Descargas Seminarios de Jacques Lacan – Tomo 1 al 5

Descargas Seminarios de Jacques Lacan – Tomo 1 al 5

El Seminario – Editorial Paidós

A continuación cada tomo detallado se encuentra la descarga en Archivo PDF o leer en ventana emergente.

Seminario 1: Los Escritos Técnicos de Freud

Seminario 2: El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica

Seminario 3: Las Psicosis

Seminario 4: La Relación de Objeto

Seminario 5: Las Formaciones del Inconsciente

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Son archivos de copia fiel de los libros de diversas fuentes pero en especial del Centro de Estudiantes de la Facultad de Psicología de la UBA

Inconsciente y el consciente, Lacan: El Modelo Borromeo (1974 – 1976)

Lacan: El Modelo Borromeo (1974 – 1976)

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IV. El Modelo Borromeo (1974 – 1976)

Introducción

En el seminario El Síntoma (1975 –76), el ultimo gran avance teórico de
Lacan en materia de psicosis toma como inicio una interrogación sobre la
locura : “ ¿A partir de cuando es uno loco? se pregunta Lacan. Para
tentar de contestar a esa difícil pregunta, Lacan estudia la vida y obra
del escritor irlandés James Joyce (1882 – 1941), cuyo estilo se
caracteriza por una desorganización de más en más marcada del lenguaje.
El encuentro con la clínica joyciana conduce Lacan a reconsiderar su
teoría estructural de la psicosis formulada veinte años antes.
Antes de abordar esta última gran etapa del recorrido lacaniano, pongamos algunos hitos:

Inconsciente y el consciente, Lacan: El Modelo Forclusivo (1955 – 1958)

Lacan: El Modelo Forclusivo (1955 – 1958)

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III. El Modelo Forclusivo (1955 – 1958)

Introducción

Diecisiete años separan Los complejos familiares del seminario que Lacan
dedica, en 1955-56, a las psicosis. Su objetivo es de reconsiderar la
concepción freudiana de la psicosis a la luz de sus adelantos teóricos
particularmente aquellos que formalizo en:
 “Propósito sobre la causalidad psíquica” (1946) que es una critica del
órgano dinamismo de Henri Ey en el cual se originaba parcialmente el
organicismo de Lacan en 1938, y una afirmación del papel de la
identificación (pues del imago y del imaginario) en la causalidad
psíquica de la locura. Se le notara el lazo efectuado entre psicosis y
lenguaje: “El fenómeno de la locura no es separable del problema de la
significación para el ser en general, es decir del lenguaje para el
hombre”;
 La conferencia inédita del 8 de Julio de 1953 sobre lo Simbólico, lo
Imaginario y lo Real – que constituye una introducción al “Informe de
Roma” -, en la cual, a partir de un cuestionamiento sobre lo que esta en
juego en la cura analítica, Lacan se interroga sobre la palabra (que
permite salir del callejón sin salida imaginario de la relación dual y
“que constituye la realidad misma”, a sacar los tres registros
esenciales de la realidad humana y a definir lo Simbólico como siendo el
registro propiamente humano. Es a partir de esos tres registros que
Lacan intentara de situar, en su seminario III, las diversas formas de
la psicosis;
 “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”
(1953), en donde Lacan, a partir de los trabajos de Claude Lévi-Strauss,
avanza que “es en el nombre del padre que nos es necesario reconocer el
soporte de la función simbólica que, desde el inicio de los tiempos
históricos, identifica su persona a la figura de la ley”;
 “Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la “Verneinung” de
Freud (1954), en donde a partir del texto de Freud sobre la negación y
del comentario que Jean Hyppolite ha hecho, Lacan desarrolla la noción
de forclusión de lo Simbólico con aquella, correlativa, de lo Real.

