Diccionario, Psicología, letra M, Mito endopsíquico

Diccionario de Psicología, letra M, Mito endopsíquico

El testimonio que da Freud, en una carta a Fliess del 12 de diciembre de 1897, acerca de esa «última producción» de su «actividad cerebral» que son los «mitos endopsíquicos», nos los presenta como «ilusiones» que surgen de la «oscura percepción interna que tiene el sujeto de su propio aparato psíquico». Estas ilusiones, añade, son proyectadas en el afuera, «en el porvenir, en un más allá», con la forma de una «psicomitología» que se expresa en las concepciones de «la inmortalidad, la recompensa, todo el más allá». En este caso, el mito en el que se proyecta la autopercepción revela el corte característico de la estructura del aparato psíquico entre el yo consciente y su más allá. La fecundidad de la noción encontrará más tarde su confirmación en dos elaboraciones. 1) En su asimilación al fenómeno funcional de Silberer. «El fenómeno funcional (la figuración del estado en el lugar de la figuración del objeto) ha sido observado por Silberer sobre todo en los momentos del adormecimiento y el despertar», escribe Freud en La interpretación de los sueños. «Es fácil comprender que para la interpretación de los sueños sólo se ha de considerar el último caso. Silberer ha demostrado con buenos ejemplos que la parte terminal del contenido manifiesto de muchos sueños, a la que sigue inmediatamente el despertar, representa precisamente el preludio o el proceso del despertar. Se utiliza con tal fin un umbral que uno atraviesa («simbólica del umbral»), un lugar que uno abandona por otro, salir de viaje, volver a casa, separarse de un compañero de ruta, entrar en el agua, etcétera.» No obstante, añade: «Yo no puedo adherir a la teoría enunciada por primera vez por Silberer, según la cual todo sueño (o por lo menos muchos sueños, y en especial ciertos grupos de ellos) exigiría dos interpretaciones distintas, entre las que habría una relación precisa. Una de estas interpretaciones, la que Silberer llama psicoanalítica, le da al sueño un sentido cualquiera, con la mayor frecuencia sexual-infantil; la otra, más importante, que él llama anagógica, muestra los pensamientos más serios y a menudo profundos que han servido de material para el trabajo del sueño. Silberer no ha respaldado esta teoría con ejemplos de sueños analizados de estas dos maneras. A mi juicio, los hechos que propone no existen. La mayor parte de los sueños no requieren una sobreinterpretación y, en particular, no son susceptibles de interpretación anagógica». Además, al abordar la transformación de los pensamientos en imágenes, Freud vuelve sobre lo que entonces llama un autosimbolismo-, en una edición ulterior de La interpretación de los sueños la describe como una autoobservación particularmente «activa sin duda en los espíritus filosóficos, comparable a la percepción endopsíquica del delirio de influencia y de la censura». 2) A propósito de la paranoia de Schreber. «Sin temer mi propia crítica más que la de los otros, no tengo ninguna razón para no mencionar una coincidencia que quizás perjudique a nuestra teoría de la libido en el espíritu de muchos lectores. Los «rayos de Dios» de Schreber, compuestos de rayos de sol, fibras nerviosas y espermatozoides, en un conjunto condensado, no son en el fondo más que la represión objetivada y proyectada afuera de investiduras libidinales, y le prestan al delirio de Schreber una impresionante concordancia con nuestra teoría. El hecho de que el mundo deba tener fin porque el yo del enfermo atrae hacia sí todos los rayos y -más tarde, en el período de reconstrucción- el miedo ansioso que experimenta Schreber ante la idea de que Dios podría cortar la relación establecida con él con ayuda de los rayos, todo esto, así como otros detalles de su delirio, se asemeja a alguna percepción endopsíquica de esos procesos cuya existencia he admitido, hipótesis que nos sirve de base para la comprensión de la paranoia. Al respecto, puedo no obstante apelar al testimonio de uno de mis amigos y colegas: yo construí mi teoría de la paranoia antes de conocer el libro de Schreber. El futuro dirá si la teoría contiene más locura de lo que yo querría, o la locura más verdad de lo que otros están hoy día dispuestos a creer.»