Repertorios cognoscitivos de atención, percepción y memoria (tests estandarizados, evaluación)

Repertorios cognoscitivos de atención, percepción y memoria

Juan Antonio Amador Campos
Maria Forns Santacana
Teresa Kirchner Nebot
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico
Facultad de Psicología. Universidad de Barcelona

1. Repertorios cognoscitivos de atención, percepción y memoria
En el modelo del procesamiento de la información se asume que la persona tiene un
papel activo en los procesos de recepción, selección, transformación, almacenamiento,
elaboración, recuperación y transmisión de la información que le llega. Estos procesos
permiten explicar la actividad cognitiva.
Un proceso es una unidad de funcionamiento mental, que se puede unir o
complementar con otras, para formar una unidad de orden superior. Así, un proceso se
puede estudiar en sus unidades más elementales (micro procesos) o más
globales (procesos básicos). Desde una concepción unitaria, los procesos
cognitivos básicos son manifestaciones diferentes, aunque difícilmente
delimitables, de un mismo sistema general de procesamiento de nivel
superior (Anderson, 1983). Frente a esta idea, Fodor (1983) propugna
que el sistema de procesamiento humano es modular, esto es, formado
por procesos que se configuran en un sistema arquitectónico propio.
Para explicar estos procesos se han propuesto diferentes modelos teóricos, que han
aportado nuevas tareas, o han adaptado tareas clásicas, a la evaluación de la atención,
percepción y memoria. Sin embargo, la incorporación de estas tareas y enfoques a los
nuevos instrumentos de evaluación es lenta.
Finalmente, se debe tener en cuenta que es difícil separar la
evaluación de la atención, de la percepción y de la memoria, ya que son
procesos interrelacionados y actúan conjuntamente. Con fines didácticos
se expondrán, separadas, algunas técnicas útiles para la evaluación de
estos repertorios cognitivos.

1.1. Evaluación de la atención
La atención es un proceso mental que permite que nos centremos en un determinado
estímulo o información relevante. Se pueden distinguir diferentes tipos de atención. La
atención focalizada implica concentrarse en un determinado estímulo; la atención selectiva
requiere la concentración en un estímulo o información mientras se inhiben las respuestas a
otros estímulos distractores; la atención mantenida o sostenida consiste en la persistencia y
el mantenimiento de la atención durante la ejecución de una tarea.

La atención es un pre-requisito para el funcionamiento de procesos cognitivos más
complejos, ya que no es posible evaluar la percepción, la memoria o cualquier otra actividad
mental sin tener en cuenta los procesos de atención.

Para la evaluación de la atención se pueden utilizar diferentes instrumentos y
estrategias. Forns y Amador (1995 a) recogen algunas tareas y pruebas estandarizadas que
se emplean habitualmente en la evaluación de la atención.

1.1.1. Tests estandarizados.
Una de las pruebas de atención más antiguas es la de Bourdon, que fue publicada en
1895 en la Revue Philosophique bajo la forma de tachado de letras. La tarea consistía en
tachar las letras a, e y r en un texto impreso en un idioma desconocido para la persona evaluada.

Toulouse-Piéron
Para eliminar los efectos de una mayor o menor
familiaridad con la lectura, Toulouse y Piéron propusieron en 1904
una prueba de atención utilizando elementos gráficos. Se trata de
pequeños cuadrados, de dos milímetros de lado, con guiones que los orientan.
La prueba puede aplicarse a partir de los 9 años. La tarea consiste en tachar, durante 10
minutos, todos los cuadrados que tengan el guión en la misma posición que los modelos
presentados. Esta tarea requiere concentración, mantener la atención y resistir a la
monotonía que implica enfrentarse a una página en la que hay impresos 1600 cuadrados
pequeños que hay que examinar en un tiempo corto.
El test proporciona tres indicadores de la eficacia con la que se ha realizado la tarea:
aciertos, errores y omisiones.
Estímulos de Toulouse-Piéron

Cuadrados de letras
Este test (TEA, 1990) consiste en 90 cuadrados que contienen 16 letras distribuidas en
cuatro filas y en cuatro columnas. La tarea consiste en señalar la fila o columna que tiene una
letra repetida.
La prueba puede administrarse a partir de los 11 años y ofrece baremos según el curso
escolar y el nivel profesional. Igual que la prueba anterior precisa concentración, mantener la
atención e inhibir las respuestas ante estímulos irrelevantes. Un inconveniente que presenta
esta prueba es que requiere alguna habilidad lectora.

u s V m
v r M s
s m R u
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Ejemplo de un elemento similar a los del test Cuadrado de letras.

1.1.2. Tests y tareas clínicas y de laboratorio
En el ámbito de la investigación cognitiva se han utilizado una gran cantidad de tareas
para evaluar la atención. En esta sección se revisan algunos de estos tests y tareas.
Tests de ejecución continua.
Los tests de ejecución continua (Continuous Performance Test: CPT) son las medidas de
laboratorio más utilizadas para evaluar los problemas de atención. Rosvold, Mirsky, Saranson,
Bransome y Beck utilizaron una versión del CPT en 1956 para evaluar los problemas de
atención en personas que presentaban crisis epilépticas (petit mal).
Se han desarrollado muchas versiones del CPT, pero la estructura básica de la tarea es similar
a la original. Se presentan una serie de estímulos en una pantalla de ordenador, en una
sucesión muy rápida, y se pide, a la persona que se evalúa, que responda (que pulse una tecla
o un botón del ratón) cuando aparezca un estímulo determinado.

La prueba proporciona las siguientes medidas: respuestas correctas, errores de omisión (no
responder cuando aparece la letra estímulo) y errores de comisión (responder sin que aparezca
la letra estímulo). Algunos programas (Conners, 1995; Greenberg y Waldman, 1993)
proporcionan también medidas del tiempo de reacción, de la variabilidad de las respuestas del
sujeto a lo largo de toda la tarea o de las respuestas de anticipación.
Las distintas versiones del CPT varían en el tipo de estímulos que presentan (letras,
números, colores, figuras), en la duración de la tarea, en el tiempo que se presenta el estímulo,
en el intervalo entre estímulos o en la respuesta que se demanda (responder a una letra, a una
figura o a un número, o responder cuando una letra, figura o número sigue a otro). Esta
variedad hace que las exigencias de la tarea, en cuanto a las demandas de atención, inhibición
de las respuestas o memoria a corto plazo, por ejemplo, sean diferentes.
Una de las dificultades en la administración del CPT es que muchas versiones no se han
estandarizado ni ofrecen datos normativos que permitan comparar los resultados de un sujeto
con los de su grupo de referencia.
Conners (1995) presentó una versión del CPT estandarizada con 670 pacientes, con
diferentes problemas de atención, y 520 sujetos normales. La muestra de estandarización
incluía niños (4-13 años), adolescentes (14-17 años) y adultos (18-70 años). La prueba consta
de 6 bloques, con 3 sub-bloques de 20 ensayos cada uno (360 ensayos en total) y tiene una
duración de unos 14 minutos. Requiere que el sujeto pulse el tabulador del teclado del
ordenador, o un botón del ratón, cuando aparece en la pantalla del ordenador cualquier letra
que no sea la X. Suministra diferentes puntuaciones: aciertos, errores de omisión y de
comisión, tiempo de reacción y variabilidad del tiempo de reacción,
entre otras.
Según el autor, un número elevado de errores de omisión,
acompañado de un tiempo de reacción lento, indica problemas de
atención. También indican problemas de atención una baja
consistencia de las respuestas y los cambios en el tiempo de reacción,
a lo largo de los diferentes bloques, a medida que la prueba avanza.
El test de variables de atención (Test of Variables of Attention: TOVA) es una prueba diseñada
para eliminar los problemas que aparecen en algunas formas del CPT, por ejemplo en aquéllas
en las que hay que responder cuando una letra sigue a otra (pulsar una tecla siempre que la X
siga a la A, o siempre que a una M siga otra M). Estas últimas tareas implican una mayor
demanda de atención, de memoria a corto plazo o de habilidades para procesar estímulos
verbales. En el TOVA se presentan, en la pantalla de un ordenador, dos figuras: un cuadrado
coloreado que contiene otro cuadrado adyacente, situado junto al lado superior o inferior. La
persona debe responder cada vez que aparece el estímulo diana, que es el cuadrado adyacente
al lado superior. Los estímulos se presentan durante 100 milisegundos, con una tasa de
presentación de 30 estímulos por minuto.
El TOVA proporciona diferentes índices: errores de omisión, errores de comisión,
media del tiempo de reacción para las respuestas correctas, media de las desviaciones estándar
del tiempo de reacción, número de respuestas múltiples, media del tiempo de reacción después
de los errores de comisión y respuestas de anticipación.
Greenberg y Waldman (1993) han realizado una baremación de
esta prueba con 775 sujetos (377 varones y 398 mujeres), entre los 6 y los
16 años de edad. Encontraron que el porcentaje de errores de omisión, de
comisión, y la media y la desviación típica de los tiempos de reacción,
mostraban un decremento curvilíneo con la edad. También hallaron que
los varones tenían más errores de omisión, de comisión, de anticipación y menores tiempos de
reacción que las mujeres.

Tareas de detección de señales.
Las técnicas introducidas por Posner y colaboradores (Posner, Nissen y Ogden, 1978)
se utilizan, con frecuencia, para estudiar la capacidad para mantener la atención, y los cambios
que esta capacidad experimenta con la edad o con la presencia de alteraciones psicológicas.
Estos autores desarrollaron una tarea viso-espacial de detección de señales en la que midieron
el tiempo de reacción ante señales que indicaban, de manera exacta o equivocada, la aparición
de un estímulo.
En esta tarea la persona evaluada se sienta frente a la
pantalla de un ordenador en la aparece un punto, u otra señal de
referencia, en el centro. A la derecha e izquierda de este punto de
referencia se muestran una serie de señales que indican el lugar
donde aparecerá una letra (u otro estímulo). Un 50% de las señales
son neutras, es decir, no proporcionan información sobre si el estímulo aparecerá a la
derecha o a la izquierda del punto de referencia; un 40% proporcionan información verídica
(la señal indica si el estímulo aparecerá a la derecha o a la izquierda) y un 10%
proporcionan información falsa (no coincide el lugar de la aparición de la señal con el del
estímulo).
En resumen, tanto los tests de ejecución continua como las tareas de detección de señales
son instrumentos de laboratorio muy útiles para la evaluación de la atención. Su uso es muy
adecuado en la evaluación de las alteraciones de la atención que aparecen en determinados
trastornos psicopatológicos (por ejemplo en el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad o en las demencias).

1.1.3. Tareas incluidas en baterías o tests de inteligencia.
La evaluación de los procesos cognitivos es uno de los objetivos de algunos
instrumentos de evaluación que han aparecido en los últimos años. El Sistema de
evaluación cognitiva (CAS) de Naglieri y Das (1997) recoge algunas tareas destinadas a
evaluar la atención focalizada y selectiva.
Una estrategia frecuente en la evaluación de la atención, es la interpretación de las
puntuaciones de algunos subtests de las escalas de inteligencia de Wechsler. Así, el factor
de independencia a la distracción, que está formado por los subtests de aritmética, dígitos y
claves, en el WISC-R, y por aritmética y dígitos en el WISC-III. La dispersión de las
puntuaciones en estos subtests se utiliza, junto con las observaciones realizadas durante la
administración de las escalas, como indicadores de posibles problemas de atención, que
pueden alterar el rendimiento de la persona evaluada.

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