Recordando a André Green: su recorrido personal, su itinerario intelectual

Recordando a André Green: su recorrido personal, su itinerario intelectual

Por Fernando Urribarri

El 22 de enero falleció en París el Dr. André Green. A los 84 años era el psicoanalista francés más traducido y de mayor reconocimiento internacional. La originalidad y la consistencia de su vasta obra, aunadas a su gran prestigio como clínico, lo habían convertido desde hace tiempo en la figura más representativa y destacada de la renovadora constelación de autores que impulsó el Psicoanálisis Contemporáneo. La historia del psicoanálisis asocia su nombre con la emergencia de un nuevo paradigma.
Al pensar hoy en André Green inmediatamente recordamos que hace muy poco tiempo, en octubre, realizábamos el “1er Encuentro Internacional André Green”, con la Facultad de Psicología y la Asociación Psicoanalítica Argentina, y que en la apertura leíamos una carta suya en la que subrayaba la larga historia de amistad que lo unía a muchos de nosotros y también a ambas instituciones.
En su Voluntad Testamentaria (escrita en 2008 pero sólo revelada tras su muerte), André Green expresó su deseo de que yo fuese la tercera y última persona que tomara la palabra en su funeral. Ese deseo final, ese gesto sucesorio, estaba ligado a una relación de amistad y colaboración intelectual de más de 20 años, pero sin duda trasciende a mi persona y constituye un reconocimiento al psicoanálisis argentino.
La APA fue la institución, pionera en el mundo, que lo invitó a dictar conferencias (sobre “El retorno a Freud”) a comienzos de los años 70. Una APA que en esa época democratizaba su estructura, rompía con el dogmatismo kleiniano, instituía un freudismo pluralista y encontraba justamente en André Green a un interlocutor privilegiado. Inaugurando así un largo y fecundo intercambio en el que pueden destacarse sus múltiples visitas, sus numerosas traducciones en la Revista de Psicoanálisis y la creación en 2001 del “Espacio André Green” (un seminario abierto de investigación) que cuenta con mi coordinación y que contó siempre con el apoyo y los aportes directos del propio autor.
La relación de André Green con la Facultad de Psicología tuvo un hito en la masiva conferencia pública que brindó en el aula magna en 1991, organizada por la revista Zona Erógena. Y tuvo un punto culminante en su nombramiento como Profesor Honorario de la UBA en 1996, un reconocimiento al que siempre incluyó –con gratitud y orgullo- en el breve perfil del autor que consta en sus libros.
Por mi parte, tuve la alegría y el honor de ser, más que su discípulo, su amigo y su colaborador. Desde la dirección de la revista Zona Erógena contribuí desde 1990 a difundir su pensamiento y a dialogar con él. En 1996, la experiencia compartida (él como profesor invitado, yo como coordinador académico) de un seminario de post-grado en la UBA transformó nuestra relación. En el 2000 me propuso ser uno de los 8 miembros del grupo internacional de investigación sobre la práctica con pacientes limítrofes que creó. En septiembre de 2001 realizamos una serie de entrevistas en las que -como él mismo lo consignó en la introducción del libro- se basó para la elaboración de su fundamental: “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo” (2002).
Desde entonces, tuve el privilegio de colaborar con él en cada uno de sus siguientes libros, incluso de escribir el Prefacio o el Postfacio de algunos de ellos, además de participar, desde entonces, en la mayoría de los proyectos que impulsó (como congresos, coloquios, libros colectivos). Diré, por último, que tuve la suerte de poder homenajearlo al organizar y dirigir el Coloquio Internacional de Cerisy “Autour de l’Ouvre d’André Green” (publicado por PUF en 2005), el primero de esta tradicional y consagratoria institución francesa dedicado a un psicoanalista vivo.

