Comunicaciones: INSEGURIDAD Y PRENSA: LA CONSTRUCCIÓN DE ENEMIGOS

COMUNICACIONES.

INSEGURIDAD Y PRENSA: LA CONSTRUCCIÓN DE ENEMIGOS
Mariano Aníbal Paz
Psicólogo, Docente Investigador en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán – Doctorando en Psicología con Beca CIUNT “Michel Foucault y las Psicologías.

Introducción
El fenómeno de la “inseguridad” es un tema de interés y actualidad, por las importantes consecuencias del fenómeno, tanto subjetivas como sociales y políticas: “lo que un sujeto percibe-hace-dice o lo que se “representa” es el efecto de superficie de un conjunto de determinaciones que son significados sociales internalizados en el nivel de su registro psíquico; y estas representaciones median las relaciones del sujeto con la sociedad en la que vive y proporcionan los esquemas afectivo-cognitivos y guiones de acción cuya síntesis es la representación de inseguridad”
El Proyecto de Investigación Ciunt: “El Estatuto Contemporáneo Del Mal. Representaciones De «Inseguridad» En San Miguel De Tucumán 2008-2010” de la Facultad de psicología de la UNT, Argentina, pudo establecer precisiones acerca del fenómeno de la «inseguridad» como un objeto complejo.
A partir de una encuesta aplicada en 2008 dirigida a obtener elementos de la representación social sobre “inseguridad” que poseían los estudiantes de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán se arribó a lo siguiente: La “inseguridad” aparece representada a grandes rasgos como el temor o la sensación de temor asociada a la expectativa de sufrir un hecho delictivo, por lo general robo o asalto, perpetrado por sujetos jóvenes provenientes de clases sociales marginales. Esta sensación aparece como muy habitual en los sujetos a modo de un tinte que se asociada al modo de vida actual. Por lo general la hipótesis causal designa al estado como responsable de la “inseguridad” por ser agente de una falta de protección a los ciudadanos o de la producción de delincuentes. A nivel de la soluciones se plantea primordialmente el control policial y judicial de los delincuentes y en segundo lugar el control familiar y escolar. Los encuestados refieren como fuente de su conocimiento sobre inseguridad a vivencias personales o de amigos o familiares y a la información proveniente de las noticias periodísticas.
Esta representación es congruente con la representación extraída del diario de mayor tirada de Tucumán durante el período estudiado. Los resultados plantean semejanzas con las de otras investigaciones desarrolladas a nivel nacional y latinoamericano.
El Proyecto Ciunt: “La Inseguridad. Su dispersión, discursos y prácticas”, propone dar continuidad a los desarrollos del equipo y profundizar las líneas de investigación construidas durante el análisis de la “inseguridad”. Algunas de estas direcciones serán las referidas a los aspectos históricos sociales, políticos, éticos, subjetivos, del problema de la inseguridad.
– Reiniciar el análisis de la “representación de inseguridad” y diagnosticar los límites y las consecuencias prácticas de una representación que amalgama la inseguridad en la calle, la altero-fobia, y la peligrosidad del joven; conducir la investigación más allá del delito, a la problematización de otras instancias de estructura colectiva -como la familia, la educación, el estado, y en general la cultura como lugar de transmisión generacional de las representaciones colectivas- . Una investigación conformada por este interés se abre a la elaboración de nuevas perspectivas sobre el tema con el concurso de distintas disciplinas: el Psicoanálisis, la Psicología, el Derecho, y la Filosofía que ha elevado a nivel de reflexión el valor de la “crítica” para la vida individual y social y ha llevado a pensamiento el umbral político de la modernidad y sus condiciones de subjetivación.

