Diccionario de Psicología, letra I, Imaginario social

Diccionario de Psicología, letra I, Imaginario social

Definición

Noción que se ubica actualmente en el campo de análisis de lo histórico-social bajo dos acepciones: La que habla de imaginarios sociales. Es una terminología que algunos autores proponen para designar los mitos, las ideologías, las formas de interpretar el mundo y las creencias, como productos de la función significante de toda sociedad. Son las referencias específicas que todo conjunto social produce y a través de las cuales se percibe y elabora sus finalidades. Ellos otorgan una representación totalizante de su sociedad y le dan identidad y cohesión. Los imaginarios son considerados subproductos de la práctica social del hombre y remitirían siempre a un fundamento exterior que puede ser una estructura divina, natural o material económica. De esta manera lo imaginario no es reconocido como una producción autónoma pasible de ser pensada con una organización y modos de funcionamiento especifico. La otra acepción es la del imaginario radical. Se define como la capacidad imaginante de los colectivos anónimos de inventar sus propias significaciones imaginarias, las que se encarnan en las instituciones y hacen ser a ese histórico-social lo que es. A su vez dicho conjunto de significaciones imaginarias son producto y condición de ser de los colectivos anónimos. Las significaciones imaginarias emergen por obra de un colectivo anónimo, el que no se reduce al campo de la intersubjetividad, si bien ésta es la materia de la que está hecho lo social. Lo colectivo anónimo es lo humano-impersonal que organiza toda formación social en la que están presentes los que ya no son, los que quedan afuera, y los que están por nacer.