El RECORRIDO PERSONAL
André Green había nacido en El Cairo en 1927, en el seno de una familia judía, en una comunidad francófona. En 1946, a los 19 años, viaja a París para proseguir estudios de medicina, que completa en 1953 con una especialización en psiquiatría. En el hospital de Sainte-Anne conoce a Jacques Lacan y es apadrinado por Henry Ey. También allí, hace amistades duraderas con G.Rosolato, J.Laplanche y P.Aulagnier, entre otros. Por otra parte, André Green realiza su análisis didáctico con M. Bouvet, y en 1960 deviene miembro de la Sociedad Psicoanalítica de París (IPA). Eso no le impide acercarse a J.Lacan —quien lo invita al Seminario y lo hace parte de su grupo más cercano— y participar activamente en el renovador “retorno a Freud”, de 1960 a 1967. Las diferencias teóricas y clínicas con Lacan, el rechazo a su creciente dogmatismo, lo llevan a alejarse, sin por ello desconocer el valor de sus aportes. Esta actitud y este recorrido lo comparte con la mayoría de los primeros y principales discípulos de Lacan (como Anzieu, Laplanche, Pontalís, Aulagnier, etc.): la destacada constelación de autores que animará el movimiento post-lacaniano, esencialmente freudiano, innovador y pluralista.
Desde 1961 Green se interesa también por el pensamiento de Winnicott y de Bion (con quien tendrá una relación de amistad). Su propio pensamiento sintetizará de manera original sus lecturas críticas y creativas de “mis autores post-freudianos” (como los llamaba a Lacan, Bion y Winnicott), a los que pondrá al servicio de la renovación del fundamento freudiano con vistas a dar cuenta de los desafíos particulares de la clínica psicoanalítica contemporánea –marcada por el predominio de estructuras no-neuróticas (o “limítrofes”)–. Toda su producción estuvo motorizada por el proyecto de un psicoanálisis contemporáneo: un psicoanálisis que, apuntalado en el fundamento freudiano, respondiese a los desafíos y posibilidades de su propio tiempo; en sintonía con las transformaciones y ampliaciones de la práctica más allá de las neurosis, y en diálogo con los desarrollos de las disciplinas científicas y artísticas.
La cuestión de lo contemporáneo (primero como pregunta y luego como proyecto) motoriza y define la obra de André Green. Es, para mí, su “vértex”. Desde su temprana intervención en el coloquio de Bonneval de 1960, “El inconsciente freudiano y el psicoanálisis francés contemporáneo” (Green, 1972), pasando por Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo (2002), y llegando hasta hoy, la cuestión de lo contemporáneo impulsa y orienta la obra de André Green.
¿En qué consiste esta cuestión de lo contemporáneo? Dicho muy simplemente, en reconocer la crisis de los modelos post-freudianos (de M.Klein, de J.Lacan, de H.Hartmann) y en afrontar el desafío de superarlos. Por ello, el recorrido de casi medio siglo de la obra de nuestro autor comporta la elaboración de un modelo teórico y clínico a la vez freudiano y original, que reúne una reformulación de los fundamentos meta-psicológicos, una renovación del método psicoanalítico y una extensión del campo clínico. En las próximas líneas procuraremos esbozar los grandes ejes y las principales etapas del itinerario intelectual de André Green. Veremos que desde el “giro del año 2000”, dicho modelo personal es profundizado como una fuente o esbozo de un nuevo paradigma psicoanalítico contemporáneo, plural, abierto, complejo.

EL ITINERARIO INTELECTUAL, LA OBRA: UNA VISIÓN PANORÁMICA (1)
1960-1970. Los comienzos: Un pensamiento freudiano pluralista, un campo clínico extendido
Desde el comienzo de los años 60 hasta fines de los 70 vemos el nombre de André Green surgir, estacarse y establecerse como autor. Con sus temas propios de interés, su perspectiva personal y su estilo. A partir de un notable interés por los desafíos de la clínica en los límites de la analizabilidad, se delinea una identidad freudiana de base y un pensamiento plural que se va enriqueciendo con las influencias de “sus” autores post-freudianos (Lacan, Winnicott y Bion), junto al intercambio con sus contemporáneos (especialmente con sus colegas del movimiento post-lacaniano como Laplanche, Pontalis, Aulagnier, Anzieu, etc.). En síntesis: pasión clínica y pensamiento complejo.
