Ética: Otro- realidad (Emmanuel Lévinas)

Emmanuel Lévinas o lo excepcional como ética.
La reflexión llevada a cabo por Lévinas a propósito de la cuestión
del Otro y la alteridad, es a menudo considerada y clasificada al interior
de una filosofia de la diferencia. Es decir, aquello que nombraría y
buscaría garantizar el estatuto del Otro, a quién se busca respetar,
considerar o tolerar, (como se dice ahora) no sería más que la
nominación del Otro como una identidad diferente y diversa a la mia,
convirtiéndose a veces esta diferencia en un infeliz estigma.
La intención de este trabajo tiene como premisa el considerar la
ética levinasiana como una ética que intenta pensar el carácter de
excepcionalidad del Otro y no su diferencia. Dicho de otro modo, el Otro
más que constituirse en mi diferencia, identidad deficiente en relación a
la mía, es mi excepción, mi primera excepción. El Otro es aquello que yo
no soy. O como dice Lévinas el Otro no es un ser que en relación a mi es
de otro modo, sino que el Otro es ser de otro modo que ser. Pues bien,
considerar al Otro en su excepcionalidad, busca sustraerse a la
familiaridad y semejanza, aveces alergica, que el Otro puede suscitar en
relación al Mismo, intentando así arrojarse a una otra lógica de
relaciones intersubjetivas, donde lo no familiar, lo extraño, lo extranjero
se presentan en tanto tales. Me parece que la primacía del carácter de
excepcionalidad para referir al Otro implica otras «actitudes» para el
sujeto que recibe a este Otro. Es decir, un Otro excepcional al Mismo es
un Otro que antes de suscitar nuestra «tolerancia», simplemente nos
sorprende, nos seduce. Pues bien, el carácter de novedad y sorpresa que
la identidad del Otro suscita es directamente proporcional a una
identidad excepcional, asi como la diferencia es hermana de la tolerancia.
Considero que el carácter de excepcionalidad y no de diferencia del
Otro esta dado por el estatuto fundamental de lo que Lévinas llama la
exterioridad, el afuera. Es en el tejido de esta exterioridad donde se juega
el sentido de la ética levinasiana. Dice Lévinas «Lo esencial de la Etica
está en su intención trascendente» (1). Dos cosas llaman nuestra atención:
que la ética tenga una esencia y que ésta se encuentre en un espacio de
trascendencia (2). Por trascendencia hemos de entender en Lévinas, la
exterioridad, el afuera, como el espacio donde cohabitan y actuan todas
las alteridades posibles, la alteridad horrorosa de lo que Lévinas llama el
Il y a, o la alteridad de los alimentos, la primera moral según Lévinas, o
bien la alteridad feliz y absoluta que se vislumbra en los análisis de la
caricia donde el cuerpo del Otro cumple un rol fundamental.
Evidentemente, si la exterioridad se forja en la cohabitacion y la acción
de los sujetos, la muerte, la destrucción, y la paz, entre otros, son también
figuras de la alteridad. Por tanto, en mi «próximo prójimo» como diría
Mario Benedetti, anidan toda suerte de alteridades. Lo que viene a
significar, que la alteridad no es una categoria con un sentido unívoco ni
menos aún es una categoria inofensiva. Podriamos decir que se trata de
una categoria heterogenea que circula y penetra todo, suscitando
variedad de gracias y desgracias. Pero Lévinas resuelve esta imprecisión
esencial de la alteridad, convocandonos a considerar al Otro en tanto
Otro. Es decir, considerar al Otro refiriéndolo sólo a su contenido de
alteridad no relativa a nada, no distinta a otra alteridad, sino absoluta, y
excepcional a otras alteridades. Se trata pues de una alteridad sin
contexto, sin horizonte, sin historia. Es una alteridad exótica y
extrangera. El Otro es un extranjero radical que se ubica «fuera de todo
enraizamiento y de todo domicilio. Apatrida como autenticidad» (3). No
obstante el Otro es una alteridad con quién puedo hablar.
Considerar al Otro en tanto Otro significa de partida poner en