Inconsciente y el consciente, Lacan: El Modelo Complexuel (1938)

Lacan: El Modelo Complexuel (1938)

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Introducción

En 1938, en Los complejos familiares, un artículo sobre la familia y el
papel de los complejos familiares en la formación del individuo,
inicialmente publicado en el tomo VIII de la Enciclopedia francesa,
Lacan deja el concepto de autopunición y retoma con la noción de
complejo y una teoría de la identificación – del imaginario –
desarrollado dos años antes en “El estado del espejo”, el tema de la
fijación libidinal elaborado en su tesis.
Después de una exploración de las diferentes crisis atravesadas por el
niño para acceder – en el seno familiar considerado como “objeto y
circunstancia psíquica” – a la constitución de su Yo y de la realidad,
Lacan se remite a una ponencia de clínica diferencial de las psicosis y
de las neurosis. Privado de toda consideración terapéutica, este
artículo es paradigmático de la conflictualidad del pensamiento
determinismo de la psicosis.

1. Un determinismo psíquico del tema de la psicosis

1.1. El papel del complejo familiar
Lacan no pudiendo todavía suscribirla totalmente, la patogenia psíquica
es, de lejos la más desarrollada en ese texto, se ve limitada al tema de
la psicosis. Ella se articula alrededor de la noción de “complejo
familiar” considerada como la unidad funcional del psiquismo cuyo
elemento central es una representación nombrada imago que estructura el
inconsciente y deber ser sublimada.
Lacan describe tres complejos – de destete, de intrusión y de Edipo –
respectivamente centrados sobre los imagos maternal, fraternal y
paternal, los cuales son al origen de las producciones inconscientes o
unas reacciones del sujeto y que contribuyen, vía “alguna profundidad
afectiva del objeto”, a la constitución de la realidad. Los complejos
son calificados “de organizadores en el desarrollo psíquico”.
Recordamos en la psicogénesis de la paranoia, la importancia del
complejo de intrusión (que Lacan había subrayado en 1932) – con su
correlato emocional, el celo, que interviene en la génesis de la
sociabilidad, y su correlato psíquico, la identificación, capital en la
constitución del Yo: “El yo se constituye al mismo tiempo que el otro en
el drama del celo (…) Así el sujeto, enrolado en el celo por
identificación, desemboca en una alternativa nueva en donde se juega la
suerte de la realidad”. Si aquella es rechazada, el Yo regresa a un
estado arcaico, aquel del estado del espejo, en donde el sujeto es
confrontado al imago del doble.

1.2. El papel del objeto familiar
Como heredero, por cierto protestatario, de Freud, Lacan supone una
intrincación de los campos de la sexualidad y de la realidad, el
complejo de Edipo interviniendo no solamente en la maduración de la
primera, pero también en la aprehensión de la segunda. Establece una
correlación entre la constitución del Yo y aquella del objeto, la
psicosis siendo caracterizada por una interrupción de la génesis yoica y
objetal que determina la forma del delirio – que puede ser de
reivindicación, de relación de persecución, alucinatorio o parafrénico,
según el estado en cual se produce la interrupción. “Si se caracteriza
en efecto cada uno de esos estados (del Yo) por el estado del objeto que
le es correlativo, toda la génesis normal del objeto en la relación
especular del sujeto al prójimo (…) se reencuentra en una serie de
formas de interrupciones , en los objetos del delirio”
Según la cantidad de libido que el sujeto invierta en el objeto, este
puede existir separadamente, ser confundido con el Yo (en el delirio) o
desaparecer (en la melancolía). El objeto así constituido en el seno de
la familia muestra “una alteración progresiva: en su valor afectivo
(…) en su individualidad (…) por fin, en su identidad misma”. Los
trastornos psicóticos aparecen entonces como estando ligados a la
dimensión imaginaria de los objetos familiares, que no esta sin relación
con la estructura de la familia.

