Obras de Winnicott: Dorothy Burlingham. Reseña de «A study of three pairs of identical twins»

Dorothy Burlingham. Reseña de «A study of three pairs of identical twins»

Londres, Imago, 1953. La reseña de Winnicott apareció en New Era in Home and School, marzo de 1953. A quienes piensen intentar, la próxima vez, nacer con un hermano mellizo, les aconsejo que se elijan padres que vivan cerca de una biblioteca. Pocos padres estarán en condiciones de adquirir el libro de la Sra. Burlingham, en el que sin embargo podrían seguir la suerte corrida por tres parejas de gemelos univitelinos, cuyo desarrollo está detalladamente expuesto, con fidelidad y claridad, en diagramas. Imprimir estos diagramas es caro, pero en este caso eran indispensables, y debe felicitarse a la casa editora, Imago Publishing Co., por la hermosa y valiosa obra que ha producido. El estudio constituye un registro del trabajo realizado, y los comentarios (que sólo abarcan la mitad del libro) están destinados. presumiblemente a quienes trabajan en este campo, pues algunos términos utilizados por la Sra. Burlingham en sus conclusiones personales, al final de los capítulos, sólo pueden ser correctamente comprendidos por los que conocen su uso psicoanalítico actual. Volveré más adelante sobre este punto, cuando formule algunas críticas. La Sra. Burlingham es conocida desde hace tiempo por su particular interés por los mellizos, no sólo en los tres grupos de univitelinos sobre los que aquí se informa. Esperamos ansiosamente otro libro similar sobre gemelos que no sean univitelinos. En este volumen, gracias a una cuidadosa planificación, se despliegan para nuestro provecho gran cantidad de datos recogidos en la época en que las incursiones aéreas estaban en su apogeo, en gran medida por personas cuya relación con su hogar y su país se había visto tan brutalmente trastornada, que podría justificárseles su parálisis. Esto no se menciona en el libro, salvo en las inevitables referencias a los bombardeos, los refugios antiaéreos y las separaciones propias de la guerra. Con ayuda de la impresión a tres colores, los pormenores de la vida diaria de los niños se presentan de modo tal que es posible seguir sin dificultades el desarrollo de cada uno, o de cada pareja, y muy pronto uno llega a conocer muy bien a estos niños. Tal vez lo mejor para el lector sea empezar por los diagramas del grupo de mellizos que se presenta en último término, pues éstos tenían ya 3 años y 7 meses cuando comenzó su observación y uno se encuentra de entrada en terreno conocido, asistiendo a la evolución de las relaciones interpersonales positivas y negativas, de la vida instintiva, y de la organización defensiva contra la angustia y el conflicto interno intolerable. Demos un ejemplo: basándose en los diagramas resulta fácil, reparando en los colores y columnas apropiados, enterarse de que Mary asumió un rol masculino a los 3 años y 11 meses. A los 4 años dijo: «Yo soy papito». Más o menos por esa misma época, al encontrarse con su papito vaciló, en tanto que (su hermana melliza) Madge corrió hacia él y lo besó. Esta situación se vinculó con el rol sometido que tenía entonces Madge. No obstante, cuando Madge se enfermó y debió apartársela, los roles se invirtieron hasta cierto punto. Fue entonces Madge la que dijo: «A papito no lo tienen que matar». Este es sólo un ejemplo de los muchos tipos de temas que puede estudiar, tomando como base los diagramas, alguien que tenga limitadas oportunidades para el estudio de mellizos en su desarrollo efectivo y en un ambiente controlado, aunque humano. Muchas de las observaciones vinculadas con estos niños nos recuerdan las de Susan Isaacs, Piaget, Gesell; son interesantes, aunque hoy en día han sido suplantadas por las observaciones directas que efectúan los estudiantes en sus trabajos prácticos. Un ejemplo, sobre la concepción que tiene el niño acerca del tiempo: Madge pregunta (a los 5 años y 2 meses): «¿Hoy será el ayer de mañana?». Estas y otras