El vocabulario de Michel Foucault: letra A. Animalidad

El vocabulario de Michel Foucault: letra A.

Animalidad
(Animalité). Locura. Los bestiarios medievales eran bestiarios morales (los animales expresaban simbólicamente los valores de la humanidad). Durante el renacimiento, en cambio, las relaciones entre la animalidad y la humanidad se invirtieron (los animales fantásticos representaban los secretos de la naturaleza del hombre). El clasicismo, por su parte, ha mostrado un pudor extremo ante todo lo inhumano (justificando la práctica del encierro), excepto respecto de la locura. En el asilo encontramos así la sinrazón que se oculta y la locura que se muestra y adquiere la figura de lo monstruoso. Más precisamente, es su violencia la que ha sido objeto de espectáculo. Se la encierra en razón de su peligrosidad social, pero se la muestra, en cambio, por la libertad animal que ella manifiesta. En efecto, esta animalidad no será la manifestación de lo diabólico en la sinrazón, ni de las potencias infernales, sino de la relación inmediata del hombre con su animalidad (HF 198-199). Los animales imposibles, que surgen de la imaginación de la locura, le revelarán al hombre los secretos de su naturaleza (HF, 36-37). • Sin perseguir la finalidad de castigar o de corregir, los locos, cuya violencia animal era difícil de dominar, fueron objeto de prácticas extremas de sujeción (atados a los muros, a las camas, con grillos en las piernas, las muñecas, el cuello, etc.). A través de esta violencia sin medida, la imagen de la animalidad atormenta el mundo asilar. Posteriormente, en una perspectiva evolucionista, esta animalidad será considerada como la esencia de la enfermedad; pero para la época clásica, por el contrario, es signo de que el loco no está enfermo. La animalidad, en efecto, lo protege de las debilidades que provoca la locura. Esta animalidad feroz exige ser domada, domesticada. A través de la animalidad, la locura no encontrará las leyes de la naturaleza, sino las mil formas de un bestiario en el que el mal ya no tiene lugar. Entre la experiencia de la animalidad como manifestación de las potencias del mal y nuestra experiencia positiva, evolucionista, se sitúa la experiencia clásica, una experiencia negativa de la animalidad. En la locura, en efecto, la relación con la animalidad suprime la naturaleza humana (HF, 197-212). • Hacia fines del siglo XVIII, la tranquilidad del animal constituye un rasgo propio de la bondad de la naturaleza. Ahora es alejándose de la vida inmediata del animal –es decir, con la aparición del medio– que surgirá la posibilidad de la locura. El medio desempeñará ahora el papel antes jugado por la animalidad (HF, 465-467). • La leyenda del encuentro entre Pinel y Couthon cuenta la historia de una purificación: el loco purificado de su animalidad violenta y salvaje. Le queda ahora una animalidad dócil, que no responde violentamente a la coerción y al adiestramiento (HF, 592-593). Biología. Para el saber de la vida del siglo XIX, la animalidad representa nuevos poderes fantásticos. En ella se percibe mejor el enigma de la vida (MC, 289-291). Politicidad. Durante milenios el hombre ha sido, como para Aristóteles, un animal, y además, capaz de una existencia política. El hombre moderno, en cambio, es un animal en cuya vida política su propia animalidad es objeto de cuestionamiento (HS1, 188). Véanse también: Biología, Biopoder.
Animalité [66]: AN, 283. DE1, 234. DE2, 17. HF, 36-37, 197-209, 212, 256, 465, 467, 475, 529, 543, 552, 592-594, 603, 609, 640. HS3, 247. MC, 120, 289-290. RR, 90.

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