ALGUNAS CONTRIBUCIONES DE PIERA AULAGNIER, ANDRÉ GREEN Y JORGE E. GARCÍA BADARACCO (André Green)

André Green – Contribuciones

ALGUNAS CONTRIBUCIONES DE PIERA AULAGNIER, ANDRÉ GREEN Y JORGE E. GARCÍA BADARACCO

EL PSICOANÁLISIS… ¿NO ES PARA TODOS?

ANDRÉ GREEN

Este médico psicoanalista francés nació en El Cairo y allí vivió hasta completar el bachillerato en el Liceo Francés.

Miraba a Francia con una visión casi mítica e idealizada de ese país que conoció a los diecinueve años de edad13. Era hijo de un comerciante próspero y de una mujer proverbialmente sensible –decía Green que le había dado motivo para interesarse por el afecto- cuyo apellido de soltera era Barcilon (Barcelona). Siguiendo a H. Ey, su maestro, para quien la frontera franco-española de los Pirineos parecía no existir y afirmaba que a uno u otro lado de ésos se sentía en su casa, Green tendía a pensar de una manera que, por cierto, reconocía partidaria: «todo aquello que tuvo que ver con el alma (…) encuentra sus raíces en el Mediterráneo»14.

Estudió medicina en París y, según lo previsto, siguió psiquiatría. Fue admitido a concurso en 1953 y trabajó como interno en Sainte-Anne desde 1954. En 1957, pasó a ser asistente en el Hospital Henri-Rousselle (que pertenece al Sainte-Anne). En 1958 fue nombrado Jefe de Clínica de la cátedra de enfermedades mentales de la Facultad de Medicina de la Universidad de París15.

Fue discípulo de Ajuriaguerra y Ey, el que dirigía y organizaba la biblioteca que, hoy, lleva su nombre (viajaba desde Bonneval una vez por semana para dar clases). Green se analizó con Bouvet y, al fallecer éste, con Catherine Parat a la que le dedica su capítulo sobre «La madre muerta».

Había estudiado tempranamente tanto de neurología y anatomía patológica como de filosofía, psicoanálisis y literatura –en particular, el teatro inglés (en la Sorbona, formó parte del elenco, como actor, por muchos años).

Pensador creativo, considera que los fenómenos neurobiológicos deben ser leídos en un nivel diferente del de la metapsicología y que, para él, «aquello de lo cual habla el psicoanálisis incluye también a la dimensión cognitiva» y «lo que distingue al cognitivismo del psicoanálisis no es su objeto, lo cognitivo, sino su procedimiento, su método, su pensamiento, situados frecuentemente en las antípodas del psicoanálisis»16.

En relación con la crítica que se le hace al psicoanálisis, al atribuirle antigüedad en su concepción pulsional que tiene «olor a siglo XIX», dice Green: «Tal actitud corresponde a la secuela de un positivismo estrecho. Cuando se dice algo así ¿qué queda entonces? No queda sino el afecto, la noción más cercana a la de pulsión. Con este juego de manos (nótese que el verdadero sentido de la expresión francesa «jeu de mains» significa «prestidigitación») se ha escamoteado por completo la potencialidad que tiene la pulsión, para desplegarse en los diferentes campos, en los cuales debe manifestarse, tanto en la esfera de la representación como en las del afecto, de la cognición o del acto»17.

Entiendo que este párrafo resume claramente el pensamiento de Green.

Vale la pena jerarquizar la influencia que ejerció Winnicott en él18. Lo conoció en 1957 durante un congreso en Paris y, a partir de 1961 comenzó a estudiar la obra de éste al asistir en Londres al pre-congreso que, luego, se realizó en Edimburgo. Aceptó Green haber quedado impactado por la originalidad y el modo personal que tenía Winnicott de expresarse, mostrando libertad para hablar de sus sentimientos de culpa al abandonar a sus pacientes –hablaba de sus «pequeños pellizcos en el corazón» que, más que metáfora, era una alusión a sus problemas cardíacos19.

Dice Green que Winnicott le despertó una simpatía inmediata y que, luego de fallecido éste, atendió en París a quien fuera una de sus pacientes. Respecto de ella, anota: «Si creo lo que ella me dijo, el lugar del padre en el Edipo fue por completo descuidado. Hay que decir, en cambio, que por el lado de la madre, ¡la situación estaba más bien sobresaturada!20.

Green reconoce en Winnicott una originalidad, una profundidad de pensamiento pero, paradójicamente también, una sencillez para expresarlo, que resultan poco comunes de ver. Además, considera que «Realidad y Juego» es uno de los libros más importantes desde la muerte de Freud.

La creatividad y la originalidad son características del pensamiento de Green, para lo cual resulta necesaria cierta irreverencia por lo dado y por lo prevalente en el medio psicoanalítico en el cual se había formado.

