UNA CONTRIBUCIÓN A LA PSICOGÉNESIS DE LOS TICS (1925)

UNA CONTRIBUCIÓN A LA PSICOGÉNESIS DE LOS TICS (1925)

 

En
el siguiente extracto de una historia bastante extensa del caso me
propongo examinar principalmente los factores que tienen relación con
la psicogénesis de los tics. En este caso el tic parecía ser sólo un
síntoma secundario y durante bastante tiempo apenas si intervino en el
material. A pesar de esto, el papel que representaba en la personalidad
entera del paciente, en el desarrollo de su sexualidad, neurosis y
carácter era tan fundamental que, cuando el análisis logró curar el
tic, el tratamiento quedaba muy próximo a su fin.

Cuando
se me envió a Félix, de trece años, para que lo analizara, el muchacho
ejemplificaba en forma notable lo que Alexander ha denominado "carácter
neurótico". Aunque exento de verdaderos síntomas neuróticos actuales,
era muy inhibido en intereses intelectuales y relaciones sociales. Su
capacidad mental era buena, pero no tenía interés en nada, fuera del
juego.

Se mantenía muy apartado de sus padres,
hermano y compañeros de colegio. También era llamativa su falta de
afectos. La madre mencionó sólo de pasada que durante algunos meses
había tenido un tic, que aparecía ocasionalmente. y al que ella -y yo
también, por lo menos por un período- no dio importancia especial.

Como
venía al análisis sólo tres veces por semana, y como su tratamiento fue
interrumpido repetidas veces, sus 370 sesiones se extendieron a lo
largo de tres años y cuarto. Cuando el niño vino a mi estaba aún en el
estadío prepuberal, y la larga duración del tratamiento me permitió
comprender la forma en que sus dificultades se intensificaron por la
aparición de la pubertad.

He aquí algunos puntos
esenciales de su desarrollo. A la edad de tres años le fue operado el
prepucio, y la conexión entre esta operación y la masturbación quedó
especialmente grabada en él. Además, el padre le había hecho repetidas
advertencias e incluso lo había amenazado; como resultado de estas
amenazas Félix estaba resuelto a abandonar la masturbación. Pero
incluso durante el período de latencia sólo ocasionalmente lograba
llevar a cabo esta resolución. Cuando tenía once años, se hizo
necesario un examen nasal y esto reveló su trauma conectado con la
operación que había sufrido a los tres años, y lo llevó a una
renovación de la lucha contra la masturbación, esta vez con completo
éxito. El regreso de su padre de la guerra y sus renovadas amenazas
contribuyeron notablemente a este resultado. La angustia de castración
y la consiguiente lucha incesante contra la masturbación dominaron el
desarrollo del niño. De gran importancia fue el hecho de que hasta los
seis años había compartido la habitación de sus padres y sus
observaciones de la relación sexual entre ellos habían dejado una
duradera impresión en él.

El trauma de la operación a
la edad de tres años -edad en que la sexualidad infantil alcanza su
clímax- fortificó su complejo de castración y lo llevó a pasar de la
actitud heterosexual a la homosexual. Pero hasta la situación edípica
invertida estaba obstaculizada por la angustia de castración. Su
desarrollo sexual retrocedió al estadío sádico-anal y mostró tendencia
a una regresión mayor hacia el narcisismo. Así se dieron las bases para
un rechazo del mundo externo, actitud que se volvió cada vez más clara
en su conducta bastante asocial.

Cuando era muy
pequeño le gustaba mucho cantar, pero hacia los tres años había dejado
de hacerlo. Recién cuando estaba en análisis se reavivó su talento
musical y su interés por la música. En esta edad temprana apareció ya
una excesiva inquietud física que tendió a incrementar. En la escuela
le era imposible tener las piernas quietas; se revolvía sin cesar en su
asiento, hacia muecas, se restregaba los ojos, etcétera. Cuando tenía
siete años, el nacimiento de un hermanito intensificó en muchas formas
sus dificultades. Su anhelo de ternura aumentó, pero se hizo más
notable su apartamiento de sus padres y ambiente.

Durante
sus primeros años en la escuela era un buen alumno. Pero los juegos y
la gimnasia le provocaban mucha ansiedad, y mostraba gran aversión
hacia ellos. Cuando tenía once años, el padre, recién llegado de la
guerra, lo amenazó con castigarlo por su cobardía física. El muchacho
logró superar su angustia. Incluso se volcó hacia el otro extremo 2 ,
se convirtió en un ferviente futbolista y empezó a nadar y a hacer
gimnasia, aunque de cuando en cuando aparecían recaídas. Por otra
parte, reaccionó a la insistencia de su padre en supervisar sus deberes
perdiendo interés pၯor el trabajo escolar. Una aversión cada vez mayr
hacia el aprendizaje convirtió gradualmente a la escuela en una
tortura. En este período la lucha contra la masturbación se reavivó con
mayor energía. El análisis de su pasión por jugar que, junto a su
desagrado por el trabajo escolar estuvo muy en primer plano durante la
primera parte de su tratamiento, mostró claramente que los juegos y
otras actividades físicas eran para él un sustituto de la masturbación.
Al principio de su análisis la única fantasía masturbatoria de la que
aún podía recordar algunos fragmentos era la siguiente : Está jugando con algunas niñitas, acaricia sus pechos y juegan juntos al fútbol. En este juego está continuamente perturbado por una choza que puede verse detrás de las niñitas.

El
análisis reveló que esta choza era un lavatorio que representaba a la
madre, expresaba su fijación anal hacia ella, y tenía también el
significado de degradarla. Jugar al fútbol demostró representar un
acting out de sus fantasías de coito y tomaba el lugar de la
masturbación como una forma permitida de descarga de tensión sexual,
estimulada, incluso exigida por el padre. Al mismo tiempo los juegos le
procuraban oportunidad de utilizar su excesiva inquietud física que
estaba estrechamente conectada con su lucha contra la masturbación.
Pero esta sublimación era sólo parcialmente exitosa 3 .La ecuación
entre juegos y relación sexual había sido la causa, por la presión de
la angustia de castración, de la anterior inhibición de su amor por los
juegos. A consecuencia de las amenazas de su padre había logrado
desplazar parte de su angustia en el trabajo escolar, que tenía también
cierta conexión inconsciente con la relación sexual, y que se convirtió
entonces en una actividad prohibida, como lo habían sido antes los
juegos. En mi artículo "El papel de la escuela en el desarrollo
libidinal del niño" expliqué esta conexión más específicamente con
respecto a este caso particular, como también con respecto a sus
aplicaciones más amplias. Aquí mencionaré sólo que a Félix no le era
posible un manejo exitoso de la angustia por medio de los juegos,
aprendizaje y otras sublimaciones. La angustia surgía una y otra vez.
Se hizo cada vez más claro para él durante el análisis que los juegos
eran una supercompensación infructuosa de la angustia, un sustituto
infructuoso de la masturbación; y por consecuencia disminuyó su interés
por jugar. Al mismo tiempo desarrolló -también gradualmente- interés
por diversas materias escolares. Simultáneamente su "Berührungsangst"
(el miedo a tocar su genital) disminuyó y después de muchos esfuerzos
infructuosos superó gradualmente sus miedos de larga data a la
masturbación.

