Diccionario de psicología, letra P, paranoia

Paranoia
Al.: Paranoia.
Fr.: paranoia.
Ing.: paranoia.
It.: paranoia.
Por.: paranóia.
Psicosis crónica caracterizada por un delirio más o menos sistematizado, el predominio de la interpretación, la ausencia de debilitación Intelectual, y que generalmente no evoluciona hacia la deterioración.
Freud Incluye en la paranoia no sólo el delirio de persecución, sino también la erotomanía, el delirio celotípico y el delirio de grandezas.
El término «paranoia» es una palabra griega que significa locura, desorden del espíritu. Su empleo en psiquiatría es muy antiguo. La complicada historia de esta palabra se ha descrito a
menudo en los tratados de psiquiatría, a los que nos permitimos remitir al lector. Es sabido que la
paranoia, que en la psiquiatría alemana del siglo xix tendía a englobar el conjunto de los delirios, experimentó una mayor precisión y limitación de su extensión durante el siglo xx, principalmente  por la influencia de Kraepelin. Sin embargo, todavía hoy persisten divergencias entre las distintas escuelas en cuanto a la extensión de este cuadro nosográfico.
No parece que el psicoanálisis haya ejercido una influencia directa en esta evolución; pero
ejerció una influencia indirecta, en la medida en que contribuyó, por intermedio de Bleuler, a
definir el campo limítrofe de la esquizofrenia.
Para el lector de Freud puede resultar útil ver cómo se inserta en esta evolución el empleo freudiano de la palabra paranoia. En sus cartas a Fliess y en sus primeros trabajos publicados, Freud parece mantenerse dentro de la acepción prekraepeliana y considerar la paranoia como una entidad muy extensa que agrupa la mayoría de los delirios crónicos. En sus escritos publicados a partir de 1911, adopta la gran distinción de Kraepelin entre paranoia y demencia precoz: «Considero plenamente justificado el paso dado por Kraepelin, que ha reunido en una nueva unidad clínica, con la catatonia y otras formas patológicas, una gran parte de lo que anteriormente se denominaba paranoia». Ya es sabido que Kraepelin reconocía, junto a las
formas hebefrénica y catatónica de la demencia precoz, una forma paranoide en la que existe
un delirio, aunque poco sistematizado, que se acompaña de inafectividad y que evoluciona hacia
la demencia terminal. Freud, al adoptar esta terminología, se verá inducido a modificar, en uno de
sus primeros escritos, un diagnóstico de «paranoia crónica» en dementia paranoides.
Freud, en concordancia con Kraepelin, mantuvo siempre como independiente del grupo de las demencias precoces, el conjunto de los delirios sistematizados, reuniéndolos bajo la denominación de paranoia: engloba en ella no sólo el delirio de persecución, sino también la
erotomanía, el delirio celotípico y el delirio de grandezas. Su posición difiere claramente de la de
su discípulo Bleuler, que incluye la paranoia en el grupo de las esquizofrenias, por encontrar en
ella el mismo trastorno fundamental y primario: la «disociación» (véase: Esquizofrenia). Esta
última tendencia prevalece sobre todo en la escuela psiquiátrica americana de inspiración
psicoanalítica.
La posición de Freud presenta algunos matices. Si bien en varias ocasiones intentó diferenciar la paranoia de la esquizofrenia, en lo referente a los puntos de fijación y a los mecanismos que intervienen, también admite que « […] los síntomas paranoicos y esquizofrénicos se pueden asociar en todas las proporciones», y ofrece una explicación genética de tales estructuras complejas. Si tomamos como referencia la distinción introducida por Kraepelin, la posición de Freud aparece como opuesta a la de Bleuler. Kraepelin distingue claramente la paranoia, por una parte, y la forma paranoide de la demencia precoz, por otra; Bleuler incluye la paranoia en la demencia precoz o grupo de las esquizofrenias; Freud, por su parte, incluiría en la paranoia algunas formas llamadas paranoides de la demencia precoz, especialmente por considerar que la « sistematización » del delirio no constituye un buen criterio para definir la paranoia. Como indica claramente el estudio del Caso Schreber (e incluso su título), la «demencia paranoide» del presidente Schreber para Freud es esencialmente una «paranoia».
No aspiramos a exponer aquí una teoría freudiana de la paranoia. Indicaremos solamente que la
paranoia se define, en sus distintas modalidades delirantes, por su carácter de defensa contra
la homosexualidad. Cuando predomina este mecanismo en un delirio llamado paranoide, esto
constituye para Freud una razón suficiente para relacionarlo con la paranoia, incluso en
ausencia de « sistematización ».
Aunque elaborada sobre bases bastante distintas, la posición de Melanie Klein entronca con esta tendencia de Freud a hallar un fundamento común para la esquizofrenia paranoide y la paranoia. Ello explica, en parte, la aparente ambigüedad del término «posición paranoide». La posición paranoide se centra en el fantasma de persecución por los «objetos malos» parciales, y M. Klein encuentra esta misma fantasía en los delirios, tanto paranoides como paranoicos.

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