Winnicott: Lo que requiere el objeto transicional (constitución, mantenimiento) y la ausencia de la madre

La constitución y el mantenimiento del objeto transicional requiere de:
• La presencia real y concreta de la madre.
• La representación interna, en el niño, del vínculo con ella.
Y como condición necesaria para esto:
• Un objeto interno: que representa la unión niño-madre, pero para que este objeto subsista, se mantenga, es necesaria la presencia de un objeto externo gratificador. Es decir que durante este interjuego presencia-ausencia, se mantiene vivo este objeto interno por la existencia paralela de una madre “potencialmente presente”.
• Un objeto externo: el pecho de la madre en una especial ubicación temporo-espacial, ya que aparece en el preciso momento en el que el niño añora la satisfacción de su deseo de ser alimentado.(Romano, E. “Objeto transicional: su status teórico” Amorrortu, Bs.As. 1980).
Ahora bien, puede suceder que el objeto no pueda ser creado, cuando la experiencia de ilusión falla. Si no se produce la desilusión, si la adaptación –en la cual la madre pasa de un estado perfecto de adaptación a las necesidades del niño a adaptarse en forma cada vez menos completa – se prolonga demasiado en el tiempo, entonces tenemos que el objeto no pasa de ser una alucinación, y justamente, en esta interacción dialéctica de ilusión-desilusión importa que la experiencia de desilusión tiene como función que los objetos se hagan reales.
Puede suceder que el bebe vivencie la ausencia de la madre como la perdida de su único objeto (si la ausencia rebasa cierto limite temporal) dando lugar a la fantasía de que el objeto es irrecuperable, y de que no existe un reemplazo, lo que lo deja ubicado en el mundo interno.
Como objeto externo, o sea, el pecho materno: para Winnicott se daría como una discriminación que se refiere a la no integración inicial del bebé.
La relación de objeto es seguida por el “uso del objeto”: a través de uso del objeto, por ejemplo, a través del ataque al mismo, para el niño es factible crear un espacio potencial, o sea, una exterioridad que lo lleva a percibir al objeto como tal, como exterior a si mismo.
Este uso de la primera posesión no-yo permite conservar el objeto, en un vinculo que llamará de ternura; así se comprender porqué el bebé se aferra a la sabanita, al acolchado.
El objeto transicional es irremplazable, es elegido por el niño, y no se separa de él. Se trata de un objeto transicional que permite la transición que va de la dependencia a la independencia paulatina de la madre.