Se advirtió en este momento un aumento
en la frecuencia del tic. Había aparecido primero pocos meses antes del
análisis, siendo el factor precipitante el que Félix hubiera
presenciado clandestinamente la relación sexual entre sus padres.
Inmediatamente después aparecieron los síntomas, de los que se
desarrolló el tic; una crispación de la cara y sacudir hacia atrás la
cabeza. El tic comprendía tres fases. Al principio Félix sentía que se
le estaba desgarrando la depresión del cuello, en la parte de atrás de
la cabeza.

A causa de esta sensación se sentía
impelido primero a sacudir hacia atrás la cabeza y luego a rotarla de
derecha a izquierda. El segundo movimiento estaba acompañado por la
sensación de que algo crujía sonoramente. La fase final consistía en un
tercer movimiento en que presionaba el mentón lo más posible hacia
abajo. Esto daba a Félix la sensación de estar taladrando algo. Durante
un tiempo realizaba estos tres movimientos tres veces consecutivas. Un
significado de los "tres" era que en el tic -volveré luego a esto con
mayor detalle- Félix representaba tres roles: el rol pasivo de la
madre, el rol pasivo de su propio yo, y el rol activo de su padre. Los
roles pasivos estaban representados principalmente por los dos primeros
movimientos; aunque en la sensación de "crujido" estaba contenido
también el elemento sádico que representaba el rol activo del padre,
elemento que lograba mayor expresión en el tercer movimiento, el de
taladrar algo.

Para traer al tic a la esfera de
acción del análisis, fue necesario obtener las asociaciones libres del
paciente sobre las sensaciones conectadas con el tic y sobre las
circunstancias que lo originaron. Después de un tiempo se convirtió en
un síntoma que aparecía cada vez con mayor frecuencia, aunque al
principio a intervalos irregulares. Recién cuando el análisis logró
penetrar en las capas más profundas de su homosexualidad reprimida,
cuyo material había aparecido primero en sus relatos de juegos y
fantasías a ellos asociadas, empezó a surgir su significación. Más
tarde su homosexualidad encontró expresión en la forma de un interés,
hasta entonces no revelado, por los conciertos, especialmente por los
directores de orquesta y los solistas. Apareció un amor por la música
que dio lugar a una real y duradera apreciación de la misma.

Ya
en su tercer año de vida Félix había demostrado en el canto una
identificación con su padre. Después del trauma, este interés, al igual
que el resto de su desventajoso desarrollo, quedó reprimido. Su
reemergencia en el curso del análisis fue precedida por recuerdos
encubridores de la temprana infancia. Recordaba que cuando era muy
pequeño se levantaba por la mañana y veía su rostro reflejado en la
pulida superficie del piano de cola, notaba que era un reflejo
distorsionado y se asustaba. Otro recuerdo encubridor era oír a su
padre roncar por la noche y ver cuernos que crecían en su frente. Sus
asociaciones condujeron, desde un piano negro, que había visto en casa
de un amigo, a la cama de sus padres, y demostraron que los sonidos que
había oído surgiendo de la cama habían contribuido al principio en gran
medida a su interés por los sonidos y la música, y luego habían
provocado la inhibición de este interés. Después de escuchar un
concierto se quejó, durante el análisis, de que el piano de cola había
ocultado completamente al artista, y en relación con esto recordó que
la posición de su cuna a los pies de la cama de sus padres había sido
tal que el final de la cama le había impedido ver lo que estaba
sucediendo, pero no le había impedido escuchar y hacer observaciones.
Se hizo cada vez más claro que su interés por los directores de
orquesta estaba determinado por la ecuación entre el director de
orquesta y su padre en el acto de copulación. El deseo de participar
activamente en lo que estaba sucediendo, aunque aun como espectador,
apareció en la siguiente asociación: le gustaría mucho saber cómo se
las arregla el director de orquesta para hacer que los músicos sigan el
compás con tanta precisión. A Félix eso le parecía extremadamente
difícil, porque mientras el director tiene una batuta bastante larga,
los músicos sólo usan sus dedos 4 . Fantasías de ser músico y tocar al
compás del director constituían parte esencial de sus fantasías
masturbatorias reprimidas. La progresiva sublimación de sus fantasías
masturbatorias en un interés por los elementos rítmicos y motores de la
música, quedó impedida por la prematura y violenta instauración de la
represión, y en relación con esto tenía importancia el trauma de la
operación a los tres años. Entonces la necesidad de actividad motriz se
descargaba en inquietud excesiva, y en el curso de su desarrollo se
expresó también en otras formas, a las que me referiré posteriormente.

En
este niño la fantasía de tomar el lugar de la madre en relación con el
padre, o sea la actitud pasiva homosexual, quedaba oculta por la
fantasía homosexual activa de tomar el lugar de su padre en la relación
sexual con un niño. Esta fantasía era expresión de su elección
homosexual de objeto en el nivel narcisista; se elegía a si mismo como
objeto de amor. Era la angustia de castración provocada por el trauma
lo que determinó el desarrollo narcisista de su homosexualidad. Además,
su alejamiento primero de su madre y luego de su padre como objetos
amados fue el resultado de su regresión narcisista y formó la base de
su conducta asocial. Pero tras este contenido homosexual de sus
fantasías de masturbación era posible distinguir en numerosos detalles
(como por ejemplo en su interés por el piano de cola y por las
partituras) la identificación original de Félix con su padre, o sea, la
fantasía heterosexual de relación sexual con la madre. En el tercer año
de su vida Félix había expresado esta identificación con el canto, que
luego abandonó.

También se volvieron claros los
componentes anales de sus fantasías masturbatorias. Por ejemplo, su
deseo de saber si la música sonaba tan apagada porque la orquesta
estaba ubicada bajo el escenario del teatro, estaba determinado por su
interpretación anal de los sonidos que provenían de la cama de sus
padres. Su crítica de los compositores jóvenes que utilizaban tanto los
instrumentos de viento nos llevó a su interés infantil por el ruido de
los flatos. El mismo, en cuya sensibilidad musical los componentes
anales entraban tan fuertemente, era el joven compositor que sentía que
sólo era capaz de una realización anal en comparación con la
realización de su padre. Es significativo que este intensificado
interés por los sonidos era en parte resultado de la represión del
interés en la esfera visual. En un estadío muy temprano de su
desarrollo, su escoptofilia, intensificada por la experiencia de la
escena primaria, había quedado sometida a represión. Esto se volvió
nuevamente evidente en el curso del análisis. Luego de una visita a la
ópera hizo una fantasía basada en los puntos y rayas negras de la
partitura del director, que había tratado de descifrar desde su asiento
cercano al escenario. (Aquí tenemos nuevamente un vínculo con sus
deseos heterosexuales. porque la música que yacía frente al director,
Félix la identificaba con los genitales de su madre.)