Su historia, su marco referencial, sus cuestiones fundamentales lo llevaron a no excluir el estudio del afecto dentro de sus teorizaciones. Pero, por otra parte, su medio, su cultura y sus propias inclinaciones le permitieron describir claramente un mundo de representaciones rico y polifacético.

Se queja Green acerca de la tendencia teórica de leer la obra de determinado autor de acuerdo con su historia personal aunque, asimismo, no deja de reconocer su importancia y la influencia que ejerce a la hora de la creación.

Cito a Winnicott en su capítulo «La creatividad», de «Realidad y Juego»21: «… como base para la idea que deseo ofrecer en este capítulo, sugiero que la creatividad es uno de los denominadores comunes de hombres y mujeres. Pero, en otro lenguaje, es la prerrogativa de las mujeres y, en otro más, es una característica masculina».

André Green ha sido original y creativo en torno al tema del narcisismo, en su libro «Narcisismo de vida, narcisismo de muerte». Si bien reconoce que el capítulo con mayor repercusión es el de «La madre muerta» , tiene especial aprecio por otro: «El narcisismo primario: estructura o estado», al que me referiré sucintamente22. Lo considero complejo pero entiendo que resume su pensamiento, aunque de él procede su ruptura con Lacan puesto que, al escribirlo, no lo citó a éste en absoluto, y ello habría ofendido al maestro.

Estudia detalladamente el narcisismo y la patología fronteeriza en varios libros, interés que mantiene hasta el presente. La teoría del narcisismo que Green expone articula las influencias recibidas de los kleinianos, de Winnicott y del mismo Lacan –para Green, el narcisismo es la clé de voûte del sistema lacaniano23 -y considera asimismo que el psicoanálisis francés de posguerra le prestó mucha atennción24

Green se había propuesto relacionar la teoría del narcisismo con la teoría definitiva de las pulsiones25. En relación con éstas, dice: «La sexualidad es la constante indestronable de la teoría íntegra del inventor del psicoanálisis pero su poder es de continuo cuestionado por una fuerza adversa que, por su parte, experimentó cambios con el paso de los años» – y esto es el narcisismo.

Green describe dos formas de narcisismo: uno de vida y uno de muerte. El primero, ligado al cumplimiento de la unidad del Yo y, el segundo, opuesto a la unión; o sea, que va ligado a la pulsión de muerte. Considera que el narcisismo ha sido un «paréntesis en el pensamiento freudiano, un antes y un después, y que marcó una reflexión «26

El narcisismo positivo es un factor unificador procedente del Yo, por el cual su líbido, opuesta a la líbido de objeto, busca alcanzar cohesión yoica. Este es un narcisismo que tiende a la unidad, aunque sus logros nunca sean completos. El narcisismo negativo, que brota de pulsiones destructivas, tiene la tendencia a reducir a cero la investidura del Yo. Así, la líbido objetal es atacada por el narcisismo positivo que promueve la líbido yoica y por el narcisismo negativo que desinviste la líbido yoica, sin devoverla al objeto, y se refiere a relaciones entre el narcisismo y la pulsión de muerte.

 Hay casos en los cuales el Yo se desinteresa al igual por el objeto y por sí mismo, lo que da por resultado una tendencia a desaparecer. La nada sería la expresión auténtica de la pulsión de muerte, diferente de la agresividad y del masoquismo primario: » El  narcisismo es la borradura de la huella del Otro en el deseo de lo Uno»27.

La búsqueda activa de la nada por el Yo ocasiona una disminución de la tensión a nivel cero, que equivale a la muerte psíquica. Ya no se busca un objeto, no hay deseo del Otro sino deseo de lo Uno. Se puede llegar al deseo del no-deseo. En vez de buscar el centro, ahora se lo suprime.

La búsqueda de satisfacción se resuelve en el abandono de toda

satisfacción.

La vida se hace equivalente a la muerte, como liberación de todo deseo.

Llegados a este punto, tenemos que la actividad psíquica es gobernada por el modelo de la realización alucinatoria negativa del deseo.

Lo neutro: blanco (blank) reemplaza al placer (ascetismo, anorexia del vivir). El narcisismo, en sí, es deseo de lo bello, de lo Uno; es un logro de Eros, propio de una trayectoria con unas pocas vicisitudes y supone haber encontrado una compensación por la pérdida del amor fusional, en el amor que se tiene a sí mismo. El narcisismo es efecto de religazón: el Yo forma pareja consigo mismo (a través de su imagen). El Yo genera la ilusión de autosuficiencia y se libera de la dependencia de un objeto que lo puede frustrar. Por regresión, puede volver a lo Uno o hasta llegar al Cero de la nada, la existencia. Ahora, es el Cero del objeto de la investidura (y es ilusión de no-investidura).

Todo este desarrollo teórico ha surgido de la clínica y resulta claramente aplicable, a  pesar de su aparente oscuridad.. El narcisismo negativo puede tener diferentes caminos. Cuando inviste el afecto, el  resultado observable es la indiferencia. Cuando inviste la representación, el resultado visible es la alucinación negativa 28.

