Psicoanálisis infantil: Historia del psicoanálsis infantil en México

Historia del psicoanalisis infantil en México (1)

Marcelo Salles Manuel*

Resumen
En este trabajo reviso a través de la enumeración de ocho apartados la historia del psicoanálisis infantil en México. Al hacer esta revisión la hago a título personal, sin representación de grupo alguno. De tal modo que los conceptos aquí vertidos puedan coincidir o no con el modo de pensar de otros psicoanalistas de niños y adolescentes. La experiencia de hacer esta revisión y síntesis histórica fue muy enriquecedora.
Palabras clave: Historia, historia del psicoanálisis infantil en México, psicoanálisis infantil.

El psicoanálisis infantil en México, se ha desarrollado en consonancia y como consecuencia a otros desarrollos paralelos, los que han contribuido grandemente a su formación. Me refiero aquí al desarrollo de la psiquiatría y de la psicología, como base formativa de los psicoanalistas infantiles. También al del psicoanálisis general; claro está que este último en forma principal, mas no en un modo único. Es obvio que el psiconálisis infantil en México, así como en otras latitudes, no brota de manera expontánea, sino por el interés profesional creciente que ciertos psicoanalistas han tenido en el estudio del desarrollo normal de niños y de adolescentes, así como en la psicopatología y en su tratamiento ya sea a partir de la práctica de la psiquiatría o de la psicología infantiles.
En su trabajo acerca del movimiento psicoanalítico de niños y adolescentes en México, López, M. I. y León N. A. (1992) hacen referencia a este desarrollo, notando el interés especial de este grupo por atender a la población infantil y adolescente. Ellos describen en forma por demás amplia y detallada cómo se ha dado dicho desarrollo, cuáles son los antecedentes curriculares de los colegas que han participado en él y las numerosas vicisitudes a las que se han enfrentado. Describen también a las instituciones mexicanas que han participado en el mismo. Dicho trabajo ha sido utilizado ampliamente en la elaboración de este escrito. En el presente documento nos vamos a remitir solamente a ciertos periodos del desarrollo del psicoanálisis infantil en México, los que considero han sido claves para la formación de esta sub-especialidad del psicoanálisis en nuestro país.2
El primero de ellos se tiene lugar, en los años cincuenta, cuando una vez formadas las Asociaciones de Psiquiatría General y de Psicología, se funda la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM). Esta Asociación, aglutina a los llamados en el país “psicoanalistas freudianos ortodoxos”, a diferencia de otras asociaciones que no están afiliadas a la Asociación Internacional de Psicoanálisis. Este proceso de fundación fue muy importante, ya que hubo cabida para que profesionistas interesados en formarse como psicoanalistas, siguiendo los lineamientos teóricos descubiertos por Sigmund Freud, tuvieran donde adiestrarse. Hay que mencionar también, que en nuestra Asociación Psicoanalítica, para poder formarse como psicoanalista de niños habrá de ser primero psicoanalista general. En otras localidades, latitudes e instituciones esto no se considera como un requisito, de tal modo que se puede uno formar como psicoanalista de niños, sin entrenamiento previo en psicoanálisis general, tal y como sucede, por ejemplo, en la Clínica Hampstead, en Londres.
Muchos de los graduados en Psicoanálisis Infantil en la clínica Hampstead, no son psicoanalistas de adultos. Por lo tanto y al no ser aceptados en la Asociación Psicoanalítica Internacional, fundaron la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Niños, para de este modo poder efectuar reuniones científicas, congresos entre ellos, y tener un apoyo societario, que los identificara como psicoanalistas infantiles. Los que sí son psicoanalistas y cumplen con los criterios de admisión, pueden pertenecer a ambas asociaciones. Se han formado comités de enlace entre ellas, de tal modo que en sus congresos siempre tienen una reunión conjunta.