1.3. El papel de la estructura familiar y de la sublimación
Lacan observa una frecuente correlación entre psicosis y anomalía de la
estructura familiar: “El grupo familiar reducido a la madre y a la
fratría, dibuja un complejo psíquico en donde la realidad tiende a
quedarse imaginaria o al menos abstracta. La clínica muestra que
efectivamente el grupo así descompletado es muy favorable a la eclosión
de psicosis y es ahí que encontramos a menudo unos “délires à deux” Esta
anomalía repercuta sobre la génesis del Ideal del Yo que se forma, no
desde la imagen parentela pero “desde aquella del hermano”.
Este objeto girando la libido destinada al Edipo sobre el imago de la
homosexualidad primitiva, da un ideal demasiado narcisista para no
degenerar la estructura de la sublimación”. Así el doble juicio del
Edipo – a saber, el rechazo del deseo por la madre y la sublimación de
su imago – es trabado y el acceso a la realidad comprometido.
Las conexiones, que Lacan había establecido en su tesis, entre paranoia y
complejo fraternal “que se manifiestan por la frecuencia de unos temas
de filiación, de usurpación, de expoliación…” se ven aquí confirmadas,
mismo que el complemento orgánico.

2. Un determinismo orgánico de la génesis de la psicosis

2.1. Refutación de las tesis de de Clérambault y constitucionalistas
Después de una larga y brillante ponencia de una teoría psicogenética de
la psicosis, Lacan designa el limite “Si hemos querido comprender esos
síntomas por una psicogénesis estamos lejos de haber pensado y reducido
el determinismo de la enfermedad”
Pero si Lacan es entonces a favor de un cierto organicismo de la
psicosis, precisa en una alusión poco amena, que adhiere en nada a las
tesis constitucionalistas de la escuela francesa: “ Nosotros hemos
querido solamente hacer justicia de esas pésimas patogenias que no
podrían pasar actualmente para representar alguna génesis : por otra
parte la reducción de la enfermedad en algún fenómeno mental, pretendido
automático (…) por otra parte la preformación de la enfermedad en
unos rasgos pretendidos de carácter…”
2.2. Trastornos de la conciencia y tara de la libido
El organicismo de Lacan reposa sobre dos tipos de trastornos:
 Un trastorno – cuantitativo o cualitativo de la conciencia, que toma
en cuenta el desencadenamiento de la psicosis: “Demostrando en la
paranoia que su fase fecunda comporta un estado hiponoico, confusional,
onírico o crepuscular, hemos subrayado la necesidad de alguno resorte
orgánico en donde el sujeto se inicia al delirio”.
 Esta concepción se reúne con la noción de destructuración de la conciencia elaborada por Henry Ey.
 Un trastorno sexual calificado de “tara biológica de la libido” :”En
otra parte habemos indicado que es en alguna tara biológica de la libido
que era necesario buscar la causa de esta estagnación de la sublimación
en donde vemos la esencia de la psicosis”. Si alguna tara es detectable
en el psiquismo antes de la psicosis, es a las fuentes mismas de la
vitalidad del sujeto, en el plan más radical, pero también el en plan
más secreto de sus impulsos y de sus aversiones que debemos presentirla.
Subrayamos que en la pagina siguiente, Lacan asocia trastorno de la
sublimación y complejo familiar, es decir psicogenia. “Si el aborto de
la realidad en las psicosis se tiene en ultima instancia a una
deficiencia biológica de la libido, revela también una derivación de la
sublimación en donde el papel del complejo familiar es corroborado por
el concurso de numerosos hechos clínicos”