Comprenderemos
esto mejor cuando examinemos los síntomas transitorios de guiñar y
restregarse los ojos. Cuando llegó al análisis, Félix tenía una
tendencia muy pronunciada a no ver las cosas que estaban más cerca de
él. Su desagrado por el cinematógrafo 5 al que concedía valor sólo para
fines científicos, estaba conectado con la represión de la
escoptofilia, que fue aumentada por la escena primaria.

En
la admiración de Félix por el director que, imperturbable ante la
audiencia y su aplauso, era capaz "simultáneamente" de dirigir y de
volver tan rápidamente las hojas de la partitura que sonaban cómo si
las estuviera desgarrando (herumreissen), encontramos un ejemplo de su
concepción sádica del coito. Pretendía que incluso desde su asiento
podía oír el ruido de las páginas cuando las doblaban -ruido que le
interesaba mucho y que le evocaba gritos y violencia-, pero dudaba de
que esto fuera posible a esa distancia. La sensación de haberlo oído se
conectaba con la situación original de la infancia. Este ruido de
violento desgarramiento, que para él representaba desgarrar
forzadamente y penetrar, se reveló como un importante elemento sádico
de sus fantasías masturbatorias. Trataremos luego esto al analizar el
tic.

El creciente interés que adquirió en la misma
época por poetas, escritores y compositores se conectaba con esta
temprana admiración por su padre, que luego había reprimido
profundamente. En relación con esto experimentó por primera vez un
interés homosexual directo, después de leer un libro que contenía una
descripción del amor de un hombre por un muchacho. Desarrolló un
violento "enamoramiento" de un compañero de escuela. Este muchacho,
además de ser adorado por muchos otros muchachos, era el favorito de
uno de los maestros, y toda la clase suponía, aparentemente con buenas
razones, que había un affaire amoroso entre maestro y alumno. Fue
principalmente esta relación con el maestro lo que determinó la
elección objetal de Félix. El análisis mostró que este muchacho, A,
representaba por una parte una idealización de Félix mismo, y por otra
parte algo intermedio entre hombre y mujer, la madre con pene.

La
relación de A con el maestro representaba la realización del propio
anhelo insatisfecho de Félix de ser querido como hijo por el padre, y
también tomar el lugar de la madre en la relación con el padre. Su amor
por A se basaba principalmente en la identificación y correspondía a
una relación objetal narcisista. Este amor no fue correspondido. En
verdad, Félix apenas se atrevía a acercarse al muchacho amado. Llegó a
compartir este amor desgraciado con otro compañero, B, y luego tomó a B
por objeto de amor. El material demostró que B por su tez y por otros
aspectos, evocaba en Félix a su padre y podía reemplazarlo. Esta
relación llevó a una masturbación mutua, y en vista de las
complicaciones sentí que en interés del análisis tenía que interrumpir
esta relación entre los dos niños.

Simultáneamente
con esta evolución -reaparición del interés por la música,
homosexualidad manifiesta, y renovación de la masturbación- hubo una
marcada disminución en la frecuencia del tic, y cuando en ocasiones
aparecía, podíamos captar su significado inconsciente. En la época en
que Félix me contó que sentía que había superado su amor tanto por A
como por B, el tic reapareció con creciente intensidad. Esto mostró
claramente lo que el tic había estado representando: o sea, los
impulsos homosexuales reprimidos, o más bien, la descarga de estos
impulsos en fantasías o en masturbación. Durante el período de
conflictos tempranos de su infancia, Félix se sintió compelido, por la
angustia de castración, a reprimir sus deseos hacia su madre y padre.
Ahora, en parte a pedido mío, había repetido el proceso alejándose de A
y de B. Entonces el tic apareció como sustituto, del mismo modo que
antes una excesiva inquietud física había tomado el lugar de la
masturbación y de las fantasías masturbatorias. Se hizo entonces
posible un análisis más intenso de sus tendencias homosexuales. Declinó
en forma notable la homosexualidad directa y aparecieron sublimaciones,
especialmente empezó en éste período la amistad con otros niños.

El
análisis del tic nos llevó una y otra vez a sus fuentes en la temprana
infancia. En una oportunidad, cuando Félix estaba haciendo los deberes
junto con un compañero, se propuso ser el primero en resolver un
problema de matemáticas, pero el amigo lo resolvió primero, y entonces
apareció el tic. Las asociaciones revelaron que esta derrota en la
competencia con el amigo le recordó nuevamente la superioridad del
padre y revivió su complejo de castración. Como resultado se sintió
impulsado nuevamente a adoptar el rol femenino en su relación con el
padre. En otra oportunidad reapareció el tic cuando tuvo que confesar
al profesor de inglés que no había podido mantenerse a nivel de las
tareas y que quería tomar lecciones particulares para mejorar sus
deficiencias. Para él, también esto tenía el significado de una
admisión de derrota en relación con su padre.

El
siguiente incidente fue especialmente característico. Félix trataba de
entrar en un concierto para el que se habían agotado las entradas,
estaba parado con mucha gente a la entrada del teatro, cuando por la
aglomeración un hombre rompió un vidrio y hubo que llamar a un policía.
En ese momento apareció el tic. El análisis reveló que esta situación
especial representaba la repetición de la escena que había fisgoneado
en la temprana infancia, y que estaba tan estrechamente ligada con el
origen del tic. Se había identificado con el hombre que rompió el
vidrio porque, como este último, también él en esa situación temprana
había querido forzar la entrada al "concierto", o sea, a la relación
sexual entre sus padres. El policía representaba al padre que lo
descubría en este intento. La posterior disminución del tic tuvo lugar
en dos sentidos: el tic se volvió menos frecuente, y sus tres
movimientos se redujeron a dos, y luego a uno. Primero desapareció la
sensación de que algo se le desgarraba en la

parte
posterior del cuello; y luego desapareció también la sensación de un
crujido audible, que iniciaba el segundo movimiento. Todo lo que quedó
fue la sensación de taladrar algo, que tenía la doble significación de
presionar en sentido anal y de una penetración por medio del pene.
Asociadas con esta sensación estaban sus fantasías de destruir el pene
de su padre y el de su madre taladrando dentro de ellos con su pene. En
este estadío los movimientos del tic se condensaron en uno, en el que
aun podía detectarse trazas de los dos primeros movimientos. La
desaparición de las sensaciones de desgarramiento y crujido, que
estaban determinadas por factores homosexuales pasivos, se produjo
junto con una alteración similar de las fantasías masturbatorias; su
contenido homosexual cambió de pasivo a activo. Sin embargo, el ritmo
de la relación sexual estaba simbolizado en el desgarrar tanto como en
el crujir y taladrar.

