Comunicaciones: ¿APRENDER A “AMAR”? LA RECEPCIÓN DE LA TELENOVELA EN TUCUMÁN

COMUNICACIONES.

¿APRENDER A “AMAR”? LA RECEPCIÓN DE LA TELENOVELA EN TUCUMÁN
Mariana Carlés

Universidad de Tucumán: Programa Identidad y Reproducción Cultural en los Andes Centromeridionales / CIUNT

El presente trabajo se enmarca dentro de un proyecto de investigación que tiene por principal objetivo el de indagar el rol que cumple un producto cultural mediático, la telenovela, en la reproducción y transformación de prácticas culturales. Se parte del supuesto de que los productos culturales tienen un carácter activo en la producción de hábitos, formas de vida e ideologías sociales y que, gracias a su enorme difusión y masivo consumo, la telenovela colabora en la reproducción de saberes tradicionales y, al mismo tiempo, es receptor, traductor y difusor de nuevas prácticas.
En este marco general, el objetivo de las presentes notas es el de intentar establecer algunas posibles incidencias que la narrativa sobre el amor y la sexualidad incluida en este género tiene en el imaginario y las prácticas de los adolescentes. Con este fin se intentará establecer algunas ideas acerca de cómo los agentes establecen conexiones entre los verosímiles ficcionales y los sociales. Se analizará entonces, por un lado, algunas de las representaciones imaginarias que las telenovelas infanto juveniles proponen respecto de las prácticas del cortejo amoroso haciendo hincapié en dos aspectos: el tratamiento del constante cambio “endogámico” de parejas y la forma en que se inicia una relación amorosa. Por otra parte, se intentará relevar los reales procesos de recepción, es decir, de la forma en que diferentes grupos juveniles, otorgan sentido a eso que ven, del uso que le dan y, de cómo ese proceso de significación incide en sus prácticas cotidianas y sus relaciones sociales.
Dividí la exposición en tres segmentos, en primer lugar haré unas breves consideraciones conceptuales. Luego trataré de analizar algunas de las representaciones imaginarias que del amor se muestran dentro del género telenovela, focalizando en dos telenovelas infanto juveniles que se emitieron en Argentina entre los años 2007 y 2010. Y finalmente daré cuenta de algunas de las formas en que adolescentes concretos confieren sentido a eso que miran.
1. Algunas consideraciones previas.
1.1. Sobre el proceso de recepción.
Se asume una postura que, sin restar poder ideológico a los medios, otorgan un papel activo al receptor quien es, en última instancia, quien interpreta activamente el mensaje. Siguiendo a David Morley se sostiene que
“Los mensajes que recibimos de los medios no nos encuentran aislados, porque todos llevamos con nosotros, en el momento de recibirlos, otros discursos y otro conjunto de representaciones con los que estamos en contacto en otras esferas de la vida. Los mensajes del momento confluyen con otros que hemos recibido antes, mensajes explícitos o implícitos de otras instituciones, de personas conocidas o de fuentes de información en las que confiamos. Inconscientemente, tamizamos y comparamos entre sí los mensajes recibidos de una parte y de otra. De ahí que el modo en que respondamos a los mensajes que nos ofrecen los medios dependa precisamente del grado en que coincidan con otros mensajes (o se opongan a ellos), con otros puntos de vista que hayamos encontrado en otras esferas de nuestra vida.”10
1.2. Sobre los informantes
Aunque se piense que las transformaciones de la sensibilidad son fenómenos trans-clasistas y transnacionales, también hay que tener en cuenta que estas son experimentadas siempre en modalidades que introducen la división social y la diferencia cultural, por eso se hace necesario localizar la investigación11. Así es como se circunscribió el campo a grupos sociales dentro de la Provincia de Tucumán, Argentina: por un lado, un grupo de adolescentes (mujeres y varones) que asisten a una escuela pública de un barrio periférico de la capital y, por otro, un grupo de adolescentes (mujeres), de entre catorce y quince años que asisten a un Colegio privado ubicado en el centro de la ciudad. Sobre el primer grupo se realizaron entrevistas semi estructuradas grupales12 e individuales13 (años 2009-2010). Y sobre el segundo, además de entrevistas semi estructuradas14 (año 2007), se realizó una encuesta en la que se completaron sesenta y tres cuestionarios (año 2008).
