El vocabulario de Michel Foucault: LETRA G. Genealogía

El vocabulario de Michel Foucault: LETRA G

Genealogía
(Généalogie). Se habla de un período genealógico de Foucault para referirse a aquellas obras dedicadas al análisis de las formas de ejercicio del poder. A diferencia de cuanto ocurre con la arqueología y con la noción de episteme, Foucault no ha escrito una obra metodológica al respecto, como sucedió con L’Archéologie du savoir. Sí existen una serie de principios metodológicos para abordar el análisis del poder, que encontramos, especialmente, en Surveiller et punir e “Il faut défendre la société”; nos hemos ocupado de ellos en el artículo Poder. Es necesario precisar que no debemos entender la genealogía de Foucault como una ruptura, y menos aún como una oposición a la arqueología. Arqueología y genealogía se apoyan sobre un presupuesto común: escribir la historia sin referir el análisis a la instancia fundadora del sujeto (DE3, 147). Por otro lado, el paso de la arqueología a la genealogía es una ampliación del campo de investigación para incluir de manera más precisa el estudio de las prácticas no-discursivas y, sobre todo, la relación no-discursividad/discursividad; dicho de otro modo: para analizar el saber en términos de estrategia y tácticas de poder. En este sentido, se trata de situar el saber en el ámbito de las luchas. Una apreciación correcta del trabajo genealógico de Foucault requiere seguir en detalle su concepción de las relaciones de poder (nos hemos ocupado de ello en los artículos Poder y Gobierno). Las luchas no son concebidas, finalmente, como una oposición término a término que las bloquea, como un antagonismo esencial, sino como un agonismo: una relación de incitación recíproca y a la vez reversible (DE4, 238). En esta perspectiva se podría hablar de una genealogía de los saberes en el ámbito de lo que Foucault llama gobernabilidad. • Nos hemos ocupado de la impronta nietzscheana en la genealogía de Foucault en el artículo Nietzsche. Ontología histórica. Todo el proyecto filosófico de Foucault puede ser visto en términos de una genealogía que tendría tres ejes: una ontología de nosotros mismos en nuestras relaciones con la verdad (que nos permite constituirnos en sujeto de conocimiento), una ontología histórica de nosotros mismos en nuestras relaciones con un campo de poder (el modo en que nos constituimos como sujeto que actúa sobre otros) y una ontología histórica de nosotros mismos en nuestras relaciones con la moral (el modo en que nos constituimos como sujeto ético que actúa sobre sí mismo) (DE4, 618). Antropologización. La antropologización de la historia se opone al descentramiento operado por la genealogía nietzscheana; busca, en efecto, un fundamento originario que haga de la racionalidad el télos de la humanidad (AS, 22-23). Crítico / Genealógico. En L’Ordre du discours, Foucault propone distinguir dos conjuntos de análisis en el trabajo que proyecta en el Collège de France: uno crítico y otro genealógico. El conjunto crítico pone en funcionamiento el principio de inversión (renversement): ve en las figuras del autor, de la disciplina, de la voluntad de verdad un juego negativo de recorte y enrarecimiento (raréfaction) del discurso y no una función positiva. El conjunto genealógico, por su parte, pone en funcionamiento las otras tres reglas metodológicas propuestas: el principio de discontinuidad (tratar los discursos como prácticas discontinuas, sin suponer que debajo de los discursos efectivamente pronunciados existe otro discurso, ilimitado, silencioso y continuo, que es reprimido o censurado), el principio de especificidad (considerar que los discursos constituyen una violencia que ejercemos sobre las cosas, y que no hay providencia prediscursiva), el principio de exterioridad (no ir hacia el núcleo interior y escondido del discurso, el pensamiento, la significación; dirigirse hacia sus condiciones externas de aparición) (OD, 54-55). “La genealogía estudia la formación a la vez dispersa, discontinua y regular [de los discursos]” (OD, 67). Estas dos prácticas, crítica y genealógica, no son en realidad separables; no se trata de dos dominios distintos, sino de dos perspectivas de análisis. “La parte genealógica del análisis se concentra, por el contrario, en las series de formación efectiva del discurso, trata de aprehenderlo en su poder de afirmación. Y entiendo con ello no un poder que se opondría al de negar, sino el poder de constituir dominios de objetos, a propósito de los cuales se podrá afirmar o negar las proposiciones verdaderas o falsas” (OD, 71-72). Alma. Surveiller et punir es “una genealogía del ‘alma’ moderna” (SP, 34). Apunta a mostrar cómo el alma es permanentemente producida en torno, en la superficie del cuerpo por el funcionamiento del poder que se ejerce sobre él. “Este alma real e incorpórea no es una sustancia; es el elemento en el que se articulan los efectos de cierto tipo de poder y la referencia de un saber, el engranaje por el cual las relaciones de poder dan lugar a un saber posible y el saber reconduce y refuerza