La concepción de formación en la obra de Paulo Freiré: Del dirigismo explícito al populismo inductista

* Del dirigismo explícito al populismo inductista.
Freiré es producto de su época. Y su época pregonaba la necesidad de la
modernización del Brasil. Urgía un cambio. Brasil debía entrar en una nueva fase,
la del desarrollo. Su «circunstancia», dentro de la fraseología de Ortega y Gasset,
había cambiado y ese cambio a su vez implicaba un nuevo tipo de educación.
El peso de este proyecto educativo para ajustarse a la nueva fase, se
evidencia desde la revisión del mismo índice de: Educación como Práctica de la
Libertad, el cual aparece a continuación:
I. La sociedad brasileña en transición.
II. Sociedad cerrada e inexperiencia democrática.
III.Educación versus masificación.
IV.Educación y concientización.
La sociedad brasilera se encontraba en transición y la antigua Brasil era una
sociedad cerrada y carecía de una experiencia democrática; de ahí que se requería
una nueva educación. Pero una educación que no condujera a la masificación sino a
la formación de personas (según el ideal Personalista Cristiano), todo lo cual se
lograría mediante la concientización.
El índice del libro habla por sí mismo.
«El punto de partida de la transición es la sociedad cerrada[…]
sociedad sin pueblo, antidialogante, dificultando la movilidad
social ascendente. Desprovista de vida urbana o con una vida
urbana muy precaria. Con alarmantes índices de analfabetismo.
Atrasada. Dirigida por una élite yuxtapuesta a su mundo,
en vez de integrada a él». (1)

En el tratamiento de la concientización se pueden reconocer dos posturas
diferentes: la iluminista y la populista inductiva.
La postura iluminista se expresa básicamente en las obras anteriores a
Educación como Práctica de la Libertad (Educación y actualidad
brasilera/1959…). Tal como comenta Vanilda Paiva:
«El autoritarismo se manifiesta en los escritos de Freiré, de la
misma forma que la ideología de su época (representada
básicamente por el Instituto Superior de Estudios Brasileros
—ISEB—):

«[…] éstos ya sabían, por sus análisis objetivos, cuál era el
sentido de la «fase histórico-social vivida por el país y por eso
podían iluminar la sociedad con tal conocimiento. Podían
proponer una «ideología del desarrollo», porque sabían que
era lo mejor para todos[…] de otra parte, […] la iluminación de
la sociedad sólo podría lograrse mediante la lucha al nivel de
las conciencias; dependía de la pedagogía de la no
violencia… (2)

Ciertamente debe reconocerse que en Educación y Actualidad Brasilera, por
ejemplo, Freiré se manifiesta contra el autoritarismo. Pero contra un tipo determinado
de autoritarismo: el arcaico. Se criticaba el autoritarismo directo, que en no
pocas ocasiones se manifestaba físicamente. Pero el iluminismo es un
autoritarismo maquillado; operacionalizado a través de un diálogo cálido para
beneficio del otro, cargado de mesianismo.
Este Iluminismo pretendía además, la transformación social dentro de los
límites del sistema y mediante un diálogo racional, ordenado y pacífico. Es la razón
la que manda al poder y la educación la que propaga la razón.
El Iluminismo retrocede significativamente en su obra Educación como
Práctica de la Libertad (1965).
Aquí Freiré evita claramente identificarse con los Isebianos (los cuales
defendían el nacionalismo desarrollista).
Ya no habla de «dar» conciencia, de llevarla a las masas; por el contrario,
pone de reheve lo negativo de tal donación y la importancia de la conquista y el
derecho a la palabra (a pesar de que muchos de sus temas expresan un apego muy
grande a sus concepciones anteñores, lo que se evidencia, por ejemplo en las
Fichas de Cultura seleccionados, que analizaremos posteriormente).
En este cambio de perspectiva entra a jugar un papel grande la influencia del
Personalismo Cristiano (de ahí toda su crítica a la masifícación).
Pero Educación como Práctica de la Libertad no logra emanciparse del
corte mesiánico. El II unimismo es ahora trabajado por una postura aparentemente
contraría: el populismo inductista. Las masas aquí son las que tienen la verdad
(populismo) y el papel del educador es ayudaría a tomar conciencia de esa verdad.
Sin embargo, los educadores se las «arreglan» para de manera fraterna ir
«induciendo» su propia lectura de la realidad.
El educador es el que lee la verdad escondida en el pueblo pero al leerla no
hace cosa diferente que trasponer su propia verdad.
El sesgo populista (mucho más explícito en Pedagogía del Oprimido), ha
sido fácilmente detectado por los lectores de Freiré. Tanto, que aún en entrevistas
recientes, debe todavía «defenderse» de «anular» el papel del educador en el
proceso educativo.
Lo que permanece realmente velado es el carácter inductista de su
populismo, no porque sea difícil de encontrar sino porque no es explícitamente presentado.
En Educación como Práctica de la Libertad hay un ejemplo muy claro, cuando habla de las fases para la alfabetización, plantea:

«La cuarta fase consiste en la elaboración de guías que
auxilien a los coordinadores de debate en el trabajo.
Estas guías deben ser meras ayudas para los coordinadores,
jamás rígidas prescripciones de debate en su trabajo». (4)

Se hacen guías para orientar el debate, es decir, el educador tiene unos
objetivos previos.
Lo anterior, que podría polemizarse aduciendo que son guías abiertas queda
aclarado por el propio Freiré en un ejemplo en el que comenta cómo un alumno de
las sesiones de alfabetización de Angicos, ante el presidente Joao Goulart, declaró
que ya no era masa sino pueblo.
Y había dicho más que una simple frase: escogió la participación decisiva
que sólo el pueblo tiene, y renunció a la dimisión emocional de las masas. Se
politizó.
¿De dónde un campesino analfabeto llega a una conclusión donde se diferencia
de manera tan sutil masa y pueblo?

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