Inicialmente, André Green se inscribe, con espíritu heterodoxo, en el renovador “retorno a Freud”. Desde 1960 a 1967 participa en el seminario de Lacan y en el pequeño grupo que estudia con él la correlación de su teoría con la clínica. Cuando el autor de los “Escritos” pasa de autor renovador a Jefe de un movimiento dogmático, se distancia prefiriendo conservar su identidad freudiana pluralista. Consecuentemente, profundiza el diálogo con las obras de Winnicott y de Bion (con quien cultiva una relación personal), en las que encuentra una estimulante libertad para explorar, extender y profundizar el fundamento freudiano.
Su primer artículo decididamente original es “Narcisismo primario: ¿estructura o estado?” (1967). En éste introduce la teoría del “narcisismo negativo” (complemento del narcisismo positivo formulado por Freud) y la noción de “estructura encuadrante del yo”, constituida por los mecanismos de la alucinación negativa de la madre y el “doble retorno” de las pulsiones. Designa, entonces, como “trabajo de la muerte” lo que llamará más tarde “trabajo de lo negativo”. Estas ideas, enriquecidas por la lectura de la teoría bioniana del pensamiento, desembocarán en una teoría de la “psicosis blanca”, expuesta en L’enfant de ça (en colaboración con J.-L.Donnet, 1973). En el mismo año publica El discurso viviente: la concepción psicoanalítica del afecto (1973), posiblemente el libro más representativo de esta etapa, pues estudia su tema profundizando en Freud, revisando los aportes post-freduianos (H.Hartmman, M.Klein, J.Lacan), y proponiendo conclusiones personales en una perspectiva freudiana contemporánea. Green concibe al afecto como modo de simbolización primaria y postula “la heterogeneidad del significante psicoanalítico”. Inscribe al afecto en una lógica de la heterogeneidad que caracteriza y motoriza al proceso de representación (“la función básica del psiquismo”) por la tensión irreductible entre la fuerza y el sentido, lo económico y lo simbólico, lo estructural y lo histórico. De este modo, se diferencia y procura ir más allá del modelo lacaniano que reduce el Inconsciente al lenguaje y excluye el afecto de la teoría y de la clínica. En las conclusiones finales afirma que “el psicoanálisis contemporáneo se propone fundar teóricamente las contribuciones post-freudianas”.
Los desafíos y las singularidades de la clínica contemporánea son los temas de “El analista, la simbolización y la ausencia en el encuadre analítico”, su escrito para la conferencia plenaria en el congreso internacional de Londres en 19752.
El estudio de la historia de la evolución paralela de la teoría y de la técnica analíticas lo lleva a esbozar la distinción de tres movimientos, a los que corresponden tres modelos: hoy podemos nombrarlos freudiano, post-freudiano y contemporáneo. Históricamente, es interesante señalar que en ese entonces este tercer modelo (definido sucintamente por “la investigación del funcionamiento representativo dentro del encuadre analítico”) es más que nada un proyecto de un movimiento nuevo, con el que Green se identifica.
Me parece importante subrayar que la perspectiva “contemporánea” introduce y considera clave el concepto de encuadre (retomando a D.W. Winnicott y a J. Bleger), al que articula con los de transferencia y contra-transferencia como parte de un esquema terciario del proceso analítico. El de encuadre es un concepto doble, a la vez epistemológico y técnico: se lo define como condición de posibilidad de la constitución del objeto analítico, de su recorte teórico y de su transformación práctica. Green señala que, pese al aparente establecimiento empírico y artesanal del encuadre por Freud, lo cierto es que “el sueño es el modelo (metapsicológico) implícito del encuadre”. En base a esta elucidación centrada en el estudio de la producción representativa en el encuadre, nuestro autor puede definir y abordar lo que denomina como “estados en los límites de la analizabilidad” (es decir en los límites de las posibilidades de simbolización).
Luego, en 1977, hace del límite mismo un concepto (definido como zona de transformaciones: entre instancias psíquicas, entre psique y soma, entre el sujeto y el objeto); y propone un modelo específico del funcionamiento limítrofe centrado sobre cuatro mecanismos de base: el clivaje, la desinvestidura, la expulsión a través del acto y la somatización.

1980-1990: Los decenios de la madurez
De la práctica en los límites a los fundamentos de la teoría.
