EXPLORANDO EL MISTERIO DE LA CREATIVIDAD ARTÍSTICA

DESARROLLO ARTÍSTICO EN LOS NIÑOS
En su Crítica de la razón práctica, Emmanuel Kant dice que hay dos
milagros que se destacan por encima de todos los demás:
el cielo
estrellado en lo alto y la ley moral que todos Llevamos dentro de
nosotros. Yo me atrevería a proponer un tercer milagro, que desde hace
tiempo me parece igualmente maravilloso: la actividad creativa del niño
pequeño.
Me resultan tan regocijantes como misteriosos los exuberantes
juegos que practican los niños con las palabras, las muchas tonadas que
imitan y recrean, y las seductoras figuras verbales que inventan. Quizá
más que nada he valorado siempre esa secuencia de artísticos garabatos
que incluyen composiciones ingeniosas de caprichoso contenido,
totalmente propio, y que finalmente culminan en aceptables
representaciones del mundo exterior. En efecto, desde que tengo memoria
me han fascinado las actividades artísticas infantiles, primero las que
yo mismo desempeñé y más tarde las que observé en otros niños. En la
escuela secundaria comencé a dar lecciones de piano a otros chicos, cosa
que continué haciendo, a intervalos, hasta mi época de estudiante
universitario. Pero fue sólo tras haber pasado un semestre enseñando a
niños de cinco a siete años en un programa de aula abierta cuando me
convencí de que sus actividades artísticas constituían un milagro de
proporciones kantianas, que merecía —o mejor dicho, exigía— una
explicación profunda. Gran parte de mi trabajo de investigación durante
estos años se ha dirigido a tratar de comprender mejor la índole de las
actividades artísticas de los niños:
las de mis propios hijos, las de
los chicos a quienes he enseñado u observado, y las de ese puñado de
niños especiales que tienen el talento necesario para convertirse en
eximios artistas. Para llevar a cabo esta tarea, ha sido preciso ubicar
el desarrollo artístico en referencia a otras trayectorias más conocidas
del crecimiento humano. En la mayoría de las esferas del desarrollo, la
fórmula es simple: los chicos se tornan mejores, más capaces y más
complejos con la edad. Pero este panorama lineal no hace justicia a las
artes. En ciertos modos, los niños guardan una intimidad especial con
las artes, y la historia del desarrollo artístico está repleta de
altibajos y zigzags, en lugar de seguir una progresión ascendente
automática. Resulta esencial comprender qué es lo distintivo del
desarrollo artístico y considerar qué influencias puede ejercer su
inusual trayectoria sobre el desarrollo global. Los primeros trabajos
que publiqué exploraban esta línea de análisis. Pero sería una pobre
investigación de las artes la que se atuviera a su objeto específico sin
examinar el resto del campo de la psicología del desarrollo: sus
protagonistas, sus problemas y sus zonas ignoradas. Otra tarea
igualmente importante y mucho más agradable es la de sumergirse en el
fenómeno del "arte infantil": en los tipos de cosas que normalmente
hacen (o dejan de hacer) los niños, en la índole y las limitaciones de
su comprensión, en su capacidad para hablar sobre el arte y en las
amplias e instructivas diferencias individuales entre jóvenes artistas
en cierne y entre diversos medios artísticos. En los ensayos de la
próxima sección se examina el campo del desarrollo artístico en los
niños tal como he llegado a concebirlo.
Estos ensayos pueden
clasificarse en tres grandes grupos. En primer lugar aparecen unos pocos
ensayos en los que se describen las características generales del
desarrollo artístico. Comenzamos con un estudio breve e informal,
destinado a establecer los aspectos fundamentales de la capacidad
creativa de los niños. Luego proseguimos con una investigación más
detallada y algo más formal de la trayectoria del desarrollo artístico,
en que nos referimos al desarrollo de la facultad de retratar y de la
competencia metafórica. El ensayo siguiente se centra en un dominio poco
estudiado pero muy curioso del desarrollo artístico: la comprensión (o
la incomprensión) que tienen los niños del proceso artístico. El estudio
del desarrollo artístico general concluye con una descripción de las
primeras fases del desarrollo simbólico. El ensayo enfoca en particular
algunas diferencias inesperadas pero instructivas entre los niños, que
surgen muy temprano en la vida y que pueden llegar a determinar qué
dirección artística ha de tomar el niño más adelante. En el segundo
grupo de ensayos nos ocupamos de determinadas formas de arte, en
particular. Existen, por supuesto, numerosas formas de arte en nuestra
cultura (y muchas más en otras culturas), y mis colegas y yo hemos
tenido ocasión de examinar sólo unas pocas. Consideramos tres medios
artísticos: el dibujo, la música y la literatura. Y dentro del campo del
desarrollo literario tomamos en cuenta dos facetas contrastantes:
las
aptitudes específicas para producir y comprender metáforas y el fenómeno
más general (y elusivo) de la imaginación literaria. En el último par
de ensayos dirigimos nuestra atención hacia las poblaciones extremas:
primero ingresamos en el mundo del niño autista a través del caso de
Nadia, que ha electrizado a la comunidad clínica (y ha desconcertado a
los estudiosos del desarrollo artístico) con sus notables dibujos.
Finalizamos considerando a los niños prodigios, cuya rapidez e
infalibilidad para lograr resultados constituyen un desafío para quienes
pretenden explicar toda la realización artística y científica dentro de
un único marco de referencia.