El vocabulario de Michel Foucault: LETRA F. Formación discursiva

El vocabulario de Michel Foucault: LETRA F

Formación discursiva

(Formation discursive). La formación discursiva es “un conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre determinadas en el tiempo y en el espacio, que han definido en una época dada, y para un área social, económica, geográfica o lingüística dada, las condiciones de ejercicio de la función enunciativa” (AS, 153-154). Las nociones de formación discursiva y enunciado reenvían la una a la otra. • La primera tarea de la arqueología es negativa; consiste en deshacerse de las categorías con las que se ha llevado a cabo, tradicionalmente, el análisis de los discursos: género, libro, autor. Una vez suspendidas estas categorías, Foucault formula cuatro hipótesis para delinear los instrumentos propios de la arqueología. A partir de cada una de ellas surgirán los conceptos que ésta utilizará para describir las formaciones discursivas. Enunciado, proposición, frase. Como hemos dicho (véase: Arqueología), la arqueología en cuanto método de análisis de los discursos no busca ser ni interpretación (referir los discursos a otra cosa, a la interioridad de la conciencia, por ejemplo) ni formalización (establecer las condiciones gramaticales, lógicas o lingüísticas de la formación de los enunciados). La arqueología es, más precisamente, un análisis de las condiciones históricas de posibilidad (del a priori histórico) que han hecho que en un determinado momento sólo ciertos enunciados y no otros hayan sido efectivamente posibles. Por ello, Foucault distingue la formación discursiva y el enunciado, como unidad de análisis, de la proposición/significante (objeto de la formalización) y de la frase/significación (objeto del trabajo de la interpretación). Estas diferencias pueden resumirse como sigue: 1) En relación con el objeto: la frase remite a un correlato que le confiere sentido; la proposición, a un referente que determina su valor de verdad; el enunciado, a un referencial constituido por las reglas que definen las condiciones históricas de aparición de los objetos. 2) En cuanto al sujeto: el autor es el sujeto de la frase; el sujeto sintagmático es el de la proposición; el sujeto del enunciado, por su parte, está determinado por el conjunto de reglas que determinan quién puede proferirlo y a partir de cuáles condiciones. 3) En cuanto al dominio asociado: para la interpretación, las relaciones entre los enunciados son de orden lógico o retórico; para la formalización, se trata del orden sintáctico o lógico; la arqueología, por su parte, trata de describir un dominio de asociaciones que está constituido por las relaciones que se pueden establecer entre enunciados que comparten un mismo estatuto, entre enunciados que pertenecen a unidades heterogéneas, etc. 4) En cuanto a la materialidad: la materialidad de la escritura o del sonido constituyen la materialidad de la frase; la de los signos corresponde a la proposición; en el caso del enunciado, se trata del conjunto de instancias que posibilitan y rigen su repetición. Ahora bien, para comprender con más precisión estas diferencias entre el enunciado, por un lado, y la frase y la proposición, por otro, es necesario retomar cada una de las cuatro hipótesis que mencionábamos más arriba. En efecto, éstas establecen lo que se debe considerar el objeto, el sujeto, el dominio asociado y la materialidad de los enunciados (AS, 116-135). Objeto. La primera de las cuatro hipótesis de trabajo sostiene que la unidad de un conjunto de enunciados diferentes por su forma y temporalmente dispersos se funda en el hecho de que todos ellos se refieren a un único y mismo objeto. Consecuentemente, lo que nos permite individualizarlos es el referente, el correlato. A la luz de L’Histoire de la folie, Foucault concluye que, en lugar de intentar identificar un objeto único y permanente (lo que, en el caso de la locura, resulta imposible), deberíamos establecer, más bien, las reglas que determinan el espacio en el que los objetos se perfilan y se transforman. Estas reglas se manifiestan en tres niveles: 1) A través de las superficies de emergencias. En el caso de la locura, se trata de los lugares donde pueden surgir y manifestarse esas diferencias individuales que serán designadas, descriptas y analizadas en términos de enfermedad, anomalía, neurosis, psicosis, etc. Por ejemplo, la familia, el grupo social, el lugar de trabajo, etcétera. 2) A través de las instancias de delimitación; es decir, los diferentes estamentos sociales que designan, nombran o instauran los objetos. Siempre respecto de la locura, encontramos aquí a la medicina, la justicia penal, la autoridad religiosa, etcétera. 