Segundo, en los años setenta, se organiza el curso de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Este curso es muy importante porque en él nos aglutinamos un grupo de colegas, psiquiatras infantiles, que nos habíamos formado fuera del país –ya que no existía la posibilidad de formarse en México en dicha especialidad– junto con otros colegas que habían practicado aquí la psiquiatría infantil. Ellos, sin tener una preparación formal en la especialidad, tenían por otro lado una gran experiencia en el campo, amén de un gran entusiasmo en la práctica clínica y en la investigación en esta área de la niñez y de la adolescencia.
Este curso abrió de una manera clara, las posibilidades dirigidas a aquellos psiquiatras generales que veían en él, la oportunidad de desarrollar sus intereses vocacionales en el campo de la niñez y de la adolescencia, ahora de un modo formal, bien estructurado y con el reconocimiento de una institución de prestigio académico a nivel nacional. Algunos de los que contribuimos en la formación de este curso teníamos, tanto por interés personal como por la formación psiquiátrica previa, una orientación inclinada hacia la práctica psicoanalítica. Como parte de este curso, me tocó encargarme de lo correspondiente al Estudio del Desarrollo, el cual sigo impartiendo a la fecha, en el que las observaciones directas realizadas en poblaciones normales eran y siguen siendo una parte medular del mismo. Salles, M. M. (1991).
Tercero también en los setentas se funda la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil. La formación de este grupo la considero también importante ya que en él nos reunimos nuevamente, el mismo grupo de colegas que habíamos ayudado con nuestra participación a la formación del curso formativo en Psiquiatría Infantil descrito anteriormente. Esta nueva Asociación nos permitió tener una identidad profesional societaria, amén de que nos proveía de un foro para presentar nuestras contribuciones científicas en la materia. Del mismo modo algunos de los miembros del citado grupo se mostraban interesados en seguir una carrera más formal, en el terreno psicoanalítico, lo que les permitía pensar en hacer carrera como psicoana-listas.
Cuarto a finales de los setenta y principios de los ochenta se organiza un curso de Psicoterapia para Niños y Adolescentes, en la APM, Este es un punto muy interesante ya que en nuestra Asociación Psicoanalítica, la formación de este curso es previa a la formación de un adiestramiento formal en psicoanálisis infantil. Las vicisitudes que llevaron a la formación de este curso han sido bien descritas por López M. I. y León N. A. (1992). Resumiéndolas diríamos que un grupo de psicólogos (interés comunitario) intentaban organizar un curso para adiestrar como psicoanalistas infantiles, fuera de la APM, apoyados por un psicoanalista de niños, proveniente de Londres, de la Clínica Hampstead. Cabe aquí señalar que la respuesta de la APM, a este curso, fue la formación de uno, no de Psiconálisis Infantil, sino de Psicoterapia Infantil y de la Adolescencia, mismo que se ofreció tanto a psiquiatras, como a psicólogos con interés en niños y que tuviesen el grado de licenciatura en su especialidad. Vale la pena notar que obviamente existía un interés comunitario en la formación psicoanalítica en niños y en adolescentes al que la APM no había respondido. Por cierto, el grupo externo a la APM, no progresó y fue disuelto.
Aquí hay un punto que vale la pena recalcar, ya que tuvo que presentarse un movimiento externo a la APM, para que ésta respondiera al interés comunitario. Esto puede implicar que la APM, no tenía mecanismos lo suficientemente elaborados para detectar el interés de la comunidad científica de la localidad donde está asentada, o bien fue sorda a dichos intereses, o más aún, sí detectó, pero situaciones políticas, le impidieron tomar una respuesta en el momento oportuno y no es sino hasta que ocurre un movimiento externo, cuando entonces sí, la respuesta es contundente. La respuesta de la APM, de ofrecer un curso en Psicoterapia y no en Psicoanálisis, implica claramente una política de acción que tiene una base teórica societaria, en donde se piensa que para ser psicoanalista infantil hay que ser primero psicoanalista general, lo que como ya se ha mencionado no es privativo de todos los grupos psicoanalíticos en otras partes del orbe. Sin embargo en este caso en particular la respuesta de la APM, hizo notar dicha diferencia en forma por demás clara. Hay que decir también que la gran mayoría de los sitios que ofrecen una formación en psicoanálisis infantil, están dentro de las Asociaciones Psicoanalíticas.