Es necesario hacer algunas aclaraciones acerca del perfil de las/los informantes. En primer lugar, estamos ante un receptor adolescente. Esto es, un “grupo sociológico con una compleja estructura en lo que atañe a su personalidad y su identidad”15. Durante este momento de la vida existe la necesidad de integrar el yo en un contexto social y de encontrar construcciones sociales consensuadas que permitan experimentar la adhesión a un grupo de referencia. Cobran entonces, una gran importancia, por un lado, los grupos de iguales y por otro, cualquier discurso social que pueda convertirse en accesos a parcelas de la realidad sobre la que no tienen experiencia directa. En este sentido, coincido con Yolanda Montero Rivero, cuando sostiene que la televisión se convierte en mediadora de lenguajes, centro de la cultura, al tiempo que remite a valores y símbolos que comparten los miembros de una determinada comunidad. Así, los textos televisivos construyen modelos mediante la captación, remodificación y la proposición de valores, formas de interacción, etc. que se convierten (o pueden convertirse) en modelos a imitar.16
Por otro lado, es necesario aclarar, siguiendo a Margulis, que el término juventud (asociado al de adolescencia) “remite a un colectivo extremadamente susceptible a los cambios históricos, a sectores siempre nuevos, siempre cambiantes, a una condición que atraviesa géneros, etnias y capas sociales”, en este sentido no puede ser definida como entidad acabada. Como hemos visto en este trabajo se focaliza dos grupos juveniles marcadamente diferentes. El primer grupo pertenece a lo que usualmente se denomina “sector popular”17 que habita en un barrio realizado por el Instituto de la vivienda de la Provincia de Tucumán, con casas de material que constan con al menos dos ambientes. Aunque la situación laboral de los adultos de la familia es inestable, se considera a esta población, desde las instituciones gubernamentales, no como excluida sino como vulnerable18.
El segundo grupo, está conformado por mujeres de lo que podríamos llamar “clase media alta” que asisten a un colegio al que se le adjudica, en el imaginario tucumano, la característica de “tradicional y conservador”. Se puede decir que la familia “tipo” que envía a sus hijas a este colegio responde a una línea católica tradicional y conservadora e incluso, muchas de las alumnas pertenecen a familias que se auto adscriben a un grupo social que suele pensarse como descendiente de lo que fueron las familias “patricias” (fundadoras) de la Provincia.
1.3. Sobre las ideas del amor y el cortejo amoroso
Es necesario dejar en claro que se presupone la relatividad cultural de lo que se entiende por “amor”. Aunque “es seguramente en virtud de ciertas constantes antropológicas que algunos congéneres llegan a ejercer una especie de atracción sobre nosotros”19, el amor, en su imagen romántica de “fuerza ciega”, es un fenómeno cultural, lo que no invalida la intensidad con la que lo experimentamos. La relatividad cultural del amor se pone de manifiesto en el propio seno de nuestras complejas sociedades modernas, donde es fácil encontrarse con diferentes modos de entender y practicar el amor”20.
Muchos de los investigadores que han tratado el asunto del amor han coincidido en que existe una manera de representarlo que, caracteriza al mundo occidental contemporáneo. Roland Barthes, en su Fragmentos de un discurso amoroso realiza una suerte de muestra fotográfica sistematizando algunas de nuestras representaciones del amor. Hace así una especie de “inventario” de lógicas narrativas, figuras y motivos, que reproducen unas representaciones colectivas que están funcionado, al menos en plano ficcional: el morirse de amor, la espera, la mirada, el flechazo, la jornada amorosa, con sus idas y venidas, el sentir el señorío del amado/a, todas estas son figuras y lógicas narrativas que pueden ser halladas en nuestra literatura, nuestro cine, nuestras telenovelas, etc… La pregunta sería, entonces, si estos motivos se traducen en prácticas concretas. Si se le pregunta a diez personas qué creen que es el amor, seguramente encontraremos diez definiciones o caracterizaciones diferentes, pero probablemente si observamos a dos personas intentando construir una relación concreta, encontraremos que existe un esfuerzo de ambas partes por comunicarse y en este esfuerzo entran en juego una serie de convenciones que permiten sintonizar voluntades y deseos y así sentir que se está hablando con un mismo código. En este sentido podríamos pensar al amor como un código de comunicación que, como todo código, es susceptible de modificaciones21.
Anthony Giddens, en su libro La tranformación de la intimidad, propone una tipología que por ahora, me resulta operativa. Habla de tres tipos de amor. Por un lado delimita el ‘amor pasión’ que “suscribe con mayor fuerza la relación con la sexualidad y su experiencia se caracteriza por una vivencia de urgencia en el presente que hace que casi siempre entre en conflicto con las rutinas cotidianas”22.
En segundo lugar, habla del amor romántico, “que surge a partir del siglo XVIII, en coincidencia con el afianzamiento de la novela como género literario, individualiza a quienes lo experimentan insertándolos en una narrativa personalizada que asocia el amor y la libertad como valores deseables que condicionan la autorrealización. Si bien la sexualidad está incluida en él, no es el ardor sexual lo que prima sino la idealización del otro, la aprehensión intuitiva de sus cualidades que lleva a concebir la relación con ese otro como la única alternativa de completud del sí mismo.”23. El amor romántico sumó a las formas del amor cortés, ideales amorosos relacionados con los valores morales del cristianismo e incorporó aspectos del amor pasión. Introdujo elementos novelescos dentro de la vida individual difundiendo así la reflexibilidad del amor. Al igual que el primer tipo de amor, el romántico está marcado por las diferencias de
género. Así, el pasional es reivindicado con mayor fuerza por los hombres mientras que el romántico, por las mujeres.