2.3. Un substrato orgánico teniendo lugar de discriminante estructural
Al determinante psíquico de la psicosis – la éxtasis de la sublimación –
Lacan supone entonces un substrato orgánico: una tara libidinal, a la
cual se adjunta un trastorno de la conciencia en la fase fecunda del
delirio.
No se puede olvidar de subrayar el carácter eminente psíquico del
substrato orgánico en cuestión – la libido – y la corroboración clínica,
en varias ocurrencias, del determinante psíquico. Entonces, si la
clínica es lo que autoriza Lacan a rendir la psicosis justificable de
una psicogénesis, ¿en que orden de necesidad, si es del orden teórico,
responde el recurso a un substrato orgánico?
Sin duda alguna Lacan queda marcado como atestigua su uso de términos
que no son sin evocar las tesis mismas que rechaza, por la influencia de
la escuela francesa de la cual trata de librase. Pero se puede también
tomar la hipótesis que es como discriminante estructural – y caución
científica -, y por falta de un mecanismo patognomónico de la psicosis,
que la teoría del substrato orgánico es vuelta necesaria.
En efecto, una misma causa traumática parece inducir dos efectos
psíquicos estructuralmente distintos: “La reacción del paciente al
traumatismo (constituido por la intrusión del hermano) depende de su
desarrollo psíquico. Sorprendido por el intruso en el desconcierto de la
privación (…) hace entonces una regresión que se revelara, según los
destinos del yo, como psicosis esquizofrénica o como una neurosis
hipocondríaca”.
La línea de demarcación nosológica, por el Lacan de ese entonces, no
pasa tanto como entre neurosis y psicosis que entre afecciones
personales y afecciones pre-personales. Así escribe a propósito de las
neurosis:
“las instancias psíquicas que (…) fueron aisladas en un análisis
concreto de unos síntomas de las neurosis y que han manifestado su valor
científico en la definición y la explicación de los fenómenos de la
personalidad; hay aquí un orden de determinación positiva que rinde
(…) caducos para esos trastornos, las referencias al orden
orgánico…” y referente a las psicosis: “Que nos recordemos solamente
que esas afecciones respondan al cuadro vulgar de la locura y se tomara
en consideración que no se podía convenir de definirlo como una
verdadera personalidad, que implica la comunicación del pensamiento y la
responsabilidad de la conducta. Una psicosis, que hemos aislada bajo el
nombre de paranoia de autopunición no excluye la existencia de una
semejante personalidad”.
Es entonces en tanto como fenómeno de la personalidad que la neurosis es
plenamente justificable, de una psicogénesis. La psicosis tal como es,
se ve relegada a la excepción de una de las formas en las “afecciones
pre- personales” que atestiguan de una agenesia subjetiva y objetal más o
menos importante cuyo mecanismo es, en ultima instancia, orgánica.
Adquirido en 1938, a la “causa” psicogenética para las neurosis, Lacan
se queda cautivado de la organogénesis para las psicosis. No sin tener
algunas dudas, sin embargo:
“ Queda por establecer si los complejos que juegan unos papeles de
motivación y de tema en los síntomas de la psicosis, tienen también un
papel de causa en su determinismo; y esa cuestión es obscura”. Seria
necesario esperar los desarrollos ulteriores de su pensamiento,
particularmente aquellos sobre el orden simbólico, a partir de 1953,
para que Lacan pueda depender de esto totalmente, levantar
definitivamente la duda y renovar al curso de su seminario del año
1955-1956, su teoría etiopatogénica de la psicosis.

AUTOR: Dr. Jean-Claude Maurice Dijon-Vasseur

Noty Psi – Una mirada sobre los efectos subjetivos y el psicoanálisis frente a la pandemia

Una mirada sobre los efectos subjetivos y el psicoanálisis frente a la pandemia – Muñoz, Pablo

Autor: PABLO D. MUÑOZ

Fuente: Intersecciones Psi (Revista Electrónica de la Facultad de Psicología – UBA ) AÑO 10 – NÚMERO 35 – JUNIO 2020

En primer lugar, huelga subrayar a esta altura el carácter inédito a nivel mundial de este evento que afecta al planeta. La consecuencia inmediata es la incertidumbre que genera en cuanto a sus consecuencias globales y, por ende, mucho más aún sus consecuencias subjetivas, particulares. En cuanto a estas, si entendemos la subjetividad como el conjunto de hábitos, costumbres, creencias, prácticas, saberes, ideales y deseos que nos habitan, estamos asistiendo a una conmoción en este registro, que afecta la salud pública en general y la salud mental en especial, pues estadísticamente puede conjeturarse que será mucha más la gente afectada psicológicamente por los efectos de la pandemia y las medidas de confinamiento tomadas al respecto, que la que se verá directamente afectada por el virus.

