Seminario 15: Clase 8, del 31 de Enero de 1968

MELMAN: En el marco de un proyecto de enseñanza para la Escuela Freudiana, yo había sugerido a Jacques Lacan que encarásemos reuniones, que podrían ser de un ritmo variable, por ejemplo mensuales, donde podría encontrarse la gente, principalmente de la Escuela, que se interesa en el seminario y donde podrían formularse algunas preguntas, incluso dificultades despertadas por ese seminario.

Dado que, de hecho, esas discusiones entre nosotros concernientes al seminario tienen lugar ya sea en grupos de trabajo, ya sea en reuniones amistosas -o no amistosas, poco importa,- en todo caso estas discusiones tienen lugar y me parecía que podía ser una buena idea formular esas preguntas si eso fuese posible e interesante para nosotros.

Tampoco le pedí a nadie que preparara algo hoy sobre los primeros seminarios que tuvimos este año sobre este punto crucial: el acto psicoanalítico.

Lo que les propongo es que veamos hoy si podernos intentar esta fórmula de grupo de trabajo, tratando de formular las preguntas, las dificultades que nos plantea el seminario.

Para introducir la cuestión, no voy a hacer una clasificación, una selección entre las argumentaciones aportadas por J. Lacan hasta acá. A mi juicio esta selección ya estaría marcada por una cierta parcialidad, por un punto de vista preciso. Para iniciar nuestra discusión me limitaré a tratar de retomar en forma de fórmulas muy breves, las articulaciones importantes de los diversos seminarios -no importa hasta donde lleguemos- y después de esa evocación podremos ver si tenemos elementos para la discusión por este camino.

Ustedes saben que Jacques Lacan insiste en señalar que el obstáculo o los obstáculos que puede encontrar su enseñanza se ubican muy raramente, por no decir excepcionalmente, a nivel de lo que podría llamarse una antítesis. No hay motivo para que no podamos intentar acá dar Ia forma, por ejemplo, a lo que podría figurar como elemento esencial del diálogo.

En el primer seminario por ejemplo, el del 15 de Noviembre, algunas fórmulas introducen la cuestión del acto psicoanalítico, por ejemplo el repaso de esta fórmula ya antigua: «la transferencia es la puesta en acto del inconsciente»; por otra parte, ¿que es lo que podría considerarse como acto en un campo periférico aún al psicoanálisis?; la entrada en el psicoanálisis, por ejemplo, ¿es un acto?. ¿Instalarse como psicoanalista debe ubicarse en la categoría del acto?

El recuerdo de que el acto ha sido fácilmente identificado a la acción, dicho de otro modo, a algo que concernía esencialmente a la motricidad y a la función de descarga; la evocación del proceso estímulo-respuesta y, sin embargo, primera pregunta suscitada: ¿el campo del psicoanálisis existía antes del acto de su nacimiento? ¿Dónde estaba? O bien, en todo caso, ¿quién lo sabía?. Un primer golpe de vista, un primer flash sobre lo que concierne a la efectuación (effectuation) del acto y sus efectos.

El mismo ejemplo es desarrollado: ¿que pasaba con el campo del álgebra antes de la invención del álgebra? Misma pregunta a la que se agrega una respuesta de este tipo: no es cuestión de contestar que la realidad es anterior al conocimiento. Pero en ese mismo registro, ¿qué pasa con el saber?

La segunda parte de ese primer seminario esta sensiblemente referida a la experimentación pavloviana, donde se ubica que el avance pavloviano es un avance de tipo estructural, que lo que Pavlov, sin reconocerlo como tal, establecía de hecho con respecto al animal, con respecto a su experimentación, era un sistema que de hecho funcionaba como estructura quizás porque, contrariamente al reflejo, la estimulación se presentaba ya como inadecuada a toda fruición esencial.

O también esta fórmula, siempre en el mismo registro: el silbato representa, si el significante es lo que representa al sujeto para otro significante, el silbato, dice Lacan, representa a Pavlov para otro significante, ese signo de la secreción gástrica que cobra valor por ser un efecto de engaño.

Y asimismo, en ese sistema, esa observación a la que no le falta sabor, y que por otra parte creo que ya fue fuente de bromas, que Pavlov recibía su propio mensaje en forma invertida, dicho de otro modo que era a causa de la secreción gástrica` que Pavlov en consecuencia soplaba su trompetita.

Tenemos aquí algunos puntos que he marcado en ese primer seminario. Posiblemente haya otros que ustedes quieran señalar de acuerdo a sus notas.

¿Podríamos sobre esto iniciar una discusión?… ¿Les parece que todo esto cae de su peso y puede ser admitido tal cual?

GINETTE MICHAUX: En su enunciado usted dijo que Lacan retoma el tema «la transferencia es la puesta en acto del inconsciente». Ahora bien, me parece que, en las formulaciones anteriores a ésta, era: «la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente». ¿Es que las dos quieren decir lo mismo o hay alguna diferencia entre esas dos formulaciones? Porque habitualmente no es sin efecto que se utiliza esa fórmula con el término realidad ubicado allí.

MELMAN: ¿Qué piensan?

