Obras de Winnicott: Desilusión temprana, 1939

Desilusión temprana, 1939

Fechado el 24 de octubre de 1939. Nuestros pacientes, que tanto nos enseñan de lo que llegamos a saber, con frecuencia manifiestan con claridad que han enfrentado la desilusión por cierto en una fecha muy temprana. No tienen dudas al respecto, y en relación con esta idea pueden alcanzar un grado de tristeza cada vez más profundo. El análisis prosigue, pero hay que trabajar muchísimo hasta que esa desilusión pueda ser descrita verbalmente con esa actitud. No hay manera de abreviar este proceso, pero es interesante registrar los resultados individuales a medida que se presentan. A menudo la queja planteada es que la madre amada e idealizada le enseñe al niño a ser insincero. Parecera que la sinceridad es algo que est muy próximo a los fundamentos de la naturaleza humana, y aquí expresar por qué pienso que no es tan fundamental y cómo creo que puede ser ulteriormente analizada. Pero sea cual fuere su origen, lo cierto es que el niño pequeño – estaba por escribir el bebé – puede sufrir un fuerte impacto al descubrir que no es bueno ser sincero. Cómo ocurre que al niño se le hace entender tan precozmente que la sinceridad no sólo no es la mejor política, sino que ni siquiera es buena? En dos palabras, la beba está ahí acostada chupándose el pulgar y pensando cosas, y alguien viene y le saca el pulgar de la boca. Ella tendrá que aprender a seguir con sus pensamientos sin que el acompañamiento orgístico cumpla su obvio papel. No hay duda de que lo que confiere eficacia a la acción parental en este caso es la culpa que siente el -bebé por los elementos destructivos del contenido de su fantasía. Podría decirse, entonces, que en un extremo de la escala hay una culpa mínima y un máximo de interferencia parental, en tanto que en el otro extremo la culpa es máxima (a causa de los elementos destructivos) y produce inhibición, siendo pues escasa o nula la necesidad de la interferencia parental.-En términos aproximados, cabe sostener que en el primero de los extremos mencionados hay un ocultamiento de las partes obvias del funcionamiento orgístico; con tensión provocada por el funcionamiento oculto, mientras que en el otro extremo hay una inhibición más completa del funcionamiento corporal, un divorcio más seguro entre el material de la fantasía y la vida instintiva del cuerpo. Con respecto a los sentimientos conscientes, .nos encontramos aquí con una vasta gama que se extiende desde el intento desesperado de ser sincero (un intento que jamás tiene éxito), pasando por la posesión de un mundo fantaseado- secreto, el sentimiento de irrealidad vinculado con la fantasía y su-repudio, hasta la imposibilidad de aceptar como propio cualquier contenido fantaseado que se inmiscuya. Una paciente ma está muy próxima a finalizar su análisis, pero no puede ponerle término, y una de sus dificultades para ello es ésta: por fin puede decirme «gracias», por fin puede creer que me est agradecida, pero no puede tener la certeza de que yo sea capaz de aceptar plenamente su gratitud. Es capaz de sentir todo esto en términos muy primarios. Ha tenido avidez del pecho, lo ha amado, lo ha querido apresar, lo ha desgarrado y lastimado, lo convirtió en algo viejo y exhausto. Ahora quiere darle algo a la madre. Siente que tiene dentro de sí color, valor y vida, pero por alguna razón no cree que yo acepte el movimiento perfecto que ella haría. Es capaz de tomar contacto con las partes destructivas de su fantasía. En la transferencia ha experimentado el odio con una intensidad mayor que la que he visto en cualquier otro paciente. También es capaz de contarme sus funciones orgísticas, mostrarme la terrible intensidad de su chupeteo del pulgar, el placer que le producen sus meneos y contorsiones, sus eróticas funciones excretorias. Pero hay algo notable: al masturbarse nunca usa las manos, e insiste con suena vehemencia en que no hay ninguna acción manual perdida w olvidada. «Por qué usara mis manos -declara- si puedo lograr que todas las partes de mi cuerpo están vivas, excitadas y gratificadas sin recurrir a ellas?» O también: Para qué me voy a frotar los genitales si puedo extraer tanto placer (incluso genital) chupándome el dedo?», etcétera. Desde el inicio del análisis ha quedado claro que las manos tienen gran importancia en esta paciente. Ha sufrido inhibiciones en su función manual pero se las ha arreglado para conseguir empleos que implicaban fundamentalmente trabajar con las manos; y en los últimos tiempos ha conseguido una llamativa liberación de -su capacidad para usarlas (en trabajos de jardinería, dactilografía, etc.). Resulta evidente que esta paciente no puede hacerle saber a su madre que se masturba con las manos, o sea, que en su fantasía las manos- de hecho roban y matan, y que ella hasta cierto punto disfruta de ese modo. Sabe por cierto que le gusta destruir con las manos, conocimiento éste que se remonta a su niñez temprana; pero algo le falta en cuanto a su capacidad de sincerarse con la madre y hacérselo saber a través de su masturbación (aunque poda hacérselo saber rompiendo papeles en forma compulsiva, o haciendo los y revoltijos con las cosas, vale decir, en forma desafiarte). Es posible que de hecho la madre contribuyera a crear esta dificultad,, no necesariamente sacándole a la niña las manos de sus genitales, sino más probablemente quitándole las manitas de la boca y dándole una palmada en ellas. Esta pauta perdurá y quizá fue ello lo que le impidió a la niña recurrir jamás a sus manos en una masturbación genital. Desde luego, no puedo estar seguro de esto, y lo cierto es que madre e hija tuvieron una buena pelea porque la beba se rascaba la piel. (No pude llegara-determinar en este caso la importancia relativa de la excitación anal.) Creo posible hacer ahora el análisis de la sinceridad. Esta joven mujer quiere que yo reciba un don de su interior, a cambio de lo que he hecho. Es un. don perfecto, y ella no cree que yo pueda creer en l. As es: no creo. Lo principal es que si yo (su madre) no pude. tolerar lo que sinceramente trat de mostrarme cuando era bebé con sus actividades orgísticas manifiestas, cómo podré tolerar ahora las cosas malas que sin duda contendrá el don de su interior? De hecho, mantuvo en secreto una buena porción de material fantaseado bueno y malo, para que yo (su madre) no lo conociera, y en tanto esto es as no puede ver con alegra su capacidad de gratitud. O sea, ella sabe que en realidad le es imposible restaurarle a la madre un pene bueno; el pene ha sido robado y lastimado. Pero algo puede hacer para llenar el agujero del cuerpo de la madre con ciertas porciones preservadas del pene, que incluso han sido amorosamente desarrolladas, siempre y cuando logre manejar la dificultad original en cuanto al secreto de lo que robó . La extrema sinceridad ha sido una de las causas de la ruina de esta persona en su vida, y la hara muy feliz el alivio de esa sinceridad compulsiva, alivio que podría proporcionárselo un análisis exitoso de su fracaso original en encontrar una madre capaz de tolerar su sinceridad.

Donald Winnicott, 1896-1971