ESTUDIO PSICOANALITICO DE CUENTOS INFANTILES
Introducción.
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Quinta fase:
A partir de 1984, tres personas imprescindibles en el mundo de la literatura infantil en nuestro país, Ana pelegrin, Felicidad Orquin y Federico Martín Hebras (2) nos habían puesto en contacto con el creciente movimiento pedagógico en torno a literatura infantil actual y, lo que para nosotros significó mucho más, al cuento popular.
Comenzamos a trabajar desde una perspectiva psicoanalítica con grupos de profesores interesados en la literatura de tradición oral: Granada (1903), El che (1984), León (1984), zamora (1984>, cuenca (1906), Murcia (1986) y, naturalmente, Madrid.
En Cuenca (Universidad Internacional Menéndez y Pelayo) en 1986, y en Murcia (seminario de literatura infantil, con motivo de la Feria Regional del Libro), en el mismo año, compartimos la función docente con Antonio Rodríguez Almodóvar, autor reconocido en el campo de la tradición oral, que ya había publicado Los cuentos maravillosos españoles <Rodríguez Almodóvar 1982> y Cuentos al amor de la lumbre <Rodríguez Almodóvar 1983- 84>
En el año 1984 se publican en Anaya los Cuentos populares rusos de Afamasiev; en 1985—86, también en Anaya, le colección casi exhaustiva <3t.> de los cuentos recopilados y publicados por los hermanos Grimm: Cuentos de niños y del hogar; en 1987—88 aparecen, en el CSIC, los dos tomos de Espinosa (hijo) Cuentos populares de Castilla y León…, Ahora volvemos a leer a Propp (1971,1974) que se nos había quedado “de lado” en nuestro trabajo con unos pocos cuentos de hadas, de Perrault y de los Grimm.
Propp es un autor imprescincible para adentrarse en el mundo que es el cuento maravilloso de tradición oral. Y si podemos decir que Propp se engrandece y gana interés a nuestros ojos, ocurre lo contrario con el recopilador—autor francés (Perrault) y con los filólogos y folkloristas alemanes (los Grimm). Por decirlo sencillamente, la Cenicienta del uno, y la Blancanieves de los otros empalidecen grandemente al compararlas con múltiples versiones populares del mismo tema.
Entre estas versiones no solemos encontrar el tono cortesano amanerado, distorsionante de Perrault, ni la pretensión moralizante, depresiva y croemos que sojuzgadora de los Grimm.
Cuando tuvimos acceso a los Cuentos populares españoles de Espinosa (padre), publicados en el CSIC en 1946-47 y hoy difícilmente accesibles, y cuando en 1990 la editorial Siruela publica los Cuentos populares italianos, recopilados por Italo Calvino, la gracia, frescura, densidad y misterio del cuento popular se nos hizo mucho más manifiesta todavía.
Decididamente, el objeto de nuestra investigación se amplia entones. Necesitamos, en primer lugar, sumergirnos en un material nuevo, variadisino y muy extenso.
Aunque no cm su elegancia en el decir, nos sentíamos cercanos a lo que confiesa Calvino:
“Entre tanto, al comenzar a trabajar, a ponerme al corriente del material existente, a dividir los cuentos por sus tipos según una clasificación empírica que fui ampliando paulatinamente, poco a poco me sentía presa cono de un frenesí, de una voracidad, de una insaciabilidad de versiones y variantes, de una fiebre comparativa y clasificatoría (… De un modo imprevisto, había sido capturado por la naturaleza tentacular, arácnea, de mi objeto de estudio; y no se trataba de una posesión externa y formal, sino que así me exponía a su propiedad más secreta: su infinita variedad y su infinita repetición”. <Calvino 1990,15—16> (3)
El ciclo de “la niña perseguida” ejerce una fuerte atracción sobre nosotros, tal vez porque descubrimos, junto a las versiones ya estudiadas de la Cenicienta de Perrault y la Blancanieves de los Grimm, multitud de versiones plenas de encanto; y otros tipos adyacentes:
Como a la sal, Maria de madera, El pájaro sabio, etc.
Y dentro de este ciclo, un tipo nos fascina por su carácter fuertemente enigmático: “La niña sin brazos” (4).
Se trata de un tipo (un argumento) que desconocíamos, y que sin embargo ahora empezábamos a ver mencionado por todas partes: en Thompson (1972), Propp (1974), Rodríguez Almodóvar (1982,1989), Ariés y Duby (1989), López Tamés (1990), Italo Calvino (1990)…
Y en casi todos ellos una alusión: el núcleo de este cuento es el incesto:
“Más al fondo, pero claramente perceptible en determinadas versiones de todos ellos, se halla una motivación de matiz incestuoso en la base del conflicto, que el paso de distintas civilizaciones sobre estas historias ha ido atenuando o transformando en símbolos —en el mejor de los casos— o sencillamente cambiándolos por otros elementos absurdos —en el peo—, como posible consecuencia de una censura social no institucionalizada.” (Rodríguez Almodóvar 1989,179). Hay situaciones que como la antropofagia o el incesto nos llevan a condiciones primitivas de convivencia.