OURY: Incluso una vez dijo «puesta en acción del inconsciente», en el seminario sobre la angustia. Pero yo creo que no hay que detenerse demasiado en…

MELMAN: Lo que destaca Ginette Michaux es algo que yo creo que puede tener su interés. No estoy seguro de que haya antinomia entre esas dos fórmulas. No me parece que se contradigan.

LEMOINE: A propósito de la acción y de la transferencia, quisiera observar que experimento cierta dificultad para religar, de algún modo, la acción y por otra parte el acto psicoanalítico, porque lo que sucede en algunos análisis interminables es que en los pacientes existe una especie de mecanismo de repetición que hace que hablen sin cesar y no actúen jamás. Entonces como actuar en la transferencia para conseguir justamente que esta puesta en acto del inconsciente devenga una puesta en acto del concierte, o al menos una puesta en acto. Porque no sé si se puede decir que la acción es del dominio del concierte o del inconsciente. Pero ¿qué pasa con la inhibición?

MELMAN: Acá tenemos efectivamente una pregunta atinente a nuestro propósito. Usted pregunta como en algunos análisis, del tipo de análisis interminables, hace referencia por ejemplo al texto de Freud sobre Análisis terminable e interminable, y evoca el caso de esos pacientes que hablan sin cesar y, dice usted, no actúan jamás. Si yo lo sigo bien, usted plantea la pregunta: ¿cómo pasar efectivamente a lo que sería el acto psicoanalítico?

LEMOINE:  No, que relación hay entre el acto psicoanalítico y la acción.

TOSQUELLES: Me parece que quizás en las dos formulaciones que retomaron ustedes «la transferencia es la puesta en acto del inconsciente» y «el acto de entrar en el psicoanálisis» o «el acto de devenir analista», hay quizás puntos comunes pero también puntos completamente diferentes.

El punto diferente, por otra parte en discusión, es esta puesta en acto de la transferencia, que es más bien algo que recuerda los actos de una comedia: 1er acto, 2do. acto, 3er. acto, 4to. acto, es decir una especie de puesta en escena, con más o menos cortes: 1er acto, 2do. acto, etc…

Esto es totalmente diferente al acto de entrada en análisis o al acto inaugural que, en primer lugar, me parece de otra estructura. Para que haya acto, contrariamente al actuar del que ustedes hablan, me parece que era esa la comparación entre acto y actuar, actuar no implica repetición; eso lleva hacia la técnica si quieren, mientras que el acto, en el fondo, es algo que se inscribe más bien como ante un testigo. Hay siempre por lo menos tres personas. Está la validación de las actas. Está la demanda de reconocimiento del acta/o. Si yo entendí bien algunos aspectos del pensamiento de Jacques Lacan, no es por azar que él decía: «el acto sexual no es un acto», el decía que era un actuar, a grosso modo, mientras que no se dice que uno hace un actuar de casamiento. El casamiento es un acto (el encamarse no es un acto) porque es un compromiso y un reconocimiento que, por definición, implica repetición. Se inscribe algo ante el juez o ante el cura, o entre paréntesis ante el gran Otro. Eso quiere decir que, cuando hay conflicto,  se puede volver a salir. Un acto puede siempre volver a salir. Debe volver a salir. Debe volver por definición. Mientras que un actuar no puede volver. No es que «no pueda» pero es independiente, el volver no es constitucional al actuar.

Quisiera decir una palabra sobre lo que dijo Lacan, es cierto que en el asunto de Pavlov había una imagen estructural inconsciente del lado de Pavlov. Pero tal como lo abordó él la primera vez, en las primeras palabras, era precisamente en otro contexto, precisamente el del actuar, un estímulo-respuesta. En el fondo, la motricidad no tiene nada que ver con el acto, si entendí bien.

Estímulo-respuesta, es por allí que enganchó el problema de Pavlov en tanto que estímulo-respuesta. Con la versión que usted dió, que también es cierta, me parece que puede inducirnos a no captar el por qué plantear de entrada el problema de Pavlov ese día.

RUDROFF: Me parece que, en lo que atañe al punto de partida para definir un poco lo que se entiende por acto, hay una tercera dimensión que todavía no fue evocada hoy, que está sin embargo presente en el espíritu y que es evidente en la transferencia puesta en acto del inconsciente, es la definición del acto como actual o actualización en relación a que lo virtual es también fundamental.

AUDOIRE: Tendería a pensar que contrariamente a lo que dice Tosquelles, la noción de acto no implica de ningún modo la noción de reconocimiento, sino todo lo contrario.

Pienso que el acto, en tanto que implica la noción de reconocimiento es más una puesta en condición del sujeto que una puesta en acto del sujeto, es decir que el condicionamiento, en el sentido pavloviano del término, parece incluir esa reflexión, esa representación de sí que hace que la motricidad acepte desplazarse en cuanto a su objeto a partir de algo que le es devuelto, y devuelto por el otro ya que, según Lacan, el otro, acá está presente, a partir de una reflexión del sujeto por el otro, es decir por la dimensión del espejo. Es por esta razón que el sujeto puede aceptar tranquilizarse en cuanto al desplazamiento del objeto de su acto. Mientras que la puesta en acto del sujeto me parece que nos reenvía al origen. Tengo la impresión —y Lacan también puesto que nos ha dado la noción de acto como de puro comienzo— que la noción de acto reenvía al sujeto a su origen, es decir, al lugar donde no puede reflejarse, donde es justamente puro comienzo, es decir puro acto de puro sujeto.

