El fenómeno de la violencia infantil

El fenómeno de la violencia infantil.

El término maltrato hace referencia a la agresión física; en ocasiones parece describir también la falta de cuidados físicos necesarios, el abuso sexual, el abandono emocional, los aspectos relacionados con la intencionalidad del adulto que provocan el sufrimiento infantil, la gravedad de la lesión o el abandono, la desviación de los stándares sociales, también constituyen algunos de los criterios que delimitan el maltrato.
Hay definiciones claramente ambiguas en las que no existen criterios: falta de un ambiente de desarrollo apropiado, trato inadecuado…, que generan graves problemas.
En primer lugar, permiten una amplia y potencialmente peligrosa interpretación de cada situación por parte de la justicia, servicios sociales e investigadores.
En segundo lugar,  en ausencia de criterios claros se corre el riesgo de no detectar casos en los que se requiere protección y de intervenir en otras situaciones donde no se da el maltrato.
Los diferentes tipos de maltrato son heterogéneos en su etiología, secuelas y tratamientos; si se los considera globalmente, no es posible analizar la relación entre el patrón de cuidados inadecuados, las causas del mismo, efectos en el niño, y eficacia en la prevención o tratamiento.
La consideración de maltrato de la sociedad occidental actual responde a las expectativas y necesidades. Inicialmente se reducía a la agresión física, posteriormente se incluyó la negligencia y en la actualidad es cuando comienza a considerarse el abandono y la hostilidad emocional como forma de maltrato.
Asimismo determinadas ideologías influyen para negar otros tipos de maltrato; el desconocimiento u omisión del abuso sexual que padecen sobre todo los niños sólo se entiende en un contexto caracterizado por la violencia y dominancia del hombre sobre la mujer.
Tipos de maltrato.
A grandes rasgos tres características definen los momentos iniciales de la existencia humana.
a) Incapacidad para vivir por sus propios medios.
b) Necesidad de establecer vínculos con las figuras de apego, garantes de la supervivencia.
c) Interacción con el entorno a partir de un mecanismo de asimilación – acomodación.

En nuestra sociedad el grupo familiar constituye el primer contexto responsable de la supervivencia del niño, de satisfacer las necesidades primarias físicas (alimentación – abrigo – protección contra el peligro) y socio – emocionales (afecto – atención – interacción – aceptación de juegos).
Desde este presupuesto debemos considerar maltrato a cualquier acción u omisión, no accidental, por parte de los padres o cuidadores que comprometen la satisfacción de tales necesidades básicas.
Operacionalización de términos.
Abuso físico.
Cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedad, incluye golpes, palizas, quemaduras, arrancamiento de cabello, cortes, etc.
No siempre se pueden percibir daños en el niño, ya que entre el momento de la agresión y la búsqueda de ayuda el tiempo transcurrido es prolongado o bien no se da  el reclamo de atención. Sus manifestaciones son: quemaduras, hematomas, rotura de huesos, etc.
Abuso sexual.
Cualquier clase de contacto sexual en un niño menor de 18 años por parte de un familiar – tutor adulto desde una posición de poder o autoridad sobre él.
Se considera abuso de poder la superioridad física y económica del adulto sobre el niño y del hombre sobre la mujer.
Abandono físico.
Las necesidades físicas alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia ante situaciones peligrosas no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño.
Los índices que permiten sospechar este tipo de maltrato son: retraso en el crecimiento, enfermedades no tratadas como: caries, defectos auditivos, ortopédicos, lesiones, hambre, sueño excesivo, vestido insuficiente o inadecuado, falta de higiene, ausentismo escolar.
Abandono emocional.
La falta persistente de respuesta a las señales (llantos, sonrisas) expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciados por el niño y falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de una figura estable. Lo que define este tipo de maltrato es su carácter crónico; la frecuencia de interacción es nula o mínima.
El niño necesita estabilidad en sus relaciones de afecto, constancia y las figuras de apego no son intercambiables.
Además la necesidad de proximidad, interacción y contacto varía con la edad.
Indicadores de este maltrato son: retraso en el crecimiento (aunque no haya problemas de alimentación), retraso intelectual y del lenguaje, falta de expresividad, tristeza, apatía, dificultades para establecer vínculos sociales.