3) A través de las rejillas de especificación. Se trata de los sistemas según los cuales se separan, se oponen, se reagrupan, o se derivan unas de otras las diferentes locuras como objetos del discurso psiquiátrico. Por ejemplo, el par alma-cuerpo, la vida y la historia del individuo, etcétera. • Foucault observa, además, que la descripción precedente es insuficiente por dos razones: por una parte, no se puede sostener que el discurso sea el lugar donde vengan a situarse e instalarse objetos venidos del exterior y, por otra parte, es necesario definir las relaciones entre estos diversos niveles. La formación de los objetos depende de las relaciones que se establecen entre superficies de emergencia, instancias de delimitación y rejillas de especificación y estas relaciones no son ajenas al discurso. Éstas no explican cómo el objeto está constituido, sino por qué en una determinada época se ha comenzado a hablar, por ejemplo, de determinados comportamientos y conductas en términos de locura o enfermedad mental, cómo estas conductas y estos comportamientos se han evidenciado en el seno de la familia o del grupo social, cómo han sido designados y circunscriptos por los distintos estamentos sociales, de acuerdo con qué esquemas mentales han sido clasificados o catalogados, y, sobre todo, qué relaciones se han establecido entre estas diferentes instancias. A estas relaciones, por no ser ajenas al discurso, las podemos llamar relaciones discursivas, y se distinguen de las relaciones primarias, que se pueden establecer con independencia de todo discurso entre las instituciones, las técnicas u otros componentes de la sociedad, y de las relaciones reflexivas, esto es, de lo que discursivamente se dice a propósito de las relaciones primarias (AS, 55-67). Sujeto. La segunda hipótesis que Foucault examina sostiene que la unidad del discurso proviene de la forma y del tipo de encadenamiento de los enunciados, en una palabra, del estilo. Por ejemplo, en el caso de la medicina, podríamos sostener que lo que caracteriza a la medicina de comienzos del siglo XIX, a diferencia de los discursos médicos que la habían precedido, es la forma descriptiva de sus enunciados, que implica una misma manera de estructurar la observación (organización del campo perceptivo, estructuración de la espacialidad de los cuerpos, etc.) y un mismo modo de transcribirla. En La naissance de la clinique, Foucault concluye que la unidad del discurso clínico no proviene, en realidad, de la unicidad de las modalidades enunciativas, sino del conjunto de reglas que han posibilitado la coexistencia de todas estas diferentes modalidades enunciativas. Por ello, deberíamos interrogarnos: 1) Acerca del estatuto de quienes pueden, por reglamento o por tradición, por definición jurídica o por aceptación espontánea, pronunciar determinados enunciados. Como lo muestra claramente la historia de la medicina, la palabra médica no puede ser pronunciada por cualquier individuo; su valor, su eficacia y, en cierta medida, su poder terapéutico son indisociables del personaje institucionalizado que la pronuncia. 2) Acerca de los ámbitos institucionales que circundan al hablante. Por ejemplo, el hospital, la biblioteca oficial, el laboratorio, etc. 3) Acerca de las diversas maneras en las que el sujeto puede situarse respecto de determinados objetos o grupos de objetos. El sujeto puede situarse como interrogante o como percipiente o como transmisor. Así, a comienzos del siglo XIX el discurso médico ha sido definido por la organización del campo perceptivo y de la posición que en él pueden asumir los sujetos. 4) Por la manera en que estas instancias se relacionan mutuamente. • Las reglas que definen el estatuto de quien pronuncia o escribe un enunciado, los ámbitos institucionales que lo circundan, las diversas maneras en las que puede situarse respecto de un objeto o un dominio de objetos y las relaciones entre estas instancias constituyen el sujeto de un enunciado (AS, 68-74). Dominio asociado. La tercera hipótesis afirma que la unidad de los discursos se funda en la permanencia y en la persistencia de determinados conceptos. A propósito de las teorías acerca del lenguaje y de la historia natural, Foucault ha mostrado, en Les Mots et les choses, que no es posible organizar los conceptos como un conjunto permanente y coherente, estructurable en forma deductiva. Ante la imposibilidad de establecer un edificio conceptual deductivo que dé cuenta de la unidad del discurso, la tarea de la arqueología consiste en describir la organización del campo en el que los enunciados aparecen y circulan. Este campo supone: 1) Formas de sucesión, que implican: a) la manera en la que las series enunciativas se ordenan mutuamente (inferencia, demostración, esquemas de generalización) y el modo en que la temporalidad se espacializa en la linealidad de los enunciados; b) tipos de dependencias enunciativas: dependencia hipótesis-verificación, dependencia aserción-crítica, dependencia ley general-caso particular; c) esquemas retóricos: la manera en la que, por ejemplo, deducciones y descripciones se articulan dentro de un texto. 2) Formas de coexistencia, que incluyen: a) campo de presencias: todos los enunciados ya formulados en otra parte que son admitidos, criticados o excluidos y cuya admisión, crítica o exclusión se apoya en la verificación experimental, en la tradición, en su consistencia lógica, etc.; b) campo de concomitancia: enunciados que pertenecen a otro dominio de objetos o que pertenecen a otro tipo de discurso, pero que intervienen a título de analogía, o de premisa o de principio general; c) dominio de memoria: enunciados respecto de los cuales, sin que sean admitidos o discutidos, se establece una filiación o una génesis o una continuidad o una discontinuidad. 3) Procedimientos de intervención: técnicas de reescritura, métodos de transcripción, modos de traducción, medios para acrecentar la aproximación de los enunciados, modos de transferir enunciados de un campo a otro, métodos de sistematización de proposiciones, modos de delimitar la validez de los enunciados, métodos de distribución de los enunciados. Estas relaciones definen el campo asociado a un enunciado: los otros enunciados respecto de los cuales el enunciado en cuestión es un elemento, el conjunto de formulaciones a las cuales hace referencia, el conjunto de formulaciones que posibilita, el conjunto de enunciados que poseen el mismo estatuto, etc. La existencia y la exigencia de un campo asociado marcan una diferencia fundamental entre el modo de existencia de los enunciados y el modo de existencia de las frases o las proposiciones. La frase, la unidad gramatical, no exige la determinación de un campo asociado con el fin de ser identificada. Una única frase es reconocible en cuanto tal valiéndose sólo de las reglas de la gramática, sin el concurso de otras frases. En el caso de las proposiciones, se podría objetar que una proposición no puede ser individualizada sin conocer el sistema de axiomas del cual depende. La objeción podría formularse también a propósito de las reglas de la gramática. Foucault responde distinguiendo entre lo que propiamente constituye un campo asociado y el hecho de suponer un sistema de axiomas o de reglas. Un campo asociado se sitúa en el mismo nivel del enunciado en cuestión; los axiomas o las reglas gramaticales, en cambio, no se ubican en el mismo nivel que las proposiciones o frases a las cuales se refieren (AS, 75-84). Materialidad. La cuarta y última hipótesis consiste en sostener que la unidad o individualidad de una práctica discursiva proviene de la identidad y la persistencia de determinados temas. Foucault ha demostrado la inconsistencia de esta hipótesis a propósito de temas como el evolucionismo o la formación del valor en la teoría económica. En lugar de tratar de establecer la permanencia de ciertos temas, de determinadas imágenes u opiniones a través del tiempo, debemos definir las posibilidades estratégicas que los rigen. Establecer las estrategias de una formación discursiva implica: 1) Señalar los puntos de difracción: a) puntos de incompatibilidad (dos enunciados que, aun cuando aparecen en la misma formación discursiva, no pueden pertenecer a la misma serie); b) puntos de equivalencia (dos enunciados que respondiendo a las mismas posibilidades de existencia y situándose en un mismo nivel representan una alternativa); c) puntos de enganche en una sistematización (a partir de los puntos de equivalencia o incompatibilidad se derivan una serie coherente de objetos, de formas enunciativas y de conceptos con otros puntos de incompatibilidad o equivalencia). 2) Explicitar la economía de la constelación discursiva que da cuenta de por qué no todas las combinaciones posibles se han verificado. De este modo, será necesario determinar el papel que determinados enunciados pueden desempeñar respecto de otros en un discurso: se puede tratar de un sistema formal del cual otros son aplicaciones en campos semánticos diversos, o de un modelo concreto que es necesario referir a otro de mayor grado abstractivo; puede encontrarse en una relación de analogía, de oposición o de complementariedad respecto de otros discursos; se pueden delimitar mutuamente. 3) Establecer la función del discurso respecto de las prácticas no discursivas como la pedagogía o la política, los procesos y el régimen de apropiación, las posiciones del deseo respecto del discurso. • Las posibilidades de reinscripción y de transcripción, los límites y las condiciones, los otros enunciados que coexisten con él determinan la materialidad de un enunciado (AS, 85-93).

Formation discursive [80]: AN, 122. AS, 53, 60, 74, 80, 84, 86-87, 89, 91, 98, 106, 141, 151-153, 156, 158, 164, 167, 173, 190, 200-201, 203, 208, 213, 215, 218, 223, 226-227, 232, 234-235, 240-245, 249. DE1, 675-678, 719, 721-723. DE2, 55. DE3, 28. DE4, 69. OD, 68.

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