Psicología Institucional: articulación teórico-práctica de un caso

Psicología Institucional: articulación teórico-práctica de un caso

NORA VITALE

En el presente escrito se presentará el análisis de un trabajo realizado en el ámbito educativo desde la Psicología Institucional. El terreno de lo institucional es un campo posible de ser abordado desde diferentes miradas disciplinares. En esta oportunidad, el énfasis será puesto en el análisis de lo histórico y lo libidinal  ya que el período en el que fue realizada la consulta institucional que se presenta (1986) estuvo signado por el pasaje de una de las más cruentas dictaduras vividas en Argentina, a una democracia emergente desde el dolor y la esperanza.

La Psicología Institucional es un campo de investigación-acción que aborda los instituidos sociales desde la dialéctica permanente que se establece entre lo institucional y lo subjetivo. Para ello, y en virtud de la complejidad de su objeto de estudio, conjuga disciplinas y metodologías prácticas provenientes de diferentes campos disciplinares: Derecho, Sociología, Antropología, Psicología del Trabajo, Ecología, Psicología Política, Psicoanálisis, Historia, entre otros. En el desarrollo del presente escrito se le dará mayor relevancia a las dos últimas disciplinas, pues el momento histórico en que se realiza la intervención institucional que se analiza[1] (1986) constituye un tiempo de pasaje de una de las mas cruentas dictaduras a una democracia incipiente. En la vida de las instituciones, este pasaje no resultó fácil de realizar y el ámbito educativo no fue la excepción. Al respecto, señala Filmus (1994: 38):

«Se equivocaban quienes sostenían que el proceso de democratización política implicaría, por sí sola, procesos correlativos en el conjunto de las instituciones de la sociedad. El nuevo momento puso aún mas en evidencia cuan arraigados están los valores del autoritarismo en el seno de la comunidad y, por lo tanto, la magnitud de las transformaciones necesarias».

A partir de 1983, con el resurgimiento de la democracia, se intenta implementar una serie de cambios y proyectos a fin de revertir el orden autoritario que durante tantos años contaminó el terreno de las instituciones. El presente trabajo gira alrededor de la hipótesis de que la función disciplinadora de la educación inculcada durante el último gobierno de facto es la que, hecha carne en los miembros de la organización abordada, impide a los mismos la realización de sus prácticas y quehaceres. Se trata, así, de ejemplificar que el objeto de estudio de la Psicología Institucional requiere de una comprensión histórico-individual e histórico-colectiva y que es necesario, para cumplir tal fin, un trabajo interdisciplinario profundo y constante.

Datos formales

Organización abordada: Distrito escolar del Gran Buenos Aires, área Gabinetes compuestos por 200 personas, entre profesionales y personal administrativo.

Población asistida: niños de clase media-baja y baja.

Años de la intervención: 1986/1987.

Pedido de intervención: proveniente de miembros del gabinete del distrito.

Motivo manifiesto del pedido: Supervisión institucional de los coordinadores generales que estaban a cargo de un proyecto de perfeccionamiento docente que se había iniciado en el año 1985 y que se prolongaba hasta 1987. El pedido es para que «les enseñen a coordinar».

Datos relevantes: 1- El contexto histórico-político vigente en los 10 años anteriores al pedido de intervención institucional.  2- El papel de la Inspectora en jefe, conocida como «la señora», que había cesado en sus funciones poco antes del pedido de intervención institucional. 3- El doble «tironeo» que sufrían los miembros del gabinete por parte de las directoras de escuela y de la Dirección de Psicología dependiente del Ministerio de Educación. Este doble tironeo los sumía en la incertidumbre acerca del modo de funcionamiento que debían llevar a cabo: o cumplir sin objeciones las bajadas de línea que recibían o impulsar un cambio desde lo creativo.

Lo institucional y la Historia

El marco histórico es de fundamental importancia para la comprensión de los fenómenos institucionales. Los años en que se realiza la intervención institucional son cruciales para la institución Educación. En este sentido, la organización abordada no deja de sufrir los avatares que la historia y sus actores marcaron a fuego en ese momento y en los años previos, avatares que hoy en día aún muestran sus coletazos. A los gabinetes eran enviados los «chicos problema». La temática institucional no aparecía como posibilitadora de contención; los niños aparecían como «el caso» del niño indisciplinado, y los gabinetes cumplían una función disciplinadora. Filmus (Ibíd.) señala que durante la última dictadura militar:

«La función disciplinadora de la educación no fue sólo un propósito común para el conjunto de las estrategias impulsadas desde el Ministerio de Educación, sino que fue, también, el que más coincidió con uno de los objetivos generales del gobierno surgido en marzo de 1976: respetar los principios de autoridad y el orden en una sociedad a la que consideraban altamente caotizada».

No solo era cuestión de disciplinar al niño indisciplinado sino  también: a) clausurar los mecanismos de participación social en la orientación y conducción del sistema de enseñanza con lo que la escuela quedaba cerrada a la participación comunitaria, b) el disciplinamiento autoritario de todos los agentes educativos, ya no solo a nivel político-gremial, sino que también la exclusión alcanzó los mecanismos que permitían incidir en la elaboración y definición de los objetivos, orientaciones y contenidos de la enseñanza, c) la transferencia de la lógica burocrática al ámbito escolar.

Este modelo escolar reinante intentaba disciplinar mente y cuerpo, no solo de los alumnos sino también de los docentes. El 10 de diciembre de 1983 asume la Presidencia de la Nación el trigésimo tercer presidente constitucional de la Argentina, el Dr. Raúl R. Alfonsín, quien fuera elegido en forma democrática en los comicios del 30 de octubre de 1983. En su discurso del 11 de marzo de 1984, con motivo del inicio del ciclo lectivo, el Dr. Alfonsín dice:

«…responsabilidad del alumno hecha para abogar por la causa de la paz, responsabilidad del maestro para que con la dedicación que todo el mundo le reconoce procure formar ciudadanos dispuestos a servir a la Nación, responsabilidad de los padres para que colaboren con los maestros y a través de esa colaboración permitan que nos olvidemos todos de la desidia de ayer…todos sabemos que la educación, aún desde el punto de vista económico y social, no ha logrado el nivel de justicia que es indispensable para nuestro país…a través de ella lograremos los cambios sociales que afiancen la justicia».

Teniendo en cuenta los puntos a), b) y c) mencionados anteriormente, y basándonos exclusivamente en el contexto histórico-político-social que acababan de vivir los miembros del equipo consultante, los agentes educativos repetían en el aquí y ahora la situación vigente en el sistema educativo: impulsar un orden autoritario y disciplinador apoyados por la incidencia de las políticas autoritarias en el orden institucional vigentes hasta 1983. La lógica burocrática transferida a la educación por el gobierno militar echó sus raíces en la organización abordada. La institución educativa vio formalmente pautados los comportamientos de sus agentes a partir de la puesta en práctica de una normativa destinada al disciplinamiento  autoritario. La garantía del cumplimiento de estas normas estuvo basada en la coerción permanente que implicó la amenaza de sanción a aquel agente educativo que no cumpliera con las órdenes que les «bajaban» desde los estamentos superiores. El revelarse contra estas normas podía terminar con la destrucción física de la persona, con la desaparición. El argumento mítico-fantasmático en el que quedaban entrampados los miembros de la organización está en estrecha conexión con  el tema de la desaparición y los desaparecidos durante la dictadura militar.  Si bien el proyecto de perfeccionamiento fue impulsado por el gobierno democrático en 1985, el paso de la represión autoritaria a la democratización del sistema educativo no ha sido, ni es, tarea sencilla.