Si el narcisismo negativo inviste el pensamiento, el resultado será la psicosis blanca (por blank = neutro)29. En relación con el objeto, Green dice que el Yo no lo puede controlar, en la medida en que es externo; la madre está con el padre, tiene pulsiones que el bebé no puede modificar ni satisfacer. El Yo tiende a unirse al objeto y, si no toleraa la separación, se desorganiza. ¿Qué puede hacer el Yo? Percibir, identificarse y representar. El objeto, por sí mismo, por existir, fuerza al Yo a modificarse. Como no lo puede controlar, se vuelve traumático. Puede estar demaasiado presente (siendo intrusivo) o demasiado poco presente. La fusión serria deseable  pero, si ocurriera, eel Yo desaparecería.

El objeto es «deseable e indeseable» y » el polo narcisista prefiere SER a TENER» 30. Este es el conceepto de «objeto-trauma»31.

Cuando surge el conflicto (inevitable) entre el Yo y el objeto-trauma, la desinvestidura del objeto y el repliegue narcisista exponen el Yo a amenazadoras angustias narcisistas que no implican regresión de la realidad psíquica ni externa, como, sí, ocurre con las angustias psicótticas, entre las cuales Green establece diferencias32. Cuando la acción específica se vuelve específicamente mala (el objeto deja de cumplir con su papel de espejo, continente y auxiliar del Yo), aparece otra fuente de conflicto. El Yo debe defenderse de las pulsiones y sus derivados pero, también, del objeto. La lucha se libra en dos frentes. Sin saber cuál es el peligro mayor, recurre a las pulsiones de destrucción que se volcarán sobre el objeto externo, o el interno, o el mismo Yo. La identificación proyectiva será excesiva. La realidad exterior así como la interior serán odiadas. «Es ahí donde aparecerán no sólo las angustias narcisistas de la locura privada, sino las angustias psicóticas de la locura pública: psicosis»33. En su libro «Locuras privadas», Green habla extensamente de estos casos fronterizos que no transitan necesariamente una psicosis clínica. En la segunda parte de su libro «Narcisismo de vida, narcisismo de muerte», Green se refiere a formas clínicas narcisistas:

– El narcisismo moral,

– El género neutro,

– La madre muerta. Respecto del complejo de la madre muerta, dice que describe lo que ocurre ante el fracaso de la separación-individualización (Mahler).

Sintetizando, cito a nuestro autor: «… he propuesto distinguir un narcisismo primario positivo (reconducible a Eros) que tiende a la unidad y la identidad, de un narcisismo primario negativo (reconducible a las pulsiones de destrucción), que no se manifiesta en el odio hacia el objeto (perfectamente compatible con el repliegue del narcisismo primario positivo) sino en la tendencia del Yo a deshacer su unidad para tender a Cero. Esto se manifiesta clínicamente en el sentimiento de vacío»34.

Volver al índice principal de «ALGUNAS CONTRIBUCIONES DE PIERA AULAGNIER, ANDRÉ GREEN Y JORGE E. GARCÍA BADARACCO«

Fuente: Trabajo presentado en el seminario

«LAS CUESTIONES FUNDAMENTALES EN WINNICOTT Y PIERA AULAGNIER»

Profesora: Lic. Ana Delia Levin de Said

Colaboradoras: Lic. Isabel Eckell de Muscio

Psic. Ana María Rumi Souza

Autora: Dra. Inés Josefina Puig

Buenos Aires, noviembre 26 de 2003

Notas:

13 Macías M.: Op. Cit. p. 21.

14 Macías, M.: Op. Cit. p. 17.

15 Macías, M.: Op. Cit. p. 43.

16 Macías, M.: Op. Cit. p. 61.

17 Macías, M.: Op. Cit. p. 62.

18 Macías M.: Op. Cit. p. 138.

19 Macías M.: Op. Cit. p. 139.

20 Macías M.: Op. Cit. p. 141.

21 Winnicott D. W., Realidad y juego, Barcelona, Gedisa, 1999, p. 102.

22 Green A.: Narcisismo de vida, narcisismo de muerte, Buenos Aires, Amorrortu, 1999, p. 78..

23 Green A. Op. Cit., p. 38.

24 Green A. Op. Cit.,, p. 15.

25 Green A. Op. Cit., p.11.

26 Green A. Op. Cit., p.12.

27 Green A. Op. Cit, p. 121.

28 Green A.: Op. Cit., p. 120.

29 Green A.: Op. Cit., p. 147.

30 Green A.: Op. Cit., p. 137.

31 Green A.: Op. Cit., p. 133.

32 Green A.: Op. Cit., p. 138.

33 Green A.: Op. Cit., p. 140.

34 Green A.: Op. Cit., p. 233.