Origen e historia del término

Los términos Imaginario e Imaginación formaron parte de la reflexión filosófica y de la poética pasando por el arte, las religiones, los mitos, la psicología y el psicoanálisis, Llegan al campo de las ciencias del hombre en su acepción de quimera, ilusión y símbolo como opuestos al campo de lo material, lo real Con el pensamiento cartesiano ciencia e imaginario comienzan a separarse y la posibilidad de conocimiento quedará del lado de la ciencia. El fundamento pasa de Dios a la conciencia. Subsumidas en esta matriz de pensamiento, las ciencias humanas considerarán a las instituciones, los mitos, las creencias y las ideologías como subproductos de las prácticas sociales o meros reflejos de la realidad. Trabajar la noción de Imaginario en el campo citado de lo histórico social implica criticar el pensamiento moderno cuestionando el binarismo esencialista conformado por lo real y lo imaginario. Ella cuestiona la idea cientificista y positivista de separar lo real de lo imaginario, y propone pensar a lo social con la capacidad de darse, crearse su propia existencia, sin apelar a un fundamento exterior. Llegamos así a la acepción mas radicalizada de lo imaginario social por la que el concepto de lo real no es ya más per se. De la idea en que lo simbólico es considerado expresión de otra cosa o deformador de una realidad material (teoría de las ideologías) se pasa a la de lo simbólico como constitutivo de lo social. El mundo del Hombre es de un orden simbólico y no se piensa ya más la distinción entre materia y significación en términos de oposición. Esta acepción de imaginario se despega también de la concebida en el psicoanálisis, puesto que dentro de la teoría psicoanalítica imaginario refiere a lo especular en cuanto a imagen; imagen reflejada, tributaria entonces del sentido de lo imaginario como ficción. La segunda acepción que definimos como imaginario radical ha sido teorizada por Cornelius Castoriadis y es la que será desarrollada a continuación. Este filósofo, sociólogo y psicoanalista considera que la noción de imaginario social no trabaja en el plano de la materia real, de las cosas, sino en el plano de lo simbólico como producción de un orden de significaciones que constituyen realidad … lo imaginario social o la sociedad instituyente es en y por la posición-creación de significaciones imaginarias sociales y de la institución; de la institución como presentificación de significaciones, y de estas significaciones como instituidas … Cuando Castoriadis habla de creación de significaciones imaginarias, no las limita al campo de las ideas, sino que en su propuesta, creación alude al ser de las cosas. Las significaciones aquí conllevan la afirmación de su materialidad. …»la institución del mundo de las significaciones, como mundo histórico-social es ipso facto inscripción y encarnación en el mundo sensible, a partir del cual éste es históricamente transformado en su ser-así»… Estas significaciones, estas creaciones conforman el imaginario social instituyente … «un inundo de significaciones indefinidamente determinadas»… «En el ser, en lo que es, surgen otras formas, se establecen nuevas determinaciones. Lo que en cada momento es, no está plenamente determinado, es decir no lo está hasta el punto de excluir el surgimiento de otras determinaciones » … Plantear que las significaciones son indefinidamente determinadas, no implica quedar apresado en una propuesta de pensamiento idealista en cuanto se afirma que hay determinaciones, pero que estas solo se precipitan en cada situación y pueden ser de órdenes diversos (económicos, libidinales, grupales, institucionales, éticos, políticos, etc.). El imaginario instituyente da los sentidos y estos orientan la organización de una red de significaciones imaginarias que se encarnan y viven en la «institución «de la sociedad. Las significaciones imaginarias no son significados establecidos, no son lo que los individuos se representan consciente o inconscientemente, ni lo que piensan. Tampoco son el doble irreal de un mundo real ni una construcción de conceptos, sino que es significación en perpetuo devenir, en perpetuo movimiento de significar. No son las cosas, ni los sujetos, ni las ideas; es lo que hace ser a cada sociedad particular lo que es. Las significaciones imaginarias son inmanentes a cada sociedad y además la mantienen unida. Resulta importante discriminar el concepto de representación psíquica del de significaciones imaginario-sociales. La capacidad imaginante de la psique en su flujo representativo, afectivo e intencional produce las representaciones, que en sus distintas calidades organizan la realidad psíquica. La capacidad de una sociedad en su imaginación radical es producir sus propias significaciones, «es un río abierto del colectivo anónimo «. De las representaciones sociales son portadores los individuos, consciente o inconscientemente, en cambio las significaciones son el medio por el cual los individuos son lo que son, constituyen la materia con la que se tejen sus subjetividades. Distingue Castoriadis dos planos de significaciones. Las centrales o primeras, son creadoras de objetos ex-nihilo, es decir no refieren a nada, sino mas bien son su propio referente. Son aquellas que posibilitan que se organicen en una red de prácticas y enunciados una diversidad de sentidos para ese social: la idea de dioses o de un dios, la idea de lo económico, de la familia, del Estado, de la comunidad, son algunas de ellas. … «son presentificadas-figuradas por medio de la totalidad de las instituciones explícitas de la sociedad.. condicionan y orientan el hacer y el representar sociales, en y por los cuales continúan ellas alterándose «. Surgen como creación, y no pueden ser explicadas como productos de causas, sino dilucidadas. Presentan un nuevo orden de complejidad que llevan a pensar juntas la lógica conjuntista- identitaria del primer estrato natural en el que se dirimen las relaciones con la naturaleza y la dimensión propiamente imaginaria-simbólica del ser. La noción de Magma apela a pensar … de una manera diferente … la solidaridad entre lo lógico , y lo que no es lógico, entre la razón y lo no raciona»… Castoriadis llama elucidación crítica al intento de pensar de una manera diferente que implica un rastreo histórico de la emergencia e institución de las significaciones y como están trabajando en cada situación. En sus palabras: elucidación crítica es el «trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan «. La otra línea de significaciones es la de las significaciones segundas, que juegan en el plano instrumental, las que prescriben lo que se hace y lo que se piensa, meramente reproductoras y que se mantienen unidas por la institución de las significaciones centrales. No pueden ser sin aquéllas. No hay un ciudadano sino hay un estado, no hay un desocupado sino hay una organización social del trabajo capitalista específica. Estas significaciones segundas conforman un imaginario efectivo, instituido, en que posiciones de personas y de cosas parecen estar totalmente recubiertas de sentido, cristalizadas, es decir agotada su posibilidad de nuevas significaciones. Momento de detención, necesario para dar continuidad; en juego constante con la puja por las nuevas significaciones instituyentes. Cuando esta tensión se clausura se produce violencia simbólica, en la medida que se presentan las significaciones como realidad objetiva inamovible haciendo invisible la construcción histórico-social de sus sentidos. Pero, alerta Castoriadis: «ese recubrimiento nunca esta asegurado y lo que se le escapa … es precisamente el enigma del mundo, … como mundo que todavía izo es, … es decir como desafío irreductible a toda significación establecida. Y también se le escapa el ser mismo de la sociedad en tanto sociedad instituyente… en tanto fuente y origen de alteridad o autoalteración perpetua… y en tanto solo es instituida como un mundo de significaciones, que excluye la identidad consigo mismo y Únicamente son por su posibilidad esencial de ser-otras » …