Pienso que si el que el acto sea reconocido es una noción suficiente, no es una noción necesaria. Pienso que el acto, si se quiere purificar la noción, por el contrario nos reenvía a una experiencia originaria, que hace que por un breve instante, el sujeto acepte no reconocerse en su acto; se reconoce en las representaciones que dá, es decir las consecuencias que de su acto puede recibir, y es ya un mecanismo que se puede alinear en la serie obsesiva, pero en tanto que el acepte ser acto, no puede aceptar al mismo tiempo ser representación de sí mismo actuando. Dicho de otro modo, pienso que es del lado de la puesta en condición que se sitúa lo imaginario, y del lado de la puesta en acto que se sitúa la vía simbólica. Es una pregunta que planteo a Tosquelles quien por el contrario insistió, a mi entender, sobre el aspecto imaginario e intersubjetivo del acto, que me parece que puede ser incluido pero que en todo caso no me parece pertenecerle en pleno derecho.

IRENE ROUBLES: No quisiera decir ahora todo lo que tengo para decir porque apunta a todo el seminario de Lacan, en todo caso eso desemboca, como decía Tosquelles, en la diferencia entre el acto y el actuar (creo por otra parte que Lacan dice entre el acto y el hacer) que los dos juntos determinan el acto psicoanalítico.

Quería hablar de las relaciones entre el acto y el acting-out y el pasaje al acto. Creo que de lo que hablaba Tosquelles sería, en la perspectiva de Lacan, lo que él llama el acting-out, es decir algo que se muestra, algo que, en efecto, quiere hacerse reconocer. Pero quisiera volver a hablar después cuando hayamos visto todos los seminarios.

SRA. LEMOINE: Usted dijo que no se podía poner en cuestión la realidad como preexistente al saber, a mi me parece que al contrario es la única cuestión. ¿Hay antinomia entre realidad y saber? ¿Dónde está la diferencia?

MELMAN: La realidad preexistiendo al conocimiento. Pero, dice Lacan, ¿que pasa con el saber?

Sra. LEMOINE: Ahí está el problema. Esa relación es un gran problema.

TOSQUELLES: No estoy muy asombrado de esta incomprensión. Diría que para eso hablé en ese tono, para facilitar la incomprensión.

Pero en realidad, no creo que sea un problema de tono lo que ha impedido dar vuelta las cosas de tal modo que… Por ejemplo, como yo presenté las cosas, pude comprender lo que era un acto, tomé esta imagen del acta de casamiento, o del acta de bautismo, o del acta notarial, etc., precisamente para mostrar que es un acto simbólico y no imaginario. No es imaginario ir a casarse. La palabra «inscribir» alguien dijo «escribir», sin embargo yo la había pronunciado siguiendo, creo, a Freud que hablaba todo el tiempo de la inscripción, etc….

Por lo tanto mi intención era decir que precisamente el acto era algo fundador. Es así que, para retomar la imagen exagerada del acto sexual, lo que es fundador es el casamiento y no el encamarse.

MELMAN: Sigue planteada la pregunta si el casamiento es o no un acto.

TOSQUELLES: En cada civilización hay esas tomas de acto que son consagradas por un tipo de costumbres determinadas, que se hacen de modo diferente.

Quisiera decir algo más sobre este tema, para diferenciar aún este asunto de los actos y la acción, el actuar. No se dice que nuestros actuar nos siguen, mientras que se dice que nuestros actos nos siguen. Es muy importante, y una vez más plantea el problema de la repetición, de la memoria, etc…. El actuar puede seguirnos o no mientras que nuestros actos nos siguen, es totalmente cierto.

Quizás el problema que crea un poco más de confusión es entre acto y acción, no entre acto y actuar, porque en la acción por el contrario, está ese asunto del reconocimiento, participación, hasta nuestras acciones financieras; si ustedes compran una acción financiera, no compran un acto, compran una acción y participan en la economía, en el beneficio y la pérdida. Precisamente esas acciones son negociables, transferibles. El trabajo del obrero en la fábrica no es negociable ni transferible. La acción es negociable. Me parece que esto plantea el problema.

MELMAN: Creo Tosquelles que usted podría haber retomado lo que quería decir.

LEMOINE: Yo quisiera preguntar a Tosquelles si un casamiento no consumado es un acto o un actuar.

TOSQUELLES: La Iglesia dice que no hay matrimonio que no sea consumado. El casamiento es nulo si no se consuma. Un acto nulo.

LEMOlNE: ¿Qué pasa con el actuar sexual en el acto del casamiento?

MELMAN: En todo caso hay algo que yo quisiera decir ahora. Por mi parte me temo que estemos practicando una inflación sobre el término acto de un gran número de elementos que quizás sólo tienen con él relaciones de homonimia.

Justamente el problema del seminario de este año es, creo, llegar a aislar lo que seria la especificidad del acto en tanto que tal, es decir, justamente lo que permitirla distinguirlo radicalmente y con certeza de toda vacilación relativa a la acción, concerniente al actuar, concerniente a los actos de estado civil. Creo, y Lacan lo subraya, que es a partir del campo del psicoanálisis que la cuestión del acto es puesta en su lugar, es a la vez despertada, evocada y al mismo tiempo autoriza quizás los desarrollos que nos permiten ponerla en su lugar.

