Freud: Lo inconciente (1915). Las propiedades particulares del sistema Icc

Las propiedades particulares del sistema Icc

Un nuevo significado cobra el distingo entre los dos sistemas psíquicos si atendemos a que los procesos de uno de ellos, el Icc, exhiben propiedades que no se reencuentran en el contiguo más alto.

El núcleo del Icc consiste en agencias representantes de pulsión que quieren descargar su investidura; por tanto, en mociones de deseo. Estas mociones pulsionales están coordinadas entre sí, subsisten unas junto a las otras sin influirse y no se contradicen entre ellas. Cuando son activadas al mismo tiempo dos mociones de deseo cuyas metas no podrían menos que parecernos inconciliables, ellas no se quitan nada ni se cancelan recíprocamente, sino que confluyen en la formación de una meta intermedia, de un compromiso.

Dentro de este sistema no existe negación {Negation}, no existe duda ni grado alguno de certeza. Todo esto es introducido sólo por el trabajo de la censura entre Icc y Prcc. La negación es un sustituto de la represión, de nivel más alto (1). Dentro del Icc no hay sino contenidos investidos con mayor o menor intensidad.

Prevalece [en el Icc] una movilidad mucho mayor de las intensidades de investidura. Por el proceso del desplazamiento, una representación puede entregar a otra todo el monto de su investidura; y por el de la condensación, puede tomar sobre sí la investidura íntegra de muchas otras. He propuesto ver estos dos procesos como indicios del llamado proceso psíquico primario. Dentro del sistema Prcc rige el proceso secundario (2); toda vez que a un tal proceso primario le es permitido jugar con elementos del sistema Prcc, aparece como «cómico» y mueve a risa (3).

Los procesos del sistema Icc son atemporales, es decir, no están ordenados con arreglo al tiempo, no se modifican por el trascurso de este ni, en general, tienen relación alguna con él. También la relación con el tiempo se sigue del trabajo del sistema Cc. (4)

Tampoco conocen los procesos Icc un miramiento por la realidad. Están sometidos al principio de placer; su destino sólo depende de la fuerza que poseen y de que cumplan los requisitos de la regulación de placer-displacer (5).

Resumamos: ausencia de contradicción, proceso primario (movilidad de las investiduras), carácter atemporal y sustitución de la realidad exterior por la psíquica, he ahí los rasgos cuya presencia estamos autorizados a esperar en procesos pertenecientes al sistema Icc. (6)

Los procesos inconcientes sólo se vuelven cognoscibles para nosotros bajo las condiciones del soñar y de las neurosis, o sea, cuando procesos del sistema Prcc, más alto, son trasladados hacia atrás, a un estadio anterior, por obra de un rebajamiento (regresión). En sí y por sí ellos no son cognoscibles, y aun son insusceptibles de existencia, porque en época muy temprana al sistema Icc se le superpuso el Prcc, que ha arrastrado hacia sí el acceso a la conciencia y a la motilidad. La descarga del sistema Icc pasa a la inervación corporal para el desarrollo de afecto, pero, como tenemos averiguado, también esa vía de aligeramiento le es disputada por el Prec. Por sí solo, y en condiciones normales, el sistema Icc no podría consumar ninguna acción muscular adaptada al fin, con excepción de aquellas que ya están organizadas como reflejos.

Sólo veríamos a plena luz el significado cabal de los rasgos descritos del sistema Icc si les contrapusiéramos y comparásemos con ellos las propiedades del sistema Prcc. Pero esto nos llevaría demasiado lejos, y yo propongo que, de común acuerdo, lo pospongamos y emprendamos la comparación entre los dos sistemas después que hayamos apreciado el más alto (7). Sólo lo más apremiante debe elucidarse desde ahora.

Los procesos del sistema Prcc exhiben -con independencia de que sean ya concientes o sólo susceptibles de conciencia- una inhibición de la proclividad a la descarga, característica de las representaciones investidas. Cuando el proceso traspasa de una representación a otra, la primera retiene una parte de su investidura y sólo una pequeña proporción experimenta el desplazamiento. Desplazamientos y condensaciones como los del proceso primario están excluidos o son muy limitados. Esta situación movió a J. Breuer a suponer dentro de la vida anímica dos estados diversos de la energía de investidura: uno ligado, tónico, y otro móvil, libre y proclive a la descarga. Yo creo que este distingo sigue siendo hasta hoy nuestra intelección más profunda en la esencia de la energía nerviosa, y no veo cómo podríamos prescindir de él. Sería una urgente necesidad de la exposición metapsicológica -quizá una empresa demasiado osada todavía- continuar la discusión en este punto.