¿Qué dice el psicoanálisis sobre el ataque de pánico?

Trabajos, Tesis, Artículos de Estudiantes y Profesionales
¿Qué dice el psicoanálisis sobre el ataque de pánico?

¿Qué dice el psicoanálisis sobre el ataque de pánico?

ARIDNAJ DE OLIVEIRA LIMA
Fuente: Intersecciones Psi – Revista Electrónica de la Facultad de Psicología – UBA (AÑO 10 – NÚMERO 33 – DICIEMBRE 2019)

Hoy más que nunca la pregunta: “¿Qué dicen los psicólogos, los psiquiatras, los psicoanalistas sobre el Ataque de Pánico?”, está en evidencia. Todos de un modo u otro han sentido algún interés por saber más sobre ese padecer, que parece ser cada vez más frecuente, o porque ya lo vivió o porque conoce a alguien que lo vivió, o porque lee y escucha sobre ese tema muy frecuentemente. La Psiquiatría y algunas Psicoterapias han desarrollado muchos estudios y métodos de tratamiento para el Pánico, pero no vemos de forma tan frecuente que se hable del Ataque de Pánico desde el Psicoanálisis. El presente artículo, está direccionado a dar una explanación breve del abordaje de lo que hoy se llama Ataque de Pánico, desde la perspectiva del Pánico como Angustia Actual. Para ello, se hará un sucinto recorrido histórico por los desarrollos de Freud sobre la angustia y también serán utilizado los aportes de Lacan, en el Seminario X, sobre la misma.

¿Por qué sería pertinente un análisis desde el abordaje psicoanalítico?

Lo que llamamos desde la psiquiatría Ataque de Pánico, es una denominación para un conjunto de síntomas que desde 1895 ya habían sido descriptos por Sigmund Freud bajo el nombre de Neurosis de Angustia, por lo tanto, si bien el nombre, es nuevo, la sintomatología no, siendo así desde el nacimiento del psicoanálisis vemos la preocupación de Freud en investigar sobre la Angustia, considerándola como una categoría clínica.

Tan antigua como el ser hablante, la Angustia fue ampliamente hablada por los filósofos, poetas y escritores de todas las épocas. El propio término Pánico tiene su origen en la mitología griega. Se dice que el dios Pan hacía apariciones repentinas en las noches, lo que causaba terror o «pánico» en las personas. Lo nuevo que introdujo Freud fue dar a la angustia un estatuto clínico al separar de la neurastenia un cierto conjunto de síntomas que tenían como base la angustia. Fue a partir de ahí que la angustia pudo ser investigada, pensada, analizada, y de ahí se podría pensar un camino hacia su tratamiento.

Actualmente, otras disciplinas han desarrollado métodos de control, de tratamiento del Ataque de Pánico, generalmente teniendo los fármacos como parte de ese proceso. Las nuevas tecnologías y medios de comunicación han divulgado miles y miles de informaciones, sobre el tema, que van desde serias investigaciones, a opiniones populares y mitos sobre el mismo. Parece que hay una preocupación mucho más grande en la eliminación de los síntomas que una búsqueda seria en las causas para, desde ahí, pensarse posibilidades de tratamiento.

Con Freud, aprendemos desde el principio de su obra que los síntomas son una brújula, que como psicoanalistas no debemos pensar en eliminarlos, los síntomas nos van a ayudar a trazar el camino para entender qué le está aconteciendo realmente a ese sujeto, considerando siempre la subjetividad de cada individuo, su historia, y las particularidades de su padecer. Freud llegó a elaborar tres teorías sobre la angustia, a saber: La angustia causada por procesos fisiológicos, la angustia como resultado de la represión, y la angustia como lo que causa la represión.

Como se sabe, las investigaciones freudianas empiezan en el campo de las neurosis, y en 1894 Freud se interesa también por el estudio de la Neurastenia. Una categoría nosológica que había sido creada por un estadounidense, George Miller Beard (1839-1883) y que fue rápidamente asimilada por la psiquiatría europea, pero había distinciones en el modo de entenderla. Reunía muchos síntomas distintos entre sí, una serie de manifestaciones diversas que no dejaba en claro de qué se trataba realmente la neurastenia y, por lo tanto, esa diversidad dificultaría el diagnostico y la planificación de un tratamiento.