Finalmente, Giddens menciona al “amor confluente”, que se construye sobre lo que este autor llama “relación pura”. Esta sería una relación de igualdad sexual y emocional que tiene connotaciones explosivas respecto de las formas preexistentes de relaciones de poder entre los diferentes papeles sexuales establecidos24. Una relación en la que “las personas mantienen vínculos por ella misma y no en función de lo que obtienen a partir de ella”25, por lo tanto esta se mantiene en la medida en que ambas partes encuentran satisfacciones en ellas. Este tipo de amor surge del reconocimiento de los valores del otro a partir de una mutua apertura que, a su vez, puede también llevar a la finalización de la relación. “La contingencia, y no la pretensión de inmutabilidad a través del tiempo del amor romántico, es la característica del amor confluente.”26 Este tipo de amor necesitó de la emergencia de la ‘sexualidad plástica’, una sexualidad liberada de las necesidades de reproducción, relacionada con la reflexibilidad y la identidad del yo. La aparición de esta forma de concebir la sexualidad y el amor es una de las características de la paulatina transformación de la intimidad que se han vivido desde, aproximadamente, la década del 60’ y, al menos en la teoría, no estaría “atravesada necesariamente por las diferencias de género, aunque ha sido impulsada por la mayor autonomía social y sexual de las mujeres”27
A pesar de que la descripción de este último tipo de amor habla de ciertas transformaciones reconocible en diversos ámbitos, no muestra las continuidades y no da cuenta de que, a pesar de los cambios todavía se mantienen vestigios de muchos siglos de prohibiciones y de represión en el comportamiento sexual. Hoy en día, nuestros jóvenes se socializan en marcos menos restrictivos, deben asumir roles diferentes en su relación de pareja, con mujeres más exigentes y menos sometidas. Las mujeres tienen mayores libertades, más derechos y menos desigualdades. Sin embargo, ambos géneros, deben reacomodar y diferenciarse de modelos que habían incorporado en la infancia dentro de su familia, se socializan incorporando valores afectivos, una estructura de sentimiento emergente que ha desechado antiguas restricciones pero, al mismo tiempo siguen identificándose con sus padres y madres y arrastran reminiscencias de las prohibiciones del pasado que conservan su arraigo en el lenguaje y en diferentes aspectos de la cultura. Niñas y niños deben hoy construir formas nuevas de comportamiento sin el auxilio de modelos heredados28. Y como veremos más adelante, en la construcción que hacen los adolescentes de las representaciones sobre el mundo, los discursos ficcionales mediáticos se presentan como una fuente de información.

2. Representaciones imaginarias que del amor en las Telenovelas.
Si se piensa al género en su evolución, se podría decir que las primeras telenovelas giraban en torno a una historia que Giddens caracterizaría como romántica, y en un tratamiento melodramático de la misma. Hoy en día, y ya desde hace por lo menos 30 años, sin abandonar el melodrama, este género manifiesta también otros intertextos, trabaja otras temáticas y muestra amores que no cumplen con las características de lo romántico.
Los adolescentes tucumanos consumen, tanto lo que, por simples razones metodológicas, podríamos llamar telenovelas clásicas (Doña Bárbara, Herencia de un amor, Valientes, etc), como las llamadas “telenovelas infanto juveniles”29 (Patito Feo, Casi Angeles, Enseñame a vivir, etc.). Dado que la mayoría había visto Patito feo y Casi Angeles30, las presentes notas tendrán en cuenta, sobre todos, estos dos producto culturales.
La primera serie toma su nombre del intertexto del cuento maravilloso Patito feo y hace alusión a la protagonista, Patito (Patricia), niña de catorce años que se caracteriza por ser buena en demasía, tímida, insegura, dulce, bondadosa, sumisa (una especie de “estrellita mía” en versión pequeña). Patito es el producto de un amor de verano de una joven pareja que se conoce en Bariloche. A pesar del amor que se tienen se separan culpa de la intervención de la madre del padre. Por un problema de salud de la niña, madre e hija viajan a Bs. As. y por esas casualidades de telenovela el médico que la atiende resulta ser su desconocido padre. Éste ayuda en la instalación de las dos mujeres, le da trabajo a la madre e inscribe a Patito en un colegio (privado) que pertenece a la abuela. Comienzan entonces los intrincados caminos que llevarán a los padres a retomar la historia de amor y a la niña a relacionarse con chicas y chicos de su edad. Patito es además una “eximia” cantante. Este don es el que, de alguna manera, genera uno de los principales conflictos de la serie: la enemistad entre ella y Antonella (niña hermosa pero caprichosa y mala). La competencia en diversos campos (el canto, la disputa por el amor de los chicos, la belleza, etc.) estructura la narración de esta historia.