Cuando Félix, a pesar de la
urgencia de estas sensaciones, se contenía para no hacer los
movimientos del tic, sentía una fuerte sensación de tensión, un aumento
y luego una disminución de estas sensaciones, durante un tiempo
predominantemente la de desgarrar, después la de taladrar. Luego de
cierto tiempo el tic desapareció completamente, pero fue reemplazado
por un movimiento que consistía en impulsar hacia atrás los dos
hombros. El significado de esto fue revelado por el incidente
siguiente: mientras hablaba con su maestro, Félix se sintió sobrecogido
por el deseo irresistible de rascarse la espalda, y esto fue seguido
por irritación del ano y contracción del esfínter. Se hizo evidente que
también había sentido el deseo reprimido de insultar a su maestro con
lenguaje coprofílico y ensuciarlo con heces.

Esto nos
llevó nuevamente a la escena primaria, ante la que había surgido el
mismo deseo con respecto al padre, y se había expresado con evacuación
y llanto.

En un estadío posterior en el análisis del
tic, aparecieron como sustitutos de éste el restregarse los ojo s y el
parpadeo, transformación que se explica como sigue: habían escrito una
inscripción medieval en la pizarra de la escuela y Félix tuvo la
sensación -sin justificación alguna- de que no podría descifrarla
correctamente. Entonces empezó a restregarse violentamente los ojos y a
parpadear. Las asociaciones revelaron que la pizarra 6 y la escritura
en ella significaban -como en muchas otras ocasiones durante el
análisis- el genital de su madre como el elemento incognoscible,
incomprensible, de la situación de coito que él había observado. Hay
una analogía entre esta inscripción en la pizarra y la partitura del
director de orquesta, cuyas rayas negras había tratado de descifrar
desde su asiento en el teatro. De ambos ejemplos parecería que la
escoptofilia reprimida llevó al parpadeo, y que particularmente en el
restregarse los ojos, obtenía expresión el deseo de masturbarse -que
surgió al mismo tiempo- por medio del desplazamiento. Durante el
análisis pudimos también llegar a comprender plenamente la conexión
entre estas situaciones y los estados de aislamiento que con frecuencia
le acometían en la escuela. La mirada ausente se asociaba con fantasías
de las que lo siguiente es un ejemplo: está mirando y escuchando una
tormenta; esto le recuerda una tormenta de su temprana infancia.
Después de la tormenta había mirado por la ventana para ver si el dueño
de casa y su esposa, que antes estaban en el jardín, se habían
lastimado. Pero este recuerdo resultó ser un recuerdo encubridor que
condujo nuevamente a la escena primaria.

Progresó más
en el análisis del tic y de sus formaciones sustitutivas, hasta que
eventualmente incluso dejó de restregarse los ojos y de parpadear, y
sólo el recuerdo del tic aparecía en su mente en ocasiones especiales.

Cuando
también éstas revelaron su conexión con deseos masturbatorios
reprimidos y con la escena primaria, desapareció hasta el pensar en el
tic y con esto se produjo la completa y duradera curación del tic. Al
mismo tiempo había tenido lugar en el análisis un cambio notable en
otras direcciones. Aparecieron por primera vez deseos heterosexuales
que tomaron la forma de admiración por una actriz. Esta elección
objetal estaba en la línea de la permanente identificación de Félix 7 ,
del teatro, conciertos, etc., con la relación sexual, y de los
ejecutantes con sus padres. Él mismo figuraba entonces como ya he
mostrado, como espectador y auditor, y simultáneamente, a través de la
identificación con sus padres, como ejecutante de los diferentes roles.

Una vez, después de haber tenido que esperarme en la
sala de espera durante unos minutos, Félix me informó que había mirado
por la ventana a los departamentos de enfrente y que al hacerlo había
sentido una sensación especial. En las numerosas ventanas había visto
sombras y formas y había tratado de imaginarse qué estaban haciendo. Le
parecía que era como estar en un teatro donde uno ve interpretar
diversos roles y al mismo tiempo tiene la sensación de compartir lo que
pasa.

La primera elección objetal heterosexual de
Félix estaba muy influida por su actitud homosexual. Para él esta
actriz poseía atributos masculinos, era la madre con pene. Esta actitud
persistió aun en su relación con su segundo objeto de amor
heterosexual. Se enamoró de una niña mayor que él y que había tomado la
iniciativa en el asunto. Ella personificaba su infantil representación
de su madre como prostituta, y al mismo tiempo a la madre fálica,
superior a él. La transferencia me pareció lo bastante fuerte como para
imponerle una interrupción temporaria de esta relación 8 ,
especialmente porque Félix había logrado el insight de que había
sentimientos de angustia mezclados con estas relaciones. Esta elección
objetal servía al propósito de huida a las fantasías y deseos dirigidos
hacia mi, y que sólo en este estadío aparecieron más en primer plano en
el análisis. Podía verse ahora que el alejarse de la madre
originalmente amada pero prohibida había participado en el
reforzamiento de la actitud homosexual y, de las fantasías sobre la
madre castradora, tan temida.

El cambio de las
tendencias homosexuales a las heterosexuales, y la modificación de
estas últimas, se expresó también en el desarrollo y modificación de
las fantasías masturbatorias. El análisis nos llevó a remontarnos a las
primeras fantasías masturbatorias directamente conectadas con su
observación de la relación sexual de los padres. Describiré ahora a
grandes rasgos el desarrollo de esas fantasías en su orden cronológico
real.

Cuando era pequeño, cuando aún compartía el
dormitorio de sus padres, lo que aconteció hasta que tuvo seis años,
Félix se representaba frente a él el tronco de un gran árbol que
apuntaba en dirección opuesta a la de la cama de sus padres. Un
hombrecito se deslizaba por este árbol e iba hacia él, y era mitad
viejo y mitad niño: una condensación de su padre y de él mismo; esto
expresaba su elección objetal narcisista homosexual.

Después
eran cabezas de hombres, en especial cabezas de héroes griegos, que
veía volar hacia él y que eran también para su mente proyectiles y
objetos pesados. Este era ya el material para sus posteriores fantasías
con el fútbol, y para su método posterior de sobrecompensar el miedo al
padre castrador con su habilidad para el fútbol.

Con
la aparición de la pubertad física surgió un nuevo esfuerzo de realizar
una elección objetal heterosexual, en las fantasías masturbatorias
conectadas con niñas con las que jugaba al fútbol. En estas fantasías
también cambió las cabezas (de las niñas) tal como anteriormente había
introducido las cabezas de los héroes, para hacer irreconocibles los
verdaderos objetos amados. En el curso del análisis. y con la gradual
reasunción de la masturbación que se incrementó a medida que disminuía
el tic, sus fantasías masturbatorias se desarrollaron paso a paso hasta
el contenido siguiente: tenía fantasías de una mujer que yacía sobre
él, después de una mujer que yacía a veces sobre él y ocasionalmente
también debajo de él, y finalmente de una exclusivamente en la última
posición.

