La violencia, diferente configuración familiar, precarizaciones de los vínculos familiares

Asistimos a configuraciones familiares muy diferentes a aquellas de la familia burguesa –institución numerosa, fuerte y estable, “para toda la vida” de la Viena del 1900– productora de las subjetividades que estudió y analizó Freud.
Pensamos, que en la medida que se va diluyendo la dimensión prospectiva de futuro y de proyecto posible, aparecen nuevas formas vinculares (I. Berenstein; J. Puget; M. C. Rojas).
En este nuevo contexto encontramos mutaciones y precarizaciones de los vínculos familiares. En tanto que los elementos conformantes de la familia clásica (convivencia, parentesco, procreación y sexualidad) están experimentando transformaciones, y dado que la subjetividad se va estructurando dentro de esa matriz identificatoria que es la familia, nos preguntamos qué papel le cabe en dicha estructuración a las transformaciones que experimentan las nuevas formas del parentesco.
Hay nuevas expresiones de la identidad sexual en relación con la disociación entre la sexualidad y la reproducción, la pulsión y el amor.
Todavía no existe un lenguaje adecuado para simbolizar las nuevas configuraciones de parentesco, y menos aún leyes que las abarquen. La familia es transmisora y transformadora de significaciones a través de las funciones materna y paterna. La simbolización es una tarea que debe emprender el incipiente Yo del infans para desarrollarse y acceder a la subjetivación. La “violencia primaria”, a la vez necesaria e inevitable (P. Aulagnier), ejercida por la madre o quien ejerza su función, construye psiquismo.El discurso familiar enuncia las propuestas identificatorias que ubican al niño en el mundo: le dicen quién es y qué se espera que él sea. Junto con los cambios en el rol maternante, hoy se agregan en algunas familias déficits en la función paterna, función representante de los mandatos socioculturales del tabú del incesto en la dinámica familiar.
En este contexto de acelerados cambios tecnológicos y de exclusión social, hay una especie de círculo vicioso puesto que cuanto mayor es la precarización y la rigidez en los vínculos familiares primarios fundantes del psiquismo, mayor es su vulnerabilidad frente a dichos cambios, con efectos de desestructuración vincular e individual, y por lo tanto, promotor de enfermedad mental. A veces dicha patología se expresa como actos violentos y transgresores intrafamiliares los cuales mimetizan y realimentan en perniciosa forma valores transgresores contextuales (corrupción, impunidad, autoritarismo, violencia de género).
En ese sentido vemos que las pautas parentales autoritarias y crueles pueden llegar a crear sujetos megalómanos y paranoicos, o su contrapartida, sujetos pusilánimes, en ambos casos cargados de odios y resentimientos que pueden ser irreductibles.