Violencia

Violencia.

El fenómeno de la violencia en las escuelas, como problema social. Violencia… es un fenómeno acerca del cual tenemos intensas vivencias; es parte de nuestra experiencia cotidiana.
En ocasiones, en forma invisible, su presencia acompaña nuestras interacciones diarias. Podría decirse que la violencia circula en nuestro entorno.
Nuestra sociedad está atravesada por la violencia, como toda sociedad de clases. Se establecen relaciones de poder entre dominadores y dominados, donde aparece la opresión, el autoritarismo y la discriminación.
Existen distintas formas de violencia en el mundo: guerras, asesinatos, torturas, desapariciones, para las cuales se han buscado diferentes formas de combatirla. Pero existe también la violencia intrafamiliar o doméstica frente a la cual nuestra sociedad no ha encontrado caminos de solución suficientes.
La violencia se ha hecho algo cotidiano, al punto que sólo consideramos como tal la agresión física o los atentados contra la propiedad, agresiones verbales, “ desmanes” en los estadios de futbol o espectáculos; esto lo observamos a diario en los medios de comunicación.
Sin embargo la sociedad convive con otro tipo de violencia que se desarrolla en silencio y por lo tanto no es noticia: mortandad infantil, desocupación, carencia de buenos servicios sanitarios, salarios paupérrimos, escasez de vivienda, etc., en definitiva, toda la sociedad experimenta la violencia.
La violencia doméstica pertenece a la esfera privada de cada individuo, pero no por ello es menos importante.
En nuestras aulas, reflejo constante de la comunidad, vemos niños que viven en un clima violento en sus casas, donde es muy probable que ellos mismos sean las víctimas.
Frente a esta realidad, el ser humano ha desarrollado mitos y prejuicios para comprenderla, así nos paramos frente a esta problemática con pre – conceptos que nos impiden abordar la situación; también nos paraliza el carecer de respuestas para esta realidad y no conocer el modo de operar sobre ella para modificarla.
En el aula, lo importante es saber que el docente desde su rol específico puede desarrollar únicamente una tarea de prevención primaria, promover el desarrollo de un entorno de contención y convertirse en guía  en el momento de buscar ayuda; el tratamiento y el revertir la situación corresponderá a especialistas. Concepto de violencia: La violencia se puede definir como el uso de una fuerza abierta u oculta con el fin de obtener de un individuo o grupo lo que no quieren libremente.
El tema de la violencia está estrechamente vinculado al poder, toda situación de violencia es una situación de poder.
Al analizar la manera en que se ejerce el poder en la sociedad lo hacemos desde una concepción jurídica.
Foucault señala que existen redes sociales en las cuales el poder circula y que el ejercicio del poder se fue modificando a lo largo de la historia. Antiguamente se ejercía el poder sobre la totalidad de la sociedad, pero al complejizarse la red de relaciones hay elementos que se escapan a su control; se hace necesario, entonces, un nuevo mecanismo que controle las cosas y las personas en cada detalle, de esta forma el poder se ejerce sobre el individuo y no sobre el cuerpo social en su totalidad.
Esta técnica de individualización se ve aplicada en el ejército y en la educación.
En la escuela se hace cotidianamente uso de técnicas de mantenimiento de poder y control del otro sin siquiera notarlo. Al concentrar cientos de alumnos, se busca la forma de que cada educando este bajo la vigilancia constante del docente; así aparecen las notas cuantitativas, los exámenes, los concursos, etc., que representan la posibilidad de “ clasificar a los individuos de tal manera que cada uno esté exactamente en  su lugar, bajo los ojos del maestro o en la clasificación – calificación o el juicio que hacemos de cada uno de ellos” (foulcault,   “Las redes del poder”). Por ejemplo, la ubicación en fila no es casual, permite individualizar a cada uno y ejercer un control sobre ellos.
Como en los grupos, en una clase social, en la sociedad existen mallas de poder y cada individuo tiene una localización exacta en esa red de poder.