Ahora bien, eso sería quizás una primera observación concerniente al riesgo de que metamos bajo ese término justamente lo que todavía pertenece legítimamente a nuestras interrogaciones. Es pues legítimo meterlas pero quizás también es legítimo puntuarlo.

AUDOIRE: Quería simplemente preguntar a Tosquelles si piensa que, por ejemplo, el origen del lenguaje es un acto.

Una de dos: o lo piensa o no lo piensa. Si lo piensa, entonces estará de acuerdo conmigo en que el lenguaje no puede reconocer su propio origen, salvo en las filosofías racionalistas de las que no es cuestión de hacer la crítica acá, pero si el lenguaje no puede reconocer su propio origen como tal y sin embargo el origen del lenguaje sería un acto, entonces el acto escapa al reconocimiento. O el piensa que el origen del lenguaje no es un acto y entonces yo le pregunto qué es.

ABDOUCHELI: Me pregunto si la forma en que introdujiste el debate, seminario por seminario, no es la más propicia para crear justamente el atascamiento de que hablabas hace un rato.

MELMAN: No es seguro que nos estemos atascando.

ABDOUCHELI: Fuiste vos el que habló de eso. Para evitar que entremos en una discusión quizás sobre un detalle pero que de hecho parece un punto muy importante, me pregunto si no se podría hacer una pasada rápida, ya que decidiste comenzar así, por todos los seminarios o cuestiones importantes, más que proceder seminario por seminario.

MELMAN: ¿Vos tenés ya una idea de cuáles cuestiones pertenecientes a los otros seminarios permitirían acá un despejamiento?

ABDOUCHELI. Sí, efectivamente yo plantearla una pregunta, pero prácticamente no se inscribe en ningún seminario en particular.

MELMAN: No importa.

ABDOUCHELI: Es una cuestión de incidencia muy lateral, principalmente de incidencia práctica e incluso nos aleja bastante del problema de la discusión del acto.

Esta es mi pregunta. Me pregunté si la insistencia mostrada desde hace algún tiempo por Lacan en producir el objeto (a), no va a tener sobre nuestras curas una incidencia muy particular. Quiero decir que la mayoría de nuestros pacientes son neuróticos y como tales, como bien lo dijo Lacan, su deseo es nuestra demanda.

Ahora bien, lo que se va a saber cada vez más, es que se le demanda, que se le exige un objeto (a), obviamente causa de deseo. Pero ese objeto que de algún modo va a ser demandado, no corre el riesgo de golpe de ser en lo sucesivo, más que antes, un objeto anal?, lo que va a hacer que tengamos cada vez más objetos anales. Estaremos más cubiertos de mierda de lo que lo hemos estado nunca, como las palomas antes de la campaña de Malraux, y temo que toda esa mierda nos impida ver claro.

Hay algo acá que en el plano práctico, me parece digno de reflexión, y quisiera plantear acá la pregunta: ¿Puede manifestarse en nuestras curas una incidencia de este tipo?

MELMAN: Había un famoso paciente, que vos conocés bien, que precisamente tenía una cierta dificultad para ver claro, ese famoso paciente que tenía una venda en los ojos que le impedía tomar contacto con la realidad, lo que él llamaba la realidad. Es un síntoma que no es raro, más vale lo contrario.

Efectivamene el problema es el de la relación con ese objeto (a), con esa venda sobre los ojos.

Ahora, quizás como vos decís, podremos ver en el camino que es lo que, en esa dialéctica, permite eventualmente ver claro o no, dicho de otro modo que riesgo, eventualmente, hay que correr o no para que dicho paciente deje de tener esa venda sobre los ojos. Es una excelente pregunta. Quizás avancemos por allí en nuestras interrogaciones. Fijate que de algún modo tu pregunta se acerca a la de recién de Lemoine, en lo relativo al problema de esos pacientes para los cuales algo no llega a cortarse, digamos, y la cuestión de por qué y qué hay que hacer.

 ABDOUCHELLI: Para que se entienda bien el sentido de mi pregunta: tengo miedo que algo que ya existe y muy a menudo, a saber, esa especie de vinculo entre el deseo del sujeto y lo que supone la demanda eventual del análisis, no encuentre acá una estructura real, el analista lacaniano demandando efectivamente algo.

MELMAN: Era el hombre de los lobos el que yo evocaba recién a propósito de la venda en los ojos.

COMDE: Quisiera hacer una observación sobre lo que nos propone Abdouchelli como tema de reflexión, en tanto que en efecto suscita un cierto número de comentarios, de preguntas que surgen inmediatamente.

Por ejemplo, le pregunto precisamente en qué le parece que la enseñanza lacaniana es algo que nos lleva, estando ubicados para el paciente en su ilusión como demandantes, en qué la enseñanza lacaniana nos demandaría demandar el objeto (a), en qué el objeto (a) sería el objeto real de nuestra demanda. Me parece que hay un cierto salto en lo que decís al respecto.

ABDOUCHELLI: Por supuesto.