A comienzos de los años 1980, una serie de artículos, que serán reunidos en Narcisismo de vida. Narcisismo de muerte (1983) y en De locuras privadas (publicado primero en inglés en 1986, luego en francés en 1990 en una versión diferente y extendida con el subtitulo “Psicoanálisis de los casos limites”), desarrollan y consolidan la concepción original del funcionamiento, y del tratamiento, de los casos limítrofes dando cuenta de una profunda transformación del campo analítico. Las clasificaciones psicopatológicas se subordinan a la consideración de (los límites de) la nalizabilidad. Y la analizabilidad misma ya no depende tanto del diagnóstico del paciente sino de las características y posibilidades singulares de cada par analítico, de la relación entre un paciente y un analista determinados. Consecuentemente, la “locura privada” se define en la relación analítica, se expresa en los movimientos de la transferencia y de la contratransferencia, en el encuadre, según la singularidad del proceso. En el programático artículo “Pasiones y destino de las pasiones” (1981)3, se distingue la locura de la psicosis (y también del modelo anglosajón centrado en el “núcleo psicótico”) por el rol central de las pulsiones (y las fantasías) sexuales arcaicas. Es propuesto allí un “mito etiológico” que apunta a explicar el origen del doble conflicto limítrofe, narcisista, del Yo con las pulsiones del Ello y las pulsiones del objeto. En un esfuerzo de elucidación de los casos limítrofes, “El doble límite” (1982) propone un modelo que conjuga la consideración de una tópica ampliada (intra e intersubjetiva) y los efectos dinámicos del “objeto-trauma” (a la vez sexual y narcisista) en el encuadre. Apoyándose en una reciente “teoría de la triangularidad generalizada con tercero sustituible” (que atribuye la función tercerizante al “otro del objeto”, que puede o no ser el padre (AG, 1981a), el articulo “La madre muerta” (1981b) presenta el complejo transferencial del mismo nombre, construyendo una figura paradigmática del pensamiento clínico contemporáneo. Todos estos escritos le hacen ganar a Green, incluso internacionalmente, una reputación de especialista en los casos límite y los desafíos de la clínica actual.
La teorización del “narcisismo negativo (o de muerte)” apunta a esclarecer conceptualmente y orientar técnicamente la clínica de lo que denomina “la serie blanca”; ligada a “la alucinación negativa, al duelo blanco, al sentimiento de vacío, entendidos como resultantes de una desinvestidura masiva y temporal del objeto primario (expresión de la destructividad de la pulsión de muerte ), que ha afectado la estructura del narcisismo primario y que deja marcas en lo inconsciente bajo la forma de agujeros psíquicos. Las descripciones kleinianas del odio y la eventual reparación del objeto son postuladas como posteriores o secundarias respecto de este trauma narcisista primario.
El lenguaje en psicoanálisis (1983) constituye una obra decisiva en la evolución de su autor. Expone en ella una teoría específicamente psicoanalítica del lenguaje dentro del encuadre (“la palabra analítica desenluta el lenguaje”). Para ello, además, elucida el fundamento metapsicológico del método y de la práctica analítica. Articula su teoría de la representación (doble representancia, doble significancia, doble referencia) con una concepción de la polisemia del encuadre (que reúne las polaridades del narcisismo, de lo dual y de los triangular/edípico) y postula la transferencia como “doble” (sobre la palabra y sobre el objeto). Por último, esboza la dinámica del proceso psicoanalítico sobre el esquema del doble retorno de la pulsión: “El análisis consiste en el retorno sobre sí mediante el rodeo por el otro semejante”.
Los años 90 están principalmente marcados por una potente innovación conceptual y por la sistematización de su concepción teórico-clínica general. La innovación comporta la introducción de dos “meta-conceptos” o ejes conceptuales. En 1990 André Green introduce la noción de terceridad, con la que renueva su visión de la simbolización, en tanto permite articular y profundizar una serie de nociones “terciarias” previas. Poco tiempo después es publicado su libro posiblemente más original: El trabajo de lo negativo (1993). La elaboración de sus dimensiones estructurante y des-estructurante va desde la especulación más “abstracta” sobre las pulsiones destructivas hasta la consideración más “concreta” de las situaciones límites de la clínica, pasando por una revisión global de los mecanismos de defensa y la metapsicología del Yo.