Aquí hay otro punto que es también fundamental ya que la APM, iniciaba un movimiento de apertura para dar otros cursos que no fueran psicoanálisis. Tradicionalmente la APM, venía ofreciendo a la comunidad profesional interesada, un curso para formar psicoanalistas. Este nuevo camino tomado por la Asociación, abrió un derrotero diferente, el que aún persiste a la fecha. Para la organización de este curso en psicoterapia para niños y adolescentes se conjuntaron dos grupos diferentes: uno estaba formado por psicoanalistas que teniendo un interés en los problemas y tratamiento de menores, tenían un adiestramiento previo en psiquiatría infantil y de la adolescencia y el otro, por los también psicoanalistas con el mismo interés, pero sin dicho curso previo. La conjunción de estos dos grupos de trabajo –situación que vuelve a repetirse– aportó la presencia de colegas, los que después de haber participado en la organización del curso, fungieron como maestros y supervisores del mismo, siendo coordinados por el Dr. Aiza V. y el Dr. Dupont M. A. (López M. I. y León N. A., 1992), quienes fueron nombrados por el Instituto de la Asociación para dicha labor. No vamos a entrar en polémica aquí en relación a ¿qué es psicoterapia y qué es psicoanálisis de niños? Personalmente pienso que hay diferencias que deslindan dichas prácticas clínicas, más allá de que el psicoanalista practica psicoanálisis y el psicoterapeuta psicoterapia.3
Quinto Como parte de la apertura ya mencionada la APM, empieza a recibir a psicólogos con doctorado que quieren formarse como psicoanalistas. Este es también un punto interesante. La APM hasta entonces, aceptaba para formar psicoanalistas, básicamente a médicos cirujanos con una especialidad en psiquiatría y muy rara vez, aceptaba a psicólogos con grado académico de doctorado. La demanda comunitaria de psicólogos para formarse como psicoanalistas no había sido respondida por la APM. Esto pudiera tal vez ser explicado ya que tradicionalmente el fundador del psicoanálisis y sus seguidores, habían surgido a partir de la carrera de medicina. Por este motivo la política de la Asociación Psicoanalítica Internacional y consecuentemente, la de las asociaciones componentes, era la de admitir primordialmente a médicos para su formación. El admitir a psicólogos hubiera podido representar para las Asociaciones, problemas con la API. Esto originó por muchos años, que dichos grupos de psicólogos que pretendían ingresar a la APM, al ser rechazados, fundaran fuera de ella, nuevas agrupaciones en donde sí podían formarse.
Paradójicamente los psicoanalistas de la APM fueron los primeros profesores de dichas agrupaciones. Más adelante, la presión de psicólogos por exigir una formación como psicoanalistas, principalmente en los E.U., motivó una demanda legal contra la Asociación Internacional, la que ganaron y de ese modo fueron admitidos en muchos de los grupos psicoanalíticos en todo el mundo, pertenecientes a la citada organización internacional. Hay que agregar que en nuestra Asociación ya se venían aceptando psicólogos antes de dicho desenlace. Hay que hacer notar la tenacidad de este grupo profesional que nunca bajó los brazos hasta lograr su cometido. Personalmente me ha parecido que el ingreso de psicólogos a nuestra Asociación ha sido muy enriquecedor desde el punto de vista científico, ya que por su propio adiestramiento tienen antecedentes curriculares distintos de los que, nos originamos en la medicina y por lo tanto se aprecian cualidades diferentes en su modo psicoanalítico de pensar; además que se encuentran más versados que muchos médicos, en el llamado procedimiento científico. Y, hay que agregar también que esta profesión se ha visto favorecida principalmente por la presencia de mujeres, lo que agradecemos, ya que finalmente y más tarde que pronto, la presencia femenina en la Asociación se ha hecho presente.4
Sexto finalmente en los ochenta se organiza el primer curso para formar a psico-analistas de niños en la APM. Treinta años aproximadamente habrían de pasar desde la fundación de la Asociación, para que se organizara este primer curso. Una vez puesto en marcha el curso en psicoterapia para niños y adolescentes, los que fungimos como promotores de dicho curso, pensamos que era el momento apropiado para formarnos como psicoanalistas infantiles y de la adolescencia. La mayoría de los que tomamos este primer curso teníamos el antecedente de haber sido formados como psiquiatras infantiles y de la adolescencia en los E.U., otro había estado relacionado con programas analíticos de niños en Buenos Aires, otro en el Uruguay, uno más en París y otros, la minoría (dos, de once), no habían recibido un adiestramiento formal previo, pero tenían un marcado interés y práctica en el área de niños y adolescentes.