COMDE: Otra cuestión que va un poco más allá.

Después de todo, si el paciente nos aborda así, bajo esta forma de la demanda, se puede decir que es un dato de entrada en juego, y se puede decir también que la lógica del analista —eso lo dijo Lacan— está siempre integrada a los fantasmas que el analizado o el analizarte construye alrededor de la cura.

Desde este punto de vista, no veo lo que nuestras posiciones, en relación a la enseñanza de Lacan, aportarían de nuevo a la situación; diría incluso que si esta lógica que construyó Lacan se halla más próxima a la realidad de las cosas o a la dialéctica concreta, no veo cómo podría bloquear algo en la cura.

ABDOUCHELI: No digo que la lógica de Lacan pueda bloquear algo en la cura, me refería al conocimiento que se produce afuera y que se producirá cada vez más, como puede venir a estorbar. Es un problema práctico lo que planteo.

MELMAN: Quizás haya otra cuestión, si es que el analista lacaniano demanda algo o si es algo que se produce por una estructura ante la cual tanto el analista como el analizado, es lo que Comdé trataba de subrayar, están ligados de forma estrechamente dependiente. Quiero decir con esto que se trate de un analista lacaniano o no, que formule o no el concepto de objeto (a), la cuestión del objeto (a) estará de todas formas necesaria y obligatoriamente presente.

Basta con leer múltiples artículos de analistas pertenecientes a otras escuelas para darse cuenta que la cuestión del objeto (a) y del medio menos malo de no hacer un mal uso de él se plantea sin cesar, aún si no se llega a una formulación que permita efectivamente una conclusión del tipo que deseaba Lemoine.

Por lo tanto me parece que plantear de esta forma la cuestión de la relación del analizado al analista lacaniano es forzar o desviar los términos; la cuestión del objeto (a) se plantea de cualquier forma, el único problema es saber cómo valerse de él y qué riesgos presenta su uso. Esta es la cuestión.

Dicho de otro modo, se podría decir también, en el límite, que el analista (lacaniano o no) a priori no demanda nada. De todas formas el objeto (a) va a estar en circulación.

HEMME: A propósito del diálogo que acaba de desarrollarse, se puede plantear la cuestión de saber -y la intervención de Comdé lo ha precisado- si el analista, lacaniano o no, es un demandante o un sujeto supuesto demandante. Es precisamente de eso que se trata, y quizás felizmente, esa insistencia sobre el objeto (a) puede llevar a una revelación de algo que se despliega raramente en las sociedades de psicoanalistas y que es el estatus socio-económico del psicoanalista, puesto que además esta práctica se hace, y es a partir de su posición que él la precisa, en un campo de práctica llamada liberal que, en el régimen capitalista, es una práctica comercial. Es posible que si no se intenta un develamiento de esta dimensión algo corra el riesgo de articularse mal entre el verdadero demandante y el sujeto supuesto demandante.

Quisiera intervenir también sobre el seminario del 15 de Noviembre a propósito de una interrogación sobre por qué Pavlov apareció ese día junto con la formulación del seminario de este ano «el acto psicoanalítico», es una provocación a nivel de ese personaje que tiene por función manejar la palabra en el campo del lenguaje, en referencia a esa fórmula de la sabiduría en naciones donde las palabras se vuelan y los escritos quedan.

Para volver a esa dimensión, hay algo que creo ha sido puntuado por Lacan en esa problemática que subyace a la discusión sobre el acto y la acción, que es la vieja problemática filosófica del idealismo y el materialismo. Me parece que es por eso que Pavlov apareció ese día. Vos no recordaste esta frase que yo habla anotado: «Adonde está el lenguaje no hay ninguna necesidad de hacer referencia a una entidad espiritual». Me parece que no es inútil recordar esta frase que puede permitir articular esta problemática.

MELMAN: Podemos retomar lo que ha sido suscitado en las distintas preguntas hasta aquí:

Lacan plantea al comienzo esa paradoja de que sea en el campo psicoanalítico donde pueda ser planteada la cuestión del acto, es decir en un campo donde hasta ahora el acto no ha sido reconocido como tal más que en tanto falido, fracasado, lo que sin embargo es un primer problema, y en un campo donde justamente la regla quiere que uno se abstenga en el curso de la cura de todo acto. Es así, a partir de cierto velamiento sobre el acto psicoanalítico en los analistas que Lacan origina o restituye la emergencia de su interrogación.

Me parece que Lemoine retomó muy bien esta cuestión en ese nivel clínico que es precisamente el del fin del análisis y que pasa en ese momento con el acto.

Sé bien que esto no concierne al primer seminario, pero no importa, Lacan sitúa acá una dificultad relativa al acto psicoanalítico en su relación con los psicoanalistas, dicho de otro modo, algo relativo a lo que se podría llamar su suerte en lo que concierne al acto del que hacen profesión.

Otro punto, para retomar brevemente lo que estuvo en discusión entre Tosquelles y Audoire concierne al hecho de saber si el acto implica o no reconocimiento, incluso registro. Me parece que podrían evocarse dos cosas a la vez, la función de la Verleulung que Audoire, si no me equivoco, abordó sin citar el término, en tanto que justamente habría en relación al acto algo que podría ubicarse del lado de lo que ese acto inaugura como campo nuevo. Dicho de otro modo una articulación allí quizás un poco delicada, si hubiera que valerse del término reconocimiento o inscripción, pero en todo caso algo que, por supuesto, a nivel del acto, es en todo caso de este modo que se trató de especificarlo, algo que marca el comienzo, la apertura de un nuevo campo.

