Diccionario de psicología, letra P, psicoterapia

Psicoterapia
Al.: Psychotherapie.
Fr.: psychothérapie.
Ing.: psychotherapy.
It.: psicoterapia.
Por.: psicoterapia.
A) En sentido amplio, todo método de tratamiento de los desórdenes psíquicos o corporales que
utilice medios psicológicos y, de manera más precisa, la relación del terapeuta con el enfermo:
hipnosis, sugestión, reeducación psicológica, persuasión, etc.; en este sentido, el psicoanálisis
es una forma de psicoterapia.
B) En sentido más estricto, a menudo se opone el psicoanálisis a las diversas formas de
psicoterapia, por diversas razones, especialmente: la función primordial que en él desempeña la
Interpretación del conflicto inconsciente y el análisis de la transferencia, que tiende a su
resolución.
C) Con el nombre de «psicoterapia analítica» se designa una forma de psicoterapia basada en
los principios teóricos y técnicos del psicoanálisis, aunque sin realizar las condiciones de una
cura psicoanalítica rigurosa.

Método de tratamiento psicológico de las enfermedades psíquicas que utiliza como medio
terapéutico la relación entre el médico y el enfermo, bajo la forma de un rapport o una
transferencia. El hipnotismo, la sugestión, la catarsis, el psicoanálisis y todos los métodos
terapéuticos propios de la historia de la psiquiatría dinámica quedan incluidos en la noción de
psicoterapia.
La palabra psicoterapia como tal se generalizó en el vocabulario clínico a partir de 1891, cuando
Hippolyte Bernheim publicó Hypnotisme, suggestion, psychothérapie.
Históricamente, la psicoterapia deriva a la vez del antiguo «tratamiento moral» puesto a punto por
el alienista francés Philippe Pinel (1745-1826), y de la cura magnética creada por Franz Anton
Mesmer. En el primer caso, el médico apelaba a «un resto de razón» del enfermo, gracias al cual
una conciencia alienada podía sustraerse a la locura, y en el segundo atribuía el trastorno
psíquico a la existencia de un «fluido» (o magnetismo animal).
En 1784, el marqués Armand de Puységur (1751-1825) demostró por primera vez la naturaleza
psicológica, y no fluídica, de la relación terapéutica, reemplazando la cura magnética por un
estado de «sueño despierto» o sonambulismo, que el médico escocés James Braid (1795-1860)
denominaría hipnosis en 1843. Más tarde Berriheim reemplazó el hipnotismo (como método de
inducción de hipnosis) por la sugestión, abriendo así el camino a la idea de una terapia basada
en una pura relación psicológica.
Al abandonar la hipnosis, la sugestión y la catarsis, y después al llamar transferencia a la
relación entre el médico y el enfermo, Sigmund Freud elaboró con el psicoanálisis el único
método moderno de psicoterapia fundado en una exploración del inconsciente y la sexualidad
(libido), considerados los dos grandes universales de la subjetividad humana. En el plano clínico,
el psicoanálisis es también el único que reivindica la transferencia como parte integrante de esa
universalidad, y que propone su análisis en el interior mismo de la cura, como prototipo de
cualquier relación de poder entre terapeuta y paciente, y por lo tanto entre maestro y discípulo.
En este sentido el psicoanálisis es el heredero de la tradición filosófica socrática y platónica.
Desde esta perspectiva, la psicoterapia analítica (o psicoanalítica) es una psicoterapia que se
basa en los principios teóricos de la cura freudiana, sin adoptar todas las condiciones de la
técnica psicoanalítica clásica.
Desde su nacimiento, el psicoanálisis se encontró en conflicto, en todos los países del mundo,
con las otras formas de psicoterapia, sea porque se fue amalgamando con ellas al punto de
desaparecer en su especificidad, sea porque les opuso una fuerte resistencia, provocando
escisiones o disidencias. Las otras dos grandes escuelas de psicoterapia del siglo XX son la
escuela de psicología analítica fundada por Carl Gustav Jung y la escuela de psicología individual
creada por Alfred Adler, ambas producto de disidencias con la doctrina de Freud.