Incesto de padres e hijas, tan frecuente en el ciclo de la “niña perseguida”, que huye del padre, se casa, da a luz en parto múltiple, sus hijos son sustituidos por perros, le cortan los brazos, castigo por haber roto las normas de la vieja moral, no haber sido del padre.” (López Tasés 1990,92) (5)
¿En qué basaban esta afirmación del carácter incestuoso de estos cuentos?.
En las versiones de Maria de madera (o Piel de Asno) y Coso a la sal (versión cuentística del Rey Lear) era evidente, por la demanda amorosa que figura al principio. Incluso en la mayoría de las versiones literarias de “La niña sin brazos” también, porque en ellas sí aparece un padre obsesionado por su deseo sexual hacia la hija. ¿Pero eso basta para afirmar el carácter incestuoso de les versiones populares y, más aún, de todo el ciclo de “La niña perseguida?
Teníamos que poner a prueba esa afirmación y, sobre todo, encontrar alguna explicación a un fenómeno tan sorprendente: que uno de los grupos más difundidos, mejor acogidos y con más variantes de entre los cuentos populares, el de “La niña perseguida”, con representantes tan egregios como Blancanieves, Cenicienta, Piel de Asno, etc, fuera la expresión de un vinculo incestuoso entre un padre y una hija.
¿Cuál puede ser la naturaleza y el sentido de esto?
La explicación que da Rodríguez Almodóvar (1989,178 y Ss.), se mueve a nuestro juicio en una constante ambiguedad, entre:
a) la idea del cuento formando parte de “la leyenda (o mito) de civilización en la que un padre intenta cohabitar con su hija, y ésta, para repelerlo, se corta las manos o se automutila de cualquier otra manera”, o
b) que ve aquella al cuento como un elemento con una función social, “propagandística” diríamos, en el momento de paso (real, localizable históricamente) de una a otra estructura social:
“Hay que pensar que la función social de esta historia, precisamente en la fase de humanidad no socializada a humanidad socializada, no debió quedar solamente en intentar disuadir al padre de una práctica “incivilizada”, sino tal vez en buscar la protección de las hijas deshonradas por sus propios padres (…) Parece obligado pensar que durante mucho tiempo se produjeron dramáticas situaciones de inadaptación que impulsarían una transformación del cuento en virtud de una nueva función: la de hacer socialmente recuperables a las jóvenes deshonradas por sus padres o hermanos” (Rodríguez Almodóvar 1989,76)
¿Por donde busca este autor?: ¿por la “subjetividad” —que en último extremo, es quien crea y justifica a todo mito—, o por la “objetividad» —que parece pretender en sus referencias a fases evolutivas en el proceso de civilización— ?
Parece que hoy nadie mantiene ya la idea de una fase promiscua de la humanidad en que el incesto, reconocido como tal, fuera practicado sistemáticamente. Nada permite suponer la existencia de tal cosa, salvo desde puntos de vista que antepusieran presupuestos de un evolucionismo romántico.
Y si entendiéramos que esa apariencia de objetividad forma parte de la expresión legendaria, mítica, de los origenes sociales, vuelve la pregunta: ¿qué lugar ocupa el incesto en el germen de cada ser hunano y de la humanidad toda ella?
¿Que función cumplen hoy esos cuentos incestuosos?
Otro tanto nos ocurrió con el motivo de la mutilación de las manos. Nos parecía que los distintos autores recurrían a un lugar común: relacionarlo con el freudiano “complejo de castración” por una nera analogía inaginaria que equipararía “cortar mano” a “cortar pene”, Sin más. (6)
Tuvimos que rechazar por tanto esta idea y sólo tras un amplio rodeo nos vimos llevados otra vez a ella, tras haber establecido las diferencias entre castración masculina y femenina y despues de indagar las diferencias entre castración real, imaginaria y simbólica.
Ahora bien, el problema central que se nos presentó a raíz de estos interrogantes fue: ¿cómo llegar al sentido de un texto a través del texto?.
No hemos pretendido tomar los cuentos como pretexto para una elucubración teórica, ni tampoco hemos querido poner la teoría por delante y utilizar los cuentos, forzándolos por tanto, para ilustrar o probar aquella.
Nuestro interés era inverso, dejarnos impresionar por el texto, ir de su mano a donde quisiera llevarnos, en la confianza de que nos acercaríamos así a “la verdad del cuento” (expresión que no nos ha gustado nunca pero que es significativa. Más adelante, Bellemin —Roél nos brindaría otra suche mejor: “el inconsciente del texto”).
¿Cómo se organiza netodológicamente esa búsqueda?
Queríamos utilizar, para llegar al inconsciente del texto, el método psicoanalítico, único que se constituye sobre la hipótesis del inconsciente y lo toma por objetivo.