los efectos de poder” (SP, 34). Historia de la sexualidad. Esta obra es una genealogía de cómo los individuos han sido conducidos a ejercer sobre sí mismos y sobre los otros una hermenéutica del deseo, es decir, de cómo se ha formado la experiencia moderna de la sexualidad. Esto concierne específicamente a La volonté de savoir. Los dos últimos volúmenes, por su parte, intentan llevar a cabo una historia de los juegos de verdad, esto es, de aquellos juegos de verdad que le permiten al hombre pensar su propio ser (HS2, 11-13). En estos volúmenes Foucault distingue entre la dimensión arqueológica y la dimensión genealógica de la investigación. La primera se ocupa de las formas de problematización: cómo es pensado el ser del hombre. La segunda se ocupa de su formación a partir de las prácticas y de su transformación. De este modo, incorporando la genealogía de las prácticas de sí mismo, el proyecto entero de la historia de la sexualidad puede ser considerado una genealogía del hombre de deseo (HS2, 18). Ética. Los últimos volúmenes de L’Histoire de la sexualité y también L’Herméneutique du sujet pueden ser vistos como una genealogía de la ética, esto es, del sujeto como sujeto de acciones éticas (DE4, 397). Interpretación. En la intervención en el Colloque de Royaumont “Nietzsche, Freud y Marx” en julio de 1964 (DE1, 564-579), Foucault aborda la genealogía como método de interpretación. Véase: Nietzsche. Historia. En el extenso artículo “Nietzsche, la généalogie, l’histoire” (DE2, 136-156), Foucault se ocupa de situar la genealogía de Nietzsche respecto de las concepciones de la historia. Véase: Nietzsche. Arqueología. “[…] mi arqueología debe más a la genealogía nietzscheana que al estructuralismo propiamente dicho” (DE1, 599). Anticiencia / Erudición. La genealogía no opone la multiplicidad concreta de los hechos a la unidad abstracta de la teoría. No es un empirismo o un positivismo en el sentido ordinario del término. Intenta, más bien, oponer los saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados, a la instancia teórica unitaria que pretende filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre de un conocimiento verdadero. En este sentido, las genealogías son anticiencias. “No es que ellas reivindiquen el derecho lírico a la ignorancia y al no-saber, no es que se trate del rechazo del saber o de la inscripción de
los prestigios de una experiencia inmediata, no captada todavía por el saber. No es de esto de lo que se trata; se trata de la insurrección de los saberes, no tanto contra los contenidos, los métodos o los conceptos de una ciencia, sino […], en primer lugar y ante todo, contra los efectos de poder centralizadores que están ligados con la institución y al funcionamiento de un discurso científico organizado dentro de una sociedad como la nuestra” (DE3, 165, IDS, 10). “Llamemos, si ustedes quieren, ‘genealogía’ al acoplamiento de los conocimientos eruditos y de las memorias locales, acoplamiento que permite la constitución de un saber de las luchas y la utilización de este saber en las tácticas actuales” (IDS, 9-10). “La genealogía sería, entonces, respecto del proyecto de inscripción de los saberes en la jerarquía del poder propio de la ciencia, una especie de emprendimiento para desujetar los saberes históricos y hacerlos libres, es decir, capaces de oposición y de lucha contra la coerción de un discurso teórico unitario, formal y científico” (IDS, 11). Historia de las ciencias. La historia de las ciencias se sitúa sobre el eje conocimiento-verdad, el eje que va de la estructura del conocimiento a la verdad. La genealogía de los saberes, en cambio, se sitúa sobre el eje discurso-poder, prácticas discursivas-enfrentamientos de poder (IDS, 159). Modernidad. Foucault aborda la modernidad como un éthos (véase: Éthos); este éthos conlleva una actitud crítica, de análisis de los límites. Esta crítica es arqueológica en su método (se ocupa de los discursos como acontecimientos históricos) y genealógica en su finalidad: “no deducirá de la forma de lo que somos lo que nos es imposible hacer o conocer, sino que extraerá de la contingencia que nos ha hecho ser lo que somos la posibilidad de no ser, hacer o pensar lo que somos, hacemos o pensamos” (DE4, 574). No se trata de llevar a cabo una genealogía de la modernidad, sino de la modernidad como cuestión (DE4, 681).
Genealogie [2]: DE1, 567. IDS, 147.
Généalogie [185]: AN, 39, 53, 56, 89, 219, 258, 266, 270, 275, 298, 301. AS, 22-23, 235. DE1, 334, 550, 563, 567, 572, 577-578, 595, 599, 613, 672, 696. DE2, 33, 136-138, 140-141, 143-148, 150-154, 156, 281, 372, 447, 452, 544, 550-551, 753, 808, 815. DE3, 29, 39, 104-105, 145, 147, 165-168, 235, 422, 573, 590, 605. DE4, 19-21, 170-171, 383, 386, 393, 397, 406, 423, 541, 546, 595, 609, 618, 626, 674, 681, 702, 731. HF, 393, 558. HS, 180. HS1, 156, 158. HS2, 11-12, 18-19, 189. IDS, 9-13, 58, 62, 66, 68, 104, 121, 125, 147, 149, 159, 170. MC, 100, 124, 292, 316. NC, 4. OD, 67. PP, 41, 80, 239. SP, 27, 34, 194, 205, 225.

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