Con el ya elaborado concepto de trauma psíquico y su distinción entre neurastenia y neurosis de angustia, Freud presenta al mundo de la psiquiatría europea su primera nosología: Por un lado las histerias, fobias y neurosis obsesivas (y en este momento también la paranoia) incluidas en un grupo de enfermedades en las cuales operaban mecanismos psíquicos de defensa, y que por sus observaciones de hasta entonces, tenían etiología en lo sexual de la infancia, un trauma sexual, infantil, inconsciente. A estas llamó Neuropsicosis de Defensa. Por otro lado, otro grupo de neurosis, que al contrario de las primeras no operaban un mecanismo psíquico de defensa y en las cuales no se observaba un trauma sexual infantil, y sí problemáticas de la vida sexual actual del sujeto, que son la Neurastenia (propiamente dicha) y la Neurosis de Angustia.

En esta primera teoría sobre la angustia, posicionada ahora en la condición de una psicopatología, la misma podría ser estudiada, investigada, analizada, y se podría pensar cómo tratarla. Freud postuló su sintomatología cómo: Irritabilidad general, expectativa angustiada, ataque de angustia, equivalente de ataque de angustia (espasmos del corazón, la persona siente que le falta el aire), temblores, terror nocturno, vértigo locomotor, fobias, síntomas digestivos, parestesias -el adormecimiento de la piel- pavor nocturno etc.

Además, también la relación entre angustia y miedo fue desde el principio señalada por Freud como algo importante. En Obsesiones y Fobias, de este mismo año, distingue entre el miedo fóbico y el miedo obsesivo y separa las fobias comunes (miedo a las serpientes, a la oscuridad, a la noche, etc., a las cosas que serían, de alguna forma, común que generen algún miedo) de las fobias que él llama ocasionales, angustia emergente en circunstancias especiales y da como ejemplo la agorafobia y demás fobias de locomoción.

La llegada del Pequeño Hans a la clínica de Freud, da un giro a sus investigaciones: En 1908 Freud recibe a un niño de cinco años, llevado por su padre, por presentar una fobia: el miedo de que al salir a la calle se encontrara con los caballos. Herbert Graf se tornó conocido como el “pequeño Hans” y fue la primera vez que se trató a un niño con el método freudiano. Su historia se hizo conocida como el Caso Juanito, en la traducción al español, al publicar Freud en 1909 “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”.

Aquí la historia: Cuando Juanito tenía cuatro años y estaba de paseo por el parque con la criada contempló una escena aterradora: un caballo que tiraba de un pesado carro se desplomó en la calle. A partir de ese momento padece una grave fobia hacia los caballos, y más específicamente a que los caballos con algo negro en la boca lo muerdan. El pánico es tan grande que le impide salir de casa. En un primer momento, su padre interpreta que la fobia de Juanito se debe a los excesivos cariños de su madre y al miedo al gran “hace-pipí” del animal.

Es importante destacar que, en un primer momento, Freud se ocupa en ubicar el inicio de la angustia y de la fobia, de modo de separarlas. Al preguntarse cómo se forma la fobia intenta circunscribir la angustia y, si traemos esto a la clínica del pánico, nos damos cuenta de que los miedos presentados a menudo por los pacientes, como miedo a volverse loco, miedo a perder el control o miedo a morir, no son lo que causa la irrupción de los síntomas en el cuerpo.