NOYES: Me parece que habría que introducir una palabra en este momento, por otra parte usted acaba de introducirla con una palabra que usted dijo: falido; me pregunto si lo que es la especificidad del acto analítico y lo que lo distingue de las acciones o de otros actos, en particular del acto médico, es que el acto psicoanalítico presentifica de entrada, y es eso lo que funda la cura, la dimensión de la falta.

Mi pregunta sería: se puede reconocer lo que hay de específico en el acto psicoanalítico sin introducir no sólo la noción de falta sino también la de corte, porque me parece que la noción del acto fue puesta junto a la de corte al fin del seminario. ¿Se puede pensar en acto sin pensar en corte?

GINETTE MICHAUX: Iba a decir más o menos lo mismo. El inicio de la discusión era articular transferencia con acto Ahora bien, no puede haber transferencia si no hay corte, y me parece que lo propio del acto psicoanalítico es ser escandido por un corte. Me parece que es lo propio de todo acto en relación al actuar, justamente cerrarse por un corte y la posibilidad de volver a cerrarse no sobre un sistema cerrado sino, se puede decir, tanto hacia una clausura como un corte, para ser puesto en circulación, en el sentido de que para que un acto los siga, esta marcado, definido, no se vuelve. Se vuelve cuando hay que volver pero está cerrado.

Se puede decir que para que haya transferencia, traspaso, todo lo que es del resorte de la dinámica en la transferencia, hace falta que algo sea cortado, que haya una ruptura a partir de un momento cualquiera, e incluso se puede articular la formación del gran Otro con el corte del primer significante y la posibilidad de que haya permutación, transmutación; no se puede hablar de uno sin el otro e incluso, hacer analogía con los sistemas de trueque y moneda: a partir del momento en que hay estampilla y posibilidad de poner en circulación un valor que sea un valor de cambio.

MELLEZ: Me sorprendió un poco la discusión sobre la introducción del (a) en circulación en los medios psicoanalíticos. Existía antes por supuesto, pero sin embargo tuvo el corte del acto del seminario que le aportó la estampilla del conocimiento, algo hace que no sea lo mismo referirse a un (a) no nombrado y que circula por el texto sin salir, y una estructura (a) con esa estructura.

OURY: Quisiera agregar una pregunta a esta impresionante lista. Citaste la segunda frase: «la entrada en el psicoanálisis» y además «instalarse como psicoanalista». De todas maneras es un problema en el sentido de que habría que hacer la articulación entre «entrar en el psicoanálisis» e «instalarse como psicoanalista». Esto plantea el famoso problema del análisis didáctico. Seria interesante ver si hay una diferencia más o menos fina entre el acto de entrar en psicoanálisis y el acto de ir a presentarse a una sociedad de psicoanalistas para ser analista, que entra sin embargo en una perspectiva estrictamente analítica. Dicho de otro modo, el acto de ir a dar la vuelta de algunos tipos en una sociedad constituida por lo tanto positiva, parece sin embargo ser un acto, pero que tiene cierta importancia para ser analista, ¿como se articula con el acto individual de entrar en análisis?

Me parece que no se puede resolver de entrada pero se plantea a través de esta falsa oposición el problema del didáctico. Dicho de otro modo, ¿es lo mismo entrar en didáctico que entrar en análisis?

DORGEUIL: Al respecto justamente yo anoté en el seminario la siguiente fórmula: comenzar un análisis es efectivamente un acto. Pero Lacan agregó: «¿quién lo hace?» y dijo a continuación que no se podía atribuir la estructura de acto al que se embarca allí.

MELMAN: Sí. Ciertamente un buen número de cuestiones, tanto las de ustedes como las del seminario conciernen a la relación del analista con el saber, y en particular con lo que se encuentra ubicado a partir de la apertura de la cura, es decir la presentificación de un sujeto supuesto saber y sin duda lo que es al mismo tiempo la intimidad del analista con el sujeto supuesto saber, animador de algún modo de la cura.

Es seguro que hay aquí una situación eminentemente práctica cuyos efectos pueden seguirse lejos, comprendidos sin duda a nivel de los problemas marginales pero en el límite solamente de la organización de las sociedades de psicoanálisis. Ciertamente allí hay algo que ocupa lo que podría llamarse lo esencial.