La violencia es un fenómeno sobre el cual experimentamos muchas vivencias. Nos rodea y la mayoría de las veces como una presencia “ invisible” acompaña nuestras interacciones diarias.
En nuestro mundo privado, familia y amigos, buscamos por todos los medios evitar que el maltrato circule y nos dañe; pero la violencia se desarrolla en diferentes ámbitos: social, político, económico, y por supuesto el familiar. Sin embargo, en nuestra sociedad, consideramos a la familia como un reducto de amor en donde nos parece inaceptable la coerción física o psíquica.
La violencia  doméstica o familiar no es un problema moderno, pero sólo en las últimas décadas la sociedad parece preocupada por ponerlo de manifiesto y hallar soluciones.
El término “ violencia familiar” hace referencia a una situación de poder y alude a todas las formas de abuso que se dan en las relaciones entre los miembros de la familia; entendiendo por relación de abuso toda conducta que, por acción u omisión, ocasiona daño físico y / o psicológico a otro miembro de la familia. Para hablar de violencia familiar, esta relación de abuso debe ser crónica, permanente o periódica; en este concepto no se incluyen las situaciones de maltrato infrecuente o esporádico.
En general la violencia es ejercida sobre los miembros más débiles de la familia, niños, mujeres y ancianos y es el adulto masculino quien más frecuentemente utiliza las distintas formas de abuso. Existen casos de hombres maltratados, pero constituyen alrededor del 2 % de los casos.
Las formas de abuso que existen son: físicas, sexuales o emocionales.
El tema de la violencia familiar es un problema social. Comúnmente se cree que al desarrollarse en el ámbito privado de al familia es una cuestión de cada uno; pero si consideramos que cualquier acto de violencia de una persona contra otra es un crimen, este problema deja de ser privado para ser social; dado que los mismos se proyectan sobre la comunidad con distintas manifestaciones, respondiendo éstas al origen del acto sufrido pasivamente. Por ejemplo personas sometidas a situaciones crónicas de violencia familiar presentan: debilitamiento progresivo, traduciéndose en enfermedades psicosomáticas, depresión, disminución en el rendimiento laboral.
Los niños que prenden en su hogar modelos de relación violentos tienden a reproducirlos a través de conductas delictivas o actos de maltrato.
En la mitad de los hogares argentinos se ejerce alguna forma de violencia; muchas de estas situaciones pasan inadvertidas porque el maltrato es de índole psicológica no dejando huellas observables en lo físico. Pero las mismas dejan “ marcas” en lo psíquico a quienes la padecen.
No debemos de olvidarnos de los medios de comunicación, que día a día  ponen frente a nosotros su dosis de violencia. Cuando ésta aparece en filmes es sencillo explicar que no es más que una película, pero hay otro tipo de violencia que se ejerce sobre el adolescente, quien en busca de su identidad toma a veces como modelos esos prototipos de violencia para manejarse en el medio social en el que actúa.
Es necesario que desde nuestro rol de educadores estimulemos el desarrollo de una visión crítica frente al manejo de la información que realizan los medios de comunicación masiva.
Violencia en la escuela.
Desde hace algunos años vemos como noticia en los diarios distintos hechos que hablan de la violencia dentro de las escuelas; todo ha llegado al punto que, lo que antes nos sorprendía, hoy parece un dato más, una anécdota más dentro de las aulas.
Para comprender estas situaciones de violencia debemos reflexionar sobre ellas, teniendo en cuenta el contexto social, es decir, el marco en el cual se desarrolla la vida de la institución escolar y las relaciones internas que existen.
Analizamos en primer término la estructura interna, las relaciones internas que se dan en la institución escolar.
Si consideramos que el niño puede estar oprimido dentro del sistema educativo, primero debemos comprender esta estructura de opresión, que no solamente oprime al chico, sino también al docente, es decir, tomar un abordaje global en el cual no hay víctimas ni victimarios, no es el docente el  victimario y el niño la víctima.