Dos o tres años después, La Causalidad psíquica (1995) y Propedéutica (1996) responden a la expectativa de numerosos lectores que desean una presentación de conjunto del pensamiento de André Green. Desde nuestra optica se pueden descubrir allí los nuevos fundamentos matapsicológicos “greenianos”. Estos se componen, esquemáticamente, de cinco ejes: 1) El par pulsión/objeto, “átomo psíquico” que articula lo intrapsíquico y lo intersubjetivo; 2) La teoría generalizada de la representación, que amplía la teoría freudiana para incluir en ella el cuerpo y el pensamiento, el Otro y la realidad; 3) La tópica ampliada, correlativa de la extensión precedente, apoyada en la noción de límite, que articula el doble conflicto yo-ello y yo-Objeto/Otro; 4) La terceridad: eje meta-conceptual, que va de la teoría de la “triangulación abierta con tercero sustituible” hasta los procesos terciarios; 5) El trabajo de lo negativo (eje que cubre, como dijimos, desde los fundamentos negativos de la simbolización y la estructuración del yo, hasta los avatares de la destructividad, pasando por los mecanismos de defensa primarios). Estos ejes tienden a consolidar una visión del psiquismo como esencialmente complejo (convergente con la perspectiva epistemológica de E.Morin): abierto, heterogéneo, procesual y poiético.
Se puede ver el despliegue y profundización de esta nueva síntesis en dos obras importantes: Las cadenas de Eros (1998) que culmina la etapa de madurez y, muy especialmente, en El tiempo fragmentado (2000) que inaugura y representa una nueva etapa.

El giro del año 2000: hacia un nuevo paradigma contemporáneo.
El “giro del año 2000” está marcado por el reconocimiento de la crisis del psicoanálisis y el proyecto de un nuevo paradigma. Sin desconocer sus aspectos externos (socio-históricos, económicos, culturales, etc.), desde el punto de vista específico de la historia del psicoanálisis, la crisis es definida como crisis de los modelos (y los movimientos) post-freudianos a causa de su dogmatismo intelectual, su reduccionismo teórico, su esquematismo técnico y sus impasses frente a los desafíos de la clínica actual. Se reconoce la fragmentación de la unidad teórica del psicoanálisis, los problemas que provocan en la convicción e identidad de los analistas los problemas de la práctica con pacientes predominantemente no-neuróticos, así como las dificultades relacionadas a la disminución de prestigio profesional (en el contexto del avance de la ideología posmoderna, del giro neuro-biologista de la psiquiatría impulsado por la industria farmacológica, etc.).
André Green señala que la crisis del psicoanálisis post-freudiano es una crisis “melancólica”: tiene la marca del duelo interminable por la muerte de Freud. De manera sintomática, cada autor post-freudiano importante ha querido remplazarlo como figura principal, cada movimiento militante ha buscado revivir la situación originaria de los pioneros y del padre fundador. La psicología del yo, la psicología del self, los movimientos kleinianos y lacanianos han repetido el mismo proceso que consiste en instituir su propio modelo reduccionista, en convertirlo en dogma, en generalizar una técnica particular e idealizar un jefe de escuela. Vanos y vanidosos enemigos del tiempo se ilusionan con petrificar

El proyecto contemporáneo, según Green, aspira a superar esta dinámica repetitiva. En lugar de un “discurso” o de un “sistema” greeniano, en lugar de un nuevo ideolecto, el proyecto contemporáneo apunta a construir una nueva matriz disciplinaria, una articulación de ciertas preguntas centrales y ciertas ideas directrices para orientar un programa de investigación que reconozca y aborde los desafíos específicos de la etapa actual. Una de las claves del movimiento contemporáneo que lo diferencia de sus predecesores es la construcción de una novedosa posición histórica (e
historizante) de filiación pluralista con Freud. Postula como fundamento epistemológico el distanciamiento ineludible y potencialmente fecundo con el padre fundador y su Obra. Sostiene que toda relación con esta está irremediablemente mediada por el recorte y las opciones de cada corriente. Es desde esta perspectiva que es posible distinguir en la historia del psicoanálisis tres grandes etapas y movimientos a los que corresponden tres tipos de modelos teóricoclínicos (esbozados ya en 1975 hoy podemos denominarlos): freudianos, post-freudianos y contemporáneos.