Desarrollo desde la perspectiva vincular

Los desarrollos de la noción de Imaginario radical nos proveen herramientas para pensar las modalidades de subjetivación con otra lógica, en la medida que trabajar con criterios multireferenciales hacen que lo social y lo subjetivo no queden de entrada en territorios separados. La subjetividad no se da per se, sino construida en una red de relaciones en apoyo sobre el cuerpo y la institución social. Ésta es definida como el conjunto de significaciones sociales que aporta los sentidos. Sentidos y no solo contenidos, pues en la medida que los sentidos centrales que constituyen una sociedad se autoalteran, las formas de organización subjetivas se remodelan en un movimiento conjunto La imaginación radical productora de la psique que pone -presentifica sus formas, tiene capacidad de autoalteración permanente. Lo único que presentaría como invariante sería la búsqueda de sentido, en la medida que es éste lo que la hace ser. La subjetividad puede ser pensada así como una organización abierta, con posibilidades de inscribir nuevas marcas que reorganicen el conjunto. Esta concepción libera de la condena de pensar solo en clave de repetición y abre a investigar el campo de las transformaciones y el de las metodologías de intervención. Pensar en una configuración vincular, es pensar en un sistema de vínculos en el que se producen prácticas y enunciados que tienen una relación de inherencia con diversos órdenes. Inherencia implica aquí pensar una relación en que algo es condición para ser, pero no lo determina. En el acople y desacople de estos órdenes sociales, institucionales, políticos, libidinales, grupales, etcétera. desde el punto de vista psicoanalítico podemos reconocer la constitución de las distintas realidades psíquicas de lo intrasubjetivo-intersubjetivo y de lo transubjetivo, con sus diferentes modalidades de inscripción Los conjuntos intersubjetivos: familiares, de pareja o de grupos son trabajados por las significaciones sociales y por las creencias y mitos que ellos mismos instituyen. Este trabajo se realiza en tensión entre un plano de reproducción y clausura y otro de inestabilidad. Siempre se producen desacoples entre prácticas y enunciados que se propagan como fuerzas con posibilidad de instituir algo nuevo. Ambas vertientes nutren la forma de ser de los conjuntos intersubjetivos. Estos oscilan entre la identificación a un rasgo, para diferenciarse, e identificarse con los que se posicionan en la totalización de ese rasgo como identidad y producen su clausura. Esto que pasa con los agrupamientos, también ocurre con el terapeuta o analista que coordina un dispositivo de intervención. Si su posición suscribe una concepción de la repetición, puramente inercial, en sus intervenciones solo estará atento a las recurrencias, mientras si se posiciona desde el punto de vista del acontecimiento, en situación, estará alerta a leer las desviaciones, los restos, los excesos que en su propagación pueden innovar. Las reglas, las formas en que se enuncian las practicas no son inocentes. Una intervención es también una práctica y la posición subjetiva del analista favorecerá la transformación o la obturará. El pensamiento también puede ser pensado como una acción. Los agrupamientos son lugares privilegiados para hacer visibles las significaciones sociales en su juego instituido-instituyente. Cuando las alteraciones en los imaginarios centrales son intensas producen desacoples entre la inercia de lo instituido y sus prácticas y representaciones, lo cual conlleva en distintos tipos de agrupamientos a malestares, sufrimientos psíquicos de variada intensidad y frustraciones en los objetivos que buscan realizar. Entre los equipos volcados a los abordajes grupales e institucionales se encuentran corrientes y producciones que intentan operacionalizar esta matriz de pensamiento. Las nuevas problemáticas clínicas, las cuestiones de género, y las intervenciones en las instituciones y comunidades requieren plataformas multirreferenciales y núcleos teóricos respecto de lo histórico y lo social para sostener y fundamentar su campo de operaciones. Hay comunicaciones respecto de un dispositivo de grupo llamado Grupo Reflexivo, que trabaja en el campo institucional y comunitario. Tal abordaje se propone elucidar cómo opera el agotamiento de ciertas significaciones que definían el lugar simbólico de las tareas del agrupamiento y trabajan con diversas herramientas conceptuales las alteraciones en su vínculos, sus formas de agrupamiento, sus finalidades, sus representaciones, y los posicionamientos subjetivos de sus integrantes.