Al sistema Prcc competen, además, el establecimiento de una capacidad de comercio entre los contenidos de las representaciones, de suerte que puedan influirse unas a otras, el ordenamiento temporal de ellas (8), la introducción de una censura o de varias, el examen de realidad y el principio de realidad. También la memoria conciente parece depender por completo del Prcc (9); ha de separársela de manera tajante de las huellas mnémicas en que se fijan las vivencias del Icc, y probablemente corresponda a una trascripción particular tal como la que quisimos suponer, y después hubimos de desestimar, para el nexo de la representación conciente con la inconciente. En esta concatenación hallaremos también los medios para poner fin a nuestras fluctuaciones en la denominación del sistema más alto, que ahora, de manera aleatoria, llamamos unas veces Prcc y otras Cc.

Es atinado también hacer una advertencia en este lugar: no ha de generalizarse apresuradamente lo que aquí hemos traído a la luz sobre la distribución de las operaciones anímicas en los dos sistemas. Estamos describiendo la situación tal como se presenta en el adulto, en quien el sistema Icc, en sentido estricto, funciona sólo como etapa previa de la organización más alta. El contenido y los vínculos de este sistema durante el desarrollo individual, y el significado que posee en el animal, no deben derivarse de nuestra descripción sino investigarse por separado (10). Además, en el caso del hombre debemos estar preparados para descubrir, por ejemplo, condiciones patológicas bajo las cuales ambos sistemas se alteren en su contenido y en sus caracteres, o aun los truequen entre sí.

Notas:
1- [Freud ya había afirmado esto en su libro sobre el chiste (1905c), AE, 8, pág. 167. Véase, sin embargo, su trabajo posterior sobre la negación (1925h).]
2- Véase mi examen de este punto en el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900a) [AE, 5, págs. 578 y sigs.], que se basa en ideas desarrolladas por Breuer en Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud, 1895). [En mi «Introducción» a esta última obra (AE, 2, pág. 21) y en una nota al pie de la misma (ibid., pág. 206) se hallará un comentario sobre el hecho de que Freud atribuyera estas hipótesis a Breuer.]
3- [Freud había expresado esta idea, con palabras muy similares, en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 594. El punto se trata más detenidamente en su libro sobre el chiste (1905c), AE, 8, esp. págs. 189-206.]
4- [En la edición de 1915 decía «Prcc».  La «atemporalidad» de lo inconciente se menciona de manera dispersa a lo largo de los escritos de Freud. La primera mención es quizás una frase que data de 1897 (Freud, 1950a, Manuscrito M), donde declara que «el descuido del carácter temporal es sin duda esencial para el distingo entre la actividad en lo preconciente y en lo inconciente». Alude a esto en «La etiología de la histeria» (1895c), AE, 3, pág. 216, y vuelve a hacerlo indirectamente en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, págs. 568-70, pero la primera mención explícita que apareció publicada parece ser una nota agregada en 1907 a la Psicopatología de la vida cotidiana (1901b), AE, 6, pág. 266n. Otra alusión al pasar es la que figura en una nota al artículo sobre el narcisismo (1914c), supra, pág. 93n. Freud volvió al tema más de una vez en sus escritos posteriores; particularmente en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, pág. 28, y en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, W, pág. 69. El tema se trató en una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 8 de noviembre de 1911, y las actas publicadas (Zentralblatt für psychoanalyse, 2, págs. 476-7) ofrecen un resumen muy breve de algunas observaciones que Freud hizo en esa ocasión.]
5- Véase el apartado 8 de «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), AE, 12, pág. 230. El «examen de realidad» se aborda con alguna extensión en «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños» (1917d), infra, págs. 230 y sigs.]
6- Reservamos para otro contexto la mención de otro notable privilegio del Icc. [En una carta a Groddeck del 5 de junio de 1917, Freud escribe: «En mi ensayo sobre el Icc que usted menciona hallará una nota apenas visible: «Reservamos’ para otro contexto la mención de otro notable privilegio del Icc». Le revelaré a qué se refiere esta nota: a la tesis de que el acto inconciente tiene sobre los procesos somáticos una intensa influencia plástica que nunca posee el acto conciente» (Freud, 1960a).]
7- [Probable referencia al artículo extraviado sobre la conciencia.]
8- [Se alude al mecanismo mediante el cual el Prcc efectúa esto en «Nota sobre la «pizarra mágica»» (1925a), AE, 19, pág. 247.]
9- [En la edición de 1915 decía «Cc».]
10- [Una de las escasísimas observaciones de Freud sobre la metapsicología de los animales puede encontrarse en su Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, pág. 145.]