Varios detalles de las fantasías asociadas
a la relación sexual correspondían a estas diferentes posiciones. El
análisis de las fantasías masturbatorias había resultado en el caso de
Félix el factor decisivo en la curación del tic. Su abandono de la
masturbación había llevado a la descarga motora en otras direcciones,
que fueron, como hemos visto, hacer muecas, parpadear y restregarse los
ojos, movilidad excesiva en las más diversas formas, juego, y
finalmente el tic. Pero si consideramos ahora las vicisitudes de las
fantasías masturbatorias específicas reprimidas, encontramos que
estaban en parte conectadas con estas descargas motoras, y en parte
contenidas en todos sus intentos de sublimación. En la base de su amor
por el deporte yacían las mismas fantasías de masturbación que se
habían revelado en asociación con el tic, es decir, la identificación,
basada en la escena primaria, con ambos padres en el acto sexual,
cuando en su mente participaba como espectador y como objeto amado. Ya
que en su análisis representó un gran papel su interés en los juegos y
los relatos sobre éstos, tuve amplio material para fundamentar que la
misma identificación subyacía a sus fantasías conectadas con juegos. Su
oponente en el fútbol, etc., era siempre su padre que amenazaba
castrarlo y contra el que tenía que defenderse. Pero el arco al que se
tira la pelota y el campo de juego representaban a su madre.

También
de otras formas el análisis permitió ver la figura de la madre incluso
tras las tendencias homosexuales, del mismo modo que pasaba con las
fantasías asociadas con el tic. Los juegos y la movilidad excesiva
servían también como huida del tic, o más bien de la masturbación. Se
debía en especial a la angustia de castración siempre recurrente que
esta sublimación sólo se consiguiera imperfectamente y que la relación
del niño con los juegos fuera inestable. Pero encontramos que estas
fantasías masturbatorias eran también la causa de su actitud
ambivalente hacia el aprendizaje, estando también estrechamente ligadas
a esa actividad.

Un día, mientras el maestro estaba
apoyado en su escritorio durante una clase, Félix sintió el deseo de
que el maestro golpeara el escritorio, lo rompiera, y se lastimara al
hacerlo. Para Félix esto representaba una nueva versión de su padre en
relación sexual con su madre, mientras él miraba. Su relación con el
maestro fue, desde el principio, la repetición de su relación con su
padre, y estaba determinada de la misma forma por la homosexualidad
reprimida. Toda respuesta que diera en clase, todo el trabajo que hacia
en la escuela, tenían el significado de relación sexual con el padre.
Pero también aquí, tal como en su relación con sus compañeros y
oponentes en los juegos, aparecía la relación original con la madre
-por escondida que estuviera- bajo la tendencia homosexual. La forma en
que se sentaba en la escuela, el escritorio en que se apoyaba el
maestro y la pizarra en que escribía, el aula, el edificio: todos éstos
representaban, en relación con el maestro, a la madre con la que el
maestro (padre) tiene relación sexual, tal como el arco en que cae la
pelota, el campo de juego en la escuela, el patio de recreo, etc. La
angustia de castración explicaba tanto su inhibición para el
aprendizaje como su inhibición para los juegos. Por consiguiente.
podemos comprender cómo resultó que Félix, a pesar de ciertas
inhibiciones, fuera un buen alumno en los primeros años, ya que ese
período correspondía a la ausencia del padre debida a la guerra, de
modo que la angustia asociada con el aprendizaje estaba de algún modo
disminuida. Fue con el retorno del padre cuando surgió la aversión a la
escuela. Por otra parte, Félix sublimó entonces por un tiempo sus
fantasías masturbatorias en las actividades físicas exigidas por su
padre, es verdad que en parte sobrecompensando la angustia.

El
mismo contenido cambiante de las fantasías masturbatorias puede
encontrarse, como he mostrado, en su amor por la música: sublimación
que había sido incluso más intensamente reprimida pero que fue
gradualmente liberada en el curso del análisis. Fue otra vez debido a
la angustia provocada por sus fantasías masturbatorias que se había
desarrollado esta inhibición aun mayor y más temprana.

En
el caso de Félix se tomó evidente que había una estrecha conexión del
tic con la personalidad entera del paciente, tanto con su sexualidad
como con su neurosis, con el resultado de sus sublimaciones, con el
desarrollo de su carácter y con su actitud social. Esta conexión estaba
enraizada en sus fantasías masturbatorias. y en el caso de Félix
resultó especialmente evidente que estas fantasías influyeron en forma
esencial en sus sublimaciones, neurosis y personalidad. En forma
similar, encontré en el caso de otro paciente que el desarrollo del tic
estaba determinado por la significación y estructura de las fantasías
masturbatorias. Se trataba no de un tic pronunciado sino de descargas
motoras que, en muchos aspectos importantes, eran semejantes a un tic.
Werner, que vino a verme a los nueve años, era un niño neurótico.

Ya
al año y medio había manifestado excesiva inquietud física, que se
incrementaba constantemente. A los cinco años desarrolló el curioso
hábito de mover sus manos y pies imitando los movimientos de una
locomotora. De este juego se desarrolló lo que él mismo y los de su
alrededor llamaban "agitación", lo que llegó a dominar cada vez más
todos sus juegos. El juego original de la locomotora pronto dejó de ser
el único contenido de su juego.

A la edad de nueve
años a menudo se agitaba horas y horas. Decía: "Agitarse es divertido,
pero no es siempre divertido, no se puede dejar de hacerlo cuando uno
quiere, como por ejemplo cuando hay que hacer los deberes."

En
el análisis se hizo evidente que la supresión del movimiento provocaba
no sólo angustia sino también una sensación de tensión -era entonces
que tenía que pensar siempre en agitarse- así como en Félix la
supresión del tic no había liberado la angustia sino la tensión. Otras
semejanzas importantes se encuentran en el contenido de las fantasías.

Durante
el análisis descubrí lo que Werner llamaba sus "pensamientos de
agitación". Me dijo que se agitaba por los animales de Tarzán 9 . Los
monos caminan por la jungla, en su fantasía él camina tras ellos y se
acomoda a su paso. Las asociaciones mostraron claramente su admiración
por el padre que copula con la madre (mono = pene) y su deseo de
participar como tercera persona. Esta identificación, de nuevo con
padre y madre a la vez, formaba también la base de otros numerosos
pensamientos de "agitación", todos los cuales podían reconocerse como
fantasías masturbatorias. Es significativo que mientras se agitaba
tenía que hacer girar un lápiz o regla entre los dedos de su mano
derecha, y también que no podía "agitarse adecuadamente" en presencia
de otros.

La siguiente es otra de las fantasías que
acompañaban la agitación: vio ante él un bote hecho de una madera
especialmente resistente y equipado con escalerillas bastante fuertes
por las que una persona podía bajar y subir con perfecta seguridad. En
la parte inferior había almacenes con provisiones y un gran balón lleno
de gas. Hidroaviones podían aterrizar en este "buque de rescate" (como
él lo llamaba) si estaban en dificultades.

