry [Grupo para el Avance de la Psiquiatría]. Como se evidenció en la reunión del año pasado, algunos de nosotros nos sentíamos insatisfechos con el progreso de la psiquiatría, estábamos irritados por nuestras propias limitaciones y por la falta de oportunidad para sentarnos, pensar y trabajar juntos sobre los problemas que a todos nos parecían vitales. En aquel tiempo, algunos de nosotros verbalizamos este sentimiento mutuo pero sentimos que no se justificaba quedarnos con la crítica o la irritación. Concluimos que deberíamos encontrar maneras y medios de promover alguna reflexión grupal, indagaciones y estudios. El resultado fue una conferencia grupal, informal, organizada libremente con el apoyo financiero del Commonwealth Fund [Fondo Commonwealth], que celebró un congreso de tres días el último otoño y en breve celebrará un segundo. Nos organizamos en pequeños comités de trabajo y se pidió a cada miembro que trabajara. Acordamos sacrificar considerablemente nuestro tiempo y dinero para estudiar problemas tales como las necesidades de los hospitales estatales, la educación médica, los contactos con grupos legos, la psiquiatría preventiva, el trabajo social psiquiátrico, el tratamiento y otros temas. En este momento hay quince comités diferentes, cada uno con una responsabilidad específica. Limitamos los participantes a los miembros de esta Asociación. En ningún sentido nuestra acción significó una revolución, una secesión o una competencia con esta Asociación. Lo fue originalmente, y todavía es nuestra esperanza, que los logros, métodos y trabajo de este Grupo puedan convertirse en parte integral de esta Asociación. Me pareció hace un año, y me parece aún hoy, que cada miembro de la APA que sea capaz de hacerlo, debería estar contribuyendo al desarrollo y liderazgo de la psiquiatría más allá del trabajo su cotidiano.
Uno de los papeles esenciales de la psiquiatría debe descansar en el campo de la prevención de la enfermedad mental. Si continuamos confinándonos sólo al tratamiento, es inconcebible que podamos alguna vez cumplir con esa obligación. Hasta que no hayamos aprendido efectivamente a prevenir la enfermedad mental no podemos empezar a cumplir con nuestra responsabilidad. La psiquiatría en la guerra se asentó sobre la base de que el tratamiento era la única área y responsabilidad que le concernía a los psiquiatras. Sin embargo, la experiencia nos enseñó que nuestra más grande contribución debería haber sido en el campo de la prevención. Esto implicaba poner la psiquiatría en el campo y convivir con los soldados, para así aprender sobre sus problemas, intentar modificar sus tensiones y desarrollar sus apoyos. Sólo ahí se podía aconsejar eficazmente a los líderes sobre los factores inmediatos que afectaban la salud mental. Parecería que la mayor oportunidad para la psiquiatría consiste en un trabajo similar en los campos de la educación académica, la salud pública, la recreación,  la delincuencia y la industria.
Las lecciones extraídas de la psiquiatría preventiva en el ejército enfatizaron tres factores capitales en el mantenimiento de la salud mental. El primero, y el más importante, fue que la calidad del liderazgo era una causa de, o prevenía, la enfermedad mental. Aprendimos que el desarrollo de actitudes racionales positivas hacia el trabajo a ser realizado, es decir la motivación consciente, podía ser de gran ayuda en el trabajo. Sin lugar a dudas, una “buena” motivación era un factor importante para el mantenimiento de la salud mental y una motivación “pobre” era seguida de un incremento del número de bajas psiquiátricas. El desarrollo de una identificación con un grupo, que provocaba un sentimiento de orgullo y proporcionaba seguridad, satisfacción y una unidad de propósitos, era extremadamente importante para la salud mental. Era evidente que estas lecciones elementales que se aplicaban al mantenimiento de la salud mental individual en el ejército podían aplicarse a la familia, al grupo, a la comunidad y a la nación. Uno de los propósitos principales de la psiquiatría preventiva debería ser el constante intento de educar a los padres y a todos los líderes sobre la importancia de desarrollar personas maduras, en la línea del desafío que Brock Chisholm  nos dejó en sus Conferencias William Alanson White.
La psiquiatría preventiva debe preocuparse por la causa y alivio de la enfermedad mental- neurosis, psicosis, trastornos del carácter. Debe encontrar la manera de reducir los numerosos síntomas de las enfermedades sociales enumerados previamente –delincuencia, crimen, divorcio, analfabetismo, deficiencia mental. Debería preocuparse desde luego por el desempleo forzoso, los prejuicios, la discriminación, las huelgas y los accidentes.