GUATTARI: Cuando Lacan fundó esta Escuela, en ruptura, en corte con toda una larga tradición del movimiento psicoanalítico en un cierto comportamiento de evitamiento, justamente, en relación a sus responsabilidades, se podría decir que cometió un acto que pesa sobre todos nosotros, y que, me parece, pesa singularmente en una reunión como ésta, con el aspecto un poco mortificante de tener que decir algo en algunas palabras,¿sobre qué? precisamente sobre una demanda de Lacan; ¿que demanda? ¿Que se le vuelva a mandar el ascensor? demanda que haya una especie de devolución, de respuesta a esa cuestión que planteó cuando dijo: «yo fundo, sólo como siempre…» no me acuerdo como lo dijo. Y me interrogo sobre la pregunta de Lemoine. Cuando Lacan bautizó algo que procede del objeto parcial, en su origen, lo bautizó como objeto (a). El hecho de que haya tomado esa primera letra del alfabeto, que dio al mismo tiempo un cierto carácter de inscripción, de letra, en definitiva la instancia de la letra, ese acto de hacer pasar algo que en el movimiento psicoanalítico tenía una cierta denominación, ese acto de creación de un nombre, que le otorga la paternidad de una especie de nueva clasificación nocional, es algo que, de algún modo nos coloca a todos en esta Escuela en una posición transferencia!, particularmente en relación a lo que hay que reconocer, a saber, que Lacan, de cierta forma ha vuelto a fundar, ha vuelto a poner en acto al psicoanálisis después de Freud.

Ahora bien, pienso que en estas condiciones hay una incertidumbre que se manifiesta en el mismo funcionamiento de la escuela; se ha hablado de eso durante un congreso hace dos años. No sé si las cosas han sido retomadas, si se tuvo en cuenta las observaciones, las propuestas que fueron hechas. ¿En qué constituyen la Sociedad de psicoanálisis, la Escuela Freudiana, un garante de este acto de recuperación freudiana?

Me parece que un poco la trampa de la reunión de hoy es saber: ¿cómo es posible hablar después de un acto? ¿Cómo es posible hablar después de esta responsablilidad, asumida por Lacan, de un corte y una nueva fundación del psicoanálisis?. Creo que la devolución que recibimos hoy, en esta reunión debería al menos llevarnos a ir más lejos que a la única cuestión del acto y a dar vueltas alrededor de ese acto, que se parece más a una inhibición, a una incapacidad de ir más allá de la dilucidación.

MELMAN: ¿Qué ve usted de mortificante en su propia interrogación?

GUATTARI: El hecho de que todo lo que se desarrolla en la Escuela Freudiana desde hace años no es más que un estricto plagio de las formulaciones de Lacan o en algunos casos, un cierto carácter de originalidad pero cuya afirmación es muy incierta.

Considero que Lacan se embarcó en un terreno que preparó ampliamente antes, que construyó ampliamente a través de toda la historia del psicoanálisis y tengo la impresión de que hay una especie de inhibición, por otra parte muy clásica en los mecanismos de grupo, tal que la mayoría de nosotros, empezando por mí, tenemos una cierta dificultad para ponernos en acto desde el punto de vista analítico en los campos específicos que no son precisamente el de Lacan y no especialmente en la huella de Lacan. Se produce así una especie de dificultad para hablar de nuestro compromiso en el psicoanálisis, o más vale no querer hablar más que adonde Lacan nos decía una pequeñísima coyuntura, un pequeñísimo juego para poder no se qué decir. Y me pregunto sinceramente sobre lo que estamos diciendo desde el principio de esta reunión.

MORALI: Quisiera retomar una pregunta que quizás sea la misma que se hizo, se trata para nosotros, desde el principio de esta discusión y de este seminario, de interrogar al psicoanálisis a partir del campo general estructural del lenguaje, es decir demandar qué es lo que merece, en el psicoanálisis, ser designado por lo que el lenguaje llama acto, o es la hipótesis inversa, es decir vamos a demandar al psicoanálisis que nos enseñe verdaderamente qué es el acto y si es necesario que nos lo enseñe contra el lenguaje, lo que justamente podrían indicar las observaciones que ustedes hicieron, a saber, que es en el psicoanálisis que sabemos que el acto aparece como falido, corno lo que debe ser evitado de forma precisa, corno el corte ante el lenguaje y ante lo que el lenguaje nos llevarla a comprender como acto.

En esta segunda hipótesis, ¿como sabremos, que es lo que nos va a hacer comprender que el psicoanalista no se está valiendo del lenguaje para escapar a la vez al acto y a la verdad del acto? ¿No estaremos ahora haciéndolo?, ¿no seria eso a la vez la prueba y el goce de ese reducto, de esa protección que el lenguaje ofrece contra el acto y la verdad del acto?

MELMAN: Quisiera dar mi opinión sobre dos puntos, a menos que quieran formular otras opiniones.
Sra. X: Tuve la impresión, escuchando a Lacan, que en los últimos seminarios cuando habló del objeto (a), se trataba de que el sujeto supuesto saber devenga objeto (a) al fin del psicoanálisis; entonces esto no tendría quizás la importancia y el sentido en que se lo tomó, pero es la meta del psicoanálisis que al fin devenga objeto (a).

MELMAN: Quisiera decir dos cosas. Primeramente, en relación a la observación de Guattari me cuesta mucho entenderla y ubicarla.

El problema acá no es justamente saber lo que Lacan espera de una reunión de trabajo ni saber si él espera que se le vuelva a mandar un ascensor.

El problema es lo que nosotros tenemos ganas de decir al respecto. Tenemos o no tenemos. Si tenemos entonces podemos considerar que se puede discutir y hablar.

No veo acá el más mínimo problema, quiero decir la más mínima sombra.

GUATTARI: Hace años que se prolonga esto.

