El vocabulario de Michel Foucault: LETRA E. Éthos

El vocabulario de Michel Foucault: LETRA E

Éthos
El éthos para los griegos es un modo de ser del sujeto que se traduce en sus costumbres, su aspecto, su manera de caminar, la calma con que afronta los acontecimientos de la vida. El hombre que posee un éthos bello y que puede ser admirado y citado como ejemplo es el que practica su libertad de manera refleja (DE4, 714). Actitud de modernidad. En lugar de tomar la modernidad como un período y distinguir, así, entre “moderno”, “premoderno” y “postmoderno”; Foucault toma la modernidad como una actitud, como un éthos en el sentido griego del término, es decir, como una elección voluntaria de una manera de pensar y sentir, de obrar y conducirse, como marca de pertenencia y como tarea (DE4, 568). Esta actitud se caracteriza negativa y positivamente. 1) Caracterización negativa: Se trata de evitar el chantaje de la Aufklärung; no se trata de plantear la cuestión de la modernidad en términos de una alternativa simplista de aceptación o rechazo. “Es necesario intentar el análisis de nosotros mismos en cuanto seres históricamente determinados, en cierta medida, por la Aufklärung” (DE4, 572). Debemos preguntarnos por aquello que ya no es necesario para constituirnos como sujetos autónomos. No hay que confundir la Aufklärung con el humanismo: el principio de una exigencia por constituirnos a nosotros mismos como sujetos autónomos establece una tensión entre Aufklärung y humanismo. En efecto, este último supone una concepción universal del hombre. 2) Caracterización positiva: Se trata de una crítica práctica: la crítica kantiana se preocupaba por determinar los límites que el conocimiento no debía superar; la ontología del presente, en cambio, es una crítica que adopta la forma práctica de la superación posible del límite. Es una crítica arqueológica en su método (no es trascendental, no trata de establecer las estructuras universales de todo conocimiento): se ocupa de los discursos que articulan lo que pensamos, decimos y hacemos en tanto que acontecimientos (événements) históricos. Es una crítica genealógica en su finalidad: no se trata de deducir a partir de lo que somos lo que nos es imposible hacer o conocer, sino de deducir, a partir de la contingencia histórica que nos ha hecho ser lo que somos, la posibilidad de no ser, hacer o pensar lo que somos, hacemos o pensamos (DE4, 574). Se trata de una crítica experimental: un trabajo de nosotros sobre nosotros mismos en tanto que seres libres, una prueba histórica de los límites que podemos superar. Consiste en transformaciones parciales y no en las promesas de un hombre nuevo. Es una crítica que tiene su apuesta (enjeu), su homogeneidad, su sistematicidad y su generalidad. La apuesta es desconectar el crecimiento de las capacidades (producción económica, instituciones, técnicas de comunicación) de la intensificación de las relaciones de poder (disciplinas colectivas e individuales, procedimientos de normalización ejercidos en nombre del estado, exigencias sociales y regionales). En cuanto a la homogeneidad, se refiere a que el objeto de estudio son las prácticas. No se trata de analizar las representaciones que los hombres tienen de sí mismos ni las condiciones que los llevan a pensar de una determinada manera sin que ellos lo sepan, sino lo que hacen y el modo en el que lo hacen: las formas de racionalidad que organizan las maneras de hacer (aspecto tecnológico) y la libertad con la que actúan en estos sistemas prácticos (cómo reaccionan, cómo los modifican –aspecto estratégico–). La sistematicidad alude a que este conjunto de prácticas tiene tres dominios: las relaciones de dominio sobre las cosas (saber), las relaciones de acción con los otros (poder), las relaciones consigo mismo (ética). ¿Cómo nos hemos constituido como sujetos del saber, como sujetos que ejercen o padecen el poder, como sujetos éticos de nuestras acciones? Por último, la generalidad alude a que estas prácticas tienen un carácter recurrente. “La ontología crítica de nosotros mismos no hay que considerarla como una teoría, una doctrina, ni tampoco como un cuerpo permanente de saber que se acumula; es necesario concebirla como una actitud, un éthos, una vida filosófica en la que la crítica de lo que nosotros somos es, a la vez, análisis histórico de los límites que nos son impuestos y prueba de su posible transgresión” (DE4, 577). Baudelaire. Foucault también describe la actitud de modernidad a partir de la obra de Baudelaire. Véase: Baudelaire.
Ethos [6]: DE4, 525. HS2, 117, 191, 244. HS3, 110, 113.
Êthos [44]: DE4, 418, 526, 568, 571, 573-575, 577, 586-587, 714, 727, 800. HS, 25, 203, 227-228, 312, 318, 328, 356, 364, 398.

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