1. Rostro de la inseguridad. El pibe chorro.
En una escena del reality “policías en acción” un muchacho es atrapado por la policía luego de robar unas zapatillas a otro muchacho. La voz de la cámara le pregunta:
E: ¿Por que lo hiciste? A: Porque yo… mi mamá no puede mantenerme. Y yo tengo que recurrir a eso para mantenerme. Porque mi padrastro siempre se pelea con mi mamá y no la deja que compre cosas. Y deje de trabajar hace poco y no consigo trabajo, nada.
La cámara pregunta al damnificado y a su padre:
E: ¿Vos sabes por que puede llegar a robar un joven de 11 años de edad?
D: No entiendo. Estaba re bien vestido, estaba con zapatillas de 400 pesos.
Padre de D: Yo estaba trabajando y me llamaron por teléfono al celular diciendo que yo tenía a mi hijo en la comisaría quinta. Mi chico me anticipo que lo habían robado. Es una intranquilidad porque desgraciadamente estamos viviendo una situación muy delicada, ¿no?
E: ¿Que piensa que hay que hacer con un chico menor de edad que roba con un arma? Padre de D: Proteger a un chico menor de edad y darle la oportunidad que pueda recuperarse, esta perfecto. Pero si pone un arma, y para él el valor de una vida vale una zapatilla… yo no se hasta que punto se pueda recuperar. La democracia tendría que ser un poco mas justa, cuando hay un poco más de control, ¿verdad? Yo no te hablo de una dictadura para nada…
E: ¿Que pasa si usted lo tiene cara a cara? Padre de D: Primero hablaría con el chico. Pero después agarraría a ese grupo familiar y le preguntaría, ¿que hizo? Porque mi hijo, no sale con un arma a robar zapatillas.
E: Ahí esta la madre del chico.
Padre de D: ¿No observó nada en su hijo…? Madre de A: No, el por ejemplo es de andar mucho con los amigos, ir a las jodas. Pero durante el día, el se supone que en este horario había ido a trabajar… y, el dejó la escuela. Problemas no tuvo, me refiero a problemas de conducta. No a problemas de droga ni de nada por el estilo. Pienso que no se droga, yo no se, mire, no se. No sé. Lo único que puedo decir es que lamento lo que pasó.
E: El chico dijo que era por necesidad. Padre de D: Yo tengo mucha bronca. A mi no me cabe el hecho de porque sea menor de edad le tenemos que perdonar todo. Porque un chico que tiene esa actitud a los dieciséis años, a los dieciocho me mata a mi hijo y me saca un pedazo de mi vida.
Mensaje final: “El menor fue trasladado al cuerpo medico. Quedó libre a las pocas horas”.

2. Poder político: soberanía, disciplina y biopoder.
Michel Foucault a lo largo de su obra tematiza la cuestión del poder y el gobierno a través de los modelos de poder de soberanía, poder disciplinario y biopoder. Estas formas lógicas que adopta el ejercicio del poder político tienen aparición en distintos momentos históricos pero no son co-extensivos por lo que coexisten en mayor o menor medida en las sociedades occidentales.
El poder de soberanía es una estrategia de poder que arranca desde fines de la edad media y puede ser perfectamente ilustrado por el modelo filosófico político de Thomas Hobbes (1588-1679). Este filósofo plantea una relación de poder que liga al soberano y al súbdito en una relación asimétrica que los hombres toleran debido al miedo que se desate el estado de naturaleza en las relaciones humanas. Supone un hombre que es fundamentalmente egoísta, ambicioso y vanidoso, física e intelectualmente capaz de dar muerte a otro hombre y que ve llevado a la lucha con su vecino para acrecentar su poder y procurarse los bienes que desea y que son insuficientes para satisfacer los deseos de todos. (D. M. Marcos, 1998)
El temor a una muerte violenta en manos de otro hombre el peor de los males y la condición de la sesión del poder a la autoridad que origina el estado de soberanía. El estado civil se da en el pacto mediante el cual los hombres crean el Estado en el cual el soberano garantiza la seguridad y los súbditos sostienen la obediencia.
Para garantizar el pacto se requiere la identificación absoluta y a priori con la voluntad y el juicio del soberano que se torna eficaz al imponer la fuerza coercitiva sobre los súbditos, siendo el terror y no la razón lo que permite domar a los hombres y adecuarlos a las normas de convivencia del orden social. Los hombres solo se ven librados del deber de obediencia cuando el poder soberano se muestra incapaz de protegerlos.
El poder de soberanía se articulará posteriormente a una nueva técnica de poder ligado históricamente al surgimiento de la forma capitalista de producción: el poder disciplinario, que permite utilizar la fuerza de trabajo de la población con fines económicos, sin modificar la debilidad política del pueblo.
Según Michel Foucault esta estrategia de poder difiere del poder de soberanía porque pone en juego una captura total o exhaustiva del cuerpo, los gestos, el tiempo, el comportamiento de los individuos a través de un control constante, perpetuo bajo una mirada constante. A esta forma de poder la ilustra con el modelo panóptico de Jeremy Bentham (1748-1832) que supone una economía del poder a través de una disposición reglada de los individuos que permita su observación constante. La forma panóptica de ejercer el poder disciplinario tiene como efecto que la fuerza coactiva antes impuesta por la espada, ahora es autoimpuesta por el mismo individuo que se sabe vigilado. En segundo lugar, el esquema panóptico es versátil y permite la generalización de su aplicación a todo el campo social pero produciendo efectos individualizadores. (M. Foucault, 2003).
Finalmente Michel Foucault propondrá una tercera lógica de poder que surge durante la segunda mitad del Siglo XVIII, que no excluye a la técnica disciplinaria sino que la engloba. A diferencia de la disciplina que se dirige y hace blanco en el cuerpo individual, la nueva tecnología introducida está destinada a la multiplicidad de los hombres en la medida en que forman una masa global, afectada por procesos de conjunto, es decir que su objeto es la población como problema científico/político. Los efectos económicos y políticos de su intervención solo son legibles a nivel de las masas. En lugar de mecanismos disciplinarios, busca mecanismos reguladores de fenómenos generales: aspira a la seguridad del conjunto con respecto a sus peligros internos. (Michel Foucault, 2008)
A partir de esta teorización del poder es posible pensar las múltiples relaciones que se tejen entre gobernantes y gobernados en las democracias actuales. Si bien el poder se ejerce como red, tiende a hacerlo verticalmente siendo los primeros quienes ordenan y controlan y los segundos quienes obedecen y son vigilados. Los grupos políticos y económicos ligados al poder buscan utilizar y neutralizar la capacidad de participación política de la población.
Aunque en las sociedades democráticas existe una tendencia utilizar cada vez menos los métodos directos de control de la sociedad por medio de la fuerza y el terror directo, los grupos de poder cuentan con los medios para recurrir al terror cuando lo consideran necesario para asegurar la obediencia de la ciudadanía.
En las sociedades contemporáneas los hombres que detentan el poder se valen de los mass – media mensajes para controlar los cuerpos, las mentes, las opiniones, los gustos y los gastos de la población. Influir en la formación de opiniones permite convencer al público de que los representantes actúan o no en beneficio de todos, y por otra parte permite también minar la capacidad de acción del pueblo, llegado el caso que se sienta excluido y procure intervenir de algún modo.