Lo institucional y lo libidinal

Freud (1948) habla de la estructura libidinal como la fantasía fundamental de la cual depende la existencia misma de toda organización grupal. Se establece una doble ligazón libidinal: por un lado todos los individuos han colocado en el lugar del ideal del yo  un mismo objeto. Esta primera ligazón permite la emergencia de la segunda  basada en la identificación recíproca entre los miembros de la masa la que, a su vez,  se sostiene en la ilusión de que el líder los ama a todos por igual. Se puede no encontrar un líder carismático pero sí encontrar un símbolo que haga de ideal. Aquí es donde juega el papel central la inspectora en jefe que había renunciado poco tiempo antes de la intervención. Por lo que se dice de ella se puede inferir que su lugar central no sería la de una líder carismática pero  si ocupaba el lugar de un símbolo que hizo a la vez de ideal para mantener a la estructura libidinal cohesionada. La mitología, en este caso, resulta útil para darnos una respuesta. El psicoanálisis se ocupó de «humanizar» a la mitología, los mitos son » residuos deformados de fantasías desiderativas de naciones enteras» (Íbid.); sirven como modelo y como norma de una cultura para pasar del caos al orden. En esta organización «la señora» simbolizaba a Astrea, hija de Zeus y Temis en la mitología clásica, diosa de la justicia y la equidad que vivió entre los hombres durante el Siglo de Oro (V A. de C.). Y lo de Siglo de Oro no es casual, ya que «la señora» formaba parte de ese pasado mítico de la organización que había dejado una «…impronta de Época de Oro…». Astrea, nos dice el mito, vivía en los cielos pero descendió a la tierra para poner fin a la corrupción de los hombres. Se la representa sentada sobre un trono con dos columnas, los pilares de la justicia del templo de Salomón, su mano izquierda sostiene una balanza en posición de equilibrio, la equidad; su mano derecha sostiene una espada de doble filo que apunta a lo alto y que simboliza el poder de la justicia y de la libertad del hombre de elegir entre el bien y el mal; sobre su cabeza hay una corona de estrellas. Podemos interpretar que «la señora», simbolizando a Astrea, resguardaba a los miembros de la organización de la impunidad y la corrupción que se vivía en esos momentos; funcionaba a modo de garante de una justicia que, por fuera y por dentro de la organización, parecía ciega.

Conclusiones

Los elementos transgresivos de la impunidad pasada vienen a inscribirse en una historia argentina llena de elementos transgresivos. Los crímenes genocidas y su impunidad no son sólo patrimonio exclusivo de la dictadura de 1976, basta mencionar las matanzas indígenas en la colonización y en la conquista del desierto en nuestro país. De esta manera se inscribe en la mente de los individuos, el asesinato de un otro, cuando este es ejercido por las elites, por quienes detentan el poder. Estos asesinatos no penalizados, y a veces tristemente reivindicados, se inscriben de generación en generación. Así como el genocidio es un crimen de las elites, la impunidad de esos crímenes lo es también. Y es esto lo que impide la construcción de una historia distinta. La imposibilidad de recuperar la memoria colectiva transforma a toda la sociedad en N. N. al enterrar su identidad. Y esto es lo que les pasaba a los miembros de la organización abordada, quedaron entrampados en el fantasma de los desaparecidos,  la dictadura les brindó sobrados elementos para que esa trampa, ese temor a desaparecer, imposibilitara su realización y su accionar laboral y profesional.

Notas

[1]El presente texto ha sido realizado sobre la base del trabajo escrito por la Lic. Fernández titulado «Caminantes no hay caminos» y publicado en el libro compilado por la Lic. Mezzano: Psicólogos Institucionales Trabajando. La Psicología Institucional en Docencia, Investigación y Extensión Universitaria. (2003)

Referencias Bibliográficas

FERNÁNDEZ, G. (2003): «Caminantes no hay caminos»,  en Mezzano (Comp.) Psicólogos institucionales trabajando. La Psicología Institucional en Docencia,  Investigación y Extensión Universitaria. Buenos Aires: Eudeba.

FILMUS, D. (1988). Educación, Autoritarismo y Democracia. Buenos Aires: Miño y Dávila.

FREUD, S. (1948) «Psicología de las masas y análisis del yo», en Obras  Completas. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

SECRETARÍA DE INFORMACIÓN PÚBLICA. (1984). Discursos Presidenciales. Buenos Aires: Congreso de la Nación.

* Nora Beatriz Vitale es Lic. en Psicología UBA, Máster en Psicología Social Comunitaria UBA, Instructora de Formación Profesional, Ministerio de Educación GCBA, Secretaria de Extensión, Cultura y Bienestar Universitario de la Facultad de Psicología de la UBA. Prof. Adj. a cargo de la materia Psicología Institucional cátedra II Facultad de Psicología UBA. – Directora UBACyT, categorizada III. – Directora Programa de Extensión Universitaria  sobre Asesoramiento Institucional desde 2011.- Evaluadora UBANEX 2012/2013.-  Directora Beca Maestría y beca Estímulo, ambas en curso.- Autora de 50 publicaciones con referato en diferentes actas y memorias de congresos, revistas científicas y capítulos de libros.- Expositora en  55 eventos científicos.- Jurado en distintos concursos académicos, Facultad de Psicología, UBA.