Problemáticas conexas

Pensar el nivel de lo histórico-social como autónomo, con una forma de ser que no remite a otro fundamento, lleva a Castoriadis a trabajar en el campo de la filosofía. Crítico del sustancialismo en la ontología y del estructuralismo en la epistemología, se recorta en el campo filosófico de las ontologías regionales. Piensa que hay un concepto de ser pertinente para el primer estrato natural, el del ser vivo para sí, y otro concepto de ser pertinente al campo de las significaciones, que es en el que emerge lo radicalmente nuevo. Para dar cuenta del acontecimiento, de la invención radical, necesita de otro concepto de ser y otro concepto de determinación. Al sustancialismo le discute su propuesta de pensar al mundo como Un Mundo, Un Universo, un ser que es universal, determinado e idéntico a si mismo. Un ser que solo es despliegue de potencialidades y virtualidades que ya estaban dadas en su origen. Considera que en la medida que no hay un conjunto de todos los conjuntos, no hay un UNO, sino diferentes planos de estructuraciones de lo real. En la medida que el pensamiento occidental está organizado en pensar con la categoría de la «hiperdeterminidad», reduce al ser a ser siempre despliegue de lo mismo. A esta manera de pensar la llama la lógica conjuntista-identitaria, válida y necesaria para pensar el primer estrato natural, pero que no alcanza para explicar el nivel de la emergencia de lo simbólico. Debate con el estructuralismo en tanto éste, si bien propone pensar configuraciones distintas, proyecta siempre la estructura en lugares que son invariantes. De acuerdo a esta tesis, el estructuralismo niega la historia como posibilidad de creación y es tributario de la idea de la repetición. Para Castoriadis el tiempo es productor de alteridad, de creación. Piensa que en el puro despliegue de lo mismo, apoyándose en el primer estrato natural regido por la lógica conjuntista-identitaria señalada, algo de lo «otro» aparece en corte con lo existente. Corte es la emergencia de algo que no estaba, que no estuvo nunca, y en el que operan determinaciones nuevas. Lo existente juega como condición para lo que adviene; son las nuevas determinaciones en cada situación las que hacen que emerja la poiesis o creación. Con estas razones cuestiona la vieja ontología, afirmando que para que haya algo nuevo el ser no tiene que consistir de por si, sino que tienen que darse nuevas determinaciones. Es en este lugar donde se ubica su noción de magma como lugar de un ser indeterminado, inconsistente y siempre abierto a alguna forma nueva de determinación. Plantea así una tensión entre un mundo contingente del azar y un mundo determinado de necesidades, y no una oposición. Otro campo de preocupación ha sido para Castoriadis la política. La doble dimensión de lo instituido efectivo, organizando lo que se hace y lo que se piensa con sus efectos de cierre, y la de lo instituyente creador le ha permitido pensar a los sujetos sujetados por la clausura, pero con posibilidad de cuestionar y elucidar su propia representación del mundo, de su vida y de si mismos. La alienación es así una modalidad de relación pero no un efecto insalvable de estructura. En su concepción de verdad considera que no hay un sentido último para la historia. Define una Etica de la responsabilidad en la que los sujetos sociales tienen que producir sus propios sentidos. En sus palabras: «…la conciencia de la mezcla infinita de contingencia y de necesidad,…está lejos de ser libertad, pero es la condición para emprender lúcidamente las acciones que pueden llevamos a la autonomía tanto en el plano individual como en el plano colectivo».