Paralelamente, y casi a modo de reflejo, el mundo de los adultos “reproduce” las enemistades del mundo adolescente.
Respecto de las representaciones del amor que están presentes dentro de la trama de esta telenovela, podemos distinguir, en primer lugar, las historias que se configuran siguiendo las reglas tradicionales del género que respetan una matriz melodramática31,
y lo que, en la cotidianidad, se denomina “amor romántico.” Nos encontramos así con la historia de un único amor, obstaculizado por diversos factores (madres que se oponen, terceras y terceros que se interponen, la casualidad que dificulta los encuentros, etc…), y con, claro está, el triunfo del mal sobre el bien en el esperado “happy end”. En segundo lugar, están las historias que protagonizan las/los “antagonistas”: Antonella, su madre, etc. Y, finalmente, las que tienen los otros personajes adolescentes de la serie que se caracterizan por ser, como las de las “antagonistas”, fluctuantes: lejos de existir un único amor, los chicos/as van cambiando de objeto de deseo. El grupo de adolescentes que se construyen como ‘colaboradores’ de Patito, la fluctuación cumpliría con el precepto de ‘monogamia serial’32, como norma que rige la socialización afectiva de los adolescentes y que permite que el discurso del amor romántico conviva con maneras más realistas de concebir las relaciones de pareja.
En el grupo “antagonistas”, podríamos decir que estas fluctuaciones se presentan negativamente: movidas por el interés y la superficialidad, rompen con la imagen del “amor romántico” pero no llegan a constituirse en relaciones basadas en el “amor confluente”.
Ahora bien, el personaje de Antonella en el transcurso de las dos temporadas que tuvo la serie cambió varias veces de “novio” y es necesario destacar que esta “inestabilidad” no siempre era mal vista por las receptoras del programa. Esto podría explicarse a partir de la autoconciencia que tienen las adolescentes de estar transitando una etapa en la que la búsqueda y los cambios son, no sólo aceptados sino deseados. Por otro lado, la aceptación de estas fluctuaciones también está hablando de la existencia de transformaciones en la manera de concebir al amor, quizá una manera más cercana a la idea de amor confluente. De todas maneras, es pertinente mencionar que, cada vez que Antonella se “enamora” de verdad, se “hace buena”, deja de hacer maldades, establece una relación menos conflictiva con Patito y el resto de sus compañeras. Nuevamente se hacen presentes ideas “románticas” de lo que es el amor y de lo que es capaz de provocar. Esto también estaría dando cuenta, entre otras cosas de que “la persistencia del estereotipo de la mujer ‘fácil’ versus. la mujer ‘novia/esposa/madre’ dificulta el posicionamiento en este discurso por parte de las mujeres”33 generando contradicciones a la hora de adherir a una ética de la libertad sexual igualitaria para hombres y mujeres (básica para el amor confluente), al menos en ciertos estratos de la sociedad tucumana.
Es importante notar que, dentro de las ficciones, la flexibilidad, reflexionalidad y libertad que trae aparejado la nueva y transgenérica manera (social) de concebir el amor (confluente), conviven con formas (implicadas en el amor romántico) más tradicionales y conservadoras de pensarlo.
Otra de las series que es masivamente consumida, tanto por los sectores populares como por los de clase media, es Casi ángeles. Esta es una telenovela que tuvo cuarto temporada y, a grandes rasgos, cuenta la historia y vida “cotidiana” de un grupo de adolescentes. El argumento de cada temporada se fue entretejiendo alrededor de diversos tópicos. Se podría decir que la primera giró alrededor del problema de la explotación infantil enmarcada en un relato fantástico y de aventuras. La página web de la serie la describía como “la historia de un grupo de chicos y adolescentes desamparados que son explotados y obligados a robar. Entran a sus vidas Cielo, acróbata y bailarina y el Dr. Nicolás Bauer, un arqueólogo. Cielo formará una banda de música con el grupo de adolescentes y a través de su música y su amor y junto con Nicolás, les darán a los chicos la posibilidad de volver a creer en la alegría. Vivirán entre todos, aventuras increíbles, románticos y fogosos romances”. Entre estos cabe mencionar a dos, el de Cielo y Nicolás (mundo de los “adultos”) y el de Mar y Tiago (mundo adolescente). El modo en que estos dos romances comienzan son similares: se produce un flechazo a partir de la mirada. Imágenes de las que nos hablaba Barthes. Nada más romántico. Es interesante destacar también que Mar y Tiago, a lo largo de las cuatro temporadas fueron intercambiando parejas, a veces por factores externos (pérdida de la memoria, por ejemplo), y a veces por las inseguridades y cambios propios de la etapa vital que transcurren). De todas maneras, superan las pruebas y al final de la última temporada quedan juntos.