Abuso emocional.
Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla, desprecio, crítica, amenaza de abandono, bloqueo constante de las iniciativas de interacción (desde la evitación hasta el encierro) por cualquier miembro adulto del grupo familiar.
Factores de riesgo.
Se han conceptualizado tres modelos diferentes:
1-Modelo sociológico.
2-Modelo psicológico psiquiátrico,
3-Modelo centrado en la vulnerabilidad del niño.
Modelo sociológico.
Desde este punto de vista se considera que el maltrato tiene origen social, económico y cultural. Quienes lo defienden tratan de demostrar la importancia de variables tales como: nivel de ingresos, la ocupación laboral, estado civil, etc. Dentro de este modelo social es preciso hacer una diferencia entre dos conjuntos de variables enmarcadas en dos niveles: nivel macrosocial y microsocial.
Nivel macrosocial.
Clase social: el  maltrato o abuso se produce con más frecuencia en las clases bajas, pero puede producirse de manera similar en otros estratos, sucede que sólo se conocen y detectan los de los más desfavorecidos porque son los que acuden a los servicios sociales.
Dado que pertenecen a clase baja, hay una serie de correlatos como hacinamiento, falta de acceso a la cultura y los medios de información.
Estado civil de la madre: se demuestra una mayor presencia de familias con una única figura parental o con una grave inestabilidad de pareja; predominan madres solteras, separadas, concubinato.
Situación laboral: dentro de este item consideramos:
a)Desempleo: las relaciones paterno filiales se ven afectadas por sentimientos de inseguridad, impotencia, depresión; todo esto agudiza la tensión.
b)Insatisfacción: a medida que aumenta el sentimiento de insatisfacción se utilizan más los castigos físicos y menos los razonamientos verbales.
Nivel microsocial.
Soporte social: las familias aisladas socialmente no poseen la posibilidad de modificación de sus pautas de comportamiento, al no existir personas ajenas al núcleo familiar que la critiquen y al no recibir modelos de conductas alternativas.
Tipo de constitución familiar: el excesivo número de hijos, poco esparcimiento entre ellos, son factores situacionales que pueden provocar alteraciones en el desarrollo normal de las relaciones.
Nivel de ajuste marital: en familias con malos tratos se ha demostrado que el conflicto y discordia marital son frecuentes. Estos conflictos suelen llegar a niveles extremos donde además del maltrato a los niños se produce el maltrato entre los cónyuges.
El conflicto entre la pareja, al aumentar el nivel de hostilidad provoca un aumento del comportamiento agresivo. Como el castigo físico hacia los niños es socialmente más aceptado, se produce un desplazamiento de la agresividad hacia el niño favoreciendo la aparición del maltrato.
Modelo psicológico psiquiátrico
Desde este modelo se considera que el factor prioritario para explicar el comportamiento de maltrato o abandono se encuentra en las características psicológicas de los perpetradores.
La mayoría de estos sujetos no son enfermos mentales; sí, se han constatado una serie de características  de personalidad que reflejan un estado de desajuste o malestar emocional generalizado y permanente.
Vulnerabilidad del niño
Se trata aquí de conocer las características de la infancia en general y de algunos niños que determinan la aparición del maltrato.
Características de la infancia en general: la indefensión del niño al nacer, esa necesidad de cuidado permanente lo hace proclive a que ante situaciones de anormalidad familiar la primera víctima sea el más débil.
Niños que favorecen el maltrato: existe una serie de condiciones específicas que facilitan que sean unos niños y no otros las víctimas:
Niños no deseados.
Niños con disminuciones psíquicas o físicas.
Niños con enfermedades frecuentes y severas que requieren atención permanente.
Mitos
Las razones por las cuales el fenómeno de la violencia aparece oculto son porque funcionan una cantidad de mitos respecto de este tema.
Los mitos son creencias aceptadas como válidas sin ser sometidas a reflexión crítica.
Algunos de ellos son los siguientes:
* Los casos de violencia familiar son escasos, no representan un problema grave, esto es inexacto, se calcula que alrededor del 50% de las familias sufre algún tipo de violencia.
* La violencia familiar es producto de algún tipo de enfermedad mental, se ha comprobado que es muy bajo el índice de problemas psico – patológicos; debería conceptualizarse como enfermedad social.
* Es un fenómeno que ocurre en las clases sociales más carenciadas, no es cierto, se da en todos los estratos sociales; lo que sucede es que en algunos hay más recursos para ocultarlos.
* El alcohol es la causa, es un factor de riesgo y no etiológico.
* La mujer que está en una relación de abuso le gusta, por eso se queda, no se ha encontrado un solo caso de “ mujer golpeada” que manifieste placer con la actividad violenta.
* Se lo buscan, algo hacen para provocarlo, de este modo se busca un justificativo para la violencia.
* La violencia es algo innato, no es así, es una conducta aprendida de modelos familiares y sociales y tomada como recurso para resolver situaciones.