Diccionario de Psicología, letra D, DEPRESIÓN

Diccionario de Psicología, letra D, DEPRESIÓN

(fr. dépression; ingl. depression; al. Depression, Gedrücktheit). Modificación profunda del humor en el sentido de la tristeza y del sufrimiento moral, correlativa de un desinvestimiento de toda actividad. El término depresión es usado en nuestros días de un modo muy laxo y designa en su uso corriente patologías muy diversas. Es sin duda porque evita plantear la cuestión de un diagnóstico de estructura y remite la cuestión de «eso que no anda» a una perturbación momentánea del humor. Para el psicoanalista, en cambio, esta extensión no es evidente. El concepto de depresión en el fondo no está definido rigurosamente salvo en la melancolía, o también en lo que se llama «psicosis maníaco-depresiva», donde designa una hemorragia de la libido, desplazada primero del objeto al yo, y que luego lleva al yo mismo a una depreciación y un desinvestimiento radicales. Es verdad, sin. embargo, que se encuentran episodios depresivos, a veces graves, en las neurosis. No por ello se hará de la depresión una entidad clínica específica. Esta parece traducir un rechazo de los valores fálicos, o sea, del cumplimiento de las tareas propuestas por la existencia, con las limitaciones que las definen. Más allá de ello, quizá remita a ese momento en el que el sujeto se ha dado cuenta de todo aquello a lo que se ha visto llevado a renunciar, por pertenecer a un mundo humano, un mundo reglado por la ley del lenguaje y de la cultura. En todo caso, se traduce en una relación muy particular con el tiempo, el que no aparece nunca como un orden orientado donde las tareas del presente estuvieran determinadas por las necesidades futuras, en las que viniera a inscribirse un proyecto. El sujeto deprimido vive en un tiempo uniforme y monótono. Aunque registre modificaciones del humor, estas, al ser cíclicas, no constituyen en ningún caso cambios verdaderos. Lo que plantea, por otra parte, todo el problema de la relación del sujeto deprimido con el análisis. ¿Cómo hacer para que pueda comprometerse en él, si no puede interrogar espontáneamente lo que constituye su historia en función de la posibilidad de un cambio real? La respuesta debe ser reinventada cada vez.