3. El tratamiento de la inseguridad en la prensa y la creación de enemigos.
La representación social de inseguridad recogida de la prensa tucumana en este tiempo, (que guarda fuerte similitudes con los medios hegemónicos nacionales) ¿podrá leerse en esta dirección como una política de creación de miedos, atemorización y disuasión de la población? ¿Se trata del enfrentamiento entre sectores de poder que buscan producir efectos en la población (masa electoral) apelando a técnicas biopolíticas y disciplinarias y al terror de la barbarie?
Los discursos contra el crimen muchas veces llevan una carga moral respecto de los individuos identificados como delincuentes que tiende a justificar el uso de la fuerza extrema por parte de los defensores del orden. El tratamiento de las noticias periodísticas tiende a demonizar a los jóvenes villeros y drogadictos como responsables de la ola de inseguridad. Sin embargo el Sociólogo Gabriel Kessler ha demostrado que en la actualidad se da una combinación compleja entre delito y trabajo, entre delito y escuela y que por lo general delito y droga se excluyen, en el sentido que el mayor porcentaje de delitos se cometen sin haber consumido drogas.
El modo en que se construye la noticia periodística, la serialización y la producción del relato del crimen produce una identificación del lector con la victima. El sentimiento de ser una víctima virtual se produce, cuando la víctima es presentada como alguien de nosotros, y que no se trata solo de ese hecho, sino que es la punta de in iceberg o parte de una “ola”, algo que va a seguir sucediendo. (Kessler, G. 2009)
Kessler también señala que si bien hay un efecto de sesgo con respecto a que los jóvenes pobres son menos confiables, el temor se desliza sobre otros grupos “diferentes”, exacerbando la hetero-fobia en la población: lo que es distinto a mí es peligroso. La degradación social produce sujetos que generan desconfianza en los otros. Las encuestas victimológicas también ofrecen sus dificultades pues a veces son reductivas y tendenciosas y contribuyen a ver el temor como en una foto, como si el estado constante de una sociedad fuera el pánico. La justificación de algunos medios en encuestas para afirmar que la población vive en estado de pánico, tiene al menos una intencionalidad política, la de instalar un determinado problema en la agenda pública. Allí recordamos lo señalado respecto a la diferencia de potencial participativo de los grupos sociales.
Eugenio Raúl Zaffaroni, Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en una nota periodística advierte: “Hay un manejo político (del tema) que se practica desde hace muchísimos años […] que consiste en gobernar a través del tema de la criminalidad: generar y manipular miedo mediante la creación de una realidad mediática”. Zaffaroni distingue el uso político de la inseguridad -que puede ensayarse desde el oficialismo o desde la oposición- del problema de cómo se controla la criminalidad. (La gaceta. Viernes 27 de Marzo de 2009).
La ensayista Shila Vilker, sostiene que el “miedo dispara microfacismos” y de esta manera aborda el efecto sujetivo en la población sometida a la manipulación mediática. Otra de las cuestiones que señala es la doble dimensión del problema inseguridad: por un lado la cuestión efectiva de políticas para el control y prevención del delito, y por otro lado y con características propias la cuestión de las políticas para la dosificación del miedo en la población. Esto se debe a que las dinámicas del aumento del delito y la de la percepción del delito no van paralelas. (Vilker, Sh. 2007).
Por ejemplo el año 2004, que tuvo una baja en los índices delictivos, se planteó como un año fuerte en la sensación de inseguridad. Vilker relaciona este fenómeno directamente con las marchas por el caso Blumberg y con el hecho de que la preocupación haya encontrado una voz. El caso apareció disputándole al oficialismo espacio público y contribuyó a promulgar Leyes de tendencia fuertemente punitivas a la que nadie quiso oponerse para no pagar los costos políticos.
Vilker opina que el miedo se ha vuelto parte del horizonte vital de los ciudadanos. El miedo está ligado a la inmediatez y a la urgencia que presupone no pensar para atrás ni para adelante, por lo que conspira con la dimensión política, deshistorizando, despolitizando y desatando comportamientos irracionales. La política se funda sobre el miedo, pero se funda para conjurarlo.
El resultado del intento de manipulación a través del miedo es la generación de micro-fascismos, ya que el miedo profundiza la lógica del control informal y la población se transforma en enemigo, elevando la tensión entre los semejantes. Eso acelera reclamos de elevar los castigos que muchas veces son irracionales. Sabemos que el proceso civilizatorio tiene que ver con una determinada economía de la violencia ligada al autocontrol, a la inclusión, al trazado de un horizonte vital de largo plazo, a la previsibilidad, a la racionalidad que son todos elementos que se empiezan a perder cuando la sociedad se fragmenta.
En setiembre de 2010 de Un chico de 16 años es secuestrado pero logra escaparse de sus captores. Corre por la calle con el torso desnudo, preguntando dónde está, diciendo que lo habían secuestrado y pidiendo ayuda. Los que lo escuchan se preguntan si se tratará de una trampa. ¿Será un pibe chorro? Solo encuentra sorpresa y temor en esas personas que va cruzando. Nadie atina a socorrerlo. Al día siguiente los medios de todo el país transmiten la noticia acerca del adolescente Matías Berardi, secuestrado y asesinado de un tiro por la espalda.