El Instituto de la Asociación nombró entonces al Dr. Aíza, V. M., como coordinador de este primer curso. Dada la experiencia previa que teníamos los que formamos este primer grupo, el Instituto de la Asociación permitió que fuese un grupo de auto-gestión. Como parte del programa organizamos una supervisión colectiva, continua (véase, Salles, M. M., 1985), teníamos también seminarios con diversos temas teóricos a los que invitábamos a los psicoanalistas que en la Asociación habían mostrado un interés en el campo de la niñez y de la adolescencia. Dicho primer grupo de once colegas lo formamos: la Dra. Yolanda Martínez S., la Dra. Esperanza Pérez de Plá, la Dra. Estela Remus, el Dr. Pablo Cuevas, el Dr. Eduardo Dallal, el Dr. Lauro Estrada-I., el Dr. Tirso Lara, el Dr. Manuel I. López, el Dr. Juan Maceira, el Dr. Rodolfo Ortega y el Dr. Marcelo Salles M., López, M. I. y León N. A. (1992). De este grupo de once colegas, uno ya falleció (el Dr. Rodolfo Ortega), otro renunció a la Asociación –el Dr. Tirso Lara, y los nueve restantes nos encontramos hoy en día, muy activos en el campo, ya sea de la clínica, la enseñanza, la investigación o la divulgación a través de la publicación de trabajos científicos o de libros sobre el tema–.
Séptimo posterior a este curso, se organiza un segundo curso de psicoanalistas de niños, ya no de auto-gestión, coordinado por el Dr. Aíza V. M. con la ayuda del Dr. Dupont, M. A., quienes básicamente utilizaron el programa que sirviera para el primer curso, López, M. I. y León N. A. (1992). Este curso graduó en el año de 1987 a siete psicoanalistas infantiles: El Dr. David Aurón, la Dra. Susana Barrera (ya fallecida), el Dr. Sergio Gonzáles F. (ya renunció a la Asociación), el Dr. Priciliano León, el Dr. José Luis Saucedo R. (ya fallecido), el Dr. Juan Túber O. y el Dr. Juan José Yáñez; León P. (1999).
Octavo a principio de los noventa los analistas de niños formados en el primer curso de la APM, pasan a ser los organizadores de un tercer curso de psicoanális infantil. A finales del año de 1991, el Dr. López M. I., fue nombrado por el consejo del Instituto, como Coordinador de Psicoanálisis Infantil y presenta un programa que incluía : a) un curso de seis semestres, para formar a psicoanalistas infantiles, b) la posibilidad de que el candidato iniciara su formación una vez terminado el cuarto semestre del curso en psicoanálisis general, c) la invitación a participar en los seminarios de supervisión continua, a cualquier psicoanalista graduado de nuestra Asociación, d) integrar los conocimientos del psicoanálisis infantil al programa general de educación del Instituto, e) promover la educación continua entre los ya formados como psicoanalistas infantiles, entre otras. El Dr. López, M. I. (1991) como coordinador de psicoanálisis infantil forma un grupo de trabajo incluyendo al Dr. Parres R., al Dr. Estrada-I. L., al Dr. Dallal E., y al Dr. Salles M. M.5 Este grupo ya venía trabajando desde tiempo atrás en temas relacionados al psicoanálisis infantil y a los programas de adiestramiento. Más adelante se uniría al grupo la Dra. Plá E. P., grupo que se instituyó como profesores y supervisores del curso de adiestramiento en Psicoanálisis Infantil, con la aprobación del Instituto de la Asociación.