cuestion la dialéctica entre lo Mismo y lo Otro como el único paradigma
de constitución de sentido. Por tanto la cuestión de la no-correlación, de
la no-dialéctica entre lo Mismo y lo Otro en Lévinas, es la posibilidad de
concevir una relation intersubjetiva no absorbente, no fusional, no
exclusiva. Una relacion que se estructura en esta asimetria, en esta no
camaraderia de lo Mismo y lo Otro es llamada en Lévinas una relación
ética. Dicho de otro modo, podremos decir que una relación no fusional
y por tanto ética, no es más que la insistencia en la cuestión de la
alteridad absoluta como el elemento que de partida no puede ser
sospechado, ni develado, ni puesto en común. Es decir, aquello que
define al Otro, su alteridad no relativa sino absoluta, no puede suponer
al Otro como un alter ego. Por tanto, el prójimo no se constituye por
referncia a un Yo predado y familiar. De ahi que aquella máxima
popular que dice «no hagas al Otro lo que no quieras que te hagan a ti»,
en Lévinas no tendria ningun sentido. En rigor, el Otro puede ser mi
enemigo y por tanto constituirse en blanco de todos mis deseos de
infelicidad. «El Otro es el unico a quién yo quiero matar» comenta
Lévinas. Asi, el Otro en Lévinas se desgaja de todo horizonte común,
entendiendo por ésto todo marco de referencias culturales, historicas,
sociales, etnicas, etc, abriendose asi una mirada al projimo que busca ni
absorberlo ni traducirlo. Si la sintésis entre lo Mismo y lo Otro se rompe,
entonces éstos no sólo se desgajan sino además no pueden averiguarse
entre ellos. Se separan radicalmente, perdiendo su contexto,
desenmarcandose de una historia en común. Digamos que, al Otro
levinasiano «se le deja ser» en la legitimidad de todas sus raresas.
Si mirar al projimo de una manera distinta es posible, ésta se
trataría pues de una mirada no-totalizante que busca ni encasillar, ni
estigmatizar al Otro en sus diferencias. Por otra parte, una mirada
totalizante seria aquella mirada que considera que ni todas las raresas
del projimo serian entonces tan raras. Finalmente un discurso de lo
diferente y lo diverso las acogeria a todas asegurandoles asi un lugar de
legitimidad. Una mirada no totalizante en definitiva seria un mundo
donde lo caricaturesco, lo monstruoso, lo informe, tiene su lugar. Es
decir, un mundo donde la excepción tiene su lugar. Pues bien, lo esencial
del Otro es su alteridad excepcional a toda otra alteridad. «Yo soy único
en mi género» dice Lévinas. Por tanto no es la categoria de la diferencia
la que constituye lo esencial de la ética levinasiana, sino la categoria de lo
excepcional.
Finalmente, qué puede implicar hablar de excepción y no de
diferencia? De partida, lo excepcional no refiere ningun privilegio
identitario en relacion a Otro. Lo excepcional no es ni soberania ni
esclavitud. Lo excepcional nos arroja a otra logica de relaciones. De
partida garantiza una especie de «secreto» en la identidad del Otro,
secreto que el Mismo no puede inmediatamente averiguar. Un secreto
por definicion es aquello que permanece no revelado, oculto y que por
tanto convoca o interpela de otra manera. El secreto es una lengua, una
costumbre, un rito, una etnia sin colonizar. El secreto no es sólo algo
desconocido, sino sobre todo es la puesta en relieve de una excepcion
que late y vive en la familiaridad del Mismo, donde el primer
sentimiento ya no es la tolerancia que mira al Otro de lejos, sino la
sorpresa que es pura proximidad del Otro. Sentimiento éste que incluye
y no excluye el exotismo y la excepcionalidad del Otro.

Claudia Gutiérrez
Université Paris 8 Vincennes/Saint Denis
A Paris Le 21 novembre 2003

Notas:
1- Emmanuel Lévinas. Totalidad e Infinito. Ensayo sobre la exterioridad. España, Ed. Sígueme, 1997, p.55
2- En este trabajo sólo me referiré a la idea de trascendencia.
3- Emmanuel Lévinas. Noms Propres. France, Fata Morgana, 1976, p.64