4. Conclusiones:
El pibe chorro como rostro de la “inseguridad” forma parte de una representación social que se hace fuertemente presente en nuestra cotidianeidad, a través de las noticias periodísticas y de las declaraciones de diferentes profesionales que intentan a través de una reducción situar las fuentes del mal. Por un corrimiento de la imagen se estigmatiza a los jóvenes de sectores empobrecidos como el enemigo interno más peligroso.
Es necesario crear necesario complejizar el estudio del fenómeno e instalar en la sociedad una conciencia de que vivimos con una agenda de seguridad muy estrecha, muy centrada en el micro-delito urbano y con un claro corte de clase: joven, varón, morocho, de sectores marginalizados.
En primer lugar para poder dar lugar a diferentes aspectos de la inseguridad de diferente importancia para cada grupo poblacional: como el delito de cuello blanco, al fraude, a la corrupción, etc., y otros problemas que podrían entrar en la agenda pública como por ejemplo el temor al poder, la inseguridad frente al transporte, la policía, el medio ambiente, etc.
En segundo lugar por los efectos en el lazo social de la lógica fascista que actúa instalando el temor del semejante y se muestra inversa al ejercicio de la solidaridad ciudadana.

5. Bibliografía:
Foucault, M. (2003): El Poder Psiquiátrico. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
Foucault, M. (2008): Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

Fuente: Sujetos, miradas, prácticas y discursos. Segundo Encuentro sobre Juventud, Medios e
Industrias Culturales
coordinado por María Gabriela Palazzo y Pedro Arturo Gómez. – 1a ed. – Tucumán : Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Inst. de Investigaciones Lingüísticas y Literarias. , 2013. E-Book.
Marcos, D. X. (1998): Las resonancias actuales de la teoría política de Thomas Hobbes. En Los rostros de la modernidad. Compilado por Susana Maidana. Facultad de Filosofía y Letras UNT. Tucumán.
Kessler, G. (2009): El Sentimiento de inseguridad. Sociología del temor al delito. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires.
Vilker, S (2007): Truculencia. La prensa policial popular entre el terrorismo de estado y la inseguridad. Editorial Prometeo. Buenos Aires.
Kweller, M. (2007): Policías en acción. Episodio La banda de la Esquina. Productora Endemol. Buenos Aires.