El programa básicamente contenía: a) cuatro semestres de desarrollo que abarcaban desde lo pre-natal, hasta la adultez, seminarios ya impartidos en el curso de Psicoanálisis General, b) el proceso dignóstico en niños y adolescentes, c) seminario de técnica y manejo de la familia, según las diferentes edades, d) seminarios de caso continuo de niños pre-edípico, edípico, latente, pre-adolescente y adolescente, en los que se estudia la psicopatología, e) los candidatos tendrán dos supervisiones individuales una, de un caso de niño edípico o latente temprano y otra de un adolescente. La supervisión del primer caso en sesiones semanales y podrá disminuir de acuerdo con el supervisor; la del segundo caso tendrá una frecuencia a ser determinada entre el candidato y el supervisor, López, M. I. (1991). Posterior a la coordinación del Dr. López, M. I., la coordinación del curso le fue asignada por el Instituto al Dr. Dallal, E., quien tuvo una labor de continuidad en relación al programa establecido.
Este tercer curso para formar psicoanalistas infantiles graduó a seis candidatos: el Dr. Marco A. Corona, el Dr. José L. Islas, la Dra. Teresa Lartigue, la Dra. Norma A. León, el Dr. Eduardo Mendoza y la Dra. Nohemí Polanco. Está pendiente de graduarse un candidato, a quien le falta la presentación del trabajo final, López, M. I., (1999). A la fecha, el Instituto ha nombrado a un nuevo coordinador, el Dr. Corona, M. A., quien fue alumno de la tercera generación de psicoanalistas infantiles de la APM.
En la APM, somos aproximadamente 19 psicoanalistas infantiles graduados (habiendo restado de la suma total a tres fallecidos y dos que han renunciado a la Asociación). Sin embargo otros analistas sin adiestramiento especial, ven ocasionalmente niños y adolescentes. Recientemente la Asociación Psicoanalítica de Monterrey, inició la formación en psicoanálisis infantil. El Dr. León P, quien fuera alumno del segundo curso de psicoanalistas infantiles de la APM, fue el encargado de organizarlo y nos solicitó a algunos de los colegas del D.F., los ayudáramos viajando a Monterrey, unos para dar seminarios y otros para supervisar a los candidatos. Los que participaron en esta empresa fueron: el Dr. Parres, R., el Dr. López M. I., El Dr. Dallal, E., el Dr. Aíza V., el Dr. Dupont M. A., el Dr. Feder, L., el Dr. Cuevas, P., el Dr. Salles M. M., entre varios más. Este primer curso en Monterrey graduó recientemente a dos psicoanalistas infantiles: El Dr. José L. Garza y el Dr. Alonso Cantú; faltando por graduarse seis candidatos más, a quienes les faltan cumplir con horas de supervisión para poder hacerlo, León P. (1999). De tal modo, a la fecha, hemos de ser en el país no más de 21 psicoanalistas infantiles graduados contando a aquellos formados en grupos formales de psicoanálisis pertenecientes a la API. Tengo entendido que también se ha abierto un curso para formar a psicoanalistas infantiles en la Universidad Iberoamericana, en el D.F., con otros requisitos para ser admitidos, pero a la fecha sigo desinformado a ese respecto.6
Quiero comentar brevemente el tema tan importante para el psicoanálisis infantil y que tiene que ver con la familia del paciente. En los albores del psicoanálisis infantil, algunos analistas preferían tener un mínimo contacto con la familia del pequeño paciente. Al pasar del tiempo se vio que no era posible trabajar bien sin tener un contacto con ellos. Hoy en día, la mayoría de los analistas que vemos a niños trabajamos teniendo un contacto tan cercano con los padres, como las necesidades del caso lo ameriten. Es más, es necesario el tener una buena alianza de trabajo de menos con uno de los padres para poder hacer un trabajo satisfactorio. De tener dicha alianza con los dos padres nuestro trabajo se facilita más. Este modo de trabajar es el que se enseña a los analistas que se están formando como especialistas en niños. Del mismo modo el curso que se ha impartido en la Asociación hace énfasis: a) en los problemas de transferencia-contratransferencia, b) en la técnica apropiada a la edad del paciente, incluyendo entre otros temas el manejo de la resistencia, c) en la presentación grupal de un caso continuo, d) en la importancia del desarrollo normal y de la observación directa de bebés y de niños mayores, e) en el estudio de la psicopatología y, f) en la supervisión individual.