Tomando como modelo el caso de Juanito, Freud comienza a teorizar con respecto a la angustia. Es una teorización completamente distinta de la que había hecho en 1895, que era una angustia causada por procesos fisiológicos, aquí comienza a hablar de una angustia psíquica. Es importante notar que en este historial Freud no menciona las neurosis de angustia, ni las neurosis actuales, ni los procesos fisiológicos, pero no significa que abandona su primera teoría, al contrario, ahora empieza a pensar que la angustia puede estar relacionada también a procesos psíquicos, y sigue su línea de investigación por la idea de que el niño, por medio del mecanismo de defensa de la represión, había reprimido esa angustia que genera la castración y ahora la angustia estaba puesta en la figura del caballo que representaría al padre.

En 1926 Freud escribe Inhibición, Síntoma y Angustia y se puede notar un importante giro que da en sus concepciones de la angustia, planteando lo que viene a ser su tercera teoría de la angustia: “Es la angustia que causa la represión y no la represión que causa la angustia”, como lo había planteado anteriormente. Para ese entonces ya tenemos el Mas allá del principio de placer (1920) y el concepto de Pulsión de Muerte como lo que gobierna el aparato psíquico, también del trauma interno a la estructura y no más externo, como al principio. La angustia aparece aquí como señal, como una alarma de un peligro que ya no es externo, sino interno a la estructura.

Lo que se observa en la clínica del Pánico es que en un primero momento, hay un factor sorpresa, un terror cuya causa se desconoce, que irrumpe en el cuerpo en forma de síntomas, allí donde la angustia falla en cuanto su función de señal. En el Más allá del principio de placer, cuando Freud diferencia angustia, miedo y terror, deja claro que el terror está relacionado a un estado en que se encuentra el sujeto, cuando se ve sorprendido por un peligro para el cual no estaba preparado.

Considerando el planteo de la profesora Silvia Quesada (2010), siguiendo la vía freudiana de que en la angustia traumática hay algo que protege contra el terror, y por tanto, contra la neurosis de terror, “allí le otorga valor de contrainvestidura, y la vincula de modo directo con la represión primaria” (2017, p.15). Aún por esta misma vía, argumenta que “el terror da cuenta de la irrupción y por lo tanto, del fracaso de la angustia, en su condición de protección y parapeto. Aquí es donde la terapia psicoanalítica debe rescatar la función de señal de la angustia.

Luego de una primera experiencia de Pánico o Terror, lo que sucede es que aparece el miedo al miedo, que se ve tan frecuentemente en la clínica, cuando el paciente dice que teme volver a pasar por el ataque de terror. Aquí aparece la ansiedad y esta ansiedad genera ambiente, para que, lo que el sujeto teme, se vuelva realidad, y así el circulo vicioso miedo-ansiedad-miedo lo aprisiona.

“La angustia es sin objeto”, dice Freud. Pero Lacan va más allá y sostiene que “la angustia no es sin objeto”. Cuando Freud habla de angustia como sin objeto se refiere a un objeto como representación. Cuando Lacan afirma que la angustia no es sin objeto, no hay contradicción con lo que dice Freud, pues está hablando del concepto de objeto a. El objeto a es un invento de Lacan para responder a la pregunta: ¿Cómo goza el sujeto? A pesar de que el objeto a reconoce antecedentes en el concepto de objeto parcial desarrollado por Freud, constituye un concepto original de la elaboración lacaniana, que se inscribe en el proceso de constitución del sujeto a partir del significante.

Mazzuca (2014) hace referencia a que, en los primeros seminarios de Lacan, el objeto a había sido abordado como una función de la falta en las operaciones de frustración, privación y castración y que, en el seminario X, aunque conserve el nombre del objeto, se trata de una función totalmente diferente. “Su concepto ya no coincide con el objeto del deseo, el objeto al que apunta el deseo, sino como el objeto que lo causa. Por eso Lacan dice que no está por delante, sino por detrás del deseo.” (2014, p.130)

La constitución del sujeto requiere la presencia del Otro (A), que es anterior al sujeto. En ese proceso de constitución del sujeto en el Otro, queda un resto. Cuando se agujerea el cuerpo, el “cacho de carne”, con el lenguaje, hay una pérdida. Hay algo que no queda apresado por el significante, a esto llamó Lacan objeto a y lo caracterizó como objeto perdido, del que el sujeto se separa, irreductible tanto a lo simbólico como a lo imaginario. No es que se pierde un objeto, pero el objeto es la pérdida misma. La castración es la que aporta las coordenadas de la angustia: la angustia aparece ante el deseo del Otro. La castración es del Otro. En ese momento lógico de preguntarse qué soy (como objeto) para el Otro.

