Diccionario de Psicología, letra M, Mecanismos de defensa

Diccionario de Psicología, letra M, Mecanismos de defensa

Al.: Abwehrmechanismen. Fr.: mécanismes de défense. Ing.: mechanisms of defence. It.: meccanismi di difesa. Por.: mecanismos de defesa. Diferentes tipos de operaciones en las cuales puede especificarse la defensa. Los mecanismos preponderantes varían según el tipo de afección que se considere, según la etapa genética, según el grado de elaboración del conflicto defensivo, etc. Existe acuerdo en afirmar que los mecanismos de defensa son utilizados por el yo, pero permanece sin resolver el problema teórico de saber si su puesta en marcha presupone siempre la existencia de un yo organizado que sea el soporte de los mismos. El término «mecanismo» fue utilizado desde un principio por Freud para indicar el hecho de que los fenómenos psíquicos muestran una disposición susceptible de observación y de análisis científico; mencionemos únicamente el título de la Comunicación preliminar (Vorläufige Mitteilung, 1893) de Breuer y Freud: El mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos (Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phänomene). En la misma época en que establece el concepto de defensa y lo sitúa en el origen de los fenómenos histéricos (véase: Histeria de defensa). Freud intenta especificar otras afecciones psiconeuróticas por el modo particular en que actúa en ellas la defensa: «[ … ] diferentes afecciones neuróticas provienen de los distintos procedimientos que utiliza el «yo» para liberarse de [su] incompatibilidad [con una representación] » . Así, en las Nuevas observaciones sobre las psiconeurosis de defensa (Weitere Beberkungen über die Abwehr Neuropsychosen, 1896), distingue los mecanismos de la conversión histérica, de la substitución obsesiva, de la proyección paranoica. El término «mecanismo» sigue apareciendo esporádicamente a todo lo largo de la obra de Freud. El de «mecanismo de defensa» figura, por ejemplo, en los escritos metapsicológicos de 1915, en dos acepciones algo distintas: ya sea para designar el conjunto del proceso defensivo característico de una determinada neurosi, ya sea para indicar la utilización defensiva de tal o cual «destino pulsional»: represión, vuelta hacia la propia persona, transformación en lo contrario. En Inhibición, síntoma y angustia (Hemmung, Symptom und Angst, 1926), Freud justifica lo que él llama su «restauración del antiguo concepto de defensa» invocando la necesidad de poseer un concepto global que incluya, además de la represión, otros «métodos de defensa», subrayando la posibilidad de establecer «una íntima conexión entre formas particulares de defensa y determinadas afecciones», y emitiendo por último la hipótesis de que «[…] el aparato psíquico, antes de que exista una neta separación entre el yo y el ello, antes de la formación de un superyó, utiliza métodos de defensa distintos de los que emplea una vez alcanzados estos estadios de organización». Aun cuando Freud parece subestimar aquí el hecho de que estas ideas han estado constantemente presentes en su obra, lo cierto es que, a partir de 1926, el estudio de los mecanismos de defensa se convirtió en un tema importante de la investigación psicoanalítica, sobre todo con la obra que Anna Freud consagró a los mismos. Basándose en ejemplos concretos, esta autora se dedica a describir la variedad, complejidad y extensión de los mecanismos de defensa, mostrando en especial cómo el fin defensivo puede utilizar las más variadas actividades (fantasía, actividad intelectual), y cómo la defensa puede afectar no sólo a las exigencias pulsionales, sino también a todo aquello que puede suscitar un desarrollo de angustia: emociones, situaciones, exigencias del superyó, etc. Se observará que Anna Freud no pretende efectuar una exposición exhaustiva ni sistemática, especialmente en la enumeración que hace, de pasada, de los mecanismos de defensa: represión, regresión, formación reactiva, aislamiento, anulación retroactiva, proyección, introyección, vuelta hacia la propia persona, transformación en lo contrario, sublimación. Hubieran podido describirse otros muchos procedimientos defensivos. La misma Anna Freud alude, dentro de este tema, a la negación por la fantasía, la idealización, la identificación con el agresor», etc. Melanie Klein describe lo que ella considera como defensas muy primarias: escisión del objeto, identificación proyectiva, negación de la realidad psíquica, control omnipotente del objeto, etc. El empleo generalizado del concepto de mecanismo de defensa suscita algunas preguntas: al referir a una función única operaciones tan dispares como, por ejemplo, la racionalización, en la que intervienen mecanismos intelectuales complejos, y la vuelta hacia la propia persona, que es un «destino» del fin pulsional, y al designar con la misma palabra de defensa operaciones verdaderamente compulsivas, como la anulación retroactiva, y la búsqueda de una vía de «desprendimiento», como son ciertas sublimaciones (véase: Mecanismos de desprendimiento), ¿se utiliza un concepto verdaderamente operacional? No son pocos los autores que, al hablar de «mecanismos de defensa del yo», reconocen la existencia de diferencias: «Junto a técnicas como el aislamiento y la anulación retroactiva, encontramos verdaderos procesos instintivos como la regresión, la transformación en lo contrario, la vuelta hacia la propia persona» ( 5 a ). Es necesario entonces mostrar cómo un mismo proceso puede funcionar a varios niveles: así, por ejemplo, la introyección, que es ante todo un modo de relación de la pulsión con su objeto y que tiene su prototipo corporal en la incorporación, puede ser utilizada secundariamente como defensa por el yo (especialmente, defensa maníaca). Tampoco puede omitirse otra distinción teórica fundamental: la que especifica la represión de todos los demás mecanismos defensivos, especificidad que Freud siempre mantuvo, incluso después de haber dicho que la represión era un caso particular de defensa; no tanto por el hecho de que, como indica Anna Freud, se caracterizaría esencialmente por una contracatexis permanente y sería a la vez «el más eficaz y el más peligroso» de los mecanismos de defensa, como por ser constitutiva del inconsciente como tal (véase: Represión). Por último, al centrar la teoría sobre el concepto de defensa del yo, con facilidad se tiende a contraponer a ésta la reivindicación pulsional pura, la cual, por principio, sería totalmente ajena a toda dialéctica: «Si las exigencias del yo o las de las fuerzas exteriores representadas por el yo no ejercieran una presión, la pulsión no tendría más que un único destino: el de la satisfacción». Se consideraría entonces la pulsión como un término totalmente positivo, que no estaría marcado por ninguna prohibición. Ahora bien, los mecanismos del proceso primario mismo (desplazamiento, condensación, etcétera), con lo que implican de estructuración del juego pulsional, ¿no se hallan en contradicción con dicha concepción?