El psicoanálisis infantil en nuestra Asociación, en su modalidad formal y estructurada tiene cerca de 15 años de existencia, es aún muy joven para hacer conjeturas acerca de su futuro. Podemos a pesar de eso, observar que su nacimiento fue motivado en gran parte, por el gran entusiasmo y trabajo desplegado por los que participaron en su formación, por su vocación certera, así como por el cariño que se le tiene a nuestro modo de trabajo. Sin embargo eso no es, ni suficiente para mantenerlo creciendo ni lo único que influye en su sobrevivencia. En su pequeña y breve existencia, hemos podido constatar que hay además del claro interés que ya se ha manifestado, otros aspectos tanto internos como externos a la Asociación, que han tenido que ver con su nacimiento y su existencia posterior. Hay que estar atentos de las demandas comunitarias y hay que estar muy alertas a los problemas políticos internos para poder resolverlos a tiempo, antes que afecten el desarrollo de esta subespecialidad. Estar concientes de la necesidad de generar y promover esta vocación entre aquellos que se inclinen por la práctica o la investigación en este campo. El generar o ayudar a otros a descubrir esta vocación, es también parte de nuestra labor.
El trabajo en psicoanálisis de niños, si bien puede llegar a ser muy gratificante, es una labor ardua y muy compleja. Implica entre otras cosas el manejo clínico tanto del niño como el de sus padres. Existen problemas complejos de contratransferencia tanto producidos por el niño, como por sus padres, que hay que resolver, para poder seguir haciendo un trabajo satisfactorio. Implica naturalmente el tener un análisis personal en el cual se haya trabajado, tanto la pre-genitalidad y lo edípico, así como la propia adolescencia, amén de la relación con nuestros padres. De otro modo nos enfrentamos a problemas de áreas ciegas o de manejo clínico con el niño o sus padres, Salles, M. M. (1992).
Últimamente, y ya se estaban tardando, parece haber un creciente interés en la Asociación Internacional de Psicoanálisis, en el psicoanálisis infantil y en la formación de nuevos analistas en este campo. De tal modo Sandler, A. M. (1998) con funciones como directora del Comité de Psicoanálisis Infantil de la citada organización, hizo una encuesta acerca del estado de la sub-especialidad en las diferentes sociedades componentes y envía después un memorandum a las asociaciones, el que contiene los resultados de la citada encuesta, habiendo algunos datos muy interesantes. Por ejemplo menciona que de las 29 asociaciones que componen la Asociación Psicoanalítica Americana, 23 ofrecen en sus institutos un curso de Psicoanálisis Infantil. Mientras que, en Latinoamérica, de 27 asociaciones sólo cuatro ofrecen en sus institutos un curso para formarse como psicoanalistas infantiles, nuestra Asociación entre ellas.