En una aproximación sintética, podemos considerar que la matriz disciplinaria contemporánea se funda sobre cuatro ejes (que recogen lo esencial de los aportes de la corriente freudiana pluralista surgida del movimiento poslacaniano).
El primero es una lectura contemporánea de Freud, “crítica, histórica y problemática” (Laplanche, 1986), que vuelve a situar la metapsicología y el método freudianos como fundamentos del psicoanálisis. El segundo propone una síntesis crítica y creativa de las principales contribuciones post-freudianas, así como una apertura al diálogo pluralista con las diversas corrientes actuales. El tercero corresponde a una ampliación de los límites de la analizabilidad, a una extensión del campo clínico que considera a las “estructuras no-neuróticas” como los casos paradigmáticos de la práctica actual (en correlación con la subjetividad actual), y por lo tanto del modelo teorico-clínico. El cuarto es un modelo clínico “terciario”, que integra los modelos freudianos (centrado en torno a la transferencia) y postfreudianos (centrado en torno a la contratransferencia) a partir del concepto de encuadre analítico (a su vez apuntalado en “encuadre interno” del analista como matriz terciaria/tercerizante de simbolización). Además, en este nuevo modelo, el vocabulario freudiano se establece como una lingua franca y un common ground.
Orientado “hacia un psicoanálisis del futuro” (Green, 2003), el giro del año 2000 comporta en el recorrido de André Green un doble trabajo, individual y colectivo. Es preciso destacar su comprometido rol en la creación y animación de un movimiento “colectivo” (trans-institucional y pluri-generacional) que comienza con la preparación y el lanzamiento simultáneos de diversos proyectos: un número especial internacional de la Revue Française de paychanalyse, “Corrientes del psicoanálisis contemporáneo” (una especie de Atlas o de cartografía del psicoanálisis frente a la crisis, construida colectivamente con contribuciones de todas las regiones y corrientes); un histórico Coloquio Abierto del la SPP que por primera vez en la historia reúne en el anfiteatro de la Unesco a representantes de las dos instituciones de la IPA (SPP, APF), del Quatrième Groupe y de la corriente lacaniana no dogmática (SFP, EA) en torno a la cuestión del “Trabajo psicoanalítico” (tentativa inédita de reunificación del campo analítico pluralista); la creación de un grupo internacional de investigación (con colegas de New York, Londres, Buenos Aires y París, las cuatro capitales del psicoanálisis) sobre el tratamiento de las estructuras no neuróticas, que es tal vez el primer proyecto de investigación cualitativa en IPA4. Otras intervenciones, publicaciones y coloquios fueron también realizados por (o con) nuestro autor.
Me permito destacar dos en los que he tenido la suerte de participar: “Los desafíos del psicoanálisis contemporáneo:
En torno a la obra de André Green”, el consagratorio Coloquio Internacional de Cerisy (2005)5, que es el primero en la historia de esta centenaria institución que se dedica a un psicoanalista vivo. Y, por último, la producción colectiva quizás más importante: la publicación bajo la dirección de André Green de Los nuevos caminos de la terapia psicoanalítica (2007, PUF), un volumen de 908 páginas (110 escritas por Green) que incluye contribuciones de treinta y cuatro analistas franceses y extranjeros, una verdadera “Summa” del psicoanálisis contemporáneo.
Si la producción colectiva apunta a construir el nuevo horizonte científico de problemas y de hipótesis que definen el campo contemporáneo, esbozando su nueva matriz disciplinaria y su programa general de investigación, el trabajo individual de Green comporta una doble vertiente, complementaria: por un lado, de reflexión y de propuestas para esa matriz contemporánea; por otro, de profundización de sus propios temas de investigación y de su modelo personal.
Ambas vertientes pueden reconocerse en dos importantes obras producidas casi simultáneamente. Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo (2002) es una respuesta personal a los desafíos y a las preguntas claves de la crisis del psicoanálisis. En su primera parte, esta obra se enfoca en las problemáticas de la práctica analítica actual, y en la segunda parte resume los principales ejes conceptuales del pensamiento de su autor en tanto aportes (al trabajo colectivo) para responderlas. El libro procura brindar a la vez un panorama del campo contemporáneo y una brújula para orientarse (se podría hablar de las “ideas directrices para un paradigma contemporáneo”).