Una primera mirada nos podría señalar que es el maestro quien detenta el poder y entonces es el victimario, pero esto no es así porque “ el docente es tan víctima del sistema educativo como el alumno. El docente está socializado en una sacralización, en una idealización del método educativo, y está excluido en la elaboración de los planes, está enajenado de su propia necesidad, hay un discurso del poder que le marca al docente un ideal.” ( Ana María Quiroga).
Por eso, al hablar de la opresión del sistema educativo no debemos dejar de lado al docente y tomar únicamente al niño.
La experiencia cotidiana nos hace saber que en las escuelas existen relaciones de poder, que hay un desempeño de autoridad de los directivos y de los docentes, que en muchos casos se sigue privilegiando el modelo pedagógico tradicional y que son elementos que tienen que ver con la dinámica institucional y que pueden incidir para que la violencia se potencie o para que se produzcan cosas que hagan lugar a la violencia. Las relaciones existentes dentro de la institución serán las que favorezcan o desalienten la existencia de violencia.
Hay escuelas donde los niños están entusiasmados en diversos proyectos, donde son protagonistas y partícipes, donde pueden canalizar sus energías; en estos lugares es más difícil que aparezcan casos de violencia; pero en otras instituciones educativas hay sistemas internos altamente autoritarios, donde podría pensarse que la violencia no debería existir, pero el día que falta la figura que representa la autoridad se producen los hechos de violencia.
La escuela es una construcción social específica y en cada una de ellas se van a desarrollar prácticas particulares que van a tener un modelo disciplinario o el modelo pedagógico que comparte esa comunidad educativa.
Algunas escuelas teniendo en cuenta el contexto en que están inmersas generan prácticas donde el niño puede encontrar su propio espacio para el desarrollo de sus potencialidades. Se persigue que el niño adquiera diferentes niveles de responsabilidad, teniendo en cuenta sus posibilidades reales y tendiendo al desarrollo de la autogestión. Este modelo tiende a que el niño aprenda a manejar su libertad con responsabilidad y respetando a sus semejantes, sin perder la institución escolar su función normativa. No se trata de generar un sistema permisivo, se apunta al desarrollo de la responsabilidad.
Lo importante es no descontextualizar al niño, sabemos que trae aprendizajes previos adquiridos  en el proceso de socialización primaria; en su familia existen pautas de transacción que vamos a ir conociendo, que son parte de él.
Conociendo todo podremos buscar el modo de evitar que el niño entre en conflicto al presentársele normativas diametralmente opuestas; el conocer nos permitirá modificar poco a poco la situación y permitir que ocurran nuevos aprendizajes paulatinamente.
Si sometemos al niño a una normativa totalmente diferente, entonces entrará en conflicto y es así  como muchas veces ocurre el fracaso escolar; la escuela no es capaz de contener en su seno a los educandos, eso tiene que ver con la descontextualización.
Violencia en la E.G.B.
Si analizamos el fenómeno de la violencia en la escuela primaria, buscando relación con distintas variables podemos encontrar a partir de la comparación entre muchos casos que hay un punto fundamental que los une: la violencia está estrechamente ligada con la crisis socio – económica.
La familia al carecer de los medios económicos debe generar estrategias de supervivencia para sobrevivir; entendiendo por éstas a las distintas alternativas que el ingenio popular desarrolla para sobrevivir, para dar respuesta a sus necesidades básicas. Por ejemplo, hay familias que viven en la calle, desmembrándose; los niños van a trabajar a corta edad exponiéndose a diferentes riesgos. Niños que alternan el mundo del trabajo con el mundo escolar, con pautas totalmente opuestas, en su labor de subsistencia aprende por fuerza conductas violentas que luego repite en la escuela.
Los comportamientos esperados de él en su familia son los esperados en la escuela. Es así como entra en conflicto.
En el mundo del trabajo, en general desarrollado en la vía pública, ha aprendido a manejar un modelo de relación distinto, es el modelo del “ más fuerte”, del “ sálvese quien pueda”, del “ que pega primero, pega dos veces”; en la escuela el modelo es el opuesto: “ debes ser bueno”, “ pórtate bien”, cumplir con lo que te indican los mayores.