Otro punto interesante mencionado por ella tiene que ver con la frecuencia con la que asisten los niños a su psicoanálisis. Por ejemplo, en algunos lugares los analistas se topan con la dificultad de conseguir pacientes que puedan asistir cuatro o cinco veces a la semana, de tal modo que se han aceptado casos de tres, o dos veces a la semana, mientras que en otros países, se mantienen firmes en sostener cuatro sesiones a la semana. En general en Canadá, los E.U. y Latinoamérica no se ven casos en análisis, 4 ó 5 veces a la semana, más bien menos de tres veces a la semana. Mientras que en Europa aun cuando en muchos países están igual que en Canadá, E.U. y Latinoamérica, otros como Suecia, mantenían hasta el año de 1998, 42 casos que estaban siendo tratados cuatro o cinco veces a la semana. En Austria, Finlandia, Noruega, Holanda e Inglaterra, en ese mismo año, en todos esos países juntos, tenían un buen número de casos, tal vez 100 con esa alta frecuencia.
Esta autora discute un poco acerca de que la alta frecuencia de cuatro o cinco veces a la semana, es algo muy complejo y por lo tanto parece que es imposible para algunos países el obtener casos de pacientes con esa frecuencia de asistencia durante el entrenamiento del candidato, mientras que en otros, si es posible lograrlo. Por lo pronto para aquellos que se interesen por pertenecer a la Asociación Internacional de Psicoanálisis Infantil, para ser admitidos hay que haber tratado un niño y un adolescente, de menos cuatro veces a la semana. Ella piensa y sugiere que un modo de poder conseguir pacientes para las Asociaciones Psicoanalíticas y sus miembros es establecer una “red”. Ella explica que el trabajo en niños, amerita el tener una gran cantidad de entrevistas previas con los padres, de tal modo que se va formando una “red” de padres a ese respecto, muchos de los que acabarán aceptando el tratamiento psicoanalítico para sus hijos. El trabajo de este tipo es algo de lo que ella recomienda. También menciona que en Europa, la Federación Europea de Psicoanálisis ha tenido últimamente reuniones frecuentes de todos aquellos que trabajan con niños y adolescentes, reuniones que se ven cada vez más concurridas y en donde los analistas presentan sus casos. Ella también recomienda que se haga algo similar en otros lados. También dice Sandler A. M. que en muchas Asociaciones de Psicoanálisis, sobre todo en aquellas que no han formalizado entrenamiento en niños se piensa que el psicoanálisis de niños no es psicoanálisis. Con ese modo de pensar, va a ser difícil que el psicoanálisis infantil progrese en dichos sitios.
Recientemente, en el congreso efectuado en Santiago, Chile, se reunió el consejo directivo de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, en donde finalmente establecen cuáles son los estándares mínimos para el adiestramiento en psicoanálisis de niños y adolescentes. También existe la posibilidad de que la Asociación Psicoanalítica Internacional reconozca de facto, a los miembros de cada asociación que ya hayan cumplido con dichos estándares, a los que prontamente les será enviado dicho reconocimiento. A raíz de esa reunión envían una comunicación que viene dirigida por el Dr. Tyson, R., y está fechada el primero de septiembre de este año. Resumiendo este memorandum y específicamente en relación a los estándares mínimos para el adiestramiento de psicoanalistas infantiles; en el apartado cuatro dice: estos estándares incluyen: a) haber tenido dos casos de pacientes por debajo de los 18 años (pre-escolares, latentes y adolescentes), b) ambos sexos tienen que estar representados, c) la frecuencia de tratamiento deberá de corresponder a aquella que el Instituto aprueba para el caso de los adultos, d) el tratamiento debe durar, por lo menos 12 meses seguidos, e) los candidatos deben ser supervisados y evaluados por los analistas que han sido designados por el Instituto, para esa función y f) deberán de tomar seminarios teóricos en análisis infantil y adolescente incluyendo desarrollo, psicopatología y técnica.
Creo que este nuevo ímpetu de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, relacionada con el psicoanálisis infantil, va a ser de mucho beneficio para el psicoanálisis de menores, ya que finalmente la Asociación Internacional de Psicoanálisis, reconoce, aprueba y avala de un modo formal, la existencia del psicoanálisis infantil así como el adiestramiento en dicha subespecialidad del psicoanálisis.
