Características del tratamiento con antipsicóticos

Sección I. PSICOFARMACOLOGÍA GENERAL, Capítulo 3

Características del tratamiento con antipsicóticos – Psicofarmacología General

Volver a ¨Psicofarmacología – Psicodinámica IV (Indice General)¨

3-8. Características del tratamiento con antipsicóticos

A diferencia de otras medicaciones que se administran en pacientes con integridad de su aparato psíquico y comprenden la importancia de su curación,  los antipsicóticos deben darse a quienes padecen patología psíquica y pueden no comprender dicho acto. De allí la importancia de responsabilizar también a la familia, de la administración de los antipsicóticos, ya que el objetivo es la evitación de la recidiva de la enfermedad, causa de los incrementos del deterioro neurocognitivo.

A) Relación con la familia del enfermo esquizofrénico

  Existe consenso en que el tratamiento combinado de psicoterapia y farmacoterapia tiene mayores posibilidades de éxito que cualquiera de las dos modalidades por separado.

  Es frecuente que el paciente psicótico que concurre a la consulta no se sienta egodistónico en relación con el delirio. En cambio sí lo está para otros aspectos que lo obligan a solicitar ayuda psicológica.

  Es común que el paciente psicótico sea traído por otros, en los intervalos intercrisis. Muchas veces, en entrevistas preliminares o ya iniciada la psicoterapia los contenidos delirantes aparecen asociados a otros que, hasta ese momento, no eran reconocidos como tales. Entonces, empiezan a ser rechazados por el paciente los pensamientos que subyacen a ciertas conductas, vistas como bizarras, por el observador.

  En realidad no son delirios clásicos, pero despiertan rechazo por el paciente, especialmente cuando traen consecuencias en su desempeño laboral o bien se convierten en motivo de continuos y prolongados análisis en la psicoterapia, debido a la constante asociación con otros contenidos.

  Es en realidad por este reconocimiento y, a partir de otras ideas, que se puede reconocer algo diferente de la certeza, certeza que siempre acompaña al delirio en las psicosis.

  Ser consciente podría considerarse como un proceso psíquico que permite reconocer las sensaciones subjetivas del medio exterior o interior a través de los procesos mnémicos.

  En el psicótico es donde precisamente este proceso falla. «Rechazar o filtrar» estas sensaciones subjetivas es difícil (¿parte psicótica ?) o imposible (¿psicosis?).

  La cantidad de estímulos subjetivos (el medio externo o interno) no permite discriminar cualitativamente dichas sensaciones, a través de palabras, que puedan ser asociadas por la memoria.

  Dado que este proceso puede llevar mucho tiempo, resulta más efectivo medicarlo que realizar el intento de interpretar un delirio, ya que éste carece de carácter simbólico que, como diría Lacan, implicaría la pertenencia a una cadena significante.

  Es precisamente el sujeto psicótico quien dice que su delirio tiene significación; por eso es conveniente no intentar, en los momentos agudos, su comprensión, ya que es lo que en forma permanente realiza el paciente.

  Es conveniente comunicar a la familia cuál será el proceso terapéutico que se seguirá de acuerdo con la fase en que se encuentre el paciente:

1 ) Fase aguda o de brote
2) Fase subaguda o de recuperación
3) Fase crónica o de remisión
4) Fase de recaídas o rebrotes
5) Fase residual

  Con palabras sencillas se explicará que la fase aguda se superará después de días o semanas, con el paciente internado y protegido con fármacos antipsicóticos en dosis más altas que en las fases siguientes. Se informará sobre los riesgos de que el enfermo pueda dañarse o atacar a terceros, y de los delirios y alucinaciones que lo pueden incitar a acciones que no dependan de su juicio consciente.

  Se aclarará que la fase subaguda puede durar de 6 a 12 meses; comienza con cierta conciencia de enfermedad y cooperación, y produce confusión o miedo por lo sucedido. En este período, al igual que en los siguientes, el paciente será muy vulnerable al estrés, incluso frente a situaciones vitales o pérdidas objetales que no son traumáticas para un observador adecuado.

  En la fase crónica o de remisión, deberá seguir tomando medicación. Este período se caracteriza fundamentalmente porque el enfermo se reconecta con su vida habitual. Se aprecia una pérdida de interés o de motivaciones de vida. La negación de lo sucedido («todo es igual a como estaba antes») hará necesario vigilar estrechamente al enfermo, por el peligro de abandono del tratamiento. Se debe aclarar que el tratamiento abarca diferentes aspectos, de los cuales los más importantes son el psicofarmacológico, la psicoterapia individual, grupal y/o familiar y la estructuración y organización de las actividades diarias, en especial mediante técnicas de aprendizaje social que faciliten una adecuada reinserción sociofamiliar. Para ello, el paciente deberá concurrir a una clínica de día organizada como una comunidad terapéutica de características estructuradas hasta su completa adaptación.

  Se señalará a la familia que la desorganización diaria produce una desestructuración en el endeble andamiaje yoico del enfermo, con la posibilidad de desencadenar un nuevo rebrote. La familia deberá organizar la actividad del enfermo juntamente con los terapeutas que, sin llegar a una sobreprotección, deben vigilarlo para que al sentirse mejor no abandone el tratamiento ni comience con el uso de sustancias adictivas como sustitutos (drogas, alcohol, café, etc.) (fase residual).