Esta
fantasía expresaba la angustia de castración que surgía de su adopción
de la actitud femenina en relación con su padre y también la defensa
contra esa actitud. Los hidroaviones en dificultades lo representaban a
él, el casco del buque a la madre, el balón y el almacén de
provisiones, el pene del padre. En este caso, como en el de Félix, la
angustia de castración llevó a una vuelta narcisista hacia sí mismo
como objeto de amor. En sus fantasías representaba un papel importante
un "Pequeño" que se une y compite también con un "Grande", y demuestra
ser más diestro, como por ejemplo una locomotora más pequeña y
especialmente un payaso más pequeño. El "Chiquito" no es sólo el pene
sino también él mismo, en comparación con su padre, y la admiración
hacia sí mismo, que expresaba de este modo, mostraba la disposición
narcisista de su lib ido.

Otra semejanza entreဠlos
dos casos es el papel importante que representaba el sonido en las
fantasías de Werner. Werner no había desarrollado aún un sentimiento
marcado hacia la música pero mostraba mucho interés por los ruidos que,
como el análisis reveló, estaba estrechamente conectado con fantasías
provenientes de observaciones de la relación sexual entre los padres.
Compartió temporariamente el dormitorio de los padres cuando tenía
cinco meses. Nada puede establecerse -por lo menos en el estadío actual
de su análisis- 10 sobre sus observaciones en esta edad temprana. Por
otra parte, el análisis ha probado más allá de toda duda la importancia
de lo que repetidamente oyó a través de la puerta abierta que daba a la
habitación de sus padres, alrededor de los dieciocho meses. Fue en este
periodo cuando apareció la excesiva movilidad. Lo siguiente ilustra el
importante papel que representó el factor acústico en sus fantasías
masturbatorias: me dijo que se había "agitado" por un gramófono que
quiere conseguir; la "agitación" era, como siempre, la imitación de
ciertos movimientos, en este caso los de dar cuerda al gramófono y de
la púa que se mueve sobre el disco. Pasó luego a fantasías sobre una
motocicleta que querría poseer y de la misma forma describió los
movimientos de ésta como "agitación". Hizo dibujos de sus fantasías. La
motocicleta tenía un motor enorme, evidentemente dibujado como un pene,
y como el balón del "buque de rescate", estaba bien lleno, en este caso
con petróleo. En el motor se sentaba una mujer que ponía en movimiento
la motocicleta. Los sonidos producidos al arrancar caían en forma de
rayos puntiagudos sobre "un pobre hombrecito" al que asustaban mucho.
En conexión con esto produjo Werner una fantasía sobre una banda de
jazz, cuyos sonidos imitó, y dijo que él se estaba "agitando" por esto.
Me mostró cómo toca el trompetista, cómo dirige el director y cómo otro
tocaba la batería. Al preguntarle sobre qué se estaba "agitando" en
conexión con esto, me contestó que estaba tomando parte en todas estas
actividades. Entonces dibujó en un papel un gigante con grandes ojos y
una cabeza que contenía antenas y aparatos telegráficos. Un muñequito
diminuto quería ver al gigante y para hacerlo se subía a la Torre
Eiffel que en el dibujo estaba conectada con un rascacielos. Su
admiración por su padre se expresaba aquí a través de la admiración por
su madre; tras la actitud pasiva homosexual podía advertirse la
heterosexual.

En Werner, como en el caso de Fritz, el
intenso interés por lo acústico que tiene que encontrar expresión
rítmica, estaba asociado con la represión de la escoptofilia. Después
de las fantasías que acabo de describir, sobre la banda de jazz
representada por un gigante, Werner me habló de los cinematógrafos a
los que había ido. Es verdad que no tenía una aversión tan marcada como
Félix por el cine, pero he notado signos de escoptofilia reprimida
cuando tuve oportunidad de verlo con otros niños durante una
representación teatral. Apartaba sus ojos del escenario por períodos
bastante largos, y dijo después que todo era aburrido y falso. Por
momentos permanecía como encantado, con la mirada fija en la escena que
se estaba representando, pero luego volvía a la actitud anterior.

También
en el caso de Werner, el complejo de castración era extraordinariamente
fuerte; la lucha contra la masturbación había fracasado, pero el niño
buscaba un sustituto en otras descargas motoras. Su análisis no ha
podido asegurar aún cuáles fueron las impresiones traumáticas que
llevaron al desarrollo de un complejo de castración tan intenso, y al
miedo a la masturbación. Sin duda que la observación auditiva del coito
a la edad de cinco años -de nuevo a través de la puerta abierta-, luego
probablemente también la observación visual entre la edad de seis y
siete años, cuando compartió el cuarto de los padres por un breve
periodo, sirvieron para intensificar todas sus dificultades, incluso la
"agitación" que ya se había desarrollado para entonces. La analogía
entre "agitación" y un tic es incuestionable. Posiblemente se
justificaría considerar el síntoma motor como una especie de estadío
preliminar del desarrollo de un tic real.

También en
el caso de Félix una difusa movilidad excesiva se había evidenciado
desde la temprana infancia, y sólo fue reemplazada por un tic en la
pubertad, después de una experiencia especial que sirvió como factor
precipitante. Quizá suceda a menudo que un tic se desarrolla finalmente
sólo en la pubertad, cuando aparecen tantas dificultades.

Compararé
ahora las conclusiones de mi material con las publicaciones
psicoanalíticas sobre el tic. Quisiera referirme al amplio articulo
"Observaciones psicoanalíticas sobre el tic", de Ferenczi 11 , y el
artículo de Abraham 12 leído ante la Sociedad Psicoanalítica de Berlín.
Una de las conclusiones de Ferenczi (que el tic es un equivalente de la
masturbación) está confirmada en los dos casos que he descrito. La
tendencia a efectuar el tic en soledad, que fue también subrayada por
Ferenczi, podía verse en el caso de Werner, en el que pudimos observar
la condición en estado de desarrollo; le era necesario estar solo para
poder "agitarse". La conclusión de Ferenczi de que en el análisis el
tic no juega el mismo papel que otros síntomas, que -en cierta medida-
elude el análisis, puedo también confirmarla, pero sólo hasta cierto
punto. Por mucho tiempo yo también tuve la impresión, en el análisis de
Félix, de que había algo muy diferente sobre su tic en comparación con
otros síntomas que revelaron su significado mucho antes y más
claramente. Encontré también que a Félix no le importaba tener un tic,
y esto nuevamente está de acuerdo con las conclusiones de Ferenczi.
Estoy también de acuerdo con Ferenczi en que las razones de todas estas
diferencias deben encontrarse en la naturaleza narcisista del tic.

