Diccionario de Psicología, letra E, Estados límite (borderline states)
La noción de borderline state forma parte del vocabulario clínico anglosajón propio de la corriente de la Self Psychology y, en ciertos aspectos, del poskleinismo de la década de 1960. También atraviesa el neoFreudismo y el culturalismo, y ha terminado por integrarse a la terminología psicoanalítica francesa con el nombre de «estados límites» (en plural). La palabra borderline (frontera) designa los trastornos de la personalidad y la identidad que están en la frontera entre la neurosis y la psicosis. Se habla también de casos límite, de personalidades límite, o incluso de patologías límite. Otto Fenichel fue uno de los primeros, en 1945, en subrayar la existencia de este tipo de patologías: «Hay personalidades neuróticas que, sin desarrollar una psicosis completa, tienen predisposiciones psicóticas, o incluso ponen de manifiesto aptitudes para emplear mecanismos esquizofrénicos en caso de frustración». La noción fue después considerablemente desarrollada en los trabajos de Heinz Kohut y Otto Kernberg, quien propuso la expresión «organización límite» para indicar claramente que el estado límite es estable y duradero. Fue el psicoanalista norteamericano Harold Searles, especialista en esquizofrenia, quien, durante el n-fismo período, produjo los trabajos más pertinentes sobre esta cuestión, a partir de una larga práctica realizada en la Chesnut Lodge Clinic, sede importante del tratamiento psicoanalítico de la psicosis, en la que trabajó Frieda Fromm-Reichmann después de emigrar de Alemania. Marcado por la enseñanza de Harry Stack Sullivan, Searles hizo estallar la definición clásica de la locura, a la manera de los artífices de la antipsiquiatría, demostrando que en los pacientes borderline el yo funciona de manera autística. En su célebre libro de 1965, El esfuerzo por volver loco al otro, criticó la ortodoxia Freudiana, subrayando que la práctica ortodoxa de la transferencia puede desembocar en una estrategia de terror que consiste en volver al paciente dependiente del analista. A esto él oponía una práctica de la cura inspirada en el tratamiento de los estados límite, y basada en el reconocimiento mutuo entre el terapeuta y el paciente.