En un trabajo anterior di cuenta de cómo esta serie (y podría hacerse una lectura similar de Patito feo) presenta una imagen del mundo adolescente que no da cuenta de las múltiples formas de ser adolescente que podemos encontrar en toda comunidad. Se nos muestran adolescentes en situaciones de marginalidad y pobreza pero que en sus rasgos étnicos, sus formas de vestir y sus prácticas culturales se acercan más a lo que Rossana Reguillo Cruz calificaría como actores juveniles “incorporados” en relación con la estructura social y los esquemas de la cultura dominante34.. Al mismo tiempo un adolescente de clase media tampoco “debería” sentirse representado por un huérfano explotado. Sin embargo, el éxito mediático de ambos productos culturales nos obliga a preguntarnos ¿qué ven los jóvenes en estos programas?

3. La voz de los espectadores
En un nivel consciente, cuando un sujeto se sienta frente a la tele a ver Casi ángeles o cualquier otra telenovela, no tiene otra intención que la de pasar el tiempo, distenderse, entretenerse. Muchas de las respuestas que se obtuvieron de los informantes y que guían estas notas, son el resultado de un esfuerzo de hacer consciente eso que no es más que saber práctico, con el consiguiente peligro de no dar cuenta realmente de los saberes prácticos (eso que se dice no es siempre lo que realmente sucede en la subjetividad). Sin embargo, los procesos de significación que se ponen en juego a la hora de mirar cualquier producto mediático, nos puede informa acerca de la manera en que los discursos inciden en las prácticas y, en consecuencia, de los usos que, consciente o inconscientemente, damos en nuestras vidas a los discursos mediáticos que nos atraviesan.
Se preguntó a los informantes, de diversas formas y a lo largo de todas las entrevistas, si lo que sucedía en una telenovela era parecido a la realidad35. Algunos aspectos mencionados por los/as entrevistados/as llamaron la atención. Por ejemplo Casi Ángeles incluye elementos fantásticos (que son reconocidos como tales), sin embargo, en varias ocasiones los chicos/as sostuvieron que les gusta “porque muestra cosas de chicos”, es decir que lo que pasa en las telenovelas pasa en la vida real (declaraciones similares se hicieron respecto de Patito Feo). Esto estaría confirmando lo postulado por Roxana Morduchowicz cuando sostiene que “la cultura popular… es uno de los pocos escenarios que, en la propia percepción de los niños y los jóvenes, les pertenece y en el cual sienten que se habla de ellos y a ellos.”36

3.1 Las adolescentes de clase media
A ambos grupos se les preguntó si creían aprender algo de las telenovelas. La percepción de si se aprende, o no, y de qué es lo que se aprende, es bastante particular y, en muchas oportunidades, contradictoria. Veamos que sucede en el caso de adolescentes más favorecidas. Por un lado, algunas de las entrevistadas, declaran que no aprenden, sin embargo, en el transcurso de la entrevista, mencionan algunas actividades o acciones que “copiaron” de la telenovela. Saber a ciencia cierta si aquellos que dicen no aprender aprenden, e incluso si lo hacen aquellos que declaran aprender, implicaría un seguimiento en los quehaceres cotidianos de cada entrevistada. Por ahora, sólo se cuenta con sus palabras y los implícitos que estas conllevan. A su vez, las encuestadas sostuvieron que el género da información acerca de lo que les gusta a las mujeres (cuarenta y siete encuestadas), lo que les gusta a los hombres (cuarenta), de cómo conquistar a un hombre (treinta y nueve), y cómo conquistar a una mujer (treinta y seis), de cómo ser mejor persona (treinta) y de costumbres de otra cultura (veinticinco). Estos resultados confirman los arrojados por la encuesta realizada en el 2005.
Se indagó, en las entrevistas, acerca de si los chicos con los que ellas se relacionaban (amigos, novios, etc), hacían las cosas (relacionadas con el cortejo amoroso) que hacían los chicos en las telenovelas. La mayoría de las niñas asoció “cosas” con comportamientos relacionados a la sexualidad y aunque no delimitaron la palabra, por sus risas, gestos, y frases (“ud. sabe”) se pudo inferir que tenían presente la idea de besos, cierto tipo de caricias e, incluso, relaciones sexuales. Algunas negaron hacerlas (sin aclarar qué) porque a veces “son muy zarpadas” (van muy rápido, juegan a dos puntas), porque “son muy chicas para eso” o “porque les da vergüenza”.