observaciones semejantes tienen mayor valor aún porque se las relaciona con el clima emocional y el medio ambiental (en este caso, la ausencia de su hermana melliza Mary a raíz de una enfermedad). Las otras dos parejas de mellizos fueron llevadas a las Guarderías Hampstead cuando tenían 4 meses. Tanto Bill y Bert, como Bessie y Jessie habían sido evacuados junto con sus respectivas madres poco después de nacer. Ninguna de estas parejas de niños tenía padre. Las correspondientes observaciones, que se remontan a sus primeros meses, suministran datos que sólo podrían mejorarse mediante estudios psicoanalíticos complementarios para el desarrollo de la teoría del crecimiento emocional de los seres humanos. El primer interrogante que puede formularse es éste: ¿En qué momento los mellizos se percataron del otros Bill y Bert comenzaron a advertir la existencia respectiva del otro a los 7 meses, y Jessie y Bessie a los 8. En ambos casos, transcurrió un tiempo entre el primer reconocimiento y el reconocimiento mutuo. La primera reacción ante la madre fue muy anterior, pero es difícil discriminarla de la reacción general de los bebés al ser manipulados por las enfermeras, que también les eran conocidas. Con esta importante salvedad, podría decirse que ambos bebés (Bill y Bert) tomaron nota de la visita de la madre a partir de los 4 meses, que es el momento en que se iniciaron las observaciones. En el caso de Jessie y Bessie, la respuesta ante la madre comenzó varios meses antes de que reaccionaran una frente a la otra. A los 4 meses Jessie le sonrió a su madre, y a los 7 meses tanto ella como Bessie tenían contacto con la madre -con lo cual se quiere significar, entiendo, que habían establecido una relación humana con ésta-. Estos detalles ponen en evidencia que la respuesta mutua observable entre los mellizos de estas dos parejas fue tardía, y tienen un interés que trasciende totalmente el estudio de mellizos. Resulta claro que los observadores no perseguían motivos personales, y sólo tomaban notas diarias de lo que veían y oían. Doy esta muestra para tratar de estimular al lector, de modo que su lectura del libro y el uso que le dé sean adecuados. La Sra. Burlingham nos va mostrando gradualmente que entre los mellizos no sólo hay una semejanza innata. Pronto cada uno de ellos empezó a copiar al otro, por muy variadas razones; por ejemplo: para obtener placer y para brindárselo a su madre; para distraer al otro; por la dependencia que uno tenía respecto del otro; por la identificación, en cuyo caso uno de ellos incorporaba al otro y lo imitaba compulsivamente; para alcanzar un equilibrio entre tenerlo todo o renunciar a todo, a través de la ecuanimidad y la demanda de un tratamiento ecuánime; etcétera. La relación entre mellizos ofrece una singular oportunidad para el trabajo en equipo, y la Sra. Burlingham comenta que un estudio de dicha relación podría echar luz sobre los orígenes de las pandillas, por ejemplo, las de delincuentes. A los 2 años y 5 meses, Jessiey Bessie debieron ser separadas por una enfermedad. Al pedírsele a Bessie que permaneciera en la cama, dijo: «Yo no Bessie, yo Jessie», y en cambio acató la orden como de costumbre cuando se la llamó Jessie. La Sra. Burlingham apunta que esto, así como el resto del material, ilustra la identificación con el objeto de amor perdido. Mi comentario al respecto es que en el caso de los mellizos se ve facilitado el aspecto mágico de la identificación, lo cual implica que se sortea el aspecto imaginativo, de modo tal que la reacción es menos depresiva y depende más de una incorporación (imaginativa) que de una introyección (mágica). Consecuencia de la primera es la angustia debida a los elementos destructivos presentes en la idea de incorporación, en tanto que la consecuencia de la otra es la simple posesión del objeto de amor inalterado. A manera de crítica, diré que algunas de las conclusiones de la Sra. Burlingham se ven entorpecidas por el uso de términos que tienen un