Quince años de historia vistos estrictamente desde el punto de vista cronológico puede que no sean muchos. Sin embargo para los que hemos estado envueltos y formamos parte de ella,7 es como haber realizado una meta muy importante, ya que esos 15 años representan el nacimiento y la consolidación cada vez más fuerte del psicoanálisis infantil en México. Aún más, representan también la última parte de un largo proceso formativo personal, el que afortunadamente no parece tener fin, dando la impresión que la formación personal nunca termina. Es, como si al acabar de subir un escalón y cuando uno cree que ya llegó al sitio que se había propuesto, aparece otro y otro y así sucesivamente. Es en realidad un proceso interminable; parece que nunca acabaremos de subir la escalera en la formación profesional. Cuando finalmente alcanzamos el peldaño del lado de los que enseñan, realizamos entonces, en nuestra ya de por sí larga carrera de aprendizaje, que ese periodo, corresponde efectivamente al momento cuando más se aprende. Los que hemos tenido la fortuna y suerte de participar con nuestro trabajo en la formación del psicoanálisis infantil en México y en mantenerlo activo y vigente le deseamos muchos, muchos años más de existencia.8

Bibliografía

LEON, P. (1999). Comunicación Personal. 21de octubre de 1999.
LOPEZ M. I. (1991). Carta al Dr. Camacho, Director del Instituto de la APM, relativa a la Formación de un Curso en Psicoanálisis Infantil. 14 de noviembre de 1991.
LOPEZ M. I. Y LEON N. A. (1992). Historia y orientación del tratamiento psicoanalítico de niños y adolescentes. En Manual de psicoanálisis y psicoterapia en niños y adolescentes, ed. M. Salles. México: Planeta, pp. 9-40.
LOPEZ, M. I. (1999). Comunicación Personal. 22 de octubre de 1999.
SALLES M. M. (1985). Análisis de un niño de cuatro y medio años de edad Cuadernos de Psicoanálisis 18 (3-4): 179-98.
—— (1991). Importancia de las observaciones directas en niños. Cuadernos de Psicoanalisis 24 (1-2): 67-73.
—— (1992). La terapia psicoanalítica del niño. En Manual de psicoanálisis y psicoterapia de niños y adolescentes, ed. M. Salles. México: Planeta, pp. 111-28.
SANDLER A. M. (1998). Reporte interno del Comité de Psicoanálisis Infantil y de la Adolescencia de la API. 16 de junio de 1998.
TYSON, R. (l999). Memorandum a los presidentes de las Asociaciones Psicoanalíticas componentes de la API. 1 de septiembre de 1999.

1 Psicoanalista de niños y adolescentes, socio vitalicio de Asociación Psicoanalítica Mexicana, A.C.
* Trabajo presentado durante el Coloquio Franco-Mexicano, organizado por la Asociación Psicoanalítica Mexicana, el 5 de noviembre de 1999.
2 Quiero aclarar que este trabajo ha sido elaborado sin representar a grupo alguno dentro del psicoanálisis infantil en México, de tal modo que lo aquí expresado debe de tomarse a título personal. No dudo sin embargo que algunos de mis colegas en el mismo campo, piensen de un modo similar y otros de forma distinta.
3 Para los interesados en el tema ver por ejemplo Cuevas, P., Psicoanálisis y psicoterapia de niños en: Salles, M. M., Ed. Manual de psicoanálisis y psicoterapia de niños y adolescentes. Cap. IV, México: Planeta, 1992.
4 ¡Vive la Difference!
5 Estoy agradecido y me siento honrado por el Instituto de la APM, por haberme aceptado como profesor invitado y supervisor, al no ser un analista didáctico.
6 Hablé personalmente a la Escuela de Psicología y me dijeron que no tenían tal curso.
7 Más bien hablo a título personal.
8 Idem a la nota anterior