Lo que sí es significativo y que diferencia a esta franja etaria de otras es el reconocimiento que tienen acerca de que las cosas que chicos y chicas hacen dentro de las telenovelas les pueden servir como comportamientos a imitar incluso cuando reconocen la dificultad de seguir ciertos patrones: admiran a Antonella porque es “lanzada” con los chicos pero a ellas les da vergüenza. Nuevos guiones37 son incorporados en el saber consciente, que luchan con la existencia, en el saber práctico, de otros discursos y prácticas sociales. De las entrevistadas sólo una declaró que prefería que las protagonistas de telenovelas tuvieran muchas historias de amor, “así es más entretenido”. El resto declaró preferir los “finales felices” (que incluyen que la protagonista se quede con su galán). En general, coexisten ideas contradictorias: las historias de amor de las telenovelas son exageradas pero pueden pasar y, en consecuencia, generan determinadas expectativas que no siempre se cumplen. En este sentido también se puede postular que lo que se incorpora en los saberes, conscientemente o no, además de ciertas prácticas del cortejo amoroso, es un deseo, una expectativa, que generan ciertas estructuras de sentimiento. Se puede entonces apreciar como “los discursos vigentes en una sociedad acerca de la sexualidad, que a menudo compiten entre sí, son la materia prima que habilita y legitima las modalidades posibles de las ideas que las personas se forjan sobre ella y de las prácticas sexuales”(y amorosas).38
Si la telenovela juvenil, como un producto de la industria cultural, responde a las expectativas de unos consumidores que “viven una experiencia cultural distinta, que incluye nuevas maneras de percibir, de sentir, de escuchar y de ver”39 y que van transformando las representaciones imaginarias con las que los adolescentes se representan el mundo, en el proceso colabora en con la reproducción de deseos y fantasías tradicionales. De la fantasía del final feliz, del amor único, del galán romántico que regala, en vez de flores, ositos de peluche.
Si en esto podemos ver la reproducción de discursos tradicionales, paralelamente se perciben ciertos cambios en la valoración de algunos actos que, según posturas conservadoras, serían condenables. Así por ejemplo una de las informantes mencionó el programa Son de Fierro. En el momento en que se efectuó esta entrevista la protagonista del programa, Lucía, había abandonado a su marido porque se había enamorado de otro hombre. Este hecho, lejos de ser condenado por la niña, fue comprendido “no es que me parezca muy bien, ni tampoco muy mal…. Es su opinión. Estaba confundida, quería probar.” Así mismo, en general las informantes no ven negativamente que la madre de Patito sea madre soltera (salvo el caso antes citado). Esto podría explicarse por el hecho de que estos sujetos se han socializado en un mundo donde las separaciones de pareja, las madres solteras, dejaron de ser consideradas, por algunos sectores, como algo totalmente “inusual”. Muchas de las alumnas del colegio son hijas de padres separados, e incluso hay casos de ex alumnas que son madres solteras. Es difícil, en la vida cotidiana, condenar a alguien que se quiere y con quien se convive.

3.2 Los/las adolescentes de los márgenes.
En general, ante la pregunta ¿las cosas que hacen los chicos de Casi Ángeles son parecidas a las que hacen uds.? Las chicas de ambas instituciones educativas respondieron que sí. En la escuela pública (probablemente porque es mixta mientras que la otra es sólo de mujeres), cuando se pidió ejemplos saltó el problema de los habituales cambios de pareja y los intercambios de parejas dentro del mismo grupo, con las consecuentes peleas entre las chicas “por culpa de los varones” (aunque distinguen que en la ficción hay más cantidad de cambios y peleas que en la realidad de ellos). Ante estos emiten juicios valorativos. Así una de las entrevistadas dijo “está mal ponerse de novio con el ex novio de una amiga, queda mal”. Esta respuesta se explica, entre otras cosas por patrones morales tradicionales, por determinadas ideas de la lealtad. En este sentido vemos como, los discursos que se reciben desde los medios se encuentran con otros discursos que nos conforman como sujetos y que guían nuestras valoraciones y prácticas. A pesar de esta valoración negativa, la pareja que más gusta es la de Mar y Tiago (y en esto coinciden casi todas/os los entrevistados).
Aunque en este grupo aparecieron diversas cuestiones que se “aprenden” viendo telenovelas, por razones de espacio me centraré solo en las cuestiones relacionadas al amor y la sexualidad. “A ponerse de novia, a conquistar a los chicos” contestó una niña (14 años). El resto del grupo asintió, incluso uno de los chicos reconoció haber aprendido “tácticas” para conquistar a las chicas. Pero a la hora de dar ejemplos de cómo “aplicaron” lo aprendido, no pudieron y/o no quisieron hacerlo: “no me acuerdo, tengo mala memoria”. Esta franja etaria, a diferencia de otras, considera que las cosas que chicos y chicas hacen dentro de las telenovelas les pueden servir como comportamientos a imitar incluso cuando reconocen la dificultad de seguir ciertos patrones o cuestionan la “liviandad” con la que pasan de una relación a la otra. La telenovela se configuraría como un lugar de saber.