Pero
aquí surge cierto desacuerdo esencial con Ferenczi. El considera al tic
como un síntoma narcisista primario que tiene una fuente común con las
psicosis narcisistas. La experiencia me ha convencido de que el tic no
es accesible a la influencia terapéutica hasta que el análisis no ha
logrado descubrir las relaciones objetales en que se basa. He
descubierto que subyacentes al tic había impulsos genitales,
anal-sádicos y oral-sádicos dirigidos al objeto. Es verdad que el
análisis tuvo que penetrar en los estadíos más tempranos del desarrollo
infantil, y el tic no desapareció completamente hasta que las
fijaciones predisponentes del período infantil hubieran sido
minuciosamente exploradas 13 . No puede sostenerse el argumento de
Ferenczi de que en el caso del tic no parece de ningún modo que haya
relaciones objetales escondidas tras el síntoma. La relación objetal
original se tomó clara en el curso del análisis en los dos casos que he
descrito; meramente habían sufrido una regresión al estadío narcisista,
bajo la presión del complejo de castración.

Las
relaciones objetales anal-sádicas que señaló Abraham también se
revelaron en mis casos. En Félix, la contracción de los hombros que
seguía al tic era un sustituto de la contracción del esfínter, que
formaba también la base del movimiento rotatorio del tic. En conexión
con esto surgió el impulso a insultar al maestro. El movimiento de
"taladrar" del tic, la tercera fase, es compatible no sólo por taladrar
dentro sino también con taladrar hacia afuera, defecación.

En
la época en que el tic fue reemplazado por excesiva movilidad difusa,
Félix tenía la costumbre de balancear los pies en tal forma que a
menudo pateaba al maestro cuando éste pasaba. Era incapaz de dominar
este hábito a pesar de las dificultades que le traía. Este componente
agresivo de su inquietud física que fue nuevamente representado en el
tic, también se reveló claramente en el caso de Werner, en una conexión
tan significativa que mostró claramente el significado fundamental de
los impulsos sádicos en las descargas semejantes a tics. Durante las
sesiones analíticas, una serie de preguntas compulsivas y apasionadas,
que resultaron ser expresión de curiosidad conectada con la escena
primaria -de cuyos detalles el niño de un año y medio no podía
encontrar explicación- eran seguidas repetidamente por violentos
estallidos de ira. En esos momentos Werner ensuciaba el alféizar de la
ventana y la mesa con lápices de colores, trataba de ensuciarme a mi
también, me amenazaba con sus puños y con las tijeras, trataba de
pegarme puntapiés, hacia sonidos semejantes a flatos hinchando los
carrillos, me insultaba de todas formas, hacía muecas y silbaba; en
medio de esto se ponía repetidamente los dedos en las orejas 14 y de
repente anunciaba que podía oír un ruido raro, distante, pero no sabía
qué era.

Mencionaré otro hecho que provee pruebas
inequívocas de que esta escena era una repetición de las descargas
motoras agresivas provocadas por la escena primaria. Durante el
estallido de ira, Werner solía salir de la habitación para ver si podía
golpearme con una pelota arrojada desde el vestíbulo a través de la
puerta abierta, una repetición evidente de la situació n en que, a la
edad de dieciocho meses, quería insultar y dañar a sus padres a través
de la puerta abierta 15 . Numerosas fantasías que demostraron estar
conectadas con el tic, por ejemplo la de los instrumentos de viento con
los que Félix sentía que quería participar en la relación sexual de los
padres, atestiguan la relación objetal anal. Werner también se
"agitaba" para imitar al trompetista de la banda de jazz -que
representaba a su padre en el acto sexual -y la expresaba también
silbando e imitando el ruido de los flatos.

La forma
en que estos componentes sádico-anales no sólo entraban en el tic sino
que demostraron ser importantes factores de su construcción, me parece
que confirma la opinión de Abraham de que el tic es un síntoma de
conversión del estadío sádico-anal. Ferenczi, en réplica a Abraham,
expresó su acuerdo con esta opinión, y también llamó la atención en su
artículo sobre la importancia de los componentes sádico-anales del tic
y su conexión con la coprolalia.

Las relaciones
objetales genitales se vieron claramente en el material anterior. Las
fantasías de coito asociadas con el tic se habían expresado
originalmente en actividades masturbatorias. Esto se evidenció cuando
en el curso del análisis reapareció la elección objetal en conexión con
la masturbación tanto tiempo evitada bajo la presión de la angustia. La
elección objetal heterosexual, que fue la última en ser descubierta,
estuvo acompañada por más cambios en las fantasías masturbatorias, y
con éstas se restableció claramente el retorno a la masturbación de la
temprana infancia.

Puedo señalar aquí un pasaje del
articulo de Ferenczi que parece tender un puente entre las diferencias
de opinión de Ferenczi y las mías propias. Ferenczi escribe: "En el
caso de un tic que aparece en un ‘narcisista constitucional’, en
general la primacía de la zona genital no parece firmemente
establecida, de modo que estimulaciones ordinarias o perturbaciones
inevitables dan lugar a ese desplazamiento. La masturbación sería
entonces una especie de actividad sexual seminarcisista de la que son
posibles tanto la transición a la gratificación normal con otro objeto
como el retorno al autoerotismo".

Mi material muestra
que un retroceso de las relaciones objetales ya conseguidas al
narcisismo secundario ha tenido lugar por medio de la masturbación; por
ciertas razones, que deben ser examinadas en detalle, la masturbación
se tomó nuevamente una actividad autoerótica. Pero esto me parece que
aclara la diferencia entre las ideas de Ferenczi y las mías. Según mis
descubrimientos, el tic no es un síntoma narcisista primario sino
secundario. Como ya he señalado, en mis casos la desaparición del tic
fue seguida no sólo por angustia sino también por una sensación de
tensión, lo que está de acuerdo con las afirmaciones de Abraham.

En
cierta medida mis conclusiones pueden ser consideradas como
complementarias de las opiniones de Ferenczi y Abraham. Encontré que el
tic era un síntoma narcisista secundario, y fue la revelación de las
relaciones objetales originales anal-sádicas y genitales en las que
estaba basado lo que me llevó a esta conclusión. Además, apareció que
el tic no es sólo un equivalente de la masturbación sino que también
hay fantasías masturbatorias ligadas a él. La exploración y disolución
analítica del tic sólo se hizo posible luego del cuidadoso análisis de
las fantasías masturbatorias, lo que implicaba develar el entero
desarrollo sexual de la infancia. Así el análisis de las fantasías
masturbatorias resultó ser la clave para la comprensión del tic.

Al
mismo tiempo llegué a ver que el tic, que al principio había parecido
un síntoma accidental y desvinculado, estaba estrecha y orgánicamente
conectado con graves inhibiciones y con un desarrollo asocial del
carácter. He señalado repetidamente que cuando la sublimación tiene
éxito, todo talento y todo interés están basados en parte en fantasías
masturbatorias. En el caso de Félix, sus fantasías masturbatorias
estaban estrechamente conectadas con su tic. La sublimación de sus
fantasías masturbatorias en numerosos intereses fue paralela a la
desintegración y desaparición del tic. El resultado final del análisis
fue la disminución de gran alcance tanto de las inhibiciones como de
los defectos caracterológicos.

