CONSIDERACIONES ÉTICAS SOBRE LA FORMACIÓN DEL DESEO DEL ANALISTA: Conclusión

CONSIDERACIONES ÉTICAS SOBRE LA FORMACIÓN DEL
DESEO DEL ANALISTA
Jesús Manuel Rodríguez Escobar (Psicólogo: Buenos Aires, Argentina)

– A MANERA DE CONCLUSIÓN
Como hemos observado, una ética que no es del sacrificio no puede proponer la
búsqueda de un nuevo ideal en contraposición a los que tienen vigencia. Se basa más bien
en la constatación de que todo ideal tiene el carácter de un bien a alcanzar para mantener al
sujeto en la sumisión hacia el Otro. Por esto sólo puede pretender un bien: el bien-decir;
este no significa decir bien sino permitir que el deseo no deje de hacerse su lugar pues es el
único medio para que el decir no sea sacrificado al discurso dominante, el cual exige, hoy
en día, la conformidad con el relativismo de la verdad que se ofrece cuando un analista ha
sido tocado por el decir de la época y haya tomado parte del fantasma del paciente
haciéndose un lugar por la ruta de su propio narcisismo. Caso contrario es lo que afirma
Lacan en su Nota Italiana:
El analista, si se criba en el desperdicio que he dicho, es gracias a que tiene
una idea de que la humanidad se sitúa en la buena fortuna y es en lo que
debe haber circunscrito la causa de su horror, el suyo propio, el de él,
separado del de todos, horror de saber. Desde ese momento, sabe ser un
desperdicio. Es lo que el análisis ha debido, al menos, hacerle sentir. Si
ello no le lleva al entusiasmo, bien puede haber habido análisis, pero analista ni por asomo.20
Si nos avenimos a considerar que el fantasma lleva de suyo un elemento de goce,
podremos pensar entonces que, si la cura analítica se entiende como el develamiento de la
verdad del síntoma como ficción, entonces tendremos ante nosotros una creencia en la cura
como una sucesión de varios efectos de verdad 21, sin que nunca aparezca un elemento de
aquel real de goce que el fantasma se encarga de obturar. Un analista no ha transitado un
análisis si no ha desalojado de goce su fantasma permitiéndole atravesarlo.
Por lo tanto se volverá imperativo en la teoría analítica y en su transmisión,
considerar el factor determinante de la concepción de síntoma en su proceder, puesto que si
lo consideramos desde la vertiente estructuralista, el factor económico queda de lado. Este
elemento es lo que Miller (1998) destaca en la última enseñanza de Lacan en relación con
los procesos del fin de análisis, dado que si el síntoma se considera desde la economía de
goce como una satisfacción y no una alteración, podremos encaminar un fin de análisis por
los senderos de un atravesamiento del fantasma y de la identificación del síntoma como
factores que posibiliten a un analista a enfrentar a un paciente sin los elementos
fantasmáticos que fueron mencionados a lo largo del trabajo.
Por último, no queda si no mencionar que el procedimiento de “angustiar al
paciente” efectivamente tendrá alguna consecuencia clínica que será la del acto, ya sea por
la ruta del acting out o del mismo pasaje al acto, ubicando una dimensión completamente
ajena al acto analítico, el cual se funda, como menciona Lacan, en el mismo hecho de que
el analista devenga objeto a en la transferencia, puesto que de lo contrario, al afirmarse como objeto real del fantasma del analizante no será: “aquel que al fin de un análisis
llamado didáctico recoge el guante de ese acto”. Hecho que dejaría entrever una situación
clara en su propio análisis, el cual devela un fin muy cercano a la genealogía, ya que su
proceder dependerá de lo que haya experimentado previamente en la transferencia,
entonces el analista opera:
Sabiendo lo que su analista ha devenido en el cumplimiento de ese acto, a saber,
ese residuo, ese desecho, algo arrojado. Restaurando el sujeto supuesto saber, retornando
la antorcha del analista mismo, no puede ser que no instale aunque sea sin tocarlo, el (a) a
nivel del sujeto supuesto saber, de ese sujeto supuesto saber que sólo puede retomar como
condición de todo acto analítico, él sabe en ese momento que llamé el pase, el sabe que allí
está el des-ser que para él, el psicoanalizante, ha golpeado el ser del analista”.22
Unas palabras claras para repensar nuestra práctica desde el principio mismo de la
formación, bajo la ética que le corresponde.

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Nota:
20 Lacan, J. Nota Italiana (inédito)
21 Miller, J.A. El Analista-Síntoma en El Psicoanalista y sus síntomas Eolia-Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 24
22 Lacan, J. Seminario XV: El Acto Analítico Clase del 10 de enero de 1968 (inédito)

Fuente: Revista de Psicoanálisis, Psicoterapia y Salud Mental Vol. 3 nº 7,
2010