Cuando a las chicas se les preguntó qué era lo que les gustaba en un chico mencionaron, además de las características físicas, cuestiones como “que sean cariñosos”, “que sean románticos”. Características que ellas no encuentran en los chicos con los que interactúan y sí en los de las telenovelas. Asocian el romanticismo con “que te regale cosas, una rosa, que mande un poema”. Ahora bien, al parecer los chicos son conscientes de que las mujeres esperan estas cosas, que les gusten que las “chamullen” y aunque no pueden definir con exactitud, es decir hacer consciente, en qué consiste este “chamullo” (“decir cosas lindas, me gusta tu forma de ser, ese tipo de cosas”), en sus prácticas funciona un saber acerca de ciertos códigos compartidos que permiten la interacción “amorosa”.
“A veces enseña lo bueno y lo malo, a veces una pareja se separa y piensa que ya no va a volver a casarse más y te enseña que siempre tenés una oportunidad” Esta declaración puede ser pensada como la manifestación de ciertas modificaciones acerca de las representaciones imaginarias tradicionales del amor. Así, la fluctuación de las parejas que hoy en día presentan, no sólo las telenovelas infanto juveniles sino también las clásicas, se podría explicar por el hecho de que los textos mediáticos están hablando de transformaciones sociales que al tiempo que las recogen, las difunden, colaborando así en su reproducción En este sentido podemos aseverar, junto con Margulis, que la narrativa sobre el amor incluida en los discursos mediáticos influye con intensidad en el imaginario de los adolescentes y los jóvenes, con variantes en su impacto y elaboración según género, edad y sector social.40
Algunas breves conclusiones
Aparentemente los jóvenes establecen un lazo entre la ficción y la realidad que es mucho más complejo que la idea de reflejo. Estos productos mediáticos ponen en circulación diversas representaciones imaginarias de los jóvenes y de sus formas de interactuar. Estas, conjugadas, entran en claras contradicciones. Pero quedarnos sólo en el análisis del texto nos impediría ver que, más allá de que los chicos perciban o no esas contradicciones y de las consecuencias ideológicas que puedan llegar a tener, las identificaciones que hacen, si no las superan les quitan relevancia. Pareciera ser que cuando los chicos se identifican con estos personajes tienen claro, en primer término, que están viendo ficción, pero además no establecen una identificación absoluta. Por ejemplo, los chicos de menos recursos no se reconocen en los personajes de Casi ángeles porque estos (en el caso de la primera temporada), viven situaciones de vulnerabilidad, ni los chicas de clase media lo hacen porque utilizan variedades lingüísticas cercanas o usan ropas similares a las que ellas usan, se identifican porque tanto unos como otros comparten con los personajes los conflictos con los pares, las dudas respecto del futuro, las ganas de experimentar el amor y la necesidad de aprender cómo hacerlo, etc. Es en esos aspectos donde focalizan su atención y usan estos discursos mediáticos como espacios para obtener información sobre cuestiones que son nuevas en sus vidas y sobre las que no pueden aprender en el marco de una educación formal. En este sentido, los discursos mediáticos son parte de los diversos discursos que van conformando las subjetividades de los agentes.
El hecho de que en las entrevistas el tema del amor haya sido uno de los primeros que salió da cuenta de que este público configura a las telenovelas infanto juveniles como un posible lugar de saber respecto de estos menesteres.
Se es consciente de que la telenovela no es el único texto ficcional que tematiza al amor y que seguramente la interacción con otros sujetos durante el proceso de socialización es mucho más decisiva a la hora de adquirir “saberes” acerca del cortejo amoroso. En este sentido, esta investigación enfrenta el mismo problema que la de Hugo Lewin y María Cecilia Dinardi: la “compleja ubicuidad de la televisión –inscripta en el espacio/tiempo cotidiano-, que hace que sea muy difícil separar su influencia de la de otras mediaciones socioculturales o de la propia experiencia personal.”41 Es por eso que sólo se asume la posibilidad de una incidencia en las prácticas.
Por otro lado, aunque no se postula que el lazo que une ficción y realidad se establezca a manera de “reflejo”, se puede decir que las ficciones en general y la telenovela, en particular, construyen ciertas ideas de lo que el amor es (o debería ser), de cómo se deben comportar los sujetos en ciertas situaciones vinculadas al cortejo, etc. Estos mensajes se constituyen en un discurso de enorme difusión y, en este sentido, tiene la posibilidad, como todo discurso, de incidir en los saberes prácticos. Es posible entonces postular, hipotéticamente, que las representaciones de las relaciones amorosas que constituyen el saber consciente de los agentes estén influenciadas, directa o indirectamente42, por las representaciones del amor que este género, entre otros discursos, divulga.

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Notas:
10 Morley, David. http://www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=97. Ultima visita 27/6/08.
11 Martín Barbero, Jesús. Oficios Terrestres Nº 5, 2006: 64
12 En el año 2009 realicé tres entrevistas grupales. El primer grupo estaba formado por siete mujeres de entre 12 y 17 años, que cursaban de 7º año EGB 3 a 1º año de Polimodal. El segundo, por doce varones de entre 12 y 14 años. debido a las dificultades de escucha que se produjeron en este grupo, se seleccionó un tercer grupo, conformado por 6 varones. A pesar de que se los entrevistó por separado, el lugar en el que se realizaron las entrevistas (el patio de la Escuela), permitió la “intromisión” de las mujeres en el grupo de los varones y viceversa. En el año 2010, en la misma Escuela, realicé dos entrevistas grupales: la primera a tres mujeres de entre 13 y 14 años de 8º año EGB 3 y a 7 varones de entre 13 y 15 años, del mismo curso.