El pensamiento clínico (2002) es una obra teórica de peso. Cada uno de sus textos profundiza los grandes temas y líneas conceptuales del pensamiento de su autor. Encontramos en él los dos ejes mayores que marcan la temática de sus principales escritos de este período. El primero corresponde a una renovada y renovadora reflexión acerca de la clínica, que apunta a desarrollar un nuevo modelo clínico terciario, un modelo específicamente contemporáneo (al que dedicaremos una sección especial más adelante). Este eje se expresa mediante la introducción de la noción de “pensamiento clínico”: contribución innovadora para avanzar en la conceptualización de la especificidad del pensamiento psicoanalítico (dentro y fuera de la sesión), que suscita una reflexión sobre los fundamentos (y las
variaciones) del encuadre. “El pensamiento clínico es definido como el modo original y específico de racionalidad surgido de la experiencia práctica. Corresponde al trabajo de pensamiento puesto en marcha en la relación del encuentro psicoanalítico” (Green, 2002).
El segundo eje temático de esta etapa, presente en “El pensamiento clínico”, corresponde al estudio de la destructividad: abarca desde el trabajo de lo negativo en las estructuras no neuróticas (denominación que tiende a reemplazar la de “casos límite”) hasta la revisión de la teoría de la pulsión de muerte. El artículo “La posición fóbica central” (cuya recepción internacional parece destinarle un rol de clásico contemporáneo similar al de “La madre muerta”) conjuga magistralmente los dos ejes mencionados al presentar un modelo de la asociación libre y un estudio de una singular modalidad limítrofe de trabajo de lo negativo anti-asociativo. El último artículo del volumen, “La crisis del entendimiento psicoanalítico” (escrito a modo de conclusión del mencionado número internacional de la Revista Francesa de Psicoanálisis), re-significa el conjunto del libro inscribiéndolo claramente al interior del proyecto contemporáneo.
Digamos, para terminar, que la matriz contemporánea nos lega, entre otras cosas, un modelo, riguroso y pluralista, de abordaje de la obra del propio André Green. Nuestro desafío es poder leerlo con el mismo espíritu crítico y creativo con el que él supo trabajar a “sus” autores para renovar el fundamento y el horizonte del psicoanálisis.
*Fernando Urribarri. Egresado de la Facultad de Psicololgia de la UBA. Psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “Maitre de conference asociee” del Doctorado en Psicoanalisis de la Universidad de Paris X (Nanterre). Ex-director de la Revista Zona Erógena (1989-2001). Director de la colección “Pensamiento Contemporáneo” de EUdeBA. Co-editor de “Autour de l’Ouvre d’Andre Green” (PUF, Paris, 2005). Ha publicado trabajos en revistas especializadas y libros de Francia, Inglaterra, USA, España, Italia, Brasil, Chile, Uruguay y Argentina.

Notas al Pie
[1] En lo que sigue retomo parte de mi Postfacio al libro de A.Green “Ilusiones y desilusiones de la practica psicoanalítica” (París, 2010). Trad.
castellana en la Revista de Psicoanálisis Nº3 de 2011.
[2] A. Green [1974]; El analista, la simbolización y la ausencia en el encuadre psicaonalítico”, En De locuras privadas, Amorrortu de.
[3] A. Green [1980], “Pasiones y destino de las pasiones: sobre las relaciones entre locura y psicosis”, en De locuras privadas: psicoanálisis de los
casos límites.
[4] Un libro de IPA recoje la reseña y evaluación del trabajo grupal junto con articulos de sus miembros: “Resonance on suffering” A.Green ed,,
(IPA, UK, 2007).
[5] Las contribuciones y debates de este coloquio pueden leerse en el volumen “Autour de l’Ouvre d’Ander Green” F.Richard y F.Urribarri editores,
(PUF, Parrís, 2006)En lo que sigue retomo parte de mi Postfacio al libro de A.Green “Ilusiones y desilusiones de la practica psicoanalítica” (París,
2010). Trad.castellana en la Revista de Psicoanálisis Nº3 de 2011.