En cualquier caso, fue muy inteligente haberla creado (Freud
[1935], 1960, p. 425).
De ser una hija inesperada y no deseada, Anna Freud
se convirtió al final en una mujer adulta independiente e
inteligente:
Se ha convertido en una persona capaz e independiente que ha
sido bendecida con la comprensión de las cuestiones que
confunden a otros. Sin lugar a dudas, me intereso por su bien;
pero ella debe aprender a estar sin mí y el temor de perder en
la vejez partes vitales de mi personalidad todavía intacta es un
factor que acelera mi deseo (Freud/Zweig, 1970, p. 140).
Freud expresaba en parte su deseo de no morir y, al hacerlo,
indicó su preocupación de que Anna requería de su
presencia continua. Pero el deseo de inmortalidad cedió el
camino a una valoración más realista. Al final, Freud se dio
cuenta de que los estragos de su enfermedad y de la edad a
la larga le impedirían actuar como padre protector para Anna
y como padre fundador del psicoanálisis. La creciente independencia
de Anna y su dominio de la teoría y la práctica
psicoanalíticas le aseguraban qUe ella mantendría su desarrollo
y, en consecuencia, ayudaría de ese modo a su progenie
intelectual: la empresa psicoanalítica.
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