El vocabulario de Michel Foucault: letra A. Arqueología

El vocabulario de Michel Foucault: letra A

Arqueología
(Archéologie). Orden. Les Mots et les choses lleva como subtítulo “Una arqueología de las ciencias humanas”. El prefacio, en efecto, presenta la obra no como una historia en el sentido tradicional del término, sino más bien como una arqueología cuyos problemas de método serán estudiados en una obra posterior (que será L’Archéologie du savoir) (MC, 13). Ya en L’Histoire de la folie à l’âge classique Foucault concebía su práctica de la historia como una arqueología del saber (HF, 314). La arqueología no se ocupa de los conocimientos descriptos según su progreso hacia una objetividad, que encontraría su expresión en el presente de la ciencia, sino de la episteme, en la que los conocimientos son abordados sin referirse a su valor racional o a su objetividad. La arqueología es una historia de las condiciones históricas de posibilidad del saber. Éstas dependerían de la “experiencia desnuda del orden y de sus modos de ser” (MC, 13). Entre los “códigos fundamentales de una cultura” y las teorías científicas y filosóficas que explican por qué hay un orden, existe para Foucault una “región intermedia” –”anterior a las palabras, a las percepciones y a los gestos que deben traducirla con mayor o menor exactitud […]; más sólida, más arcaica, menos dudosa, siempre más verdadera que las teorías” (MC, 12)– que fija, como experiencia del orden, las condiciones históricas de posibilidad de los saberes. La arqueología se propone analizar, precisamente, esta “experiencia desnuda” del orden. En este nivel, el trabajo de Les Mots et les choses no nos muestra el movimiento casi ininterrumpido de la ratio europea, sino dos grandes discontinuidades: la que separa el renacimiento de la época clásica y la que distancia a ésta de la modernidad (MC, 13-14). Historia, monumento, documento. La arqueología del saber se sitúa en este cambio (ni reciente ni acabado) por el cual la historia redefine su posición respecto de los documentos. La tarea primera de la historia ya no consiste en interpretar el documento, determinar si dice la verdad o señalar su valor expresivo, sino más bien en trabajarlo desde el interior: “ella lo organiza, lo divide, lo distribuye, lo ordena, lo reparte en niveles, establece series, distingue lo que es pertinente y lo que no lo es, señala elementos, define unidades, describe relaciones” (AS, 14). En otros términos, en lugar de tratar los monumentos como documentos (lugar de la memoria del pasado), ahora los trata como monumentos. No busca en ellos las huellas que han podido dejar los hombres, sino que despliega un conjunto de elementos, los aísla, los agrupa, establece relaciones, los reúne según niveles de pertinencia. Los efectos de superficie de este cambio de posición de la historia respecto del estatuto del documento han sido, en primer lugar, en el campo de la historia de las ideas, la multiplicación de las rupturas, y en la historia propiamente dicha, la aparición de los grandes períodos (AS, 15). Otras consecuencias de este cambio de posición han sido: la nueva importancia de la noción de discontinuidad (AS, 16-17); la posibilidad de una historia general, no de una historia global (AS, 17-19); nuevos problemas metodológicos (la constitución de un corpus coherente, la determinación del principio de selección, la definición del nivel de análisis, la delimitación de conjuntos articulados, el establecimiento de las relaciones entre ellos) (AS, 19-20). Historia de las ideas. Como respuesta a estos nuevos problemas metodológicos, Foucault ha elaborado una serie de nociones (formaciones discursivas, positividad, archivo) y ha definido un dominio de análisis (enunciados, campo enunciativo, prácticas discursivas). “La arqueología describe los discursos como prácticas específicas en el elemento del archivo” (AS, 174). En este sentido, la arqueología se distingue de la historia de las ideas. Los grandes temas de la historia de las ideas son la génesis, la continuidad, la totalización, el pasaje de la no-filosofía a la filosofía, de la no-cientificidad a la ciencia, de la no-literatura a la obra. La arqueología no es una disciplina interpretativa; no trata los documentos como signos de otra cosa, sino que los describe como prácticas. Por ello no persigue establecer la transición continua e insensible que une todo discurso a lo que lo precede y a lo que lo sigue, sino su especificidad. No está ordenada a la obra (para encontrar allí la