Sin embargo, este método fue pensado por Freud —y por los que le siguieron hasta hoy— para el trabajo terapeútico con pacientes neuróticos. Su aplicación a una finalidad distinta mo puede hacerse sin una justificación previa.
De ahí, surgió la necesidad de estudiar en qué condiciones es aceptable la utilización del método psicoanalítico freudiano para el análisis interpretativo de los cuentos populares.
Toda la Tésis camina a esta delimitación, tomando para ello los textos de las versiones de “La niña sin brezos” y como referencia ampliada, los de “La niña perseguida”.
Nuestra hipótesis es que se puede trabajar psicoanalíticamente en este campo siempre y cuando se den las condiciones que son imprescindibles para la actividad interpretativa psicoanalítica: la asociación libre, la escucha analítica, y la transferencia. Nos hemos encontrado, en la realización de esta Nemoria de Tésis con una dificultad importante, que no pasará desapercibida: es muy dificii mostrar en un trabajo que tiene que reunir las características de toda elaboración académico-científica, el funcionamiento de un método que ha de basarse en la atención libremente flotante, en la aceptación de la preminencia del significante sobre el significado, en posibilitar la emergencia del sujeto del inconsciente, distinto y aun incompatible a veces con el yo de la comunicación, etc.
A lo largo de la redacción el hilo asociativo es roto continuamente para hacer una aclaración, para mostrar las fuentes, para citar la pertinente referencia bibliográfica, etc.
Es difícil, interpretar hacia un lado (el de un determinado texto) manteniéndose en las condiciones que tal operación requiere y, simultáneamente, mostrar hacia otro (la instancia académica que ha de juzgar y valorar este trabajo) el por qué, el para qué, el cómo, el de dónde, etc, de tal interpretación.
Finalmente, y con este limitación que ha do afectar no sólo a la claridad expositiva y demostrativa, Sino también a la calidad interpretativa y sus logros, llegamos a algunas conclusiones sobre el cuento de «La niña sin brazos” que resumimos en:
— Las distintas versiones de “La niña Sin brazos” constituyen la expresión imaginaria, mítica, hecha relato, de un elemento simbólico, estructural:
— El ingreso del sujeto en la dialéctica del deseo
—dialéctica específicamente humana—. Este ingreso se produce necesariamente a través de la irrupción, que resultará traumática para el sujeto, del deseo del Otro.
— El cuento lo presenta desde el ángulo de la mujer, su confrontación con el deseo del Otro y con el propio.
– En esta confrontación encontrarán su lugar aquel los a los que consideramos “enigmas mayores» de “La niña sin brazos”: la seducción incestuosa del padre, la mutilación y alojamiento de la niña, su boda Inmediata, la rivalidad con otras mujeres, etc.
Esto nos confirma definitivanente una idea que no es nueva, que nosotros mismos hemos explicitado en numerosas ocasiones, que muchos autores han defendido en sus escritos, pero que, aun así, necesitábamos someter a examen mediante una metodología apropiada:
Con las limitaciones que. henos señalado más arriba creemos haber mostrado que los cuentes populares de “La niña perseguida” y concretamente La niña sin brazos, “dicen” de la estructura psíquica de la mujer, de su constitución edípica (7).
Lo que nos confirma que los cuentos populares, cono la poesía anónima y popular (García Calvo 1991), como las tragedias clásicas y la mitología antigua y moderna, constituyen parcialmente el contenido de eso registro simbólico a través del que so transmite el conflicto psíquico fundamental, representado en múltiples escenarios y por una serie infinita de personajes (8)
Cada sujeto, por el hecho de serlo, nace en esta “represión primaria” universal, que supone el no tener acceso a lo real: si acaso, metafórica y metonimicamente, a través de lo simbdlico y lo imaginario.
El destino que ese patrimonio simbólico más o menos común tenga en cada sujeto ya estará configurado por sus particularidades de todo tipo. Lo que se denomina en el más amplio sentido: por su historia (interindividual e intrapsiquica).
Una vez constituido el inconsciente por aquella operación simbólica de la “represión primaria”, éste se configure en la singularidad de cada sujeto y su historia. Dicho en otros términos: lo simbólico tiene distintos destinos, uno para cada sujeto.
¿Y cómo accede el sujeto a eso “simbólico” que está en el texto de un cuento popular y que hemos llamado, en el capítulo 1, con Bellemin—Noél (1979), “el inconsciente del texto”?:
A través de la escucha, o de la lectura del texto en ciertas condiciones, Sobre las relaciones entre escucha y lectura nos extendemos también en el capitulo 1.
La lectura será objeto del capitulo 12, en que trataremos de las aplicaciones educativas de las conclusiones de este trabajo.
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Autor: Gerardo Gutiérrez Sánchez Madrid 1993
Fuente: UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación
Departamento de Métodos de investigación y Diagnóstico en Educación. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE