Obras de Winnicott: Reseña de «The Cambridge evacuation survey: a wartime study in social welfare and education» 1941

Reseña de «The Cambridge evacuation survey: a wartime study in social welfare and education» 1941

[Editado por Susan Isaacs, 1941]

La evacuación era indispensable. En una desencaminada tentativa de aminorar los males inherentes al exilio, muchos han intentado figurarse que la evacuación es en realidad algo bueno, sensato, y que era necesaria una guerra para que se la pusiera en práctica. Sin embargo, para mí la evacuación es una historia trágica; o bien los niños quedan emocionalmente perturbados -tal vez hasta un grado mayor del que podrían recuperarse-, o bien ellos son felices y son los padres los que padecen-con el corolario de que ni siquiera sus propios hijos los necesitan-. A mi entender, el único éxito que puede reclamar para sí el plan de evacuación es que podría haber fracasado.

No obstante, mi labor ha consistido en asistir a los fracasos y a las tragedias; además, una visión personal tiene escaso valor. En cambio, en The Cambridge Evacuation Survey obtenemos la visión de un equipo de colaboradores que realizaron una investigación sistemática en el lugar y en el momento de los hechos, y este libro decididamente merece ser estudiado. La opinión colectiva de los editores y de los nueve autores no es del todo pesimista, aunque en varios sitios de la obra se formulan fuertes críticas.

Este libro compendia una enorme cantidad de ideas y de trabajo de clasificación y selección. Abarca el período que se extiende desde el estallido de la guerra hasta el final de la etapa previa al momento en que se iniciaron los bombardeos directos de ciudades. Después de esto, la reevacuación no habría hecho sino complicar toda tentativa de estudio estadístico. En este volumen las estadísticas son utilizadas con idoneidad, pese a lo cual nunca perdemos de vista a los niños, sus padres y padres adoptivos y sus maestros como seres humanos íntegros. Tal vez sea éste el motivo de que su lectura resulte tan grata.

Una muestra del tono de la obra puede apreciarse en los siguientes extractos:

«Nuestra conclusión más amplia y general es, pues, ésta: que el primer plan de evacuación habría sido en mucho menor medida un fracaso, en mucho mayor medida un éxito, si se lo hubiese programado con más comprensión hacia la naturaleza humana, la forma en que siente y en que es probable que se conduzcan los padres comunes y corrientes y los niños comunes y corrientes.

«En especial, la fuerza de los lazos familiares, por una parte, y la necesidad de un conocimiento idóneo de cada niño, por la otra, parecen haber estado muy lejos de la comprensión de los responsables del Plan» (pág. 9).

«… no proporcionar servicios personales a los que pudieran acudirlos individuos para ser comprendidos y ayudados fue una extravagancia» (pág. 155).

Esta aguda lección sobre la ineficacia y el desperdicio de un enfoque parcial de un gran problema humano, que por su propia naturaleza toca todos los aspectos de la vida humana, no es válida en modo alguno sólo para la crisis temporaria provocada por la dispersión de las poblaciones urbanas durante una guerra» (pág. 11).

El cuerpo principal del libro debe ser leído para poder apreciarlo, ya que ha sido cuidadosamente redactado y no se haría justicia a las conclusiones sacando un pedazo de la torta y ofreciéndolo como fruta fresca.

Hay un esclarecedor y divertido capítulo sobre «Lo que dicen los niños». Fue posible someter al análisis estadístico las respuestas brindadas a dos preguntas simples: ¿Qué te gusta de Cambridge? ¿Qué extrañas en Cambridge? A veces las respuestas necesitaban ser interpretadas, pero todas ellas transmiten el sentir consciente de los interrogados.

A un médico tal vez se le permita manifestar su pesar por el hecho de que los profesionales de la medicina resultaran tan insuficientemente preparados ante el tipo de problemas que planteó la evacuación, de que a nadie se le ocurriese solicitar ayuda al médico sióno era para el manejo de la salud física y el tratamiento preventivo de infecciones y de infestaciones. Todo el peso recayó en los maestros, quienes, en la medida en que se les permitió, emprendieron extraordinariamente bien la nueva labor de cuidar de los niños en forma integral. En este estudio se menciona a un médico, el doctor John Bowlby, quien suministró una útil clasificación operativa de los niños en seis grupos bien definidos, de acuerdo con su grado de anormalidad.

“A) Niños angustiados, que pueden o no estar, además, deprimidos;

B) Niños “encerrados en sí mismos”, que tienden a retraerse de las relaciones con otras personas;

C) Niños celosos y díscolos;

D) Niños hiperactivos y agresivos;

E) Niños que presentan alternativamente estados de ánimo exaltados y deprimidos;

F) Niños delincuentes”.

“Los niños fueron clasificados según estas seis formas de respuesta, y también se los ordenó, de acuerdo con la magnitud del trastorno, en tres categorías. El Grado I indica una dificultad leve, en ciertos casos no mucho mas que una mera tendencia, que con un tratamiento razonable y comprensión del curso normal de los acontecimientos, en el hogar y en la escuela, se corrige por si sola. El Grado II indica una inadaptación bastante seria, que exige tratamiento clínico, pero que es presumible que ceda con cuidado y atención especializada. El Grado III indica un trastorno emocional profundo que probablemente origine mas adelante un derrumbe serio, sióno es tratado en su primera etapa”.

La descripción que hace el doctor Bowlby de los niños que pertenecen a cada uno de estos tres grupos se basa, evidentemente, en la observación clínica, y por lo tanto tiene valor aun cuando la experiencia lleve a modificarla.

Queda mucho por hacer con respecto a la evacuación y a las perturbaciones que ella ha causado en el desarrollo emocional, así como con respecto al empleo que algunos han hecho de ella para obtener auténticos y duraderos beneficios. Los sentimientos y factores inconscientes, por ejemplo, no son abordados directamente en este libro, a pesar de su gran importancia en este caso, como en todos los vinculados con las relaciones humanas.

No obstante, este libro es representativo del tipo de obras que se necesitan, porque es objetivo y carece de sentimentalismo, y debemos estar agradecidos a la doctora Susan Isaacs y a sus colegas.

Debe mencionarse el nombre de la señorita Teodora Alcock, aunque no figure en la lista de autores, ya que el estudio fue fruto del Grupo de Debates sobre los Niños que ella creara y al que muchos de nosotros hemos concurrido con gusto durante varios años.