La psiquiatría debería otorgar una alta prioridad a sus esfuerzos para proporcionar a la persona “media” información psiquiátrica que pueda aplicar a sus propios problemas. Como he intentado indicar previamente, el gran número de bajas psiquiátricas durante la guerra llamó la atención sobre la necesidad de la educación pública en el campo de la higiene mental. El público requiere esta educación. Si se la brinda adecuadamente podría ser de gran ayuda. Muy posiblemente puede que esa educación incremente el número de pacientes que busca la ayuda de un psiquiatra, del mismo modo en que una campaña sobre cáncer o tuberculosis incrementa el número de pacientes que consultan al médico por estos problemas. Sin embargo, el propósito de tal educación pública debería ser, desde luego, proporcionar al hombre medio una mejor comprensión de su propia salud mental y enseñarle cómo fortalecerla y mejorarla.
La psiquiatría en Estados Unidos debe internacionalizarse en sus intereses y trabajar con psiquiatras del exterior. Algunos años atrás fue creada una organización internacional de higiene mental y están en pie los planes para reactivarla. La American Psychoanalytic Association [Asociación Psicoanalítica Americana] siempre ha sido parte de la Internacional Psychoanalytic Association [Asociación Psicoanalítica Internacional]. Con la creciente necesidad actual de un punto de vista mundial, deberíamos jugar un papel vital en cualquier esfuerzo internacional de la psiquiatría, tanto a través del United Nations Health Comittee [Comité de Salud de las Naciones Unidas] como de una organización psiquiátrica internacional.
Gracias a la visión del Dr. Frank Fremont–Smith  de la Josiah Macy, Jr. Foundation , tenemos como invitado en este encuentro al Dr. J. R. Rees  de Londres quien está aquí para despertar nuestro interés en un congreso internacional de psiquiatría que se celebrará en Inglaterra el próximo año. Mi impresión es que nuestra mejor contribución a la United Nations Health Organization [Organización de Salud de las Naciones Unidas] se podría hacer a través de una organización internacional de psiquiatría.
Alcanzar todos estos objetivos puede parecer una tarea imposible. Pero pueden abordarse sólo si cada miembro individual de la organización está dispuesto a contribuir. Es esencial que la organización le proporcione los medios para que esta contribución pueda llevarse a cabo. Además, tal programa para la psiquiatría exige un inmenso apoyo a través de la comprensión del público y de respaldo financiero.
El estímulo más inmediato y concreto para el desarrollo ulterior de la psiquiatría ha venido de la Nacional Mental Health Act [Acta Nacional de Salud Mental] , patrocinada por el United States Public Health Service [Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos]. De esta fuente una considerable suma de dinero estará disponible inmediatamente, junto con la promesa de una cantidad más grande para los años próximos.
Durante años el Nacional Comittee for Mental Hygiene [Comité Nacional para la Higiene Mental] ha liderado la promoción de una mejor comprensión de la salud mental en la escena nacional. La recientemente conformada National Mental Health Foundation [Fundación Nacional de Salud Mental] está abogando por las necesidades de nuestros hospitales estatales y particularmente por el mejoramiento de la asistencia en sala. En la Menninger Foundation,  estamos dedicando todo nuestro esfuerzo a la enseñanza y a la investigación. Todos en psiquiatría estamos en gran deuda con las distintas fundaciones generales que tanto han hecho por nosotros y expresamos la esperanza de recibir su apoyo continuadamente.
Esta sección del programa de esta convención se encuentra bajo los auspicios del grupo más recientemente organizado para el apoyo de la psiquiatría – la Psychiatric Foundation [Fundación Psiquiátrica].  Desde hace mucho tiempo se sabe que para ejercer liderazgo en nuestro campo nuestra propia Asociación necesitaba mucho más apoyo económico que el que podía ser obtenido de las cuotas de los miembros. Estimulados por esta necesidad, un pequeño grupo de miembros, a través del trabajo personal de Austin Davies , ha lanzado la Psychiatric Foundation. Es mi ferviente esperanza que su desarrollo sea apoyado y acelerado para permitirle lanzar los programas que se acuerden en la APA.
Debemos dejar en claro al público- y a la profesión- que todos los esfuerzos de las diversas Fundaciones son intentos cooperativos por atender los inmensos problemas que tenemos por delante; ninguna de estas variadas empresas está en competencia con las otras.