Eidelberg (2014) explica que el objeto a que angustia es el que, habiendo debido permanecer como resto libidinal oculto y animador del deseo, se libera de sus paréntesis, irrumpe y perturba al imaginario, colmando la falta. “Ese estatuto del objeto a al desnudo, vehiculiza lo real de un goce que escapa a la posibilidad de simbolización.” (2014, p.424). Lacan lo va a situar como un “huésped hostil” (1962/63, p.71) y va a plantear que no alcanza la aparición angustiante de ese objeto, huésped hostil, en el campo de lo imaginario, para que la angustia se imponga al sujeto como un ataque. “Para esto será necesario que esta angustia no funcione como señal, sino que rompa las compuertas hacia escapes no operativos, para el mantenimiento de las coordenadas yoicas”.

Eidelberg plantea que “el ataque de pánico es una de esas salidas no operativas para el yo e implica el fracaso de los semblantes imaginario-simbólicos, con los que el sujeto suele mantener a raya lo real del goce. Sería un desanudamiento de la estructura, si se piensa desde las últimas enseñanzas de Lacan.”(2014, p.426)

Esto es muy importante para pensarnos el Pánico hoy, pero pensarlo contextualizando a los malestares de nuestra época. Como bien decía Freud, cada época presenta su propio malestar y, como planteó Colette Soler, la angustia se reinventa a cada época. Podríamos pensar el Pánico como una de las angustias actuales de nuestra época, entre tantas otras. Usando términos lacanianos, estamos viviendo una época caracterizada por la caída del padre, de las figuras de autoridad, de los referenciales. Freud, en Psicología de las Masas y análisis del yo, de 1921, ya había hecho referencia a que la caída del líder provoca pánico en las masas, lo que nos podría llevar a pensar sobre ¿qué nos quiere decir esa descarga de angustia en el cuerpo, percibida por el yo? ¿Qué peligro está señalando? Seguir las investigaciones hacia una mejor comprensión de su etiología y tratamiento es. sin lugar a dudas, un importante desafío para el psicoanálisis hoy, pues sabemos que, con solo eliminar los síntomas temporariamente, el problema no está del todo resuelto.

Referencias Bibliográficas:

Eidelberg, A. (2014). Lo actual del Pánico. En: Schejtman, F.(comp). Elaboraciones Freud, S. (1925), Más allá del principio de placer. O.C., XVIII, A.E., Bs. As., 1976.

Freud, S. (1926), Inhibición, síntoma y angustia, O.C., XX, A.E., Bs. As., 1976.

Freud, S. (1932), Conferencia nº32, “Angustia y vida pulsional”, O.C., XXII, A.E., Bs. As., 1976.

Lacanianas sobre la Neurosis. (pp.419-432), Buenos Aires, Grama, 2014.

Lacan, J., El seminario, libro 10 “La angustia”, Paidós, Bs. As.,2006.

Leibson, Leonardo. Desencadenamientos y Locuras en la Neurosis: En: Schejtman, F.(comp). Elaboraciones Lacanianas sobre la Neurosis. (pp.269293), Buenos Aires, Grama, 2014

Mazzuca, R. Seminario 10: El objeto y el fantasma. En: Schejtman, F.(comp). Elaboraciones Lacanianas sobre la Neurosis. (pp.129-141) Buenos Aires, Grama, 2014.

Quesada, S. (2010) Una Explicación psicoanalítica del ataque de pánico. Ed. Letra Viva. Buenos Aires. Argentina.

Link: http://intersecciones.psi.uba.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=796:ique-dice-el-psicoanalisis-sobre-el-ataque-de-panico&catid=9:perspectivas&Itemid=1