Otra diferencia está dada por la recompensa que obtiene en uno y otro ámbito; fuera de la escuela su recompensa es material, mientras que en ésta es moral, abstracta. Es éste otro punto de conflicto, el niño está acostumbrado a “ ver” su recompensa  frente a las conductas.
En síntesis, el chico que participa de las estrategias de supervivencia familiares, lo hace la mayor parte del día; el resto del tiempo concurre a la escuela, aunque no siempre con regularidad.
Evolutivamente es distinto de los otros niños, su realidad lo ha hecho madurar distinto, sus preocupaciones y su historia son distintas.
La escuela sanciona al niño que no actúa de acuerdo a lo que la institución espera de él. Nuestro desafía es buscar el camino para lograr que el niño permanezca en el sistema educativo, mostrándole alternativas de relación diferentes  a la violencia.
Debemos repensar una respuesta pedagógica, en la cual sin perder lo normativo se articulen las necesidades de los niños. Por ejemplo, para vincularme con él, no voy a respetar su necesidad de robar, voy a establecer como norma que eso está mal, pero sí voy a ayudar  a que encuentre la forma de conseguir recursos para la subsistencia, diferentes al robo, por ejemplo aprender un oficio.
Violencia en el Polimodal
En este nivel del sistema educativo también hemos visto el surgimiento de muchísimos hechos de violencia: violencia de alumnos a profesores, de profesores a alumnos, de alumnos entre sí.
Aquí se hace presente el “ conflicto generacional”.
La creación de este conflicto y su posterior resolución es la tarea normativa de la adolescencia. Sin este conflicto no habría reestructuración psíquica.
Los actos de independencia o de rebeldía, desde la desobediencia civil hasta la libertad sexual son frecuentemente:
a) El resultado de rupturas violentas de las dependencias.
b) Producto de privaciones, tratando así que, a través de estos actos, el mundo reconozca sus deudas y le restablezca el marco que perdió en algún momento de su vida.
Cuando no es así, el grupo que el adolescente encuentra para identificarse o en el conjunto de individuos aislados que constituyen un grupo, aparecen estos elementos de la lucha adolescente: violencia, estallidos, robos, etc. Si nada ocurre, los miembros se sienten inseguros respecto de lo real de su protesta. Si en cambio el acto es visible, si cobra notoriedad, los hace” sentir reales”, hará que se cohesionen. Estos actos pertenecen a todo el grupo, el grupo está cambiando y los
individuos están cambiando a sus grupos, esto les permite “ sentirse reales”.
Winnicot dice: “ se trata de cómo ser adolescente durante la adolescencia algo que requiere una enorme valentía… Esto no significa que debamos decir miremos a estos adolescentes dedicados a vivir su adolescencia, debemos tolerar cualquier cosa y dejar que rompan las ventanas. No es esto lo que quiero decir, sino que es a nosotros a quienes se desafía y debe vivir ese desafío como parte de la vida adulta.”
Frente a esta realidad hay que repensar las prácticas, los contenidos, ver quienes son los destinatarios de esos contenidos, actualizarlos, y tratar de adecuar estos contenidos a la realidad.
La violencia que se puede generar es una emergente de la desarticulación que tiene la escuela con la realidad, es decir, no se tiene en cuenta que es lo que necesitan los chicos, esto es generar  de alguna forma violencia.
El docente del adolescente debe manejar sus propios códigos, para ser reconocido. Tarea muy difícil ésta, dado que los mismos profesores ven en jaque su rol; esto se debe a que con la falta de presupuesto educativo es como si todo lo referente a la educación pierde el status y el valor que la educación merece.
El modelo de institución que se presenta, a veces, no tiene nada que ver con lo que ellos necesitan; el adolescente es transgresor, entonces hay que permitirle que haga cosas, darles sus propios espacios. Necesita construir un espacio con pertinencia, con producción, con respeto frente a lo que hace, con modelos con los cuales pueda identificarse, que le permitan que se sienta seguro y también que le puedan poner un límite, porque lo necesita. Así vamos a ver que las situaciones de violencia serían menores.