Las otras escuelas de psicoterapia del siglo XX salieron en general del molde freudiano. Tienen
en común que rechazan los tres grandes conceptos freudianos, que son el de inconsciente, el
de sexualidad y el de transferencia. Al inconsciente freudiano oponen un subconsciente de
naturaleza biológica, o una conciencia de tipo fenomenológico; a la sexualidad en el sentido
freudiano prefieren una teoría culturalista de la diferencia de los sexos, o bien una biología de los
instintos; finalmente, a la transferencia le oponen una relación terapéutica derivada de la
sugestión. De allí la tentación permanente del retorno al hipnotismo. Con esta base originaria del
hipnotismo y la sugestión se relacionan, por una parte, el método llamado del «ensueño dirigido»
(creado en 1945 por el médico francés Robert Desoille [1890-1966], que dio nacimiento a un
movimiento, el Groupe international du rêve éveillé dirigé de Desoille [GIREDD]), y por la otra el
narcoanálisis, o método de exploración del psiquismo mediante la inyección de barbitúricos que
provocan un estado de somnolencia. Practicado a partir de 1932, y renovado después de la
Segunda Guerra Mundial, el narcoanálisis no es un tratamiento exclusivamente psíquico, puesto
que añade una farmacología y una investigación casi policial del inconsciente del sujeto.
Todas las escuelas de psicoterapia del siglo XX (en 1995 había quinientas en el mundo) están
organizadas del mismo modo. Hayan nacido de disidencias, escisiones o separaciones del
freudismo, a todas las representa un jefe que oficia a la vez de curandero, terapeuta y maestro
de pensamiento para su grupo. Creadas por hombres o mujeres con doctrinas propias y que,
estando vivos, se presentan, igual que Freud, como fundadores de sistemas de pensamiento,
estas escuelas desaparecen en general después de la muerte del iniciador, del que sólo queda
entonces la obra. Si bien en algunos casos transmiten una tradición clínica, lo más frecuente es
que se extingan por completo, para dejar lugar a otras escuelas organizadas siguiendo el mismo
modelo. En efecto, al morir el maestro la mayoría de los terapeutas formados en su redil se
dispersan y crean nuevas escuelas (cada una de ellas con un nuevo maestro, nuevas técnicas,
nuevos métodos) o bien se unen a otras escuelas existentes.
Entre los principales representantes de las múltiples escuelas de psicoterapia, algunos han
tenido un impacto importante, ligado a la fuerza de su doctrina, como en los casos de Wilhelm
Reich, Karen Horney, Jacob Levy Moreno, el creador del psicodrama, o incluso el
norteamericano Carl Rogers (1902-1987), quien elaboró el análisis llamado no directivo, que trata
de liberar al yo de todo sus aspectos psicopatológicos mediante entrevistas informales. A estos
se añaden los culturalistas inspirados por el neofreudismo (Abram Kardiner, Erich Fromm), la
escuela de Palo Alto (en la cual, bajo la dirección del antropólogo Gregory Bateson, tomaron
cuerpo las primeras experiencias de terapia familiar que apuntaban a tratar colectivamente a los
miembros de la familia del enfermo), y la terapia de grupo propiamente dicha, con sus múltiples
variantes (sus principales representantes en la historia del freudismo han sido Trigant Burrow y
Wilfred Ruprecht Bion).
En cambio, otros terapeutas se han destacado más por su extravagancia que por la calidad de
su doctrina: por ejemplo Poul Bjerre, o incluso Harry Stack Sullivan, brillante psiquiatra disidente
de todas las escuelas, a la vez culturalista y sostenedor de un enfoque original de la
esquizofrenia. Hay que observar también que dos colaboradores del Göring-Institut, Harald
Schultz-Hencke y Johannes Heinrich Schultz, fueron iniciadores de dos corrientes de
psicoterapia
: el neopsicoanálisis en el primer caso, y el entrenamiento autógeno, o método de
relajación, en el segundo.