público limitado. Por ejemplo: «Sobre la base del principio de placer, todos los bebés responden a cualquier cosa que les brinde sensaciones de placer…» (pág. 16). La expresión «principio de placer» pertenece a una construcción teórica de Freud, y quienes estén familiarizados con la evolución de la teoría psicoanalítica entenderán lo que quiere decir; pero en sí no agrega nada, y vuelve posible que sea mal interpretado el significado que la Sra. Burlingham desea transmitir, sobre todo porque el párrafo termina con la frase «el deseo de brindar placer á deux», donde la palabra placer se utiliza en la forma corriente y no como tecnicismo dotado de una connotación específica. Este término técnico pertenece a un período de la teorización en que el elemento de búsqueda de objeto en las primeras experiencias eróticas era soslayado en los escritos psicoanalíticos, aunque no (a mi entender) en la práctica. Podría traer a colación otras críticas de esta índole, pero queda en pie que el libro tiene auténtico valor y puede ser usado como fuente por el estudioso y como ejemplo por quienes tengan que presentar observaciones pormenorizadas. La Sra. Burlingham trata con el debido respeto la idea de ser mellizo y el contraste que hay entre serlo e imaginarlo. Creo que algo más puede añadirse sobre la situación afectiva de un mellizo. Por ejemplo, para la época en que los mellizos comienzan a mostrar que reparan uno en el otro, ya han tenido bastante espacio para un desarrollo emocional, bueno o insatisfactorio. La Sra. Burlingham expone la teoría de la relación entre mellizos en función de la relación interpersonal y, en rigor, como algo que se ve profundamente afectado por los aspectos satisfactorios o frustrantes de la situación triangular ordinaria (padres e hijo), o sea, por el complejo de Edipo. Pero los mellizos son mellizos antes de llegar a ser seres humanos totales relacionados con seres humanos totales. En este libro hay abundante material para estudiar estas cuestiones, correspondientes a una etapa muy temprana. Lo correcto es empezar a estudiar a los mellizos cauro personas que se han desarrollado a lo largo de esas primeras etapas (en las que la falla marca una predisposición para la locura) hasta la del complejo de Edipo (en la que la falla significa neurosis). Me parece, sin embargo, que en este libro no se subrayan lo suficiente las tareas tempranas del bebé, que probablemente sean relevantes. Y por «tareas tempranas» me refiero a las siguientes: el desarrollo de un sentido del self como unidad, la integración de la personalidad; el desarrollo de un sentido de existir en el cuerpo, de ocuparlo totalmente, ni más, ni menos; asimismo, la gradual aceptación de la naturaleza ilusoria de todo contacto emocional entre las personas, de lo que se infiere que la percepción objetiva es sólo una expresión relativa, referida a algo que pierde significado tan pronto deja de concordar con el correspondiente proceso de apercepción subjetiva, o de creatividad. Sé que esta manera mía de decirlo es personal, pero quizás con ella pueda transmitir que de los mellizos pueden aprenderse cosas importantes, capaces de ayudarnos en el estudio de las raíces de la cordura y la locura. Es probable que también en este caso sea el psicoanálisis, más que la observación directa, el que pueda darnos lo que necesitamos. Tuve en análisis prolongado a dos pacientes mellizos, y en ambos casos se solicitó mi ayuda por una perturbación previa a la etapa del complejo de Edipo. La Sra. Burlingham fácilmente concordará conmigo si destaco el valor del estudio psicoanalítico para acompañar y elucidar la observación directa. Sé que ella cuenta con una amplia experiencia con mellizos a la que no se hace referencia en este libro. Esto que he escrito -arriesgando opiniones a partir de la plataforma que me ofreció su libro- no modifica en absoluto mi opinión sobre la obra, que es ésta: no tiene mellizo. Notas: (1) «Un estudio de tres parejas de gemelos idénticos”.