13 Se entrevistó a dos mujeres, de 16 y 15 años, y a dos varones, de 13 y 15 años.
14 Se entrevistaron diez alumnas de entre catorce y quince años.
15 Montero Rivero, Yolanda. 2006:15.
16 Ibid. 19.
17 Se hace necesario aclarar que se es consciente tanto de las ambigüedades que presenta el término popular, como de la gran variedad de formas culturales y de realidades económicas y sociales que se pueden distinguir en el interior de los llamados sectores populares. Todavía no se tiene material suficiente como para poder delimitar diversos habitus presentes en este gran conjunto que, en principio, se delimitaría por un ingreso que está en el límite (o debajo de) de la satisfacción de las necesidades básicas. Se intuye que factores como la ocupación, la estabilidad laboral, el lugar de residencia, la filtración de pautas culturales de la clase media, entre otros, inciden en la aparición y reproducción de desigualdades en el interior de este sector
18 Sacando casos muy puntuales no están por debajo de la línea de pobreza. La mayoría de mis informantes tienen una familia constituida por padre, madre y hermanos, aunque no es demasiado numerosa. Algunos de los informantes trabajan y otros colaboran en el cuidado de sus hermanos, pero son muchos los que realizan actividades extraprogramáticas, al modo en que lo hacen los adolescentes de los sectores medios.
19 Kaliman, Ricardo, 2005b
Kaliman, Ricardo, 2005b.
21 En general, los autores que han intentado dilucidar el origen de este código, coinciden en que fue en Francia y en el siglo XII, con el surgimiento de lo que se ha denominado “amor cortés”, cuando se generaron y difundieron gran parte de las representaciones imaginarias del amor que hoy, a pesar de las grandes transformaciones en las prácticas amorosas y sexuales, siguen reproduciéndose.
22 Kornblit, Ana Lía (Coord).2007: 59.
23 Ibid.
24 Giddens, Anthony. 1992. La transformación de la intimidad. Madrid: Ed. Cátedra.
25 Ibid.
26 Ibid.
27 Kornbilt, Ana Lía. 2007: 60.
28 Margulis, Mario y otros. Familia, habitad y sexualidad en Buenos Aires.. Ed. Biblos, Bs.AS. 2007
29 Las telenovelas infanto-juveniles son productos que si bien no respetan los formatos más estándares de las telenovelas, son percibidas por sus consumidoras como tales.
30 Producción de Cris Morena Group y RGB Entertainment
31 Siguiendo la idea de Nora Mazziotti, concibo al melodrama como un hipergénero que recorre diversas prácticas que se caracterizan por la intención de emocionar. En sus comienzos (principio del siglo XIX) planteaba de manera binaria conflictos entre mundos opuestos proponiendo el triunfo público de la virtud. Para hacerlo recurría a hipérboles y antítesis grandiosas, necesitando de una actuación ampulosa y personajes tipificados. En la telenovela lo melodramático aparece como una matriz proveedora de un tono general que se abreva en situaciones fundamentales del relato, tanto desde lo argumental como desde la interpretación actoral. Mazziotti, Nora (comp.) 1993: 154.
32 Kornblit, Ana Lía. 2007: 65
33 Kornblit, Ana Lía. 2007: 60
34 Ibid.
35 Si lo que sucede en la telenovela puede pasar en la realidad, si los chicos de la telenovelas hacen cosas que hacen los chicos/as en la vida real, si los chicos de casi Angeles hacen cosas parecidas a las de ellos, etc.
36 Morduchowicz, Roxana. 2008: 24.
37 Lewin, Hugo y M.Cecilia Dinardi. 2007: 252.
38 Kornblit, Ana Lía. 2007: 57
39 Morduchowicz, Roxana. 2008: 25.
40 Margulis, Mario et al. Juventud, cultura, sexualidad. La dimensión cultural en la afectividad y la sexualidad de los jóvenes de Bs. As.
41 Lewin, Hugo y M.Cecilia Dinardi. 2007: 254.
42 Puede ser que un sujeto no consuma telenovelas, sin embargo puede relacionarse con otros sujetos que sí lo hagan y en este sentido se podría hablar de una incidencia indirecta

Fuente: Sujetos, miradas, prácticas y discursos. Segundo Encuentro sobre Juventud, Medios e
Industrias Culturales
coordinado por María Gabriela Palazzo y Pedro Arturo Gómez. – 1a ed. – Tucumán : Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Inst. de Investigaciones Lingüísticas y Literarias. , 2013. E-Book.