También en el caso de
Werner, el análisis reveló la significación central de la "agitación" y
su conexión con sus graves inhibiciones y conducta asocial. A pesar de
que el análisis de Werner no ha penetrado aún lo bastante profundamente
como para ejercer un efecto terapéutico en el síntoma, es ya claro
hasta dónde toda su rica vida de fantasía ha sido puesta al servicio de
este síntoma, y apartada por consiguiente de otros intereses. El
análisis muestra también que la inhibición de su personalidad había
sido progresiva. Creo que estos factores señalan la necesidad de
examinar desde este ángulo la significación del tic, esto es, descubrir
hasta dónde no es meramente una indicación de inhibición y desarrollo
asocial, sino de importancia fundamental para el desarrollo de estas
perturbaciones.

Quisiera señalar una vez más los
factores específicos subyacentes a la psicogénesis del tic, tal como se
me aparecieron en el material presentado. Las fantasías masturbatorias
subyacentes al tic son ciertamente inespecíficas, porque sabemos que
tienen la misma importancia para casi cualquier síntoma neurótico, y
como he tratado de mostrar repetidamente, para la vida de fantasía y
las sublimaciones. Pero incluso el contenido especial de las fantasías
masturbatorias que era común a mis dos casos – identificación
simultánea con ambos padres en tanto que el sujeto mismo participa- no
parece en sí mismo específico. Uno se encuentra seguramente con este
tipo de fantasía en pacientes que no tienen ni un tic.

Pero
un factor más específico me parece que yace en el desarrollo que en
ambos casos tomó esta forma de identificación. Al principio la
identificación con el padre estaba encubierta por la identificación con
la madre (actitud homosexual pasiva); debido a una angustia de
castración particularmente intensa esta actitud dio lugar luego a la
renovada aparición de una actitud activa. Tuvo lugar nuevamente un tipo
de identificación con el padre, pero ya no era exitosa porque las
características de éste estaban fusionadas con el propio yo del
paciente, y el yo del paciente, amado por el padre, emergió como el
nuevo objeto amado.

Hay sin embargo un factor
específico preciso que favoreció tanto la regresión narcisista, que
surgía del complejo de castración, como el tic basado en esta
regresión. En el caso de Félix, como en el de Werner, las observaciones
de la relación sexual se hicieron de tal modo que el interés principal
se dirigió a los sonidos acompañantes. En Félix este interés por el
sonido estaba intensificado por una considerable represión de la
escoptofilia. En el caso de Werner. no hay duda de que como sus
observaciones fueron hechas desde el cuarto contiguo, y fueron entonces
principalmente observaciones auditivas, llevaron a su interés por el
sonido.

Un aumento de la movilidad, probablemente de
origen constitucional (Ferenczi, loc. cit.) aparece en conexión con
este interés 16 . Imitaba 17 lo que oía, primero por representación en
movimientos masturbatorios rítmicos.

Cuando abandonó
la masturbación bajo la presión de la angustia de castración, entonces
los sonidos tenían que ser reproducidos por otras descargas motoras.
Por ejemplo, en ambos casos describí la fantasía de llevar el compás en
música, con el director. Podemos suponer que este interés acústico no
sólo estaba influido por circunstancias, sino que derivaba de un factor
constitucional que en estos dos casos mostró estar conectado con
fuertes componentes sádico-anales. Estos se revelaron en un interés por
los sonidos de los flatos y en la agresión subyacente a la movilidad
incrementada.

Sólo la experiencia posterior puede
decidir silos factores específicos que actuaban en los casos que he
observado son también en otros casos de importancia en la psicogénesis
de tics.

APÉNDICE AGREGADO AL CORREGIR LAS PRUEBAS (1925)

Desde
que escribí este articulo he comenzado el análisis de un niño, Walter,
de cinco años y medio, cuyo síntoma principal consistía en un
movimiento estereotipado. La juventud del paciente y el progreso hecho
en el análisis (que basta ahora duró seis meses) hizo posible explorar
con detalle los factores interactuantes que subyacían al síntoma, e
influir en forma muy favorable en el síntoma recientemente
desarrollado. Una neurosis obsesiva y una deformación caracterológica
incipiente en el niño hacen necesario un análisis más profundo. Este
caso revela también la actuación de los factores que demostraron ser
decisivos en los dos primeros casos. Por razones de brevedad escogeré
el de oír el coito desde una habitación adyacente, en el segundo año de
vida. A esta edad aparecieron movilidad excesiva y miedo al ruido de
golpear. Semana tras semana en el análisis Walter hace una repetición
compulsiva, con variaciones, del show de Kasperle (semejante al de
Punch y Judy). En esta actuación yo tengo que empezar como el director
de orquesta y con un palito u objeto similar golpear, lo que representa
la música; al compás de este golpeteo él hace trucos acrobáticos.
Muchos detalles prueban que el show de Kasperle es la relación sexual
en la que toma el lugar de la madre. Su miedo a la masturbación,
asociado con un suceso traumático a los cuatro años, era evidente.
Hasta ahora la representación teatral es siempre seguida por un
estallido de ira, acompañado por descargas motoras agresivas. y una
representación de ataques anales y uretrales de ensuciar dirigidos
todos a los padres en coito. La base anal-sádica de los síntomas
motores pudo verse claramente.

Mis conclusiones se
confirman en todos los puntos por este tercer caso, y es
particularmente instructivo notar que los casos pertenecen a diferentes
y muy importantes períodos del desarrollo . Parece ahora claramente
probado que el tic tiene su base en la agitación e inquietud física tan
frecuente en la temprana infancia, la que por consiguiente requiere
seria consideración. Si esta movilidad excesiva, difusa, es
invariablemente condicionada por observaciones auditivas del coito,
incluso si no se desarrolla en un tic, sólo podría afirmarse luego de
mayor experiencia. En cualquier caso, fueron un factor fundamental en
los tres casos que analicé y en los que la movilidad excesiva sí se
convirtió en un tic o en movimientos semejantes a un tic. En Walter,
como en Werner, la condensación en síntomas motores apareció en el
sexto año de vida. Me refiero al hecho mencionado por Ferenczi de que
en el período de latencia los tics aparecen frecuentemente como un
síntoma transitorio. En dos de mis tres casos impresiones traumáticas
contribuyeron seguramente al fracaso en la superación de los complejos
edípico y de castración, mientras que en el tercer caso no ha sido lo
bastante analizado aún en ese sentido. Esto dio origen, luego de la
declinación del complejo de Edipo, a una lucha particularmente intensa
contra la masturbación, de la que el síntoma motor se torna entonces un
sustituto inmediato. Puede suponerse que en otros casos también los
tics y movimientos estereotipados -frecuentemente transitorios- del
período de latencia pueden desarrollarse luego en un verdadero tic,
cuando la recrudescencia de los conflictos de la temprana infancia, o
de experiencias traumáticas -especialmente en la pubertad, o incluso
después- sobrevienen como factores precipitantes.