expresión de la individualidad o de la sociedad, la instancia del sujeto creador –no es ni psicología ni sociología–); define prácticas discursivas que atraviesan las obras. Finalmente, tampoco pretende establecer lo que ha sido dicho en su identidad (lo que los hombres han pensado, querido, intentado o deseado decir en el momento en que proferían sus discursos), sino que es una reescritura de los discursos en el nivel de su exterioridad (AS, 182-183). Entre arqueología e historia de las ideas encontramos cuatro grandes diferencias: 1) Respecto de la asignación de la novedad. La arqueología no está en la búsqueda de las invenciones o del momento en que algo fue dicho por primera vez, sino de la regularidad de los enunciados. 2) Respecto del análisis de las contradicciones. Las
formaciones discursivas, objeto de la descripción arqueológica, no son un texto ideal, continuo. La descripción arqueológica quiere mantener sus múltiples asperezas. 3) Respecto de las descripciones comparativas. Al suspender la primacía del sujeto y, de este modo, no reducir el discurso a la expresión de algo que sucede en el interior de un cogito, la arqueología no pretende tampoco ser un análisis causal de los enunciados que permitiría relacionar punto por punto un descubrimiento y un hecho, un concepto y una estructura social. La arqueología se inscribe en la historia general; quiere mostrar cómo la historia (las instituciones, los procesos económicos, las relaciones sociales) puede dar lugar a tipos definidos de discurso. 4) Respecto del establecimiento de las transformaciones. La contemporaneidad de varias transformaciones no significa para la arqueología una exacta coincidencia cronológica. Numerosas relaciones son posibles entre ellas. La ruptura es el nombre que reciben las transformaciones que afectan al régimen general de una o varias formaciones discursivas. Por ello la época no es la unidad de base. Si la arqueología habla de época, lo hace a propósito de prácticas discursivas determinadas. Foucault aborda cada uno de estos temas en AS, 184-231. Formalización e interpretación. La arqueología define una metodología de análisis de los discursos que no es ni formalista ni interpretativa (AS, 177). Mientras la unidad de trabajo de las metodologías formalistas es la proposición-significante y la de la interpretación es la frase-significado, la arqueología se ocupa de enunciados y formaciones discursivas. Véanse las respectivas entradas. Otras arqueologías. Hasta el momento de la publicación de L’Archéologie du savoir (1969), la episteme era una modalidad de interrogación de los saberes. En este sentido, se trataba de arqueologías orientadas a la episteme. De todos modos, Foucault piensa en la posibilidad de otras descripciones arqueológicas, no orientadas a la episteme: una arqueología de la sexualidad, de la pintura, de la política (AS, 251-254). Geología, genealogía. “Mi objeto no es el lenguaje, sino el archivo, es decir, la existencia acumulada de discursos. La arqueología, como yo la entiendo, no es pariente de la geología (como análisis del subsuelo) ni de la genealogía (como descripción de los comienzos y las sucesiones), es el análisis del discurso en su modalidad de archivo” (DE1, 595). Kant. Ha utilizado el término “arqueología” para referirse a la historia de lo que hace necesaria una forma de pensamiento. El texto de Kant es: Fortschritte der Metaphysik, en Gesammelte Schriften, Berlín, Walter de Gruyter, t. XX, 1942, p. 341. Éste es el terreno de la arqueología; no el de Freud, como piensa Steiner (DE2, 221). Véanse además: Enunciado, Episteme, Formación discursiva, Filosofía, Saber.
Archéologie [273]: AN, 24, 55, 98, 100. AS, 15, 27, 173, 177-178, 182-183, 189-190, 192, 194, 199-200, 206-209, 212-213, 215-216, 218-223, 225, 227-228, 230-233, 235, 239, 244, 251-252, 255, 265, 268-271. DE1, 160, 296, 498-500, 543, 575, 587, 589,
595, 599, 602, 606, 663, 676, 681, 696, 708, 730, 771-772, 776-778, 786-787, 832, 843-844. DE2, 104, 107, 157-158, 166-167, 173, 182, 192, 207, 221, 239, 242, 405-406, 521-522, 643-645, 752, 759, 790, 808, 813. DE3, 28-31, 37, 39, 88, 167, 235, 300, 399, 404-405, 419, 468, 582, 585, 678. DE4, 42, 57, 71-72, 196, 283, 393, 437, 443, 451, 457, 530, 599, 618, 632, 652, 730. HF, 113, 144, 314. HS, 468. HS1, 172. HS2, 19. IDS, 11, 20, 167, 191. MC, 13-15, 64, 142, 214, 220-221, 229-230, 274, 281, 290, 318, 377, 398. MMPE, 26. MMPS, 26. PP, 14, 20, 89, 92, 197, 238-239, 256-258.

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