Desarrollo de la sexualidad: pase por el autoerotismo y la identidad genital adulta

Una de las diferencias más notables entre el niño y el adolescente es el desarrollo
de la sexualidad en este último.
La adolescencia convierte la sexualidad en
una cuestión central y se comienzan con experiencias sexuales que traen consigo
riesgos específicos y la posibilidad del sufrimiento que acompaña a menudo a
estas relaciones cuando no se dan en un contexto de sentimientos recíprocos. No
hay que olvidar que la sexualidad abarca aspectos tan amplios como las relaciones
interpersonales, la afectividad, los sentimientos y las sensaciones compartidas
entre dos personas.
El desarrollo de la maduración sexual del adolescente pasa por fases de autoerotismo,
sexualidad más o menos manifiesta con los iguales, hasta la llegada a la identidad
genital adulta.
En la adolescencia la masturbación es frecuente y se puede
acompañar de sentimientos de culpa. También es importante tener en cuenta que en
las fases tempranas de la adolescencia se puede dar un periodo de relaciones muy
estrechas con amigos del mismo sexo que incluye un alto grado de intimidad física,
sin que esto implique una orientación sexual determinada cuando se llegue a
adulto. Generalmente es en las fases intermedias y avanzadas de la adolescencia en
las que se comienzan propiamente las relaciones heterosexuales.
Como se plantea desde orientaciones psicoanalíticas, en la adolescencia se da
una reactivación del “Complejo de Edipo”, con inestabilidad en cuanto a la sexualidad:

No puede volver a la infancia; ésta ya quedó atrás, pero por otro lado no se es
adulto todavía. El incesto es potencialmente real por la capacidad fisiológica que ya
se tiene, y al incesto se le teme. Ante semejante encrucijada, enamorarse (de alguna
manera aliarse emocionalmente con otra persona) puede ser la salida para ese temor.