MELMAN: Por otra parte, por estar concernidos por un cierto campo, efectivamente, con lo que ese campo origina, no quiere decir que charlemos, hablemos en el límite, se tratará incluso de favorecer las cosas.

Ahora, en lo que concierne a la originalidad, es un asunto apasionante, que no deja de interesar a mucha gente. Debo decir que hay que reflexionar sobre eso. Es muy delicado. En particular se plantea la cuestión de la originalidad en relación justamente a lo que se produce aquí, es decir el montaje de una estructura. ¿Qué es ser original en un trabajo de investigación que atañe a una organización estructurada, en matemáticas por ejemplo? Un matemático hace un descubrimiento apasionante, verdaderamente totalmente a la vanguardia; lo publica y ocho días después —no hace falta más— otro matemático que ha tomado conocimiento da una fórmula más general. ¿Quién hizo el descubrimiento? ¿Cuál es la originalidad de esos dos matemáticos?

Me parece que esta cuestión de la originalidad merece ser planteada de otra manera que a nivel de esa especie de vaguedad, de imprecisión, de halo —y eso nos interesa, lo vago, lo impreciso, el halo— que conciernen a la originalidad. Habría que tratar de dilucidar qué es la originalidad.

Hay un texto ya antiguo donde Lacan habla de la pasión de la unicidad. Es una interrogación que fue abierta por la Sra. Parisot en las lecturas de Lacan relativas a la pasión de la unicidad. Quizás se podría también ver algo que después de todo habría que poner entre comillas, en todo caso para reflexionar, relativo a lo que podría llamarse la «pasión de la originalidad». No se trata de acordarle valores, de juzgarla confesable o inconfesable, sino tratar de saber qué hay allí, qué quiere decir, qué significa eso.

A mí no me parece para nada que a nivel de las preguntas planteadas hoy por ejemplo, haya nada del orden de la inhibición. Debo decir que desde el punto de vista clínico no lo veo.

Hay una segunda cosa relativa a lo que dijo Morali sobre el acto y el lenguaje. Es una cuestión muy importante De todas formas no es cuestión de responder, pero en el límite yo ni siquiera la retomaría ahora, ¿quizás alguno quisiera retomarla?

Simplemente esta observación que Lacan subraya justamente, la dimensión que llama significante del acto. Para tomarlo a nivel del ejemplo entre el «al principio era el Verbo» de Juan y el «al principio era el Acto» de Goethe, Lacan subraya sin cesar justamente de algún modo la colusión de esos dos campos, dicho de otro modo algo que no permitiría en ninguna parte ningún ocultamiento o evitamiento pero que liga justamente el acto, para Lacan, a un dominio que escapa a la dialéctica motriz —estímulo-respuesta, actuar-hacer, etc…— algo que podría dar su estatuto a lo que sería efectivamente el acto. Me parece difícil en todo caso ver un ocultamiento en esta empresa.

AUDOIRE: Quisiera resallar al pasar la relación que apareció claramente en muchas intervenciones entre el acto y la escena primaria, para decirle a Guattari que después de todo no me siento inhibido para hacer esa comparación que Lacan no hizo, en efecto, es por experiencia personal que desde hace mucho me interrogo sobre esta extraordinaria experiencia que tenemos como analistas, a saber que el señor o la señora que hablan, hablan de la escena primaria como si hubieran asistido a ella. El sujeto no estaba allí y sin embargo está plenamente autorizado a hablar de eso, es decir, trata de retomar en el acto inaugural de su palabra, el acto inaugural de su vida. Hay algo en ese modelo que me parece definir, o al menos aclararnos sobre lo esencial del acto, a saber, que el acto, si quiere ser reconocido no deja de ser algo que no puede serlo y no pudiendo serlo nos embarca siempre empujando delante nuestro nuestra falta, para restituirla, para repetirla, diría incluso independiente de los contenidos qué ese acto inaugura o del campo que ese acto abre, pero como puro acto, y ese puro acto quiere hacerse pasar por conciencia.

Es en ese momento que la conciencia que se hace acto y que se cree acto cae, justamente, en el extravío, ¿para volver a qué? a algo del acto que no puede ser puro, es decir que ella como conciencia, se deja caer en ese momento, para restituir un sujeto que no es la conciencia y, ¿que deviene qué? Deviene acto. Creo que no hay razón para que se detenga inmediatamente esta dialéctica y que no haya reconocimiento final.

MELMAN: Lo que les propongo, eventualmente para el próximo seminario cerrado es que si entre ustedes hay algunos que deseen elaborar algunos puntos, a nivel de su campo, de su trabajo, de sus reflexiones, que lo manifiesten, serán bien recibidos. (Oury, Irene Roublés)

Nos quedamos en los temas del primer seminario que evoqué esencialmente. Pero hay un tema que me parece muy importante, que merece ser retomado para precisar las cosas, es lo que se hizo el año pasado sobre la lógica del fantasma, y que se retoma en forma muy precisa este año pero a otro nivel.

¿Alguno de ustedes quisiera preparar algo retomando la lógica del fantasma?

NASSIF: Quisiera intentarlo. Depende del tiempo que se pueda disponer.

MELMAN: Un tiempo que no nos impida poder hablar de eso.